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Bartolomé Colón

Biografía

Colón, Bartolomé. Génova (Italia), c. 1461 – Santo Domingo (República Dominicana), 14.VIII.1514. Adelantado de Indias.

Existen varias teorías sobre la fecha y lugar de nacimiento de Bartolomé Colón, pero la más aceptada parece ser la del año 1461 en Génova. Desde edad temprana se interesó por el mar. En 1479 se inició como cartógrafo en Portugal con su hermano Cristóbal, de lo que vivía en Lisboa en 1480 según acta notarial de 16 de junio del mismo año. También era conocedor de la cosmografía. Parece más que probable que Bartolomé fuera coautor junto a su hermano Cristóbal del proyecto colombino de viajar a la especiería atravesando la Mar Océana, como se conocía el Océano Atlántico, es decir, llegar a Oriente por Occidente.

Cuando Cristóbal decidió viajar por mar a tierras españolas a proponer su proyecto a los Reyes Católicos, encomendó a su hermano que se dirigiera a Inglaterra a procurar la misma empresa. Allí pasó varios años y consiguió presentarse ante el rey Enrique VII, entregándole un mapamundi que elaboró representando las tierras adonde quería ir junto a su hermano, pero sus gestiones no tuvieron buenos resultados.

A causa de una apostilla del Imago Mundi de Pierre d’Ailly se ha pensado que participó en el viaje de Bartolomé Díaz en 1487-1488, y, por tanto, en el descubrimiento del cabo de Buena Esperanza. Hoy en día la teoría más fiable (vid. Itinerario de Cristóbal Colón) es que fue su hermano Cristóbal quien da noticia del viaje en la apostilla mencionada al encontrarse en Lisboa en el momento del regreso de la expedición, permaneciendo Bartolomé en Inglaterra.

De camino a la Península Ibérica por tierras francesas, Bartolomé ofreció su plan a la regente Ana de Baujeu y a Carlos VIII en otoño de 1491, pero en Francia sus ideas tampoco fueron consideradas. En el país vecino tuvo noticia del descubrimiento de unas nuevas tierras realizado por su hermano más allá del Océano, bajo bandera castellana. Así, ayudado económicamente con cien escudos por el monarca francés, se trasladó a España, llegando a tierras andaluzas a finales de 1493.

No pudo encontrarse con su hermano, pues la armada del segundo viaje había partido el 25 de septiembre, pero Cristóbal le dejó en Sevilla una instrucción sobre cómo actuar a su llegada. Siguiendo las indicaciones del descubridor, Bartolomé Colón acudió a Valladolid, lugar en que se encontraba la Corte, para acompañar a sus sobrinos Diego y Hernando, que iban a ser pajes del príncipe Juan.

Los Reyes Católicos, al tener noticia de las dotes organizativas y de marino de Bartolomé, decidieron enviarle a las nuevas tierras con una flota de aprovisionamiento, especialmente tras la llegada de Antonio de Torres a Medina del Campo en abril de 1494. El capitán regresó a la Península con doce de las diecisiete naves de la flota del segundo viaje, comunicando a los monarcas la situación de los hombres que permanecían en las Indias, y la necesidad de nuevos suministros. El 14 de abril de 1494, los monarcas nombraron a Bartolomé Colón capitán de las tres carabelas que realizaron el primer viaje de abastecimiento a las tierras recientemente descubiertas y donde se encontraban algunos de sus hermanos.

La armada partió pocos días después de su nombramiento, entre los últimos días del mes de abril o comienzos de mayo de 1494. El 24 de junio la pequeña flota llegó al puerto de la villa Isabela, al norte de la isla de La Española, encontrando al grupo de españoles enfermos y hambrientos, y a los indígenas lejos de mostrarse sumisos. Su hermano Cristóbal estaba ausente en su viaje de descubrimiento y reconocimiento a las islas de Cuba y Jamaica. Ante esta situación, Bartolomé intentó hacerse con el mando de la isla, mando que Cristóbal había confiado a un Consejo en la villa de la Isabela (entre los que se encontraba su apocado hermano Diego), y a mosén Pedro Margarit en el interior, como capitán general de la isla, hasta el regreso del almirante.

