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Juan Bautista Comes

Biografía

Comes, Juan Bautista. Valencia, c. 1582 – 6.I.1643. Compositor.

Se formó en la catedral de Valencia, donde ingresó como infantillo en 1594 teniendo como maestros a Ginés Pérez, Ambrosio Cotes y al suplente de ambos, Narciso Leysa. Se tiene constancia de que abandonó la catedral el 1 de agosto de 1596 porque había perdido la voz de tiple, encontrándolo seis años después, en 1602, como organista de la parroquia de San Pedro de Sueca (Valencia). En este cargo apenas llegó a estar un año, puesto que a finales de 1603 formaba parte, como tenor, de la capilla musical de Lérida, donde ejercía el cargo de maestro, desde 1600, otro valenciano, Jerónimo Felipe, procedente de la Seo de Urgel. Comes mereció todos los plácemes y consideraciones de los músicos de Lérida, pues se dio el caso aislado, pero muy significativo, de que al vacar la maestría los cantores eligieron como maestro a Comes pese a no ser de Lérida. Fue nombrado oficialmente el 13 de agosto de 1605.

Fundada en Valencia por el arzobispo Juan de Ribera la nueva capilla del Colegio de Corpus Christi (vulgo del Patriarca), tuvo necesidad de reclutar músicos de solvencia reconocida para la nueva capilla.

El mismo arzobispo se llevó de la catedral al que fue su primer maestro, Narciso Leysa, quien se encargó de ese reclutamiento. También a Comes le llegó la invitación, si bien renunció a la misma pues acababa de ser nombrado maestro de Lérida. Fue en 1608 cuando decidió abandonar Lérida y presentarse en el Patriarca donde recibió la asignación de suplente de maestro la última semana de agosto de 1608.

Como obra que le abrió las puertas de la nueva fundación había compuesto las Letanías al Santísimo que pasaría a ser obra ritual de la nueva fundación, como composición obligada en la Reserva solemne del Santísimo. Es una obra que reúne la religiosidad musical del renacimiento con todo su misticismo y los planteamientos propios de la grandiosidad del siglo XVII incluyendo, además, innovaciones que la caracterizan. Está escrita a ocho voces, en dos coros, y lleva un acompañamiento continuo nada frecuente en aquellas calendas. Fue obra que tuvo tal aceptación en toda la iglesia diocesana de Valencia que, en arreglos a tres y cuatro voces, pasó a formar parte del ritual de la valenciana obra eucarística de las XL Horas hasta bien entrado el siglo XX, cuando se perdió toda solemnidad de las XL Horas, aunque perdure la devoción.

San Juan de Ribera mimó a Comes en todo cuanto pudo, dispensándole incluso de algo tan característico como era, durante todos los tiempos, la enseñanza y formación de los infantillos. Comes permaneció en el Patriarca hasta la muerte de su fundador. Para conmemorar el deceso, Comes escribió el motete Si morte preocupatus fuerit, “ad mortem Reverendísimi Archiepiscopi Valentini et Patriarchae Antioquiae D. Joannis a Ribera”. Es una obra a seis voces, si bien ha llegado incompleta hasta hoy, pues le faltan el tiple II y el bajo, añadidos por Juan Bautista Guzmán, quien confiesa en carta a Barbieri que “estas dos voces han sido colocadas por mi, con suma paciencia. Nada más he procurado colocar frases de las demás voces existentes”.

Durante esta primera etapa de Comes, escribió las Danzas al Santísimo, para sustituir las que había compuesto Miguel Tarín en los primeros años. Juan de Ribera, oriundo de Sevilla, instituyó en su iglesia la fiesta del Corpus a celebrar el día mismo de la octava con procesión por el patio del colegio tal cual hoy se sigue haciendo. Para la misma, y a ejemplo de las danzas de los Seises de Sevilla, quiso tener unas composiciones cantadas y bailadas que acompañaran la procesión particular del Corpus. Aunque al final de su vida el santo prohibió las Danzas, éstas se siguieron bailando hasta el año 1816.

Muerto el fundador, perdidas las consideraciones del santo y vacante la maestría de la catedral por muerte de Jerónimo Felipe, a quien ya había sustituido en Lérida, Comes pidió el cargo, y el cabildo, sin formalidad alguna, le admitió como maestro siendo todavía subdiácono, el 20 de abril de 1613. Comes se dedicó a su oficio propio y a componer. La catedral fue un reposo para él, aunque tenía que atender a los infantillos.

