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Juan Bermúdez

Biografía

Bermúdez, Juan. Palos de la Frontera (Huelva), c. 1449 – ?, s. xvi. Navegante, piloto, maestre de carabelas y descubridor de las islas Bermudas.

Originario de la zona de Huelva, desde muy joven se dedicó a navegar hasta lograr hacerse piloto y, más tarde, maestre de carabelas. Consiguió hacer fortuna muy pronto, lo que le permitió colaborar económicamente en muchas expediciones, cuando no las dirigía y costeaba personalmente. Nació durante el reinado de Juan II de Castilla, en plena Baja Edad Media, reinado caracterizado por la inestabilidad política debido a la pugna entre los partidos nobiliarios de los infantes de Aragón y de Álvaro de Luna, condestable de Castilla, partidario de un mayor poder real. En 1454 subió al trono Enrique IV, hermano de la futura Isabel I; su reinado se caracterizó por una inestabilidad endémica entre bandos nobiliarios y urbanos por la guerra civil (1465-1468) contra su hermano Alfonso, tras ser proclamado Rey este último en la llamada “farsa de Ávila” por la liga nobiliaria. Una vez muerto Alfonso, el pacto de Guisando (septiembre de 1468) entre el Rey y su hermana Isabel aseguró la sucesión del trono de ésta en detrimento de Juana la Beltraneja, hija de Enrique IV, considerada ilegítima. Desde 1469, influido por Juan Pacheco, el Rey defendió de nuevo los derechos sucesorios de Juana, que contaba con el apoyo de su tío Alfonso V de Portugal. Por su parte, Isabel contrajo matrimonio (octubre de 1469) con Fernando, hijo de Juan II de Aragón, y obtuvo el apoyo, cada vez más amplio, de la alta nobleza opuesta a Pacheco, de muchas ciudades y del arzobispo de Toledo, Alfonso Carrillo. El 13 de diciembre de 1474, Isabel se proclamó Reina de Castilla en Segovia.

Aunque los datos históricos sobre Bermúdez son escasos e imprecisos, se sabe que en mayo de 1478 formalizó el asiento de la Corona de Castilla con el obispo fray Juan de Frías y el capitán Juan Rejón para someter a las Islas Canarias. Aunque el objetivo declarado para preparar esta armada era acabar con la superstición de los infieles guanches, el contenido del contrato firmado entre las partes no deja lugar a dudas sobre el significado económico de la misma. El obispo, que figura como capitalista y único financiero de la empresa, fletó los navíos y los pagó, así como el sueldo de la marinería y gente de tierra que iba enrolada; para atender a los gastos se endeudó en cuatrocientos veinte mil maravedíes con Micer Agustín de Espíndola y en trescientos mil maravedíes con Pedro de Setién, siendo fiador de los empréstitos el propio Juan Bermúdez. La Corona, por otorgar la licencia, sin efectuar desembolso económico alguno, obtendría el quinto neto —una vez deducidos los gastos—, quedando el resto a repartir entre los armadores, uno de los cuales era el propio Bermúdez; no obstante, al obispo, en contrapartida, se le facultaba para recoger y sacar toda la orchilla (especie de liquen muy apreciado en la época, como producto tintóreo) que pudiera de las islas mientras durara la conquista, en régimen de monopolio, ya que no convenía que dicho producto se negociara por muchas manos porque se hubiera depreciado en el mercado. El 24 de junio de 1478 desembarcó en la playa de la Isleta la expedición mandada por Juan Rejón y el deán Bermúdez, representante del obispo del Rubicón (Lanzarote), Juan Frías. Ese día, junto al barranco de Guiniguada, se estableció un campamento denominado el Real de Las Palmas, origen de la actual ciudad de Las Palmas de Gran Canaria. Pocos días más tarde tuvo lugar, en las proximidades de dicho real, el primer enfrentamiento con los isleños guanches, que fueron derrotados. Esta victoria inicial les dio a los castellanos el control de la esquina nordeste de la isla. La resistencia aborigen en el interior montañoso de la isla, la falta de hombres y medios materiales y las desavenencias entre Bermúdez y Rejón empezaron a deteriorar la conquista. La empresa duró dos años, momento en que se firmó un nuevo asiento con Alonso de Quintanilla, contador mayor del Consejo, y con Pedro Fernández Cabrón.