Bartolomé Colón estaba perfectamente informado de lo sucedido en La Española desde la llegada de las diecisiete naves en noviembre de 1493. En la Península tuvo la ocasión de hablar con Antonio de Torres y los hombres que le acompañaban, recibiendo algunas instrucciones de los monarcas, y a su llegada a La Isabela encontró una relación que su hermano dejó por si alguna carabela iba a Castilla durante su ausencia. Por lo tanto, conocía los poderes atribuidos al Consejo de la Isabela y a Margarit. Esta “usurpación” de autoridad no fue admitida por personajes relevantes, como Margarit, o el padre Bernardo Boyl (miembro del Consejo de la Isabela), a los que se unieron varios hombres que vieron en las naves capitaneadas por Bartolomé Colón la ocasión perfecta para regresar a la Península, lo que hicieron de manera pacífica en septiembre de 1494.

Cuando el 29 de septiembre de ese mismo año regresó Cristóbal, encontró esta nueva situación de poder, y decidió investir a su hermano Bartolomé con el título y funciones de adelantado (15 de octubre), lo que le originaría serias tensiones con los monarcas, pues tan sólo a ellos les correspondía esta prerrogativa.

La inestabilidad de los españoles afectó de manera directa a los indígenas de La Española, que procuraron evitar su asentamiento valiéndose de todos sus recursos. Desde dejar de cultivar las tierras para intentar que los españoles se fueran a causa del hambre, al enfrentamiento armado. El mayor enemigo de los castellanos era el cacique Canoabo, que sitió el fuerte de Santo Tomás, construido en las tierras que pensaban era el Cibao. Colón conocía la coalición que se estaba formando entre los principales caciques de la isla (Guarionex, Behechío y Maniocatex) tras la captura de Canoabo y, en marzo de 1495 parte hacia el interior de la isla con intención de disolver esta confederación indígena, con apoyo del reyezuelo Guacanagari.

En la Vega Real los españoles construyeron la fortaleza de Santa María de la Concepción, desde la que organizaron el enfrentamiento. Mientras Cristóbal Colón permanecía en esta fortaleza, su hermano Bartolomé se dispuso a acabar con la insubordinación de los indígenas, que habían reunido un ejército de cien mil hombres. El adelantado dividió el pequeño grupo de españoles para atacar desde dos frentes. Caballos y perros hicieron tal estrago que los españoles resultaron fácilmente victoriosos.

Una vez que los principales caciques de la isla se rindieron, los demás siguieron su ejemplo, excepto el cacique Behechío, que se retiró a sus dominios de Jaraguá junto a su hermana Anacaona, esposa de Canoabo. El resto de caciques se vieron sometidos a excesivos tributos para la débil situación en que se encontraban.

Tras lograr la pacificación de la isla, Cristóbal decidió reparar las naves utilizadas en su viaje a Cuba y aprovechar la pericia marinera de Bartolomé. Éste intentaría realizar finalmente el plan inicial de ambos hermanos, llegar al Catay, pues Colón pensaba que en su reciente exploración al sur de la isla Juana estuvo a punto de lograrlo. Sin embargo, este proyecto no pudo llevarse a cabo por no poderse reparar adecuadamente las carabelas.

Mientras todo esto ocurría en la isla La Española, los hombres que iban regresando a la Península ofrecían a los Reyes Católicos una versión de los hechos muy distinta a la que les presentaba Cristóbal Colón en sus cartas y relaciones. Por ese motivo, los monarcas deciden enviar a Juan de Aguado al mando de cuatro carabelas para informarse de la situación real. La armada llegó a la Isabela en el mes de octubre de 1495, mientras el almirante estaba ausente ocupado en el restablecimiento de la paz en el interior.

Aguado se desentendió de la autoridad de Bartolomé Colón, que hacía las funciones de gobernador durante la ausencia de su hermano, e intervino en los asuntos públicos. La aparente autoridad de Aguado, y la indiferencia con que trataba al adelantado, verdadero representante del poder en la isla, hizo que a lo largo de La Española circularan rumores de que había llegado un auditor y estaba próxima la caída de la familia Colón. El almirante regresó a la Isabela y vio que era el momento de volver ante los soberanos junto a Aguado.