Era bien considerado por los canónigos, hasta el punto de concederle una capellanía que llevaba aneja el disfrute de la llamada casa de la Almoina. Las consideraciones, inicio de bienes, se convirtieron en principio de males. Pronto llegó de Roma un auditor de la Rota Romana con la concesión personal de la Casa de la Almoina, por lo que Comes tuvo que renunciar a su posesión e incluso pagar los gastos que había supuesto su capellanía.

El 1 de enero de 1618, Comes aparece en Madrid como segundo maestro de la Capilla Real. Desde su nuevo puesto tuvo que conocer el ambiente de la música española y flamenca, ya que durante su estancia convivió con Mateo Romero, Juan Palomares y Juan Blas de Castro, lo que le llevaría a mejor posicionarse en la composición de obras multicorales y a ampliar su conocimiento de las mismas.

Pese a todo ello, Comes no perdió su relación con Valencia, que le llevaba, además de mantener una correspondencia epistolar, a realizar frecuentes viajes a la misma ciudad. En uno de ellos, en 1625, estrenó su villancico a san Vicente Ferrer, Érase, señores, en la fiesta que los músicos dedicaban al santo. Solía enviar bastantes composiciones a los superiores del Patriarca, salmos y motetes “que acá son tenidos por buenos y se cantan por tales”, decían los recipiendarios.

En la correspondencia epistolar mantenida con los superiores del Patriarca se plantea su deseo de volver a Valencia y las condiciones de ambas partes para que pueda hacer efectiva esta vuelta, así como los sentimientos del mismo Comes, ya que “deseando dar gusto a mis padres, que desean acabar sus cortos días cerca de mi persona, me he determinado a suplicar se sirvan admitirme otra [vez] sólo que Vs. Mds. me den cincuenta escudos más de los que tenía ms. Narcís [...] y me permitan no tener obligación de los niños que es lo mismo que mosén Narcís tenía, y me ofrezco a servir a Vds. Mds. con la puntualidad a que queda obligado un sacerdote que, desengañado de las confusiones de esta corte, desea recogerse en un Santuario tan aparejado a gozar la quietud que se requiere para tener dichoso fin”.

Después de una larga serie de intentos y conversaciones para resolver todas las dificultades que se presentaban para que el colegio le volviera a admitir, el 28 de junio de 1628, Comes se hizo cargo de la maestría del patriarca, aunque su estancia fue corta, pues ambas partes confiaron en que unos y otro cederían; como luego todos se mantuvieron firmes en sus propuestas entre las que ocupaba un primer lugar la educación de los infantillos, Comes volvió a pedir al cabildo que le readmitiera. Los capitulares que aún conservaban la memoria de sus bondades no dudaron en readmitirlo, y el 16 de octubre de 1632 fue nuevamente nombrado maestro de capilla de la iglesia catedral donde Comes terminaría sus días. El cabildo atendió todas sus necesidades, adelantándole mensualidades e incluso concediéndole préstamos para que atendiera sus planes.

El testamento de Comes es altamente ejemplarizante sobre todo en época como la presente, de predominio de los nacionalismos. Comes lega sus composiciones a la catedral, pero lo explica diciendo que lo hace “per la molta afició que hi tengut e tinch a dita Çeu, per haverme criat desde chic en aquella y ser també yo fill de Valencia”. Como tiene deudas con el cabildo, pide que se busque un técnico que justiprecie sus obras para que los capitulares puedan resarcirse de su préstamo y lo restante que lo den a sus herederos. Fueron valoradas en cuatrocientas libras. Después de esta valoración, aunque alguna composición siguió interpretándose con frecuencia, incluso en el siglo XVIII, la mayor parte cayó en el olvido, siendo redescubiertas en el último cuarto del siglo XIX por Juan Bautista Guzmán, quien publicó dos volúmenes de las mismas. Comes no tuvo el gozo de ver editada alguna de sus composiciones; sin embargo, su renombre creció en toda España, lo que queda sobradamente demostrado viendo sus obras catalogadas en muchísimos archivos y pudiendo constatar, además, cómo los cabildos de distintas catedrales le invitaron a ocupar el cargo de maestro, como el de Zaragoza, el de Santiago, el de Cuenca que, caso extraordinario, le invitó ofreciéndole el sueldo que él mismo quisiera asignarse. Comes apreció el estar en su tierra y solamente la abandonó llevado siempre por disgustos.

