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Tomás Domínguez Arévalo y Fernández de Navarrete

Biografía

Domínguez Arévalo y Fernández de Navarrete, Tomás. Conde de Rodezno (VII). Madrid, 26.IX.1882 – Villafranca (Navarra), 10.VIII.1952. Político tradicionalista.

Licenciado en Derecho por la Universidad Central de Madrid (1904) y vicepresidente de la Juventud Jaimista madrileña, fue diputado a Cortes por Aoiz (1916-1919), senador por Navarra (1921-1923) y electo por la candidatura católico-fuerista o en el Bloque de Derechas en las tres convocatorias de la República.

En 1930, muerto Vázquez de Mella, inició el acercamiento al mellismo. En 1912 ya consideraba “farsa absurda” el sufragio universal y en febrero de 1931 se manifestó en artículos de prensa “sustantivamente antiparlamentario”, porque el “desatinado imperio de la mayoría como fuente de legitimidad” sustentaba un parlamento “representativo de nada; de nada vivo en la sociedad”, por lo que propugnaba un modelo de “Cortes orgánicamente representativas de las clases y de los intereses nacionales”.

En marzo de 1934 autorizó, como responsable de la Comunión Tradicionalista, la participación carlista en la misión monárquico-militar que visitó a Mussolini y a finales del mismo año firmó el manifiesto fundacional del Bloque Nacional, que aglutinó a toda la derecha española con el objetivo de “conquistar el Estado”.

Fiado de su posibilismo político, contactó en la primera quincena de junio de 1936 con el general Mola y resultó el hombre clave en la negociación del apoyo que la masa civil carlista aportaría a las fuerzas armadas sublevadas, a diferencia de Manuel Fal Conde que temía ser engañado por los militares, en los que no apreciaba la decisión inmediata de levantarse.

Tres meses más tarde asumió Rodezno la delegación política de la recién creada Junta Nacional Carlista de Guerra. Decretada por Franco la unificación de la Comunión Tradicionalista y de Falange Española de las JONS, Rodezno desempeñó un papel decisivo, —frente a la negativa de Javier de Borbón y de Manuel J. Fal Conde— que, en abril de 1937, le mereció ser uno de los diez miembros del Secretariado o Junta Política de la Falange Española Tradicionalista (FET) y de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (JONS), así como figurar entre los cincuenta del Primer Consejo Nacional de FET y JONS, en octubre del mismo año y, en enero de 1938, le valió el cargo de ministro de Justicia (del que dimitió en septiembre de 1939), y, de abril a agosto de 1939, el de Educación Nacional. Más tarde, juzgó la unificación como un error irremediable.

El 9 de mayo de 1940 llegó a la Diputación Foral de Navarra como diputado por la merindad de Tudela, a la que pertenece Villafranca. Como miembro de más edad asumió la vicepresidencia, es decir, la presidencia ejecutiva y representativa, de la corporación. Dimitió el 14 de julio de 1948. En su mandato destaca la creación de la Institución Príncipe de Viana, como consejo y órgano de cultura (1941).

En abril de 1946 reconoció a Juan de Borbón y meses después rompió definitivamente con Fal Conde.

Para Rodezno, el carlismo, si quería seguir presente en la política española, debía aceptar a un heredero dinástico que hasta entonces no le satisfacía. Argumentó que “la Comunión tradicionalista, sin apoderado regio, podrá ser una escuela filosófica, pero nunca una solución política [...]. Pienso igualmente que mientras otra solución no se ofrezca, nuestros cuadros se merman de día en día, nuestras gentes se consumen en el desengaño”. Su postura encontró rechazo frontal, y aun agresivo, en el carlismo popular, como se pudo ver en la concentración de Montejurra, cinco meses después de formalizado el Pacto de Estoril, el 20 de diciembre de 1957.

El posibilismo político que Rodezno siempre practicó no encajaba en la Comunión Tradicionalista.

Como resumió Melchor Ferrer, “él, de un carlismo estático e ineficaz, es quien en todas las épocas críticas que ha conocido ha sustentado siempre la misma desalentadora tesis: ‘El Carlismo está en vía muerta, es un organismo inoperante’. Y en una ‘consecuencia’ política invariable, ha propugnado en todo momento la colaboración de la Comunión con cualesquiera otras tendencias políticas que han ido surgiendo en su extrarradio, bajo pretexto de atraerse a los afines.

Esto le ha conquistado en su historia política dos notas características de su personalidad: para el gusto de los liberales es el Conde de Rodezno un modelo de tolerancia; para el sentir de los carlistas es el Conde de Rodezno exponente de flaqueza y falta de fe”. A su funeral acudió el conde del Vado en representación de los condes de Barcelona.