Mientras esperaban que estuvieran preparadas las naves para el retorno, llegaron noticias a la Isabela de que Miguel Díaz, tras huir de la villa por herir a un criado de Bartolomé, vagando por el sur de la isla, había descubierto unas minas ricas en oro (Hayna) cerca de la desembocadura del río Ozama. A su llegada a la villa, se presentó ante el adelantado esperando obtener el perdón por lo sucedido al informar de tan abundante mina, con un buen emplazamiento, junto a un río, que ofrecía un puerto apacible y perfecto para un nuevo asentamiento.

Así, se planteó la posibilidad de trasladar la capitalidad del norte al sur de la isla, con un emplazamiento más adecuado y seguro, pues la Isabela había demostrado no ser el lugar paradisíaco descrito por el genovés a los reyes tras sufrir varias tormentas que dañaron las naves allí ancladas. No obstante, parece que la decisión final fue del adelantado, en contra de la insistencia de su hermano Cristóbal de mantener el asentamiento de la Isabela.

Bartolomé, al que se le habían transferido los poderes de gobernador el 17 de febrero de 1495, acompañó al almirante y a Aguado en su recorrido por el norte de la isla en busca de otro emplazamiento más adecuado en torno a Puerto Plata. El adelantado tomó tierra para explorar la posibilidad de un nuevo asentamiento y, según el padre Las Casas, encontraron dos arroyos que lo posibilitaban, pero dijo que no era lugar adecuado. Evidencia más que clara de la intención de Bartolomé de impedir la construcción de un nuevo asentamiento en la costa norte de La Española, para evitar así daños similares a los causados a las carabelas de Aguado por el último huracán. Desde allí, Cristóbal Colón continuó su camino de regreso a la Península, y Bartolomé volvió a la Isabela por tierra.

Una vez en la villa, Bartolomé envió a Miguel Díaz, Francisco de Garay y una tropa bien armada al sur de la isla, siendo recibidos hospitalariamente por los indios del entorno, por lo que se decidió que el lugar era adecuado para el establecimiento de una nueva población. En las inmediaciones de las minas, Bartolomé Colón se encargó personalmente, durante tres meses, de erigir una fortaleza a la que denominó San Cristóbal, aunque los trabajadores la llamaron Torre del Oro al encontrar granos de oro entre la tierra y piedras empleadas para su construcción. A su finalización, y por la escasez de alimentos de la zona, dejando en la nueva fortificación diez hombres de guardia, el adelantado marchó con cerca de cuatrocientos hombres a la fortaleza de la Concepción, donde permaneció todo el mes de junio.

Durante este mes, recogió el tributo indígena (Guarionex y los demás caciques que se mantenían bajo su obediencia) del trimestre. En julio llegaron a la Isabela tres carabelas a cargo de Pedro Alonso Niño. En ellas llegaban refuerzos de hombres, alimentos y algunas cartas del almirante a su hermano Bartolomé pidiéndole que fundara un nuevo asentamiento y puerto cerca de las minas, en la desembocadura del Ozama. De este modo, el 5 de agosto de 1496 fue fundada la ciudad de Santo Domingo, lugar al que se trasladaron progresivamente los pobladores de la Isabela, abandonando la villa.

Durante los casi dos años en que actuó como gobernador (1496-1498), el adelantado fundó este nuevo establecimiento, logró amistad y buenas relaciones (tributo en algodón y cazabe) con el cacique de Jaragua, Behechío, y su hermana Anacaona, e hizo frente a numerosos problemas, como la rebelión del alcalde mayor Francisco Roldán, aunque no pudo resolverla.

Una vez sometido a tributo el cacicazgo de Jaragua, Bartolomé se trasladó a la Isabela, encontrando a los pobladores en una pésima situación de hambre y desánimo. Decidió repartir a los más débiles por la red de fortalezas establecidas en la isla, y dejar en la villa a los más fuertes con la orden de construir dos carabelas para el servicio de la isla, y su defensa. Desde allí volvió a Santo Domingo.

