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José Antonio de Lardizábal Oriar y Arza

Biografía

Lardizábal Oriar y Arza, José Antonio de. Señor de Oriar y del mayorazgo de Arza. Villafranca de Oria (Guipúzcoa), III.1724 – ¿1779? Director de las Reales Fábricas de Armas de Placencia.

José Antonio era el mayor de los seis hermanos habidos del matrimonio de Juan Francisco de Lardizábal Oriar y Magdalena Eulalia de Arza y Altube. La condición de primogénito le convirtió en el heredero de los mayorazgos de Oriar, perteneciente a su padre, y de Arza, recibido por vía materna. La condición social y económica de su padre facilitó la educación de José Antonio y de sus dos hermanos varones (Francisco Javier y Domingo Ignacio) en la Corte, bajo la tutela de dos ilustres paisanos, residentes en Madrid, en el siglo xviii. De la mano de Andrés de Otamendi y de Esteban de Abaria e Imaz, ambos naturales de Villafranca de Oria —actual Ordizia—, los hermanos Lardizábal Oriar y Arza pudieron conocer los entresijos de la administración de la Villa y Corte.

Tanto Otamendi como Abaria, fueron buenos instructores de los hermanos Lardizábal Oriar y Arza, para lo cual no les faltaba experiencia. Por un lado, la relación que mantuvieron con su lugar de origen, a través de su participación en proyectos económicos de origen vasco, como la Compañía de Caracas y la de La Habana, bien como accionistas o representantes de algunos interesados, les consolidó como embajadores de sus paisanos en la Corte. Por otro, su ascenso en su carrera funcionarial y social en Madrid, les convirtió en los personajes idóneos para la introducción de familiares y paisanos en los círculos cortesanos del xviii. El primero, Andrés de Otamendi Aramburu, además de representar a la provincia de Guipúzcoa o al Consulado de San Sebastián en distintos Organismos de Madrid, fue miembro del Consejo de Su Majestad y su secretario en el Supremo de la Cámara de Castilla, además de caballero de la Orden de Calatrava. Por su parte, Esteban José de Abaria no le iba a la zaga, ya que fue, entre otras cosas, miembro del Consejo y Cámara del Real de Indias de la Real Audiencia y Casa de Contratación.

Al igual que Otamendi, Abaria fue caballero de Calatrava y ambos pertenecieron a la Congregación de San Ignacio de Madrid.

La ayuda de estos dos guipuzcoanos parece que surtió efecto en los Lardizábal Oriar. Así, el segundo de los hermanos, Francisco Javier —nacido en febrero de 1728— fue secretario de Su Majestad y de la Embajada de Lisboa, del Consejo en el Tribunal de la Contaduría Mayor de Hacienda. En 1758, era nombrado caballero de Santiago. También su hermano menor, Domingo Ignacio —nacido en abril de 1731— logró desarrollar una brillante carrera en los negocios de la Nueva España, adonde se trasladó y en donde contrajo matrimonio en 1766, con Joaquina María de Toro. A su éxito en los negocios acompañó el reconocimiento social. En 1766 fue también nombrado caballero de Santiago. Por su parte, los Lardizábal Oriar demostraron su confianza hacia sus tutores, figurando entre sus albaceas testamentarios.

Frente a estas dos brillantes trayectorias de sus hermanos, puede resultar llamativa la que siguió el mayor de los Lardizábal Oriar y Arza, aparentemente más discreta, pero muy posiblemente determinada por su condición de primogénito y las circunstancias familiares que ello implicaba. Vuelto a su Guipúzcoa natal, en 1753 sustituyó a su padre en la dirección de las Reales Fábricas de Armas de Placencia. La delicada salud de su progenitor determinó que la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas decidiera que, en caso de enfermedad o ausencia del director Juan Francisco de Lardizábal Oriar, le supliera su hijo mayor, José Antonio. Precisamente aquel mismo año, José Antonio pasó a ocupar aquel cargo hasta 1779.

