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Juan del Castillo

Biografía

Castillo, Juan del. Burgos, p. m. s. xvi – ?, f. s. xvi. Obispo de Cuba.

Nacido en fecha desconocida, sucedió en el obispado de Cuba a Bernardo de Villalpando, cuando éste fue promovido a la sede de Guatemala en 1565.

El nuevo obispo llegó a La Habana en 1570, tras haber visitado todas las parroquias de su diócesis entre agosto de 1569 y abril de ese año. Juan del Castillo elaboró un informe de su visita con fecha de 14 de junio de 1570. En Santo Domingo había reclamado ante el arzobispo de la diócesis, Andrés de Carvajal, los derechos que tenía el obispado de Cuba sobre la abadía de Jamaica. Por este motivo, en 1572, el obispo entabló un pleito con Andrés Carvajal, arzobispo de Santo Domingo. El 4 de diciembre de ese año el Consejo de Indias ordenó al obispo de Cuba realizar la visita a la isla de Jamaica, y confirmaron su decisión el 29 de enero de 1573. Cuando regresó a Cuba, tras realizar la visita, Juan del Castillo envió a Jamaica a su vicario general, Diego de Vivero, para indagar asuntos exclusivos de la abadía.

El obispo Castillo, llegado a la villa de La Habana, no tardó en indisponerse con el cabildo, los oficiales reales y el gobernador. El motivo esencial fue la negación de los auxilios necesarios para realizar la visita episcopal que proyectó a la isla de Jamaica y la disconformidad del prelado con la manera de recaudar los diezmos. También fueron los motivos económicoadministrativos los que causaron desacuerdos con los gobernadores de la isla, Gabriel Montalvo y Francisco de Carreño, a quien excomulgó en 1577.

El mismo año de su llegada, en 1570, como obispo proyectó una visita a la isla de Cuba, realizando una lista de capítulos que debían cumplirse. Tras recorrer la isla, fijó su residencia en la villa de Bayamo, a pesar de encontrarse la catedral en Santiago, por estar la ciudad indefensa y decadente. En la villa de Bayamo, el 22 de diciembre de 1573, el obispo presentó una petición ante Pedro Vázquez, teniente de gobernador de la isla y ante el escribano del cabildo de la Chancillería, Diego de Santiesteban. En ella suplicaba que se investigase una información que, ante Su Majestad, realizó el notario Diego de Mora, a quien el obispo había tomado residencia y encarcelado. El reo huyó a la isla de La Española y no se hizo ninguna averiguación sobre estos hechos. Se sabe que pasaron cinco años hasta que se aclaró que todas las acusaciones formuladas contra el obispo eran falsas.

En 1574, al retirarse los jesuitas de La Habana, los franciscanos comenzaron a erigir un convento con ayuda de los donativos y limosnas de los vecinos, con el visto bueno del obispo, pero también con la oposición del párroco, que temía una disminución en los ingresos de su parroquia. Esta oposición se elevó a la Audiencia de Santo Domingo, que determinó, al año siguiente, favorecer a los franciscanos. Este convento se incorporó a la provincia de Yucatán y tomó asu cuidado las misiones que la Orden tenía en la Florida, a los indios de Guanbacoa y a los habitantes del barrio habanero de Campeche.

El abad de Jamaica, el licenciado Mateo de Santiago, puso un pleito al obispo Juan del Castillo, en 1576, por haberle enviado preso a España. No hubo sentencia a causa del fallecimiento del licenciado.

En 1579, los dominicos iniciaron las obras del convento de Santo Domingo, titulado de San Juan de Letrán, situado cerca de la plaza de Armas y la Fuerza, con el beneplácito del obispo Juan del Castillo. Recibieron ayuda económica de su propia Orden, de la Corte y de los vecinos. Fue un centro de enseñanza y de alojamiento de religiosos de otras Órdenes que debían pasar por la capital cubana para viajar a España.

Otra obra del obispo fue la ampliación y mejora del único hospital que existía, desde los primeros años, en La Habana, conocido posteriormente con el nombre de San Felipe y Santiago, que fue destruido en 1555 por Jacques Sores. Había sido ampliado, una pequeña parte, por Menéndez de Avilés, para asistir a la guarnición habanera, los enfermos y heridos de la provincia de la Florida. Este hospital se sostenía con la mitad de las penas de cámara y las limosnas que los vecinos dejaban en sus testamentos.

El obispo pidió al Papa, en 1579, licencia para regresar a España y acabar sus días en una celda de una de las religiones, y para ello expuso una serie de razones.

Su petición fue aceptada y se le dio licencia, el 5 de mayo de 1579, para que fuera a España y una cédula para que gozase de quinientos mil maravedís hasta que desembarcara en los reinos peninsulares. Le sucedió fray Antonio de Salinas, franciscano.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General de Indias (Sevilla), Justicia, leg. 982 N. 2, y leg. 984 N. 2 R.1; Patronato, leg. 177 N. 1 R. 24 y leg. 178 R. 15; Audiencia de Santo Domingo, leg. 13 N. 10.

Colección de documentos inéditos para la Historia de América sacados del Archivo General de Indias, vol. 17, Sevilla, 1930, pág. 274; L. Lopetegui Zubillaga, Historia de la Iglesia en la América Española, Madrid, La Editorial Católica, 1965, pág. 473; L. Marrero, Cuba: economía y sociedad, vol. 2, Puerto Rico-Barcelona, Editorial San Juan, 1972, pág. 152; J. Meier, “Los obispos y la pastoral en las diócesis del Caribe (siglos xvi-xvii)”, en A. Anderle (ed.), Iglesia, religión y sociedad en la historia latinoamericana (1492-1945), vol. 1, Szeged (Hungría), Centro de Estudios Históricos de América Latina-Universidad József Attila de Szeged, 1989, pág. 236; Á. Pereda López, La emigración burgalesa a América durante el siglo xvi, Burgos, Caja de Burgos, 2000, pág. 154.

 

Ángela Pereda López

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