También es significativo de su valía el hecho de haber entrado en la colección denominada de la Murta, retratos de varones insignes naturales de Valencia escogidos por el pintor Juan Ribalta. No se ha podido encontrar la obra original de este pintor, si bien se supone que el retrato pintado por el tenor Lamberto Alonso, perteneciente a la capilla de música del patriarca, es copia del cuadro de Ribalta.

Las palabras de Marco Antonio Ortí, al reseñar los actos del IV Centenario de la Conquista de Valencia, traducen todo un sentir: “La solemnidad con que se cantó el oficio fue tan extraordinaria, que no solo suspendió a los forasteros, pero aún a los naturales, que debieran tener menos ocasión de admirarse, así por estar acostumbrados a la música de la Capilla, como a la destreza, concierto, y dirección del Maestro Juan Bautista Comes, de cuya habilidad está por toda España estendida la noticia y experimentada en la Corte”.

Comes es el introductor en Valencia de la música multicoral. Es conocida, aunque no se dispone de la obra, la existencia de un Miserere de Jerónimo Felipe, antecesor de Comes en Lérida y en Valencia, escrito en dieciocho cuadernos, lo que es signo indiscutible de una obra, al menos, a dieciséis voces. Sin embargo, Comes queda como quien da carta de naturaleza a este tipo de composiciones, y no sólo en Valencia, sino que es uno de los primeros que escribe a gran número de voces, fórmula poco conocida en España en aquellas calendas. Su permanencia en la Capilla Real y su contacto con los flamencos le ayudaron a seguir este camino.

También señala en las particellas la colocación de los coros, desde el coro capitular, los dos órganos, hasta el altar mayor, lo que obliga, en buena parte, a guardar formas policorales homófonas que puedan encontrar fácilmente uniformidad rítmica entre los diferentes coros. Se trata de conseguir grandiosidad por todos lo medios al alcance. Ello no obstante, es innegable el dominio perfecto de las voces en las composiciones unicorales, donde demuestra un perfecto dominio del contrapunto imitativo.

Lo que hoy no puede admitirse es el interés en hacer depender toda su obra policoral de la influencia de San Marcos de Venecia. En Valencia se daban las mismas circunstancias que existían en Venecia: una masa coral conveniente y los dos órganos para que pudieran alternar con un diálogo, colocando parte de la capilla musical en cada una de las dos tribunas e inclusive en el mismo altar mayor. Los valencianos tienen suficiente fantasía sin necesidad de recurrir a otras fuentes, que, por otra parte, no estaban demasiado relacionadas con Valencia.

Comes es también el creador de una nueva forma de villancico con características propias. El villancico clásico español, de poetas y músicos, con dos partes muy peculiares, estribillo y copla, es convertido en una obra a tres tiempos: tonada, responsión y coplas.

La parte introductoria o tonada, generalmente, es a solo o a pocas voces, frecuentemente acompañada, y suele ser la exposición del tema literario y musical que desarrollará el segundo tiempo con profusión de voces, generalmente a ocho voces, Tras ésta, añade unas coplas que llevan otro tema y otro texto y con frecuencia remiten a la responsión e incluso, en ocasiones, a algún fragmento de la tonada.

Los villancicos de Comes, adelantándose al común de los compositores españoles, tienen carácter de obra religiosa; podría decirse que son motetes en lengua romance. Las obras profanas de Comes suelen denominarse tonos, endechas, folías, y se puede apreciar una distinción entre estas denominaciones, dejando la folía para una obra sin relación alguna con el ambiente religioso. Los textos de sus villancicos, ninguno escrito en valenciano, son poéticos y mantienen un decoro religioso sin caer en la vulgaridad y sin tener ninguna relación con el ambiente callejero; inclusive en los villancicos de Navidad. Los temas musicales no arrancan del gregoriano, sino de la música religioso-popular, aunque no introduzca temas populares determinados, como harán sus sucesores en el siglo XVIII.

Otra característica de la obra innovadora de Comes son los instrumentos. Además del acompañamiento de las tonadas y de algunas responsiones de los villancicos, emplea los ministriles para acompañar a un solista, como en el responsorio de completas In manus tuas, Domine, o para sustituir las voces de alguno de los coros, práctica bastante frecuente, pero en época más tardía. Incluso acompaña los coros con instrumentos distintos y con bajos continuos también diferentes.

Así lo ponen de manifiesto las particellas del salmo 4, Cum invocarem, que formaba parte del oficio de completas, celebradas con solemnidad en adviento durante el siglo XVII en la catedral de Valencia. Lleva tres bajos continuos: órgano para el 1.º y 4.º coros, clavicordio para el 2.º, tocando el 3.º los ministriles: dos cornetas, sacabuche y bajón.

