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Alonso Vázquez

Biografía

Vázquez, Alonso. Ronda (Málaga), c. 1564 – Ciudad de México (México), c. 1608. Pintor.

Según informaciones procedentes de Palomino, se sabe que Alonso Vázquez nació en Ronda, habiendo señalado también que fue en el año 1564; sin embargo, ambas referencias carecen por ahora de base documental. Tampoco, se sabe con certeza el lugar donde realizó su formación artística y tan sólo puede pensarse que hacia 1580 estaba ya en Sevilla, puesto que en 1582 una hija suya fue bautizada en esta ciudad.

Aunque se carece de más apoyaturas documentales para situar la presencia de Vázquez en Sevilla puede decirse que su actividad pictórica fue dominante en la ciudad, al menos a lo largo de los últimos veinte años del siglo XVI, advirtiéndose que en este margen de tiempo llevó a cabo las principales realizaciones artísticas que se ejecutaron en Sevilla, y fue el pintor preferido por el clero, la nobleza y las personas acaudaladas. Sólo el entonces joven Pacheco tuvo opciones de competir con él, pero lo hizo desde un plano secundario, aunque en ocasiones ambos colaboraron juntos en empresas pictóricas.

La estancia de Vázquez en Sevilla se dilató hasta 1603, año en que se trasladó a México para trabajar como pintor al servicio del virrey Juan de Mendoza, marqués de Montesclaros, a quien ya conocía puesto que este personaje había sido asistente de Sevilla desde 1600. En México trabajó al servicio de su patrón y se posee información que revela una intensa actividad pictórica de la que no han llegado hasta el presente más que escasos testimonios. No se sabe con precisión el año en que murió Vázquez en México, aunque una noticia datada en 1608 señala que en esta fecha ya había fallecido.

El análisis de la obra conocida de Vázquez evidencia con claridad su relación con el último período creativo del renacimiento que se conoce como Manierismo; su estilo está basado en un dibujo firme y preciso con el que configuró formas vigorosas muy perfiladas, provistas de una marcada gesticulación.

Como es habitual en este período final del siglo XVI, el arte de Vázquez rehuye la observación de la naturaleza de forma directa, atendiendo más a la captación de formas obtenidas de imágenes grabadas que a inspirarse directamente en modelos reales.

Una de las obras capitales dentro de la producción de Vázquez es La Sagrada Cena que procedente de la Cartuja de Santa María de las Cuevas de Sevilla, se conserva actualmente en el Museo de Bellas Artes de esta ciudad. Su ejecución se realizó en 1588, aunque la documentación no menciona el nombre de su autor; sin embargo a través de su estilo puede evidenciarse con cierta precisión que se trata de una obra de Vázquez y además la primera que se conoce en el tiempo dentro de su dilatada producción. En ella, se percibe que el artista utilizó para lograr su composición grabados de origen flamenco; llama la atención en la pintura el variado repertorio de expresiones físicas que se constata en las figuras de los apóstoles y al mismo tiempo los admirables detalles de bodegón que aparecen sobre la mesa, así como el aparatoso fondo arquitectónico que cierra la composición; allí, en figuras de pequeño tamaño, se describe la escena de Cristo lavando los pies a los apóstoles.

Una faceta desconocida en nuestros días de la producción de Vázquez es la de retratista, puesto que a pesar de tener constancia documental de que la practicó, ningún ejemplar ha llegado hasta nuestros días.

Así en 1590 tenemos noticias de que realizó tres retratos al servicio del duque de Medina Sidonia, efigiando en uno de ellos a su esposa Doña Antonia de Portocarrero y en los otros dos a sus hermanas Doña Mariana y Doña Leonor. Sobre estas obras hay que señalar que, o se han perdido, o aún no han sido identificadas.

