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Pedro Juan Álvarez Carneiro

Biografía

Álvarez Carneiro, Pedro Juan. Caracas (Venezuela), 1699 – 24.XI.1761. Pintor y dorador.

Pedro Juan Álvarez Carneiro fue el hijo primogénito del pintor y dorador Fernando Álvarez Carneiro y de su esposa Teresa Eusebia Picón. El 12 de agosto de 1699 fue bautizado en la catedral de Caracas. En 1723 Álvarez Carneiro contrajo matrimonio con Isabel Rosalía Areste y Reyna, hija legítima del alférez Juan González de Areste y Reina, ya difunto, y de Margarita Ovalle Alvarado, ambos oriundos de las islas Canarias.

Su formación artística la realizó en el taller de su padre en la ciudad de Caracas. Los primeros datos sobre su actividad profesional se remontan a 1723 cuando cobró 47 pesos y 3 reales por retocar y estofar la imagen de Nuestra Señora del Rosario y el Niño Jesús, empleada en la procesión dominical de la iglesia conventual de San Jacinto; además de dorar la peana, platear las Marías y dorar los pendientes que cuelgan de las arañas.

Unos años después vuelven a encontrarse referencias de su labor como dorador: en 1734 doró una silla para la iglesia del pueblo de La Vega y Antímano y en 1735 se documenta su intervención como dorador del frontal y cajón del altar de San Pedro en la catedral.

En 1737 hipotecó su casa en la esquina de la Caja de Agua en Caracas, como garantía por un préstamo de 200 pesos que le otorgó la viuda Ana Rosa de Acosta. Fue su hermana, Isabel Felipa quien canceló esa deuda en 1762.

A partir de 1738 se hizo cargo de dorar las velas para el obispo y el gobernador, que se usaban en la celebración litúrgica del día de la Purificación de Nuestra Señora en la catedral, actividad que vuelve a realizar entre 1750 y 1754 y, nuevamente, en 1760 y 1761. El 27 de enero de 1740 fue nombrado albacea de su hermana Josefa Manuela, que fallece en febrero y estaba casada con Francisco Javier de Arévalo y Suaso. Ese mismo año su hermana Isabel Felipa contrajo nupcias con Francisco de Piedra. En el mes de junio, su prima María Álvarez Pagola, viuda sin descendencia, dictó su testamento en el que nombraba a Álvarez Carneiro como su albacea y legándole un esclavo y cien pesos en agradecimiento por sus cuidados. María Álvarez Pagola falleció en marzo de 1750, por lo cual Álvarez Carneiro solicitó los servicios del pintor José Lorenzo Zurita como tasador de pinturas y láminas, y fundó una capellanía a favor del licenciado Baltasar de Fuenmayor, sacerdote y sobrino de María Álvarez.

En 1741 se le encargó el dorado del púlpito de la iglesia de Nuestra Señora de la Candelaria, más el plateado de algunos objetos, como hacheros, blandones y atriles. Al año siguiente, su hermana María Teresa contrajo matrimonio con Antonio Rodríguez.

En marzo figuró, junto al pintor José Lorenzo Zurita, como testigo del testamento de Luisa Paula Bolívar, dictado en su lecho de enferma. En mayo del mismo año falleció su padre, quien reconoció en su testamento la asistencia que Álvarez Carneiro había prestado a su madre y hermanos durante los cuatro años que éste estuvo en El Tocuyo (Estado Lara, Venezuela).

Además, lo nombró albacea junto a su madre y a su tío Juan José Picón, encargando que se le cancelaran 45 pesos que le adeudaba.

En 1743 acometió diversas labores de dorado en la iglesia dominica de San Jacinto: tres frontales, el sagrario, las andas y peana elaboradas por el maestro Gregorio León Quintana, las perillas talladas por la escultora María Anastasia de Castro y los daños en la capilla de Nuestra Señora del Rosario ocasionados por unas refacciones efectuadas en la azotea.

En febrero de 1744 otorgó su testamento nombrando a su esposa Isabel Rosalía como su única heredera, y pidió ser enterrado en la iglesia conventual de la Merced. En mayo del mismo año solicitó la ejecución del inventario de bienes de sus padres y la citación de sus hermanos. Durante ese año acometió labores de dorado y estofado de una Nuestra Señora y el Niño y doró la peana de otra imagen, para la iglesia dominica de San Jacinto.

En junio de 1745, su hermana Paula Petrona contrajo matrimonio con el pintor Domingo Maestre.

Dos meses después, Paula enfermó de gravedad, por lo cual dictó su testamento, nombrándolo albacea y legándole un cuadro de San José con su marco dorado.

Ese mismo año su hermano Clemente dictó su testamento.