Comes intenta crear un dramatismo en torno a los textos que musicaliza, aunque para ello tenga que valerse de formas distintas, alternando la polifonía homofónica con la contrapuntística, dialogando los distintos coros, usando los silencios en todas las voces, como queriendo dar un tiempo de reflexión sobre aquello que se está cantando. Así en el Christus, luego de decir Christus, introduce un silencio expresivo para que se sepa de quién está hablando, y sigue: “factus est pro nobis obediens usque ad mortem”.

Comes es un artista modélico que sabe emplear todos los recursos para hacer que su obra logre los efectos deseados.

El grupo más numeroso e importante de sus composiciones se guarda en el archivo de la catedral de Valencia, si bien existen obras en todos los demás archivos valencianos y en muchísimos otros. En alguno con obras en exclusiva, no encontradas en ningún otro. Un total aproximado de 231 composiciones le son conocidas, de las cuales aún quedan bastantes sin publicar. La mayor parte de las obras inéditas son las litúrgicas, o escritas en lengua latina.

 

Obras de ~: Letanías al Santísimo Sacramento, a 8 v. en dos coros (inéd.); Himno e Navidad, a 4 v. (inéd.); Motete a San José, a 6 v. (inéd.); Inmensa divinae largitatis, a 8 v. (inéd.); Miserere, a 16 v. (inéd.); Processus Passionis secundum Mattheum, a 6 v. (inéd.); San Juan, a 4 v. (inéd.); Lauda Sion Salvatorem, secuencia de Corpus, a 12 v. (inéd.); Victimae Paschali laudes, secuencia de Pascua, a 9 v. (inéd.); (eds. en: H. Eslava, Responsorio 1.º de Navidad, Hodie nobis, Madrid (s. d.), vol. I, 1852; J. B. Guzmán, Obras musicales del insigne maestro español del siglo XVII J. Bta. Comes, Madrid, 1888; V. García, Danzas al Santísimo, Valencia, 1952; J. V. Báguena, Cuatro gozos con polifonía, Valencia, 1955; M. Palau, Misa Exultet coelum, Valencia, 1955; J. Climent y J. Piedra, J. Bta. Comes, Polifonía Española, Madrid, 1963; R. Goodale, J. Bta. Comes, Magnificat, New York, 1963; J. Bta. Comes: Beatus vir, New York, 1965; J. Bta. Comes: Lamentación, New York, 1966; J. Climent, Obras en lengua romance de J. Bta. Comes, vol. I, Villancicos al Santísimo, Valencia, 1977; Obras en lengua romance de J. Bta. Comes, vol. II, Villancicos a la Navidad, Valencia, 1978; Obras en lengua romance de J. Bta. Comes, vol. III, Villancicos a la Santísima Virgen, Valencia, 1978; Obras en lengua romance de Juan Bta. Comes, vol. IV, Villancicos a los santos; G. Olson, Tres responsorios de Navidad, Edi Mapa Mundi, 1991; J. Climent, Dos motetes y dos cuatros, Valencia, 1998; G. J. Olson, Masses, Madison, 1999, 2 vols.; J. Climent, Música de la catedral de Segorbe: Christus, Alleluja, Osculetur, Salve Regina, Valencia, 2001; Un Magnifica y dos villancicos, Valencia, 2002).

 

Bibl.: H. Eslava, Lira Sacro Hispana, Madrid, M. Salazar, 1869, 10 vols.; J. B. Guzmán, Obras musicales del insigne maestro español del siglo XVII Juna Bautista. Comes, Madrid, Imprenta de Colegio Nacional de Sordomudos y Ciegos, 1888; V. García, Danzas al Santísimo, ed. V. García Julbe Valencia, 1952; J. Climent, “¿Qué año nació Juan Bautista Comes? Una fecha equivocada”, en Tesoro Sacro-Musical, LVIII, n.º 631 (1975), págs. 20-22; J. Climent y J. Piedra, Juan Bautista Comes y su tiempo, estudio biográfico, Madrid, Comisaría Nacional de Música, 1977; J. Climent, Fondos musicales de la Región valenciana. I. Catedral metropolitana de Valencia, Valencia, Instituto de Musicología, Institución Alfonso el Magnánimo, 1979; S. Rubio, Forma del villancico polifónico, Cuenca, Instituto de Música Religiosa, 1979; J. López Calo, Historia de la música española. 3. Siglo XVII, Madrid, Alianza Editorial, 1983.

 

José Climent Barber