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José María Cirarda Latxiondo

Biografía

Cirarda Latxiondo, José María, Baquio (Vizcaya) 23.V.1917 – Vitoria-Gasteiz (Álava), 17.IX.2008. Arzobispo, vicepresidente de la Conferencia Episcopal Española.

Nacido en una familia muy religiosa, consideraba a su madre “una de las mayores gracias que he recibido de Dios a lo largo de mi vida”. De vocación temprana –“siempre estaba jugando a cura”-, cursa estudios sacerdotales en la Universidad Pontificia de Comillas, donde obtiene las licenciaturas en Filosofía y Teología. Durante una excursión fue testigo del bombardeo de Guernica, que le impresionó vivamente. Ordenado sacerdote (1942), fue profesor de Teología Dogmática en el seminario de Vitoria (1943-1960), director de la Casa de Ejercicios (1948-1960), de Obras Diocesanas de Pastoral (1953-1955) y director de Cursillos de Cristiandad.

En 1960 es consagrado obispo y nombrado auxiliar del cardenal Bueno Monreal en Sevilla, con residencia en Jerez de la Frontera. Fue el único camino que encontró Roma para incrustar en el episcopado español al joven sacerdote vasco, pues el régimen no tenía derecho a veto con los obispos auxiliares. Fue también el único obispo que participó en las tres sesiones del Concilio Vaticano II, donde le fue encomendado servir de enlace con los periodistas españoles. Nombrado titular de Santander (1968) y simultáneamente administrador apostólico de Bilbao, tuvo que hacer frente a varios conflictos como el fin del encierro de los 60 sacerdotes en el Seminario de Derio o la decisión de suprimir el tradicional Te Deum en conmemoración de la entrada de las tropas franquistas en Bilbao, lo que le acarreó el conflicto con las autoridades locales. Era una época especialmente complicada por la controvertida personalidad del obispo titular de esta diócesis, Añoveros, que estuvo a punto de ser expulsado de España tras su polémica homilía. Cirarda pasa a ocupar a continuación la sede de Córdoba (1971-1978).

Considerado “subversivo” por el régimen de Franco, el conservador Casimiro Morcillo, arzobispo de Madrid, primer presidente de la Conferencia Episcopal, y el ministro de Justicia Antonio M. de Oriol le aconsejaron que fuera a visitar a Franco, “para que cambie su juicio sobre ti”. En plena cárcel concordataria de Zamora (1969) visitó al caudillo y, para solicitar clemencia parar los reclusos sacerdotes, le argumentó que en prisión “perderían su vocación”. Franco respondió: “Si puedo algo, saldrán”. Y añadió sobre las torturas: “Es una calumnia propalada por los enemigos del régimen”. Cirarda le ilustró entonces sobre algunas torturas concretas practicadas en las comisarías según los testigos.

Fracasadas las gestiones ante el Gobierno, intervino en el Proceso de Burgos junto al obispo de San Sebastián Jacinto Argalla mediante la publicación de una carta pastoral, que fue leída en las misas parroquiales el 22 de diciembre de 1970, y obtuvo, tras presiones sobre el arzobispo Morcillo para que hablara con Franco, que este anunciara en su mensaje televisivo del 30 de diciembre la conmutación de 9 penas de muerte por cadena perpetua.

El cardenal Tarancón consigue elevarlo a la diócesis de Pamplona (1978-1993) y como administrador apostólico de Tudela. Allí se mostró partidario del diálogo con Euskadi Ta Askatasuna (ETA) para acabar con la violencia -que siempre condenó con energía-, y de un cierto nacionalismo, junto a prelados como Añoveros, Setién y Uriarte. Equidistante y equilibrado en sus posiciones políticas, y comprometido en la introducción del Concilio en España, sufrió el ataque anticlerical de la ultraderecha al lado de Tarancón. Nombrado vicepresidente de la Conferencia Episcopal (1978-1981), se destacó como presidente de la Comisión de Medios de Comunicación Social y en su trato directo con los periodistas. Presentada su renuncia por edad (1992) y aceptada (1993), es sustituido por Fernando Sebastián Aguilar como arzobispo de Pamplona y Tudela. Sus memorias (2011) contienen anécdotas y datos reveladores de la compleja época que le tocó vivir. “Todo era tan difícil –confiesa- que en una de mis frecuentes visitas a Roma en aquellos días le dije a Pablo VI que me estaba obligando a trabajar como los equilibristas de un circo, que corren erguidos sobre dos caballos, apoyado el pie derecho en uno y el pie izquierdo en otro".

Obras de ~: Teología de la Pasión, Madrid, Estades, 1952; La crisis del mundo actual y las misiones, 195(?); Pregón de Semana Santa Sevilla, 1965, Sevilla, Instituto diocesano de Pastoral, 1956; La Pascua, centro y guía de nuestra conversión cuaresmal, Bilbao, Edit. Vizcaína, 1958; Vitalización de nuestra fe, Madrid, Sarpe, 1968; María la Virgen, Madrid, Edica, 1978; Santa Rafaela Mª del Sagrado Corazón de Jesús, Zaragoza, Esclavas del Sagrado Corazón, 1980; Recuerdos y memorias;(de mi ayer a nuestro hoy), Madrid, PPC, 2011.

Bibl.: J. Martí Gómez, “Las voces que Roma no escuchó”, en La Vanguardia-Revista, Barcelona, (octubre 1955); F. Garcia Olano, “La segunda línea diocesana”, en Comunicación-Alkarren Barri, (noviembre de 2008); J. G. Bedoya, “El subversivo que se encaró a Franco era un... arzobispo”, en El País, 2 de agosto de 2012.

Pedro M. Lamet