Al tiempo que Vázquez trabajó al servicio del duque de Medina Sidonia lo hizo también para el duque de Alcalá, puesto que para él realizó una serie de ocho pinturas en las que representaba Las Artes liberales, tampoco se han conservado. Sí ha llegado hasta el presente una pintura realizada para dicho duque de Alcalá que representa a El rico Epulón y el pobre Lázaro, aunque su paradero es desconocido. A través de una fotografía realizada hacia 1950, se conoce esta obra, que fue muy admirada en la época en que fue pintada. En efecto, se tiene el testimonio escrito por Pacheco en su libro Arte de la pintura, quien se refiere a ella en los siguientes términos: “El famoso lienzo de Lázaro y el rico avariento que tiene hoy el Duque de Alcalá, donde, en un aparador de vasos de plata vidrio y barro puso mucha diversidad de colaciones y otros frutos y un frasco de cobre puesto en agua a enfriar”. Esta descripción coincide con la fotografía que se conoce de la pintura, en la que Epulón aparece comiendo en un balcón abierto a un exterior y se ve al pobre Lázaro, semidesnudo, que implora las sobras de la comida. Los detalles de bodegón que aparecen en esta pintura son excelentes, lo que corrobora la afirmación de Pacheco, cuando señaló que Vázquez “pintaba flores con mucha destreza y propiedad”.

Un conjunto pictórico de Alonso Vázquez, procedente de un retablo desmontado se conserva en la iglesia de Santa Ana de Sevilla. Su tabla central, que presenta la firma del artista y la fecha de 1590 es la representación de la Resurrección de Cristo; las tablas laterales muestran a San Cristóbal y a San Martín, constatándose en todo el conjunto el habitual dibujo firme y prieto del artista con el que capta figuras vigorosas y enérgicas.

Otro importante conjunto pictórico de Vargas fue ejecutado en 1592, en esta ocasión para el retablo mayor de la iglesia del monasterio de Santa Paula de Sevilla. Lamentablemente en 1730 dicho retablo fue sustituido por otro de estilo barroco y sus pinturas fueron desmontadas y aprovechadas para ser colocadas en otros retablos de la iglesia en 1810. Otra de ellas pasó a la clausura conventual donde aún se conserva; representa La Trinidad, que en origen debió de estar situada en el remate del retablo citado.

En la Catedral de Sevilla y para la capilla de Cristóbal de la Puebla, Vázquez ejecutó en 1594 un pequeño retablo que afortunadamente se conserva en su lugar de origen. Dicho retablo está presidido por una representación pictórica de San Ildefonso y San Diego de Alcalá que flanquean un relieve escultórico de La Asunción de la Virgen. En los laterales aparecen escenas de El Bautismo de Cristo y El Martirio de Santa Catalina, mientras que en la predela aparecen representaciones de Los profetas y de Los padres de la Iglesia, al tiempo que los retratos del donante, Don Cristóbal de la Puebla, su esposa y sus hijas, obras de pequeño formato que dan idea de la calidad que Vázquez hubo de alcanzar cuando ejecutó retratos de tamaño natural.

Procedente probablemente del convento de santa María de Jesús, se conserva también en la Catedral de Sevilla una representación de La Virgen del Pozo Santo, pintura en la que se narra la milagrosa intervención de la Virgen para salvar a un niño que había caído en el interior de un pozo. Esta obra refleja un sentido de solemnidad mayestática en la figura de la Virgen y el Niño que, aureolados de ángeles músicos, contemplan complacidos la salida del pozo del infante ileso; un amable fondo de paisaje cierra la parte inferior de la composición. Por las características de su estilo esta pintura puede fecharse hacia 1595.

Poco después, en 1598 y por encargo de Diego Caballero de Cabrera, Vázquez ejecutó las pinturas que se integran en el retablo de la Inmaculada de la Iglesia de San Andrés de Sevilla donde se dispone una serie de pinturas entre las que destacan los dos tableros de la predela en los que se representan Reyes del Antiguo Testamento que forman parte de la genealogía de la Virgen. Figuran también en el retablo representaciones de San Francisco, El apóstol Santiago, San Esteban, El Bautismo de Cristo, Santa Catalina y Santa Lucía, estando rematado todo el conjunto por La Coronación de la Virgen y El Padre Eterno.