Una inquietante tradición de la isla de la Gomera lo sitúa en esta isla en 1484 como superviviente de la nave del piloto Sánchez de Huelva, que desde Vizcaya navegaba a Inglaterra, cuando arrebatada por vientos y mares tempestuosos, y al cabo de varias semanas de ser juguete de las fuerzas desatadas de la naturaleza, fue a dar en una tierra de poniente, cuyos habitantes les tomaron por hijos del cielo. Ayudados por aquellas tribus, rehicieron la destrozada nave y aprovechando vientos favorables se lanzaron al mar sin saber la derrota de vuelta. Agotados víveres, agua y leña, depauperados, devorados por las fiebres, sólo seis hombres consiguieron alcanzar con vida la Gomera; uno de ellos era Juan Bermúdez. El pueblo de San Sebastián, villa principal de la isla, prestó auxilio a los náufragos y oído a sus aventuras, las cuales dieron origen a unos ripios populares recogidos de oído del acervo popular en 1573 por el provincial de la Orden franciscana, fray Bernardino de Ramos.

A Bermúdez se le ha situado como dotación de la carabela Pinta en el primer viaje de Colón, pero no pasó, si acaso, de mero espectador de la salida de las naves en Palos, según ha podido deducir la investigadora norteamericana Alicia Bache Gould, fundándose en el propio testimonio de Bermúdez. No obstante, hay que tener en cuenta que eran cuatro personas con el mismo apellido, Diego, Pero, Francisco y el propio Juan, seguramente de la misma familia, aunque no se sabe bien el parentesco, pero sí que todos eran maestres de carabelas y tres de ellos naturales de Palos.

Siendo maestre de la carabela Santa Cruz, en compañía de la Niña, volvió desde la isla Isabela (actual Crooked) con Cristóbal Colón para coronar el segundo viaje de éste en la bahía de Cádiz (junio de 1496). También como maestre de la misma carabela participó en la tercera campaña colombina (1498).

De su actividad marinera da idea el hecho de que entre 1495 y 1519 llevase a cabo no menos de once viajes entre los puertos andaluces y las Indias, ya como maestre de sus propias carabelas, ya en funciones de piloto de las ajenas. En 1505, cuando regresaba de la Española a la metrópoli al mando de la carabela Garza, descubrió el archipiélago atlántico de las Bermudas, así llamadas en su honor, cuya primera representación cartográfica conocida aparece en una carta anónima publicada en 1511, en una de las Décadas de Pedro Mártir de Anglería. Aunque este grupo insular se rotuló en algunas cartas primitivas como Garza, igual que la referida carabela, finalmente prevaleció el topónimo que hoy constituye el único monumento a su descubridor. En 1513 realizó un viaje a Cuba y la Española con dos naves de su propiedad, las carabelas Santa María de la Antigua y Santa Cruz, que había comprado el año anterior en Lisboa; llevaban “ropa de mercaderes” y pasajeros y les acompañaba Juan Martín Pinzón, el hijo de Martín Alonso. En la primera iba de piloto el propio propietario y en la segunda, Juan Rodríguez Mafra. A esta tarea de transportar hombres y mercancías para aprovisionar las islas debió de dedicarse en años posteriores.

Se desconocen los detalles finales de su vida, aunque se supone que murió en su Palos natal, pero no se sabe ni cómo ni cuándo.

 

Bibl.: R. Barreiro-Meiro, Las islas Bermudas y Juan Bermúdez, Madrid, Instituto de Marina, 1970, págs. 1-11; A. Landín Carrasco, “Biografía de Juan Bermúdez”, en Padrón de descubridores, Madrid, Editorial Naval, 1992, pág. 80; J. M. Jover Zamora, Historia de España Menéndez Pidal, t. XVIII, Madrid, Espasa Calpe, 1998, págs. 492, 508-509 y 545; A. Bache Gould, Nueva lista documentada de los tripulantes de Colón en 1492, Madrid, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2006; J. Izquierdo Labrado, Juan Rodríguez Mafra, un piloto de Palos en el viaje de Magallanes, Palos de la Frontera, 2006.

 

José María Madueño Galán