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San Dámaso I

Biografía

Dámaso I, San. España, c. 304 – Roma (Italia), 11.XII.384. Escritor, papa y santo.

Los datos sobre san Dámaso son numerosos: el Liber Pontificalis, el libellus de los sacerdotes Faustino y Marcelino a Valentiniano II y Teodosio I, las obras de san Jerónimo, como el De viris illustribusi, la Gesta Liberia, que se fecha en el siglo vi, y los propios escritos del santo, conservados sobre todo en bellas inscripciones.

Parece ser que Dámaso nació en Hispania, en el año 304 o 305, hijo de Antonio, de oficio escribano, y de Lorenza, que una vez viuda se consagró a Dios; tuvo una hermana, Irene, virgen y también santa. Eligió Dámaso el camino del sacerdocio y recorrió todos los pasos, el lectorato y el diaconato; en el año 355 era ya uno de los siete diáconos de Roma y en ese mismo año el papa Liberio fue desterrado de Roma a Berea de Tracia por el emperador Constancio, que profesaba el arrianismo. Dámaso se mantuvo fiel al Pontífice y juró, junto al archidiácono Félix y el clero, y ante el pueblo romano, que no aceptaría otro Pontífice en vida de Liberio. Sin embargo, Félix fue nombrado obispo por el Emperador y ha sido conocido por la Historia como el antipapa Félix II. Dámaso siguió a Liberio durante un tiempo en el destierro, pero pronto volvió a Roma y, al regresó de Liberio en 358, se mantuvo a su lado y llegó a ser el primer diácono de Roma. Liberio falleció el 24 de septiembre del año 366 e inmediatamente se formaron dos partidos, uno compuesto por los que habían reconocido a Félix, que eligieron como Pontífice a Ursino y lo hicieron consagrar en la basílica de Julio por el obispo de Tívoli, y otro, más numeroso, que aclamó a Dámaso como obispo de Roma en el antiguo cementerio de San Lorenzo; fue consagrado Papa ocho días después por el obispo de Ostia. El cisma desencadenado ocasionó violentas y sangrientas luchas que terminaron con la intervención del prefecto de la ciudad, Juvencio, que reconoció la legitimidad de Dámaso y desterró a Ursino.

Sin embargo, los conflictos con los ursinianos se prolongaron durante catorce años, hasta que fueron expulsados de Italia.

El largo pontificado de Dámaso I (366-384) se vio marcado por numerosos brotes heréticos en todos los lugares de la cristiandad: en Zaragoza el concilio de 380 trató de atajar el priscilianismo y, ante las consultas de los obispos de las Galias, el Papa respondió con la Decretale ad episcopos Galliae, probablemente la primera decretal en su género. Las desviaciones heterodoxas de Oriente, como el apolinarismo y el arrianismo, le ocasionaron disensiones con Atanasio y Basilio que le exigían mayor energía en sus actuaciones pero, no obstante, condenó dichas herejías en el concilio romano del 377, así como intervino también en el I concilio de Constantinopla.

Durante su pontificado se afianzó la universalidad de la Iglesia romana sobre las demás y Dámaso fue el primer Papa que, en el aniversario de su elección, se reunió con sus obispos suburbanos en sínodo para tomar importantes decisiones; también, y, ayudado por sus escritos, dictó disposiciones disciplinares y veló por la buena imagen que debía dar el clero, así como incluyó nuevas fórmulas en la liturgia. Hombre cultivado, tuvo gran empeño en conservar los libros del momento y fue un fructífero escritor; a él atribuye san Jerónimo en su epistolario un tratado sobre la virginidad, hoy perdido; también es verosímil que la última parte del Catálogo Liberiano, contenido en el Cronografo del año 354, saliera de su mano. Pero su obra más interesante fue la Epigramática, compuso numerosas inscripciones sepulcrales y otras para iglesias y capillas que tienen indudable valor para la historia del dogma; también escribió con gran elegancia cerca de cincuenta poemas a santos y mártires, de gran interés para conocer la historia y el enterramiento de los mismos.

Habría, asimismo, que destacar su obra llamada Tomo de Dámaso, que es una colección de veinticuatro cánones enviada por él a Paulino, obispo de Antioquía, en los que se anatematizan las herejías trinitarias y cristológicas. Dámaso I compuso cerca de cincuenta poemas dedicados a los mártires y recogidos en la epigrafía, algunos de ellos se conservan esculpidos sobre mármol por el calígrafo Furia Dionisio Filocalo.

Uno de sus grandes méritos fue el haber sabido apreciar las cualidades de san Jerónimo, que llegó a Roma acompañando a san Epifanio y a Paulino de Antioquía; Dámaso lo tomó como secretario desde el año 382 hasta su muerte y, consciente de su profundo conocimiento sobre la liturgia y las Sagradas Escrituras, le encargó la versión latina de los textos bíblicos que después se concretó en la Vulgata.