Este reparto de españoles por la isla no hizo que desapareciera el hambre, que afectó también a los indios, lo que unido a la falta de respeto con sus mujeres y otros aspectos produjo una sublevación indígena. Los nativos decidieron atacar el día que se reunían para pagar la parte correspondiente de tributo, pero su plan llegó a oídos del adelantado. Desde Santo Domingo, se dirigió al fuerte de la Concepción dividiéndose en varios grupos para acabar con el intento de rebeldía. El propio Bartolomé se encargó de apresar al cacique Guarionex, que fue llevado a la fortaleza junto a otros catorce reyezuelos, liberándoles posteriormente con excepción de los dos promotores de la revuelta, a los que dieron muerte.

Mientras Bartolomé recorría la isla, su hermano Diego se encargaba del gobierno de la Isabela. Su ánimo débil no pudo evitar que un grupo de descontentos se reunieran encabezados por Roldán, sublevándose a la severa autoridad de gobernador hasta el punto de planear asesinarle. El adelantado cobró el tributo en Jaragua, trasladándolo en una de las nuevas carabelas a la Isabela. Diego Colón mandó llevar a tierra su carga y varar la nave para evitar que se dañara. Roldán utilizó este hecho como pretexto para acusar a los hermanos de tener miedo de que llegaran a la Península noticias de su mal gobierno, y de que su intención era actuar como únicos señores de la isla, manteniendo a los españoles a modo de súbditos. Diego, en un intento de separar a Roldán y que los ánimos se calmaran le envió a la Vega con la excusa de tranquilizar a los indígenas de la zona.

Una vez en la Vega, Roldán consiguió el apoyo de algunos caciques con falsas promesas para enfrentarse a los Colón (Diego en la Isabela, y Bartolomé que entonces estaba en Jaragua). Acompañado de setenta hombres, el alcalde mayor fracasó en su intento de apoderarse de la fortaleza de la Concepción por su resistencia y porque el adelantado acudió en su ayuda.

Mientras se encontraba intentando sofocar la rebelión de Roldán en las inmediaciones del fuerte de la Concepción, en la Vega Real, Bartolomé Colón supo que en febrero de 1498 habían llegado dos carabelas con provisiones a Santo Domingo bajo el mando de Pedro Hernández Coronel, alguacil mayor de la isla. Una vez se trasladó a la ciudad el gobernador en funciones, Hernández Coronel entregó a Bartolomé el nombramiento real como adelantado (Medina del Campo, 22 de julio de 1497), lo que le dio nuevas fuerzas y respaldos legales para actuar firmemente ante Roldán y los que con él se habían levantado.

El ya oficialmente adelantado envió a Hernández Coronel a negociar con los rebeldes prometiéndoles el perdón por sus actos de desobediencia. Éstos desoyeron la propuesta del alguacil mayor y se refugiaron en el rico cacicazgo de Jaragua. Los españoles recién llegados, sirvieron de refuerzo a Bartolomé Colón, que finalmente abrió un proceso contra los rebeldes por traidores. Asimismo, el adelantado reprimió de forma devastadora la sublevación de los caciques Guarionex y Mayobanex, que habían intentado tomar la fortaleza de la Concepción tras su marcha.

Cuando Colón volvió en su tercer viaje (agosto de 1498), pensaba enviar a su hermano a la costa de Paria para edificar una fortaleza y explorar su riqueza en perlas, pero la rebelión de Roldán truncó los planes del descubridor. El 18 de octubre regresaron las naves en que fue Colón con cartas para los monarcas dándoles aviso de lo ocurrido. Cristóbal Colón acabó por restituir al alcalde mayor, dejando a Diego como gobernador en Santo Domingo, y acompañándose de Bartolomé para restablecer el orden en la isla. Una nueva insurrección estalló encabezada por Adrián de Mújica y Hernando de Guevara, siendo Bartolomé el encargado de reprimirla duramente, prendiendo y ahorcando a varios de los rebeldes, aflorando nuevamente en la isla el descontento contra los Colón.

