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Andrés García Calle

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Biografía

García Calle, Andrés. Sestao (Vizcaya), 4.II.1909 – Santo Domingo (República Dominicana), 8.IV.1975. Aviador militar.

Este aviador, que se distinguió extraordinariamente como piloto de caza al servicio de la República, especialmente durante los comienzos de la Guerra Civil, ingresó como voluntario en Aviación Militar en julio de 1929. En la primavera de ese mismo año había realizado el curso elemental en el Aero Club de Cuatro Vientos usando dos viejos Avro 504 K y consiguiendo el título elemental de piloto expedido por la FAI. En octubre pasó a la Escuela de Alcalá de Henares, después de realizar la instrucción como recluta.

A continuación hizo el curso de transformación en Guadalajara a primeros de 1930 con otros ochenta alumnos, entre los cuales se encontraban de cuarenta a cincuenta oficiales, siendo el resto procedente de mecánicos y civiles. Asciende a cabo ese mismo año y tras el curso de transformación correspondiente, obtuvo el título de piloto militar de aeroplano y pasó destinado a los Servicios de Material e Instrucción.

Se le envió, en primer lugar, a África, encuadrado en la escuadrilla que operó en Ahuámara (Larache), pasando poco después, en enero de 1932, a la Escuela de Observadores. Realizó en los Alcázares el curso de Tiro y Bombardeo. En diciembre de 1932 fue destinado a la 2.ª escuadra (Sevilla), asignándosele la 1.ª escuadrilla. Ascendió a sargento en 1933 y, por disposición de le Jefatura de Aviación pasó a la 1.ª escuadra (Getafe), quedando encuadrado en la 2.ª escuadrilla del Grupo 11 de Caza.

En este destino le sorprendió la iniciación de la Guerra Civil. Desde los primeros momentos dio comienzo a su destacada actuación al servicio de la Aviación gubernamental. Intervino activamente atacando las columnas nacionales que operaban desde Extremadura en dirección a Madrid, destacándose en los combates de Talavera de la Reina. El 3 de septiembre fue ascendido a alférez, como recompensa por “su brillante actuación del día 2, en que luchó valerosamente contra un Fíat Cr-32 al que averió y venció quedando en nuestro poder el avión y su piloto”, según se decía en la orden de ascenso. Su actuación fue continua desde los primeros días hasta octubre de 1936. El 5 de noviembre fue destinado a la escuadrilla rusa de Richagov (Palancar) volando Chatos I-15.

En el mes de febrero de 1937, ascendido a capitán, se le confirió el mando de la 1.ª escuadrilla de “Chatos” española formada por siete pilotos españoles recién licenciados y cuatro americanos. Con ella intervino muy activamente en las duras batallas que se libraron en el frente de Madrid, consiguiendo triunfos iniciales, principalmente en la batalla del Jarama, en la que la aviación gubernamental mantuvo el dominio del aire, hasta que la escuadrilla de García Morato intervino y cambió de manos este dominio. No obstante, la actuación de la escuadrilla de García Calle fue valiente y arriesgada, como prueba la pérdida de cinco de sus más destacados pilotos, que cayeron en duros combates aéreos.

Entre el Jarama y la batalla de Guadalajara estuvo al mando del Grupo de Chatos en Aragón, compuesto por dos escuadrillas, una rusa y otra española. Al final de Guadalajara, cuyo desenlace había sido más favorable a los gubernamentales, su unidad también perdió a dos pilotos. Como muestra de un cierto desprecio por la burocracia y el orden, García Calle afirma en su libro Mitos y verdades algo curioso para la mayoría de los aviadores: “No tengo ni he tenido nunca cartilla de vuelo, ni de piloto civil, ni de piloto militar, ni he apuntado nunca los servicios, combates ó derribos”.

