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Francisco Henríquez de Jorquera

Biografía

Henríquez de Jorquera, Francisco. Granada, 1594 – ¿Sevilla?, m. s. xvii. Cronista de Granada.

Fue personaje poco conocido antes de que Marín Ocete, catedrático de Paleografía en la Universidad de Granada y rector en ella en dos distintos períodos, estudiara su obra. Según información de este profesor, las escasas noticias que se tenían de Jorquera eran las fragmentarias de su crónica reproducidas en Alhambra, revista quincenal de Francisco de Paula Valladar publicada en Granada a partir de 1839. El mismo Valladar había dirigido a la Diputación Provincial, sin éxito alguno, la publicación de la crónica de Jorquera.

En 1934 la Facultad de Filosofía y Letras de aquella Universidad la realizó finalmente bajo el título de Anales de Granada con un extenso prólogo del citado Marín Ocete, autor de la transcripción e inspirador de la publicación. El original, que se halla en la Biblioteca Colombina de Sevilla, consta de 771 folios manuscritos en letra del siglo xvii repartidos en tres volúmenes, el tercero de los cuales lleva la fecha de 1646. El mismo autor señala las principales fuentes informativas de las que se sirve: Bermúdez de Pedraza, Luis del Mármol, Bernaldo de Alderete y otros varios.

Sus Anales se refieren en general al reino de Granada y más bien a la capital y comprende, además de la descripción de la guerra de la reconquista cristiana del reino granadino —que repite la de aquellos autores anteriores o coetáneos suyos—, la de sucesos acaecidos a lo largo de dos años del reinado de Felipe II, casi todo el de Felipe III y gran parte del de Felipe IV.

Lo poco que se sabe de la vida del autor es lo que él mismo revela en sus Anales y el prologuista destaca, como el del nacimiento de Jorquera en la capital granadina; la condición de su padre, soldado de Felipe II en la guerra de las Alpujarras, y el encuadramiento de la madre en una modesta familia de menestrales.

En Granada residió el hijo en la feligresía de Santa Ana, en la que falleció su primera esposa, y después, en la de San Andrés. Trabajó en el taller que tenía en la calle de Elvira un sastre, con cuya hija, de catorce años, se casó el viudo, para lo que, dada la oposición del suegro, tuvo que solicitar el depósito de la novia.

Según revela Jorquera en esos Anales, un barbero y un sastre fueron testigos de ese segundo casamiento.

Tal entorno social no cambió mucho con la posesión en Alfacar de una pequeña hacienda de las procedentes de los moriscos expulsados en tiempo de Felipe II ni entorpeció el conocimiento y empleo de aquellas fuentes informativas.

En la parte dedicada a los acontecimientos posteriores a la guerra, los Anales no resultan una antología de esos aludidos historiadores o cronistas ni la simple aceptación de fantasías sobre orígenes y etimologías.

El mismo autor manifiesta que su propósito es facilitar el conocimiento de “las menudencias” de su patria. Así hay muchas referencias a Granada, comola fecha de construcción de edificios, los mercados y otros varios aspectos, todos los cuales componen en conjunto una crónica de la vida de la ciudad e incluso de su desarrollo espacial. Igual interés cabe en las noticias sobre prácticas agrarias, cultivos y régimen de riegos en la vega. O, en cuanto a las del restante territorio del reino, la mención de lugares que la expulsión de los moriscos había dejado despoblados. Más, el referente a Alfacar, lugar cuyo entorno campesino describe con mayor atención porque en él tenía aquella pequeña hacienda, en ese pueblo residió con su tercera esposa y en él falleció ésta y aquí fue enterrada.

Es sorprendente que Jorquera conociera las patatas, cuyo cultivo cita en el agro de Alozaina y de algún otro de la Axarquía siglo y medio antes de que se extendiera por la España atlántica. Y en todo el litoral penibético, la importancia del pastizal y de los rebaños que aquí herbajaban —sobre todo en invierno, como se especifica para Dalías— y hasta donde “viene mucho ganado a empastar”. En tales “bizarros” pastizales menciona cría de rebaños y, en Huéscar, los que le parecen los mejores lavaderos de lana de España.

Son los que cien años después iba a conocer en ruinas el corresponsal de Madoz. Da cuenta Jorquera de las incursiones de gentes africanas por la costa en 1616 y 1617, desbordamientos fluviales, abundantes y calamitosas sequías, las epidemias de garrotillo o difteria de 1608 y 1630, el hambre generada por las malas cosechas... Y la “menudencia” de disponerse para la vega en alguna ocasión que, como remedio a las malas cosechas y el exorbitante precio del pan, sólo se sembrara trigo “so pena de la vida”. Jorquera publicó también sendos opúsculos, igualmente citados por Marín Ocete, relativos a los monumentos procesionales que se levantaron con motivo de las fiestas habidas en Granada en 1633 y 1634, ambos carentes en cambio de interés.

 

Obras de ~: Anales de Granada. Descripción del reino y ciudad de Granada. Crónica de la Reconquista (1482-1492). Sucesos de los años 1588 a 1646, Granada, Facultad de Letras, 1934, 2 vols. (ed. facs., con est. prelim. de P. Jiménez, e índice por L. Moreno Garzón, Granada, Universidad, 1987).

 

Bibl.: F. de P. Valladar, Los “Anales de Granada”, por Francisco Henriquez de Jorquera (Manuscrito de la Biblioteca Colombina). Informe presentado a la Excelentísima Diputación Provincial de Granada, Granada, de los Reyes, 1888; A. Marín Ocete, “Prólogo”, en F. Henríquez de la Jorquera, Anales de Granada [...], op. cit., págs. IX-XXXI.

 

Ángel Cabo Alonso