Al llegar a la corte noticia de la rebelión de Roldán, los Reyes Católicos decidieron que el caótico gobierno de los hermanos Colón debía terminar y, el 21 de mayo de 1499, nombraron juez pesquisidor a Francisco de Bobadilla, que debía sustituir al descubridor como gobernador. Bobadilla llegó a Santo Domingo en agosto de 1500 haciendo valer su nombramiento de gobernador ante Diego Colón, único hermano que se encontraba en la ciudad. Cristóbal acudió desde la fortaleza de la Concepción, siendo preso apenas llegó a Santo Domingo. Lo mismo sucedería con Bartolomé al trasladarse desde Jaragua según le recomendaba en una carta su hermano el almirante, a petición de Bobadilla. Los tres fueron encadenados y enviados a España en octubre de 1500, llegando a Cádiz el 20 de noviembre. Por indicación real, los hermanos se trasladaron a Granada para aclarar ante los soberanos lo ocurrido.

Tras la desastrosa experiencia vivida por el adelantado en las tierras recientemente descubiertas, se muestra sin interés en participar en nuevas expediciones. Sin embargo, la llegada de Vasco de Gama a la India propició que los monarcas apoyaran nuevamente una expedición a cargo de Cristóbal Colón a pesar de la ruptura del monopolio colombino y el descrédito en que había caído su familia. El genovés se propone mostrar a los soberanos que podía cumplir su promesa de una ruta a la especiería adelantándose a los portugueses. Los monarcas decidieron apoyarle en su cuarto viaje, en el que el descubridor se hizo acompañar, entre otros, por su hermano Bartolomé.

Los expedicionarios de este viaje desembarcaron en tierra firme en agosto de 1502, tomando posesión del cabo Caxinas (Honduras), en otros lugares de la costa centroamericana. Hasta enero de 1503 no llegarán los españoles a las inmediaciones del río Belén, donde unos meses después establecerán el primer asentamiento castellano en tierra firme, la población de Santa María de Belén. Desde allí, el Adelantado parte en compañía de Diego Méndez y algunos hombres más a reconocer el entorno ante la noticia de un poblado indígena cercano y la posible existencia de minas ricas en oro, que localizaron tomando algunas muestras.

Bartolomé Colón capitaneará otras expediciones de reconocimiento, como la realizada al poblado indígena de Veragua, donde captura al Quiribo o reyezuelo.

Ante lo inhóspito del lugar, Cristóbal decide regresar a España, dejando en Santa María de Belén a un grupo de hombres a cargo de Bartolomé y Méndez. En abril, el asentamiento es atacado por los indios hiriendo al adelantado con una lanza en el pecho. Finalmente todos los hombres regresan abandonando el poblamiento provisional.

Tras sufrir la dura climatología del istmo, y la hostilidad indígena de la zona, la debilitada flotilla recorre nuevamente la costa hacia el Este, hasta la comarca del Darién, dirigiéndose hacia el Norte hasta llegar a los Jardines de la Reina, al sur de Cuba, con intención de buscar ayuda en la Española. Pero la broma había afectado mucho a las dos naves que aún conservaban sin poder ir más allá de la bahía de Santa Gloria, en la costa Norte de Jamaica. Allí los españoles edificaron un fortín con los restos de las naves, sobreviviendo como náufragos durante más de un año.

Tan larga estancia hizo que los indígenas se negaran a seguir ofreciendo ayuda y alimento a los castellanos para que éstos se marcharan de su tierra. El descubridor consiguió nuevamente el apoyo indígena gracias a su predicción de un eclipse de luna que les atemorizó. La situación era tan tensa, que un grupo de descontentos capitaneado por los hermanos Porras decidió desentenderse de la autoridad de los Colón y procurar marcharse de la isla en busca de ayuda, actuando de manera abusiva con los indios. Bartolomé Colón, ayudado por un reducido grupo de hombres leales, logró someterlos. Finalmente, el grupo de españoles náufragos en Jamaica fue socorrido gracias a la habilidad y las negociaciones que Diego Méndez mantuvo con Nicolás de Ovando, gobernador de la Española y así los expedicionarios fueron acogidos en Santo Domingo. De allí partieron con dirección a la Península, llegando a Sanlúcar de Barrameda el 7 de noviembre de 1504.

El 3 de diciembre, Bartolomé y Cristóbal tienen noticia en Sevilla de la muerte de la reina Isabel. Ante la nueva situación los hermanos determinan que Bartolomé y su sobrino Hernando acudan a la corte para intentar defender sus intereses. Mediado diciembre, el adelantado se entrevistó con Fernando el Católico, relatando los sucesos del cuarto viaje y afirmando haber llegado a tierras asiáticas.