En julio 1937, acusando en su salud un gran debilitamiento, producido sin duda por una actuación continua durante meses sin ningún tipo de descanso, fue enviado a Rusia como profesor al frente de la segunda promoción de pilotos que había de formarse en la Escuela Rusa de Kirovabad, República de Adjerbaijan en el Cáucaso. Primero en julio se le había enviado al sanatorio de Kislovock para reponerse y en noviembre se incorporó a la escuela. Al regreso a España quedó momentáneamente afecto a la subsecretaría de la Aeronáutica.

En febrero de 1938, y después del bombardeo de Barcelona, fue nombrado jefe de las Defensas de Barcelona y de Costas, organizando los aeródromos de la costa catalana y encauzando la recuperación y reentrenamiento de pilotos nuevos o convalecientes. Mandó el Grupo 28 de Grumman “Delfín”. Días antes de la batalla del Ebro, pasó como asesor aéreo agregado al puesto de mando de los generales Rojo y Modesto.

Durante la batalla dio muestras de nuevo de su valía y finalmente el 22 de diciembre de 1938 fue nombrado jefe de Estado Mayor de la Escuadra de Caza del frente de Cataluña.

Su intervención en las operaciones defensivas de Cataluña fue menos lucida que en campañas anteriores, aunque no por falta de valor y decisión, sino por la superioridad de la aviación nacional ya en aquellos momentos, y la profunda desmoralización que en sus subordinados producía el constante retroceso y la falta de material, que se prometía constantemente por el Gobierno pero que nunca llegaba. En noviembre de 1938 había sido ascendido a mayor por méritos de guerra. Según recuentos de otros pilotos, que no suyos, García Calle tenía en su haber una docena de aviones enemigos derribados en combate y era considerado el “As” más famoso de la caza gubernamental.

El día 6 de febrero de 1939 despegó de Villajuiga (Gerona), para realizar el vuelo de entrega de los Chatos en Toulouse-Francazal, teniendo que combatir duramente sobre el campo, para poder zafarse y volar a Francia, en el que sería su último vuelo y servicio de guerra.

Finalizada la contienda, después de algunas semanas, pudo marchar a México donde fijó su residencia.

Mantuvo, desde los años finales de los sesenta, correspondencia con historiadores como el general Jesús Salas Larrazábal, al cual le hizo llegar a través de su familia los microfilmes del Diario de la Escuadra de Caza, que parcialmente se encontraba en su poder. Utilizó estos documentos para escribir su magnífico libro Mitos y verdades, el cual, con todas las carencias y lagunas propias aún del tiempo en que fue escrito, ha constituido una fuente extraordinaria e indispensable para que otros historiadores pudieran completar la heroica peripecia de los aviadores de caza de la República. El general Salas empleó aquellos documentos también en sus obras y finalmente ha publicado los listados correspondientes como anexos en su monumental obra La guerra aérea 1936-1939.

Andrés García Calle, que al comienzo de su libro ya establecía bien claro: “Mi nombre completo y verdadero es Andrés García Calle, no La Calle, Lacalle ó De La Calle”, falleció en Santo Domingo al año siguiente de publicar su libro, cuando planeaba hacer una profunda revisión del texto y publicar una nueva edición.

 

Obras de ~: Mitos y verdades, La Aviación de Caza en la Guerra de España, México, Editorial Oasis, 1973.

 

Bibl.: J. Goma Orduña, La guerra en el aire: Vista, suerte y al toro, Barcelona, AHR, 1958; VV. AA., Historia de la aviación española, Madrid, Instituto de Historia y Cultura Aérea, 1988; R. de Madariaga, “Las Escuelas de Caza de la República: La Ribera, Kirovadab, El Carmolí, Lorca”, en Aeroplano (Instituto de Historia y Cultura Aeronaútica), n.º 12 (1992); J. Salas Larrazábal, Guerra aérea, 1936-1939, Madrid, Servicio Histórico y Cultural del Ejército del Aire, 1998-2003, 4 vols.

 

Rafael de Madariaga Fernández