A la par que su personalidad política destaca la dedicación a ocupaciones intelectuales. En 1943 fue elegido miembro numerario de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación, y en 1944, de la Real Academia de la Historia, en la que ocupó la vacante de Rodríguez Marín. En su discurso de ingreso, repasa los hechos y juicios merecidos por la conquista de Navarra en 1512 y los intentos posteriores, militares, diplomáticos y matrimoniales, de recuperarlo por parte de la dinastía desposeída, los Albret-Foix, como, por ejemplo, la boda, frustrada, de Enrique de Albret con Leonor, hermana de Carlos I. Rodezno concluye que el Viejo Reino se incorporó al imperio español “de todo corazón”, y eso “como consecuencia de un natural proceso histórico, que no supo o no quiso comprender su última dinastía”. Por otra parte, las circunstancias de la conquista bélica “inquietaron los sentimientos de fidelidad de la nobleza navarra”, fidelidad que, en su opinión, alentó “la adhesión unánime y entusiasta al Borbón en la guerra de Sucesión”.

Rodezno, que expone el origen navarro de esta dinastía a partir de Juana de Albret, reina de Navarra, recoge la idea, estampada por García Góngora y Torreblanca —Juan Sada y Amézqueta— en su Historia apologética y descripción del Reyno de Navarra (Pamplona, 1628), de que todos los naturales de este reino “llevan la flor de lis en el corazón”.

Fue caballero de la Orden de San Juan de Malta, hijo predilecto de Navarra y alcalde de Villafranca, y recibió las grandes cruces de Isabel la Católica y de San Raimundo de Peñafort, así como, a título póstumo, el título de Grande de España.

 

Obras de ~: Los Teobaldos de Navarra, Madrid, Imprenta de San Francisco de Sales, 1909; Carta del V.P.M. Fray Luis de Granada sobre el Duque de Alba y su muerte ejemplar, Madrid, 1911; De tiempos lejanos. Glosas históricas, Madrid, Imprenta de S. Francisco de Sales, 1913; Genealogía de la Casa de Arévalo, Madrid, Sucesores de Rivadeneyra, 1916; “La abdicación de D. Carlos y el Conde de Montemolín”, en Revista de Historia y Genealogía Española (RHGE), I, Madrid (1927); La Princesa de Beira y los hijos de Don Carlos, Madrid, Alberto Fontana, 1928; “La muerte de Zumalacárregui”, en RHGE, III (1929); Carlos VII, Duque de Madrid, Madrid, Espasa Calpe, 1929; La propiedad privada en Navarra y un informe sobre reforma tributaria, Madrid, Imprenta de J. Pueyo, [1934]; Dos discursos en el II Año Triunfal. Los mártires de la Tradición, Vitoria, Príncipe de Viana, 1937; El doctor navarro Don Martín de Azpilcueta, discurso de ingreso en la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación, Pamplona, Diputación Foral de Navarra, 1943; Austrias y Albrets ante la incorporación de Navarra a Castilla, discurso de ingreso en la de la Historia el 15 de noviembre de 1944, Pamplona, Aramburu, 1944; Memorias, inéd.; Donosa farsa de un aventurero, Madrid, s. f.

 

Bibl.: J. Pabón, “Semblanza el Conde de Rodezno. Su personalidad y su actuación”, texto procedente del discurso de ingreso de Jesús Pabón en la Real Academia de la Historia, en Príncipe de Viana, 54-55 (1954), págs. 187-191; M. Ferrer, Observaciones de un viejo carlista a unas cartas del Conde de Rodezno, Madrid, 1946, pág. 3; M. Iribarren, Escritores navarros de ayer y de hoy, Pamplona, Editorial Gómez, 1970; M. Blickhorn, Carlismo y contrarrevolución en España (1931- 1939), Barcelona, Crítica, 1979; Á. García-Sanz Marcotegui, Diccionario biográfico de los diputados forales de Navarra (1931-1984) y de los secretarios de la Diputación (1834-1984), Pamplona, Departamento de Presidencia e Interior, 1998; J. Canal, Banderas blancas, boinas rojas, Madrid, Marcial Pons Historia, 2006; J. M. Brocos Fernández, “Una pequeña historia del Carlismo del siglo XX a través de tres semblanzas: José María Arauz de Robles, Tomás Domínguez Arévalo y Francisco Elías de Tejada”, en Arbil, 118 (agosto de 2008), http:// www.arbil.org.

 

Fernando Pérez Ollo

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