El Pontífice no sólo cantó a los mártires, sino que también se dio cuenta de que los cementerios estaban descuidados y muchos de los allí enterrados eran prácticamente desconocidos; por ello emprendió una labor de embellecimiento de las catacumbas con apertura de nuevas entradas, construcción de escaleras y e identificación de las tumbas con sus correspondientes epitafios. Por esta labor fue proclamado patrón de la Arqueología cristiana por el papa Pío XI en 1923. También fue papa Dámaso el impulsor de notables construcciones como la basílica de San Sebastián, otra basílica pequeña entre los cementerios de Calixto y Domitilla, donde fue enterrado tras su muerte el año 384, junto con su madre y su hermana, y un baptisterio en honor de san Pedro en el Vaticano, entre otras obras. hizo de su propia casa un templo dedicado a su compatriota san Lorenzo, el llamado “San Lorenzo en Dámaso” y sus restos fueron depositados, tras su descubrimiento, bajo el ara del altar mayor.

Iconográficamente, a san Dámaso se le ha representado vestido de Pontífice con casulla y palio y, ya en época tardía, con tiara papal. Sus atributos son numerosos y responden a hechos realizados con su vida, como es el libro que hace alusión a la Vulgata, encargada por él a san Jerónimo, o en el que se lee el Gloria Patri, que según el Liber Pontificalis mandó recitar al final de los salmos o, también, alude a su labor como poeta cantor de los mártires. Otro atributo es la maqueta de iglesia que lo sitúa como constructor de la basílica de San Lorenzo o como restaurador de los monumentos sepulcrales de los mártires; en ocasiones porta el ostensorio eucarístico. Un atributo que hace alusión directa a su nombre, por su semejanza con el de adamas o brillante, es un diamante que suele llevar en el anillo pontifical. Muchas veces aparece asociado a san Jerónimo y son copiosas sus representaciones, sobre todo durante el Renacimiento; por ejemplo, aparece en la Capilla Sixtina, pintado por Ghirlandaio, y en la sala de Constantino del Vaticano, obra de Giulio Romano. Su fiesta se celebra el 11 de diciembre.

 

Obras de ~: Tomo de Dámaso, s. l., s. f. [en A. Merenda, “De sancti Damasi Papae opusculis et gestis”, en ed. de J.- P. Migne, Patrologiae cursus completus. Series latina, vol. XIII, Parrisiis, 1844-1864, págs. 111-282; A. Ferrua (ed.), Epigrammata Damasiana, Città del Vaticano, Istituto di archeologia cristiana, 1942].

 

Bibl.: P. Ribadeneira, Flos Sanctorum, Madrid, Luis Sánchez Impresor, 1616, págs. 868-870; J. Croisset, Año Cristiano, Logroño, Est. Tipográfico de D. Domingo Ruiz, 1851, págs.157-168; J. Vives Gatell, “San Dámaso, papa español, y los mártires”, en Discursos de la Real Academia de Buenas Letras (Barcelona) (1943); J. Vives Gatell, “Dámaso y Ursino”, en Hispania Sacra, X (1952), vol. V, págs. 211-226; L. Duchesne (ed.), Liber Pontificalis, vol. I, Parrisiis, E. de Boccard, 1955, págs. 84-85 y 212-215; E. Cuevas y U. Domínguez del Val, “Patrología española”, en B. Altaner, Patrología, Madrid, Espasa Calpe, 1956, págs. 62-66; U. D. del Val, “Dámaso”, en Q. Aldea Vaquero, T. Marín Martínez y J. Vives Gatell (dirs.), Diccionario de Historia Eclesiástica de España, vol. II, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto Enrique Flórez, 1972, págs. 679-680; D. Mazzoleni, “Vita cuotidiana degli antichi cristiani nelle testimonanze delle iscrizioni”, en Archeo-Dossier (Novara), XXVIII (1985), págs. 1-68; L. Galmés, “Dámaso”, en C. Leonardi, A. Ricardi y G. Zarri, Diccionario de los santos, Madrid, San Pablo, 1998, págs. 595-596; J. Paredes (ed.), Diccionario de los Papas y Concilios, Barcelona, Ariel, 1998, págs. 37-39; G. Ferretto, “Dámaso I”, en Bibliotheca Sanctorum, vol. IV, Romae, Pontificia Università Lateranense, 1961-2000, cols. 433-444; J. Laporte, Los Padres de la Iglesia. Padres griegos y latinos en sus textos, Madrid, San Pablo, 2004, págs. 180-181, 186 y 208-209.

 

Elena Sainz Magaña

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