El monarca le recibió cortés pero fríamente, y decidió continuar potenciando la búsqueda del paso al margen de los Colón. Bartolomé permanece en Toro junto a la corte intentando cobrar los servicios prestados en la Española, y es testigo de la Junta convocada por el monarca en la que participaron Vicente Yáñez Pinzón y Américo Vespucio. Estos afamados pilotos recibieron el encargo del monarca de preparar un viaje a la Especiería, lo que evidencia el alejamiento definitivo de la familia del almirante de los proyectos descubridores de la corona.

Sin embargo, Bartolomé Colón sigue a la corte de Toro a Zamora, Valladolid, Segovia, etc., procurando lograr otra vez el favor del monarca, especialmente tras la llegada de la reina Juana y su marido a Castilla, a los que fue a recibir a La Coruña en la primavera de 1506. El adelantado, ocupado en la defensa de los intereses familiares, no pudo acompañar a su hermano en Valladolid, donde murió el 20 de mayo.

Bartolomé debió desplazarse a tierras italianas al tiempo que el rey Fernando, que zarpó de Barcelona el 5 de septiembre de 1506, logrando en Roma el apoyo del papa Julio II, cerca del cual se encontraba con toda seguridad en abril de 1507, como prueban dos breves papales al monarca y a Cisneros mostrando favor por la familia Colón. Por estas fechas el adelantado entregó a un jerónimo una descripción del itinerario del cuarto viaje a las nuevas tierras, acompañado de una representación gráfica del mismo. Alessandro Zorzi reelaboró el material insertándolo en su recopilación de documentos geográficos (Códice Alberico).

Desde Roma, el hermano del descubridor se desplazó a Nápoles, regresando en mayo de 1507 a España. Parece que la situación con la corona mejoró. En la primavera de 1508 debió participar en la Junta de Burgos, y el desde 15 de diciembre de 1508 Bartolomé cobra sueldo de contino, acompañando además a su sobrino Diego que iba como gobernador de la isla Española (manteniendo el título de adelantado).

Se sabe que en torno al mes de diciembre de 1508 nace María, la hija natural que Bartolomé Colón tuvo fruto de su relación con Catalina Marrón. Se conoce su existencia al ser citada en el codicilo del testamento de su padre datado en 1511, pero nada más se sabe de ella.

Una vez en tierras americanas, Bartolomé se implicó directamente en la colonización de Cuba, pero el rey Fernando le pide en noviembre de 1509 que regrese a Castilla. En el otoño de 1510 está en Andalucía atendiendo las demandas del soberano. Sin embargo, en julio de 1511 prepara en Sevilla un nuevo viaje a la Española, esta vez al cargo de la nao Santa María de la Victoria, en la que la Casa de la Contratación envía plata, moneda e instrucciones reales a su sobrino Diego.

Tras cumplir su encargo, se ocupó de sus posesiones (tres haciendas en la Española, y una encomienda en la isla de Mona) y envió un mapa de las tierras descubiertas al monarca, hecho conocido por una carta que el soberano le escribe en Valladolid el 4 de julio de 1513, en la que también le pide que regrese a la península con el pretexto de que sería útil en cuestiones marítimas en la guerra con Francia. Carta que el adelantado no pudo leer hasta el verano de 1514 en que regresó a Santo Domingo. Sin embargo, no tuvo ocasión de obedecer las órdenes de regreso del monarca porque a mediados de agosto fallecía en el palacio de su sobrino Diego, en la ciudad de Santo Domingo.

 

Obras de ~: [...] (atrib.); “Información y relación del derecho que tenían los Reyes Católicos a las Indias, yslas del Mar Océano; diose la diferencia que tenían con el rey don Manuel de Portugal cerca de las dichas Indias e yslas”. Documento conservado en la Real Academia de la Historia de Madrid y reproducido, entre otros, por A. Rumeu de Armas, Un escrito desconocido de Cristóbal Colón: el Memorial de la Mejorada, Madrid, Ediciones de Cultura Hispánica, 1972.

 

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Jesús Varela Marcos