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Basilio de Santa Cruz Pumacallao

Biografía

Santa Cruz Pumacallao, Basilio de. Cuzco (Perú), p. m. s. XVII – f. s. XVII-p. s. XVIII. Pintor activo en Cuzco en la segunda mitad del siglo xvii.

Pintor indígena considerado entre los fundadores de la escuela cuzqueña. Al igual que Quispe Tito y otros pintores de su tiempo, Santa Cruz era miembro de la aristocracia incaica. Su carrera se inició hacia 1661, cuando los franciscanos del Cuzco le encomendaron pintar doce ángeles e igual número de vírgenes para su iglesia, obras perdidas en la actualidad.

Un raro testimonio del talento juvenil de Santa Cruz se halla en el San Laureano mártir, que en 1662 realizó para la iglesia de la Merced, por encargo del benefactor Laureano Polo de Alarcón, cuyo retrato aparece al pie del santo decapitado. Hacia 1667 Santa Cruz realizaba parte de la serie conventual sobre la vida del santo fundador, en el claustro franciscano, obra que se encontraba bastante avanzada en 1668 al visitar la ciudad el virrey conde de Lemos, quien elogió estos lienzos. A lo largo del período entre 1670 y 1690 se carece de información documentada sobre su trabajo y acerca de la evolución de su estilo. Tal vez por esos años fue cuando decoró el crucero del nuevo templo de la Compañía con dos grandes lienzos, Milagros de san Francisco Javier en la India y San Ignacio de Loyola exorcizando endemoniados, copias literales de las conocidas composiciones homónimas de Rubens. Su definitiva consagración profesional llegaría hacia 1691, cuando fue llamado por el obispo Manuel de Mollinedo para hacerse cargo de un conjunto de lienzos de importancia crucial dentro de la iglesia mayor cuzqueña. Santa Cruz se encargaría de ejecutar las enormes pinturas destinadas a cubrir ambos lados del transepto. De acuerdo con las fechas inscritas en algunos de los cuadros, ellos debieron realizarse en el período comprendido entre 1691 y 1693. En el lado izquierdo, los cuadros de mayor tamaño son San Cristóbal y San Isidro Labrador, mientras que en el brazo derecho se ven La aparición de la Virgen a san Felipe Neri y La imposición de la casulla a san Ildefonso. El resto de las telas distribuidas en el transepto contienen imágenes de santas mártires y fundadoras de congregaciones religiosas, así como alegorías eucarísticas. Seguramente debido a la admiración suscitada por estos trabajos, en 1698 Santa Cruz estaba nuevamente en la Catedral, pintando dos grandes lienzos votivos a los lados del coro. Ambas pinturas estaban llamadas a perennizar la contribución de Mollinedo al enriquecimiento artístico de la ciudad y de su iglesia mayor. Una representa la Virgen de la Almudena con las figuras orantes de Carlos II y su esposa, en tanto que la otra muestra a la Virgen de Belén con Mollinedo en idéntico papel de donante. En todas estas obras, Santa Cruz ofrece constantes alardes de su facilidad para representar apariciones milagrosas, éxtasis místicos o alegorías teológicas de carácter triunfalista. Emplea luces dramáticamente dispuestas en diagonal, agitados rompimientos de gloria y grupos de rollizos angelitos que sobrevuelan alrededor. Todo lo resuelve con una factura brillante, inspirada por el ejemplo de Rubens y su escuela, logrando que el barroquismo cuzqueño en su vertiente “ortodoxa” alcance así su punto más alto y prestigioso.

 

Obras de ~: San Laureano mártir, iglesia de la Merced, Cuzco, 1662; Muerte de San Francisco de Asís, Convento de San Francisco, Cuzco, 1667; Entierro de San Francisco de Asís, Convento de San Francisco, Cuzco, 1667; San Francisco rescatando almas del Purgatorio, Convento de San Francisco, Cuzco, 1667; El Papa Nicolás V contempla el cadáver de San Francisco, Convento de San Francisco, Cuzco, 1667; Milagros de San Francisco Javier en la India (atrib.), iglesia de la Compañía, Cuzco, c. 1680-1690; San Ignacio de Loyola exorcizando endemoniados (atrib.), iglesia de la Compañía, Cuzco, c. 1680- 1690; San Cristóbal, Catedral de Cuzco, 1690-1693; San Isidro Labrador, transepto de la Catedral de Cuzco, 1690-1693; La disputa de la Eucaristía, transepto de la catedral, Cuzco, 1690- 1693; Santa Catalina de Alejandría, transepto de la Catedral de Cuzco, 1690-1693; Santa Leocadia y San Ildefonso, transepto de la Catedral de Cuzco, 1690-1693; Santa María Magdalena, transepto de la Catedral de Cuzco, 1690-1693; Santa María Egipcíaca, transepto de la Catedral de Cuzco, 1690-1693; La aparición de la Virgen a San Felipe Neri, Catedral de Cuzco, 1690-1693; Santa Bárbara, transepto de la Catedral de Cuzco, 1690-1693; El Buen Pastor, transepto de la Catedral de Cuzco, 1690-1693; Los cuatro evangelistas, transepto de la Catedral de Cuzco, 1690-1693; Santa Tecla, transepto de la Catedral de Cuzco, 1690-1693; Éxtasis de Santa Catalina de Siena, transepto de la Catedral de Cuzco, 1690-1693; Transverberación de Santa Teresa, transepto de la Catedral de Cuzco, 1690-1693; La imposición de la casulla a San Ildefonso, Catedral de Cuzco, 1690-1693; La Virgen de la Almudena con los reyes de España como donantes, coro de la Catedral de Cuzco, 1698; La Virgen de Belén con el obispo Mollinedo como donante, coro de la Catedral de Cuzco, 1698.

 

Bibl.: F. Cossío del Pomar, Pintura colonial (Escuela cuzqueña), Cuzco, Editorial H. G. Rozas, 1928; J. M. Covarrubias Pozo, Cuzco colonial y su arte, Cuzco, Editorial H. G. Rozas, 1958; J. Cornejo Bouroncle, Derroteros de arte cuzqueño, Cuzco, Editorial Garcilaso, 1960; E. Harth- Terré, “El indígena peruano en las bellas artes virreinales”, en Revista Universitaria (Cuzco), 118 (1960); R. Vargas Ugarte, Ensayo de un diccionario de artífices de la América Meridional, Burgos, Imprenta de Aldecoa, 1968; J. de Mesa y T. Gisbert, Historia de la pintura cuzqueña, Lima, Fundación Augusto N. Wiese, 1982, 2 vols.; L. E. Wuffarden, “Barroco inicial y afirmación retórica”, en Arte y arquitectura. Enciclopedia temática del Perú, t. XV, Lima, El Comercio, 2004, págs. 28-38.

 

Luis Eduardo Wuffarden