A finales del siglo XVII los jesuitas sevillanos eran una de las órdenes religiosas más influyentes en la ciudad y en su entorno geográfico; dispuestos a fomentar su primacía, encargaban a los mejores artistas locales el ornato de sus templos. Por ello no es extraño que para el retablo mayor de su iglesia, en la población de Marchena, encargasen a Vázquez en 1599 las pinturas.

Sin embargo, cuando en 1603 Vázquez embarcó para México no había concluido aún este conjunto pictórico cuya ejecución quedó interrumpida durante varios años, ya que sólo a partir de 1607 fue finalizado por Juan de Roelas. Las pinturas que Vázquez realizó fueron San José con el Niño, El sueño de San José, San Juan Bautista y La degollación de San Juan Bautista. Resulta interesante advertir cómo los jesuitas se hicieron inmediatamente eco de la devoción y culto a San José impulsado en España a partir de 1597, cuando el padre carmelita Gracián de la Madre de Dios escribió su famoso libro Grandeza y excelencia del glorioso San José, publicado en Madrid y que tuvo una inmediata repercusión en Toledo, plasmada en la magnífica pintura de San José con el Niño que El Greco ejecutó en 1599 y que Vázquez pintó también como hemos visto en el mismo año en el retablo de los jesuitas de Marchena.

Otra importante pintura cuyos destinatarios debieron de ser los jesuitas sevillanos es La aparición de Cristo a San Ignacio camino de Roma, que actualmente se conserva en la Catedral de Sevilla. Es obra realizada hacia 1600 en la que se advierte un dibujo menos marcado que en años anteriores y una mayor blandura expresiva. También hacia 1600 debe de estar realizada La Virgen de Belén, que pertenece a la parroquia de Santa María de la Asunción de Arcos de la Frontera. Es obra no documentada pero que presenta con claridad el estilo de Vázquez, siguiendo el modelo de La Virgen del Pozo Santo antes mencionada.

También en 1600 Vázquez, junto con Francisco Pacheco, recibió el encargo de fray Juan Bernal, prior del convento de la Merced de Sevilla de una serie de pinturas destinadas a adornar el claustro principal de dicho convento, que se convirtió así en el primer recinto conventual español que decoró con historias de su Orden uno de sus patios. Vázquez debió de contratar la mitad de las pinturas que serían doce, siendo las otras seis encargadas a Pacheco; sin embargo, en el momento de su partida a México en 1603, no debía tener realizadas más que cuatro, de las cuales tres se conservan en el Museo de Bellas Artes de Sevilla, es decir, en el mismo lugar para donde fueron ejecutadas.

Son estas obras San Pedro Nolasco redimiendo cautivos, San Pedro Nolasco despidiéndose de Jaime I El Conquistador; un Martirio de San Ramón Nonato procedente de esta serie y de mano de Vázquez se conserva muy mal restaurado en una colección particular de Madrid, permaneciendo en paradero desconocido una representación titulada San Pedro Nolasco recibiendo del Papa la Bula de fundación de su Orden.

Un año antes de su partida para México, Vázquez contrató la ejecución de las pinturas del retablo mayor de la iglesia del Hospital de las Cinco Llagas de Sevilla, donde representó distintos temas de devoción como San Sebastián, San Roque, San Laureano, San Francisco, San Antonio de Padua, La incredulidad de Santo Tomás, San José con el Niño y San Juan Bautista, rematándose todo el conjunto con un Calvario.