Al año siguiente falleció su cuñado Francisco de la Piedra, natural de Galicia, quien lo había nombrado albacea. Las exequias se realizaron en el mes de julio en la iglesia de Nuestra Señora de Altagracia. En septiembre, Álvarez Carneiro vendió una esclava de su propiedad a Pedro Blanco Ponte. Ese mismo año inició un litigio contra el mayordomo de la cofradía de Nuestra Señora de la Guía en la iglesia de San Mauricio, por el dorado del retablo de la patrona de la cofradía. El dorado le fue contratado por más de 700 pesos, pero Álvarez Carneiro advirtió que debía retirarse todo el dorado del retablo y no dorar únicamente lo dañado. El mayordomo de la cofradía consultó con el obispo Juan García Abadiano, quien estipuló que se convocara a los escultores José Lorenzo Zurita y Antonio Valero para dar su opinión al respecto. Éstos argumentaron a favor de Álvarez Carneiro. Posteriormente, el dorador Nicolás González de Abreu se ofreció a dorar el retablo por 600 pesos, añadiendo un lienzo de dos varas con la imagen de la Inmaculada Concepción con su marco dorado, por su devoción a esa iglesia. La cofradía aceptó la propuesta de González de Abreu, lo que provocó el reclamo de Álvarez Carneiro, quien acudió a las autoridades civiles y logró que la cofradía cumpliera con el contrato establecido.

En 1747 actuó de albacea de sus padres al vender un solar a su cuñado Domingo Maestre y a su hermana Isabel. En marzo fue nombrado albacea de su cuñada Tomasa Areste y Reina. En abril cobró 37 pesos que le adeudaba la Orden Tercera de Santo Domingo de la iglesia de San Jacinto. En junio pintó y doró el frontal del altar mayor de la iglesia de Nuestra Señora de la Candelaria. En agosto de 1747 inició varias labores de dorado y pintura para la catedral de Caracas que se prolongaron hasta 1752: las andas de Santa Rosa elaboradas por Luis Zapata, las molduras de la sacristía mayor, la cenefa del altar del Santísimo Cristo, los blandones y hacheros, la silla episcopal, barandas y rejas del coro, la espada de la imagen de San Pedro del altar mayor y la pintura del baúl para guardar corporales.

Su esposa, por temor a la muerte, otorgó testamento el 23 de abril de 1749. Declaró que en su matrimonio no hubo sucesión, por lo cual su único heredero era Álvarez Carneiro. Deseaba ser enterrada en el convento de Nuestra Señora de la Merced. Falleció diez años después, el 19 de enero de 1759, concediendo la libertad a cuatro esclavos.

En la década de 1750, Álvarez Carneiro nuevamente acometió labores de dorado para la iglesia dominica de San Jacinto. En esta ocasión doró el sagrario, elaborado por el tallista Gregorio de León Quintana. Al año siguiente se hizo cargo de limpiar el frontal de Nuestra Señora del Rosario del mismo templo. En 1752 plateó la peana y andas utilizadas en los días de fiesta para exhibir la imagen de Nuestra Señora del Rosario. En marzo del mismo año firmó un contrato con este templo conventual por 1.450 pesos. Álvarez Carneiro se comprometió a dorar el retablo de la Orden Tercera de Santo Domingo y pintar la capilla, incluyendo el presbiterio, naranja, arco toral y baúl. Los materiales (oro y colores) fueron aportados por Álvarez Carneiro. Toda la obra se concluyó en 1754.

En septiembre de 1752 recibió trescientos trece libros de oro para el dorado del retablo de Nuestra Señora de la Guía, el medio punto de los arcos y las molduras para dieciséis cuadros de la historia de la Virgen María de la iglesia de San Mauricio. A finales de 1752 se le cancelaron 698 pesos por el dorado del retablo y el resto de las obras, que incluían la pintura de unas cortinas fingidas en los laterales de la capilla.

En diciembre fue elegido padrino de bautizo de Ambrosio José, hijo del pintor Juan Pedro López y Juana de la Cruz Delgado, en la iglesia parroquial de Nuestra Señora de Altagracia.

En marzo de 1753 se hizo cargo de dorar el camarín de Nuestra Señora del Rosario, obra de León Quintana, en la iglesia dominica de San Jacinto. En agosto del mismo año fue nombrado albacea del testamento del pintor José Lorenzo Zurita. En éste Zurita destinaba la formación profesional de su esclavo Pedro Agustín en el oficio de dorador en el taller de Álvarez Carneiro o en el de su hermano Pedro Matías Zurita (también dorador).

En 1754 compró a su cuñado Domingo Maestre la parte de la casa de sus padres correspondiente a su hermana, ya fallecida, ubicada en el barrio de Altagracia.

