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Pedro de la Cueva y Navarrete

Biografía

Cueva y Navarrete, Pedro de la. Panamá 25.III.1582 — ?, 1621 post. Licenciado en Cánones por la Universidad de la ciudad de Los Reyes (Lima), fiscal interino de la Audiencia de Tierra Firme (Panamá), asesor del gobierno de Panamá.

Pedro de la Cueva y Navarrete nació en Panamá el 25 de marzo de 1582 y fue miembro conspicuo de la primera generación criolla de la elite panameña. Era hijo de Fernando de la Cueva y Navarrete, natural de Úbeda (Audiencia de Granada), nacido hacia 1548, y de Leonor de Pineda, nativa de Panamá, “mujer principal y de mucha calidad”, hija del doctor Andrés de Pineda y de María de Grados. En 1609, un inventario del ganado existente en Panamá reveló que los De la Cueva poseían un hato en Caimito (pocos kilómetros al oeste de la capital) con quinientas reses.

Su padre, Fernando de la Cueva y Navarrete, había obtenido carta ejecutoria de hidalguía de la Real Chancillería de Granada y viajado a Panamá en 1569 con los nombramientos de escribano mayor de gobernación de la ciudad de Nombre de Dios, escribano de Cámara de la Audiencia y escribano mayor de minas y registros. Pronto se convirtió en un personaje influyente en la sociedad panameña. A partir de 1582 aparece firmando como escribano del Cabildo de Panamá, cargo que ejerció hasta por lo menos 1598.

Conservó la propiedad de este cargo, aunque ejerciéndolo por medio de teniente, hasta que en 1612 lo renunció en favor de Urbán de Medinilla. Fue elegido varias veces alcalde ordinario de la ciudad de Panamá.

En 1605 “por su gran talento y capacidad”, el Cabildo le nombró procurador general en la Corte madrileña, adonde se desplazó y estuvo “despachando muchos y muy grandes negocios que esta república le ha encomendado”. Seguía en la Corte ejerciendo esas funciones todavía en 1611. En reconocimiento a sus méritos el Rey despachó Real Cédula al virrey de Perú y a los gobernadores de Indias, para que “le tuviesen en cuenta por recomendado y honrasen y ocupasen en oficios” según sus capacidades. Pero ya era hombre de edad avanzada y probablemente falleció en Madrid poco después, ya que en 1612 la ciudad de Panamá había nombrado a otro procurador, el capitán Bartolomé de Churruca.

Pedro de la Cueva y Navarrete usaba el tratamiento de “don”, una práctica que siguieron otros criollos de su generación, aunque sus padres nunca lo hubiesen antepuesto a su nombre. Esta práctica sugiere que una nueva clase social estaba en proceso de formación en las Indias, orgullosa de sí misma y de sus raíces, consciente de su condición de grupo privilegiado y con las pretensiones propias de su estatus. En 1611 pidió a la Audiencia de Tierra Firme que se levantase información secreta de sus méritos y de los de su padre, para fundamentar su solicitud a la Corona de que se les nombrase en algún cargo digno de sus méritos. Su padre ya llevaba más de cuarenta años de servicios al Rey y él se consideraba con suficientes méritos como para aspirar al nombramiento de fiscal o de oidor en alguna de las audiencias de Indias.

Don Pedro había estudiado Derecho canónico en la Universidad de la ciudad de los Reyes (Lima), y tras su graduación regresó en 1606 a Panamá, donde muy pronto se le nombró fiscal interino en la Audiencia de Tierra Firme, primero durante las ausencias del propietario, Bartolomé de Morquecho, cuando éste fue destinado a Cartagena en “la comisión contra extranjeros”, y luego cuando a Morquecho se le designó para ejecutar la visita de la Audiencia a la provincia de Veragua.

La información de méritos, sin embargo, no produjo ningún efecto, y de hecho se perdió entre los papeles del secretario del Real y Supremo Consejo de Indias Pedro de Ledesma, pero finalmente apareció en 1621, cuando el interesado volvió a elevar la misma solicitud que había formulado diez años antes.

En ese lapso había ejercido de juez de “causas cuantiosas”, había desempeñado el cargo de asesor de los presidentes y gobernadores de la Audiencia de Tierra Firme, Francisco Valverdi de Mercado y Diego Fernández de Velasco, y actuado como fiscal interino de la Audiencia a partir de 1619, cargo que seguía ejerciendo en 1621, por ausencia de los propietarios: primero del fiscal Melchor Suárez de Poago, cuando éste fue promovido a fiscal de la Audiencia de Quito, y luego del fiscal Juan de Alvarado y Bracamonte, que se encontraba en las islas Filipinas donde era fiscal de la Audiencia de Manila, y desde que fue nombrado hasta tomar posesión tardó cerca de seis años.

A Pedro de la Cueva nunca se le concedió la plaza de fiscal o de oidor a que aspiraba, y al parecer desapareció de la escena pública a partir de 1621, cuando la interinidad de la fiscalía empezó a ejercerla otro licenciado panameño, Sebastián de Céspedes y Meneses, que la ocupó hasta mayo de 1625, cuando finalmente llegó el propietario Alvarado y Bracamonte.

Céspedes había llegado a Portobelo en la flota del general Juan de Lara Morán, donde ejercía como auditor; enfermó allí y se trasladó a Panamá para curarse.