En 1603, cuando ya preparaba su viaje a México, el Hospital de San Hermenegildo de Sevilla encargó a Vázquez la ejecución de la pintura central del retablo de su iglesia donde se representaba El tránsito de San Hermenegildo, hoy en el Museo de Bellas Artes de dicha ciudad. En el momento de embarcarse Vázquez sólo tenía realizada la mitad inferior de la pintura, siendo la superior concluida por Juan de Uceda, quien debía de ser discípulo suyo. En la parte realizada por Vázquez destaca la presencia junto a San Hermenegildo, de San Isidoro, San Leandro, el joven Recaredo y los retratos del cardenal Cervantes, patrono del Hospital y de Bernardino de Escalante, administrador del mismo. Una Inmaculada fechable también hacia 1603 se conserva igualmente en el Museo de Bellas Artes de Sevilla, destacando en ella su movido perfil y su elegante figura, aspectos éstos poco comunes en la pintura sevillana de esta época que evidencian la oscilación de Vázquez en los últimos momentos de su estancia en Sevilla hacia el espíritu del Barroco.

 

Obras de ~: La Sagrada Cena, 1588; Doña Antonia de Portocarrero, 1590; Doña Mariana, 1590 (desapar.); Doña Leonor, 1590 (desapar.); Las Artes liberales, c. 1590 (desapar.); El rico Epulón y el pobre Lázaro, c. 1590; Resurrección de Cristo, San Cristóbal y San Martín, 1590; La Trinidad, 1592; San Ildefonso y San Diego de Alcalá, La Asunción de la Virgen, El Bautismo de Cristo, El Martirio de Santa Catalina, Los profetas, Los padres de la Iglesia, Don Cristóbal de la Puebla, su esposa y sus hijas, en retablo de la capilla de San Cristóbal de la Puebla, catedral, Sevilla, 1594; La Virgen del Pozo Santo, 1595; Reyes del Antiguo Testamento, San Francisco, El apóstol Santiago, San Esteban, El Bautismo de Cristo, Santa Catalina y Santa Lucía, La Coronación de la Virgen y El Padre Eterno, en retablo de la Inmaculada, iglesia de San Andrés, Sevilla, 1598; San José con el Niño, El sueño de San José, San Juan Bautista y La degollación de San Juan Bautista en retablo de la iglesia de la Compañía de Jesús, Marchena (Sevilla), 1599-1603; La aparición de Cristo a San Ignacio camino de Roma, c. 1600; La Virgen de Belén, c. 1600; San Pedro Nolasco redimiendo cautivos, San Pedro Nolasco despidiéndose de Jaime I El Conquistador, Martirio de San Ramón Nonato y San Pedro Nolasco recibiendo del Papa la Bula de fundación de su Orden (desapar.), 1600; San Sebastián, San Roque, San Laureano, San Francisco, San Antonio de Padua, La incredulidad de Santo Tomás, San José con el Niño, San Juan Bautista y Calvario, en retablo mayor de la iglesia del Hospital de las Cinco Llagas, Sevilla, 1602; El tránsito de San Hermenegildo, 1603; Inmaculada, c. 1603.

 

Bibl.: F. Pacheco, Arte de la Pintura: su antigüedad y grandezas: descrivense los hombres eminentes que ha avido en ella [...] y enseña el modo de pintar todas las pinturas sagradas, Sevilla, Simón Faxardo, 1649; M. Ferrand, “Alonso Vázquez”, en Anales de la Universidad Hispalense (1951); D. Angulo, Pintura del Renacimiento, en M. Almagro Basch et al., Ars Hispaniae: historia universal del arte hispánico, vol. XII, Madrid, Plus Ultra, 1955; J. M. Serrera, “Dos nuevas obras del pintor Alonso Vázquez”, en Archivo Hispalense (AH), (Sevilla) 1977; “Pintura y pintores del siglo XVI”, en D. Angulo Íñiguez et al., La Catedral de Sevilla, pról. de F. Chueca Goitia, fotografías de L. Arenas Ladislao y F. Arenas Peñuela, Sevilla, Guadalquivir, 1984; J. M. Serrera, Alonso Vázquez en México, México, 1991; “Alonso Vázquez: El retablo mayor de las Cinco Llagas”, en AH (1991); E. Valdivieso, Historia de la pintura sevillana: siglos XIII al XX, pról. de A. E. Pérez Sánchez, Sevilla, Guadalquivir, 1986; Pintura barroca sevillana, Sevilla, Guadalquivir, 2003.

 

Enrique Valdivieso González