Al año siguiente cobró 287 pesos por el dorado y pintura de la cátedra de Santo Tomás de Aquino, la pintura de ventanas y baranda de coro de la Real y Pontificia Universidad de Santa Rosa de Lima de Santiago de León de Caracas. En marzo otorgó la libertad a su esclava Teresa, propiedad de su esposa Isabel. Ese año doró el nicho de un altar de Nuestra Señora y una cruz alta de la iglesia del pueblo de La Vega y Antímano. Además doró los hacheros de Nuestra Señora del Rosario de la iglesia conventual de San Jacinto.

En abril de 1756 nuevamente actuó de padrino de bautizo de Bárbara Vicencia, hija del pintor Juan Pedro López y Juana de la Cruz Delgado. Ese año inició otras labores importantes de dorado en la catedral de Caracas. En esa ocasión recibió 1.100 pesos por dorar y pintar el retablo de la sacristía mayor, pintar cortinas fingidas, repintar el cuadro de cuatro varas de la Inmaculada Concepción, pintar los cuadros de San Pedro, San Pablo, San Juan Nepomuceno y Santa Rosa, repintar los cuatro cuadros de arcángeles y dorar las molduras de varias pinturas. El retablo era obra del tallista Francisco de León Quintana y los cuadros se han atribuido al pintor Juan Pedro López, a quien Álvarez Carneiro había subcontratado para las labores de pintura.

Durante el mismo año doró el sagrario de la cofradía de San Pedro de la catedral. Además se hizo cargo de dorar, esmaltar, platear y pintar la cruz, la corona y retocar las figuras del Santísimo Cristo y la Virgen, donadas a la catedral en 1755 por el padre Juan José de Castro, comisario del Santo Oficio. En febrero del año siguiente solicitó al cabildo eclesiástico la cancelación de 1.050 pesos que se le adeudaban por el dorado del retablo del Santo Cristo que contenía estas imágenes.

Entre 1759 y 1761 acometió otras labores en la catedral, como el dorado de parte del púlpito (desmantelado en 1866), blandones y pedestal del altar de Nuestra Señora de la Concepción; y la pintura del monumento de jueves santo, del tenebrario y del túmulo de la reina María Amalia de Sajonia, fallecida en 1760.

Las pocas obras conservadas de Álvarez Carneiro (el dorado de la cátedra de Santo Tomás de Aquino y el dorado del retablo de la sacristía mayor de la catedral de Caracas) revelan un excelente dominio de la técnica del dorado y la pintura decorativa. El retablo de la sacristía mayor de la catedral posee un estofado a imitación de damascos de gran calidad.

Álvarez Carneiro otorgó su testamento el 10 de octubre de 1761, por el que declaraba como única heredera de sus bienes a su hermana Isabel Felipa Álvarez Carneiro, a quien legó su casa de habitación hipotecada.

De su matrimonio con Isabel Rosalía, ya fallecida, no hubo descendencia. Aparte de las numerosas deudas que declaró, entre sus bienes se destaca un solar en el barrio del Teque, heredado del pintor José Lorenzo Zurita, que legó al fraile mercedario Diego Coello. Falleció el 24 de noviembre y fue enterrado en el convento de la Merced.

 

Obras de ~: dorado del púlpito de la iglesia de Nuestra Señora de la Candelaria, 1741; dorado del retablo de Nuestra Señora de la Guía de la iglesia de San Mauricio, 1746; dorado del frontal del altar mayor de la iglesia de Nuestra Señora de la Candelaria, 1747; dorado del retablo de la Orden Tercera de Santo Domingo, 1752; dorado del camarín de Nuestra Señora del Rosario de la iglesia de San Jacinto, 1753; dorado de la cátedra de Santo Tomás de Aquino de la Real y Pontificia Universidad de Santa Rosa de Lima, 1755; dorado y pintura decorativa del retablo de la sacristía mayor de la catedral de Caracas, 1756; dorado del retablo del Santísimo Cristo de la catedral de Caracas, 1756.

 

Bibl.: A. Boulton, Historia de la pintura en Venezuela. Época colonial, vol. 1, Caracas, Ernesto Armitano Editor, 1964; C. Duarte, Visión de las artes durante el período colonial venezolano, Caracas, Ediciones de la Asociación Venezolana Amigos del Arte Colonial, 1984; C. Duarte y G. Gasparini, Los retablos del período hispánico en Venezuela, Caracas, Ernesto Armitano Editor, 1986; C. Duarte y G. Gasparini, Historia de la catedral de Caracas, Caracas, Ediciones Armitano, 1989; C. Duarte, Diccionario biográfico documental. Pintores, escultores y doradores en Venezuela. Período hispánico y comienzos del período republicano, Caracas, Fundación Galería de Arte Nacional-Fundación Polar, 2000.

 

Janeth Rodríguez Nóbrega

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