Por otra parte, la administración de los mayorazgos que, como primogénito heredó al fallecer sus padres, afianzó su residencia en Guipúzcoa, lejos de la carrera funcionarial de su hermano Francisco Javier o de los negocios coloniales de Domingo Ignacio.

No obstante, durante su presidencia al frente de las Reales Fábricas de Armas, se introdujeron bastantes cambios. El mismo año que sustituía a su padre, se firmó un nuevo asiento de armas entre Hacienda y la Compañía de Caracas, y con él, se dictaron una serie de medidas para ejercer un mayor control sobre los armeros y gremios. Se renovaron los esfuerzos de la Corona para apoyar la producción de acero de Mondragón, ya que se consideraba una excelente primera materia para la elaboración de las armas. La continuidad de los pedidos favoreció la estabilidad laboral de los gremios armeros, y la producción fue aumentando de forma gradual. Durante el tiempo que duró el asiento, se fueron introduciendo modificaciones en las características de las armas, hasta su regulación definitiva, en 1759. La nueva reglamentación fue introducida en un asiento posterior. Se trataba de homologar el armamento, tanto de fusiles como de pistolas, dentro del plan de modernización de los Ejércitos reales, llevado a cabo por Carlos III. Llegado a su fin la contrata de abastecimiento de armas por parte de la Compañía Guipuzcoana de Caracas en 1768, se volvió a prorrogar el compromiso, sin modificación alguna sobre las condiciones anteriores. Al mismo tiempo, la caraqueña mantuvo a José Antonio de Lardizábal como director y responsable último de las fábricas, hasta que, en 1779, fue sustituido por su hijo mayor, José María, fruto de su matrimonio con María Ignacia Antonia de Olloqui y Hormaechea.

El Ejercicio de José Antonio como director de las fábricas de armas coincidió con una expansión sin precedentes de la producción, sobre todo durante los últimos años de su mandato. Los pedidos extraordinarios que el Monarca hizo entre 1775 y 1777, fueron destinados a Puerto Rico, Nueva España, Margarita, Perú, Chile, Santo Domingo, Maracaibo y Nápoles.

De alguna manera, la vida de José Antonio Lardizábal Oriar y Arza representa la del primogénito de una familia, que, pese a las aparentes ventajas económicas y sociales, debió hacerse cargo de la administración del mayorazgo en su lugar de origen, lo que hizo que no tuviera la proyección de sus hermanos “segundones”, que lograron éxito profesional, fortuna y reconocimiento social fuera de su lugar de origen.

 

Fuentes y bibl.: Archivo Histórico de Protocolos (Madrid), leg. 18536, fols. 402r-v; Archivo General de Simancas, Secretaría de Hacienda, leg. 799; Archivo General de Indias (Sevilla), Caracas, 934 B, fols. 184-185; Archivo de Protocolos de Guipúzcoa (Oñate), 3908, fols. 188 y ss.; Archivo Histórico Provincial de Cádiz, leg. 5755, fols. 922-926v.

R. Larrañaga, Síntesis histórica de la armería vasca, San Sebastián, Ediciones Caja de Ahorros Provincial de Guipúzcoa, 1981; J. A. Mota Rodríguez, “La Real Compañía Guipuzcoana de Caracas y las Reales Fábricas de Armas de Placencia”, en Los Vascos y América, Bilbao, Fundación Banco Vizcaya, 1989, págs. 431-458; B. de Aguinagalde Olaizola, “La fundación de la Real Sociedad de los Amigos del País, ¿un asunto de familia?”, en VV. AA., Actas del II Seminario de Historia de la RSBAP, San Sebastián, Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País, 1989; M.ª M. Gárate Ojanguren, La Real Compañía Guipuzcoana de Caracas, San Sebastián, Doctor Camino, 1990; Comercio Ultramarino e Ilustración. La Real Compañía de La Habana, San Sebastián, Colección Ilustración Vasca, 1993.

 

María Montserrat Gárate Ojanguren