Llevaba cartas de recomendación “de Grandes de España”, escribe el presidente Rodrigo de Vivero, y esto le abrió las puertas. Poco después se casó con María de Monreal y Rojas, hija de Francisco Monreal y María Velázquez, hermana del gobernador de Veragua Álvaro Velázquez de Camargo y suegra de Martín de Miarín y Carranza, sucesor de Álvaro Velázquez en el gobierno de Veragua. María Velázquez casó en segundas nupcias con Diego Ruiz de Campos. Céspedes quedó, pues, desde temprano bien relacionado con la elite local. En 1625 ya tenía varios hijos. En la década de 1650 estuvo envuelto en un largo litigio por la herencia de Diego Ruiz de Campos, ya que su esposa era “heredera forzosa de D.ª María Velázquez, su madre y mi suegra” y además la primera esposa de Ruiz de Campos, y éste el segundo esposo de María Velázquez.

La Audiencia no demoró en aceptar al licenciado Céspedes como abogado, y éste se desempeñó con habilidad; se le consideraba “hombre de ingenio y buenas letras”, por lo que en 1621 se le nombró fiscal “por falta de prospecto”. Es decir, ¿no estaba ya disponible Pedro de la Cueva? ¿Habría emigrado al concedérsele algún cargo fuera de Panamá? ¿Habría enfermado y muerto en 1621, mientras esperaba respuesta a su última solicitud de empleo? Pedro de la Cueva y Navarrete casó en Panamá con Isabel Quijada, con quien tuvo siete hijos. Hija de este matrimonio fue Mariana de la Cueva Quijada, abadesa del convento de monjas de La Concepción de Panamá en el año 1641. Pedro tenía seis hermanos legítimos. Uno de ellos fue el licenciado Juan de la Cueva y Navarrete, que al igual que Pedro, estudió en la Universidad de Lima y se radicó en esa ciudad para ejercer como abogado. Su hermano Francisco de la Cueva y Navarrete también emigró a Lima. Otros hermanos fueron Melchor de la Cueva, Beatriz de la Cueva, Andrea de la Cueva y Navarrete e Isabel de la Cueva y Navarrete. Andrea casó con Tomás de Quiñones Osorio, otro destacado criollo de la elite local. Isabel casó con el licenciado Rui Díez Flores, también destacado miembro de la sociedad panameña.

En el convento de La Concepción, en Panamá, había en el año 1641 varias mujeres de esta familia: la abadesa, ya mencionada, Beatriz de la Cueva y Navarrete, y María Díez Flores.

Son dos generaciones de Cueva y Navarrete en las que destacan los varones por su inclinación a la carrera del Derecho. El padre peninsular que emigra a Indias, se incorpora a la naciente elite panameña y es el tronco de una de las principales familias locales de fines del siglo xvi y principios del xvii, cuando en Panamá empieza, precisamente, a definirse una primera oligarquía. Sus hijos forman parte de la primera generación criolla de la alta sociedad panameña. Se trata, por otra parte, de una típica familia de la elite criolla, que practica estrategias matrimoniales endogámicas dentro de su propio entorno social. De los cuatro hermanos varones, sin embargo, dos emigraron a otros destinos de América y tal vez lo hizo también Pedro, o acaso había fallecido, pues a partir de 1621, como se ha dicho, deja de documentarse su presencia en Panamá.

 

Fuentes y bibl.: Real Academia de la Historia (Madrid), Colección Salazar y Castro, leg. 17, 9/1554, Probanza de Méritos de Tomás de Quiñones Osorio y genealogía de D.ª Andrea de la Cueva y Navarrete; Archivo General de Indias (Sevilla), Panamá 46, Memoria de los hatos de ganado que hay en la jurisdicción de esta ciudad y gobernación de Natá, Panamá, año 1609; Panamá 63 A n.º 3, Información secreta de Méritos y Servicios de Fernando de la Cueva y Navarrete y D. Pedro de la Cueva, Panamá, 20 de abril de 1611; Panamá 17, Memorial que presenta el fiscal a.i. de la Audiencia de Tierra Firme D. Pedro de la Cueva y Navarrete, solicitando nombramiento de fiscal en alguna Audiencia en Indias, Panamá, 30.VI.1620; Escribanía de Cámara 452B, Panamá 46, Testimonio de Autos sobre la herencia del Marqués de Lorenzana y D.ª Ana de Salazar, años 1646-1651; Panamá 34 A, Expedientes de autos sobre el pago de salarios atrasados al fiscal de la Audiencia de Panamá Juan de Alvarado Bracamonte, desde que salió de Manila hasta que llegó a su destino, Panamá, mayo de 1628; Panamá 17, Carta del presidente Rodrigo de Vivero al rey, sobre Céspedes de Meneses y la falta de fiscal, Panamá, 30.III.1625; Panamá 17, Carta del presidente Rodrigo de Vivero al rey sobre Céspedes de Meneses, Panamá, 4.IV.1625; Panamá 18, Autos ordenados por el presidente Rodrigo de Vivero contra el oidor licenciado Gerónimo de Herrera, Panamá, años 1625-1626; Escribanía de Cámara 452B, Pleito por la herencia de los herederos de Diego Ruiz de Campos con los herederos de Cristóbal Pérez de Herrera.

E. Schäfer, El Consejo Real y Supremo de las Indias. Su historia, organización y labor administrativa hasta la terminación de la Casa de Austria, t. II, Sevilla, Escuela de Estudios Hispano- Americanos, 1947; B. Torres Ramírez et al. (eds.), Cartas de Cabildos Hispanoamericanos, Audiencia de Panamá, Sevilla, Escuela de Estudios Hispano-Americanos, 1978, págs. 33 y ss.; A. Castillero Calvo, Sociedad, Economía y Cultura Material, Historia Urbana de Panamá la Vieja, Buenos Aires, Imprenta Alloni, 2006, págs. 353, 751 y 842.

 

Alfredo Castillero Calvo

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