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Fadrique Enríquez

Biografía

Enríquez, Fadrique. Duque de Arjona (I), Conde de Trastámara, Lemos y Sarriá (V). ?, s. m. s. XIV – Peñafiel (Valladolid), 22.III.1430. Noble, consejero real y pertiguero mayor de la tierra de Santiago.

Hijo primero de Pedro [Enríquez], conde de Trastámara, Lemos y Sarriá, y de la condesa Isabel de Castro, su mujer, que lo fue a su vez de Álvar Pérez de Castro, conde de Arroyolos, y de la condesa María Ponce de León, su mujer. Tras asumir la titularidad de la Casa de Lemos, en la que sucedió a la muerte de su padre, acaecida en 1400, Fadrique logró situarse sólidamente en la Corte castellana. Su posición se fortaleció poco después, el 26 de febrero de 1405, al contraer matrimonio con Aldonza de Mendoza, hija de Diego Hurtado de Mendoza, señor de Hita y Buitrago, y de su primera mujer, María, hija de Enrique II.

En 1407 se le documenta ya participando activa y decisivamente en la campaña de Andalucía e igualmente en la crisis que se desencadena en Guadalajara muy poco después, donde secundó al infante Fernando de Antequera, a cuyo hijo Juan apoyaría sin disimulo algunos años después. Su fidelidad fue recompensada en 1419, cuando le fueron condonadas las deudas contraídas con el Tesoro Real por préstamos recibidos para las campañas andaluzas, y todavía más en septiembre de 1423, cuando con habilidad supo situarse al lado del Rey y del triunfante Álvaro de Luna, recibiendo las villas andaluzas de Jódar, Arjonilla, Jimena, La Higuera y Arjona, que sirvió para dar título a la dignidad ducal que coronó la merced. El poder e influencia de Fadrique alcanzó entonces su punto más alto; lo prueba, en la Corte, su inmediata incorporación al Consejo Real y, ya en Galicia, su designación para la “pertiguería mayor” de la Tierra de Santiago.

Mientras tanto, la presencia e influjo de Fadrique en el viejo reino gallego ofrece muchos claroscuros. Años atrás había tenido que hacer frente a la amenaza disgregadora de algunos caballeros, que intentaban perpetuar las encomiendas de fortalezas y tierras que habían recibido del viejo conde don Pedro. Las noticias no permiten reconstruir el detalle de los acontecimientos, pero sí confirmar que logró conjurar aquellas amenazas e incorporar incluso nuevos patrimonios a su estado, como las casas fuertes de Villajuán y Samarugo o los cotos de Villapene, San Jorge de Goa, San Pedro de Narla, Piedrafita, Santa María de Valmayor y Ullán. El contraste se manifiesta en otros ámbitos de la vida gallega, particularmente en el eclesiástico, donde sus maniobras e intromisiones fueron muy sonadas, sin que apenas encontraran contestación.

A comienzos de 1424 la situación política en la Corte comenzó a alterarse de nuevo. El triunfo de los aragonesistas pareció entonces claro y rotundo, sobre todo tras decretarse el destierro de Álvaro de Luna. Pero la vuelta al poder del poderoso valido, en enero de 1428, marginó al partido aragonesista y, casi de inmediato, lo abocó también a la guerra. En medio de esta fractura política, Fadrique quedó en evidencia al manifestarse claramente a favor de estos últimos. Aunque se retiró prudentemente a Galicia, su ocaso final fue ya cuestión de poco tiempo. Ante la inminencia del conflicto armado con los aragoneses, Juan II reclamó el apoyo de Fadrique y sus gentes de armas, pero su tardanza fue hábilmente presentada como traición, con lo que a su llegada al real de Belamazán fue apresado por orden del Rey, quedando política y militarmente anulado. Pero la intriga fue más lejos. Tras permanecer poco más de un mes en el castillo de Almazán, próximo a la raya de Aragón, Fadrique fue trasladado a comienzos de septiembre al de Peñafiel, entre Aranda y Valladolid, donde “le echaron los grillos” la misma noche de su llegada. La prisión no se prolongó mucho tiempo, pues el 22 de marzo de 1430 su carcelero consignó la muerte del noble gallego.

Tras el luto oficial, Juan II decretó la confiscación de los patrimonios de Fadrique, quien no había alcanzado descendencia en su matrimonio, fracasado tiempo atrás. En los años siguientes, la herencia fue reivindicada y laboriosamente recuperada por su hermana, Beatriz de Castro, que casó con Pedro Álvarez Osorio, señor de Cabrera y Ribera y, desde 1456, primer conde hereditario de Lemos.

 

Bibl.: A. López Ferreiro, Historia de la Iglesia de Santiago, vol. VII, Santiago de Compostela, Seminario Conciliar Central, 1903; L. Suárez Fernández, “Nobleza y monarquía en la política de Enrique III”, en Hispania, vol. XII, n.º 48 (1952), págs. 323-400; E. Mitre Fernández, Evolución de la nobleza en Castilla bajo Enrique III (1396-1406), Valladolid, Universidad, 1968; J. García Oro, La nobleza gallega en la Baja Edad Media, Santiago de Compostela, Bibliófilos Gallegos, 1981 (col. Biblioteca de Galicia, XX); E. Pardo de Guevara y Valdés, Los señores de Galicia. Tenentes y condes de Lemos en la Edad Media, La Coruña, Fundación Pedro Barrié de la Maza, 2000, 2 vols. (col. Galicia Histórica).

 

Eduardo Pardo de Guevara y Valdés