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Anielo Guzmán y Caraffa

Biografía

Guzmán y Caraffa, Anielo. Marqués de Castel Rodrigo (IV). Nápoles (Italia), c. 1641 – Palermo (Italia), 16.IV.1677. Militar, virrey de Sicilia.

Segundogénito de Ramiro Núñez de Guzmán y Quiñones (Burgo de Osma, c. 1600 – Madrid, 8 de diciembre de 1668), II marqués del Toral, I duque de Medina de las Torres, II duque de Sanlúcar la Mayor, conde de Aznalcóllar, caballero calatravo (1622), virrey de Nápoles (13 de noviembre de 1637-6 de mayo de 1644), consejero de Estado (1627), presidente de los Consejos de las Órdenes y de Italia, que fuerayerno fugaz del conde-duque de Olivares— y de su segunda esposa, Ana Caraffa Gonzaga y Aldobrandini (1617-1644) —VI princesa de Stigliano, VII duquesa de Mondragone, V de Sabbioneta y Trajetto, condesa de Fondi, Aliano y Piadena—, con quien contrajo matrimonio en Nápoles en mayo de 1636. Su hermano mayor, Nicolás de Guzmán y Caraffa (1637- 1689), que heredaría los títulos paterno-maternos y sería caballero del Toisón en 1649, nació en el palacio real partenopeo el 22 de marzo de 1637. Su madre estaba encinta el 6 de mayo de 1644, cuando el padre fue sustituido en el virreinato; el matrimonio se instaló entonces en el palacio familiar de Portici, a las afueras de Nápoles, de donde el duque de Medina hubo de partir a España sin poder hallarse presente ni en el parto de su tercer varón, Domingo (1644- 1674), ni en los postreros momentos de su esposa, que falleció el 8 de octubre del mismo año. Del nacimiento de Anielo no se ha hallado aún vestigio documental, aunque Vivonne, el general francés a quien hubo de enfrentarse en el último de sus destinos militares, afirma que tenía treinta y cinco años recién cumplidos (“à peine âgé de trente-cinq ans”) cuando se hizo cargo del virrenato siciliano (22 de septiembre de 1676), de donde resultaría haber nacido durante el verano de 1641. Sucedió además en los títulos como III conde de Lumiares y II duque de Nocera.

Comenzó su carrera militar a los diecisiete años, levando en la Corte —a sus expensas— una compañía para el Tercio de Infantería de Francisco de Guzmán, hijo del marqués de la Algaba, con el cual se halló en la defensa de Badajoz, durante el largo asedio portugués (13 de junio-14 de octubre de 1658). Casi al comienzo del mismo, el 23 de junio, moría el maestre de campo Pedro de Paniagua y Zúñiga, marqués de Lanzarote, siendo designado su hijo, el capitán de caballos Antonio Paniagua y Loaisa (1638-1687), luego I marqués de Paniagua (1683), para sucederle al mando del tercio paterno, por lo que Anielo recibió la compañía de caballos que éste dejó vacante.

Curiosamente, cuando en la primavera de 1662, el citado Antonio Paniagua fue promovido al generalato de la Artillería de Cataluña, Anielo fue llamado de nuevo a cubrir su vacante, ahora en un tercio de la Real Armada que, desde 1664, sería denominado Provincial de Madrid. Lo mandó durante toda la campaña de aquel año, hallándose en los sitios y conquistas de Borba (13 de mayo); Juromenha (9 de junio) —donde se adueñó del camino cubierto y puente de la tenaza (30 de mayo de 1662), en los que previamente habían sido rechazados otros tercios— y Monforte (28 de junio de 1662), que aparejaron la sumisión de Veiros, Assumar, Cabeço de Vide, Fronteira, Alter Pedroso y Alter do Chão. Ouguela y Crato, defendidas por fuertes castillos, ofrecieron resistencia, especialmente la última, a cuyo gobernador mandó ahorcar Juan de Austria cuando tomó la plaza (29 de octubre), que ordenó incendiar después.

La campaña siguiente comenzó con los mejores auspicios, pues tras salir el ejército de Badajoz (6 de mayo), se presentó el 15 ante Evora, “14 leguas al interior del reino” y capital de la provincia de Alemtejo.

El 20 abrieron brecha las baterías y la ciudad demandó capitular, lo que se concedió el 23. Pero los portugueses habían enviado ya un poderoso ejército de socorro, muy reforzado por contingentes anglofranceses y Juan de Austria, dejando fuertemente presidiada la plaza, decidió regresar a Badajoz. No pudo conseguirlo sin verse obligado a dar batalla en el lugar de Ameixal, “a media legua de Estremoz”, la tarde del 8 de junio. Refiere un testigo que los ingleses, “apresurando el paso con tal gritería, dejaron a los nuestros tan aturdidos que ni acertaban a huir ni a pelear.

Hubo, no obstante, en el tercio de don Anielo, por los muchos ruegos de aquel valeroso capitán, quienes disparasen; pero viendo ya a algunos volver infamemente las espaldas, siguieron su ejemplo, abandonando a aquel pobre caballero con algunos otros a la discreción del enemigo” (Estébanez Calderón, 1955: 182). Ameixal fue la derrota más vergonzosa en la historia de los tercios, pero no el desastre que los portugueses tanto exageraron. Anielo, junto con el marqués de Heliche, el conde de Escalante y un puñado de camaradas que cumplieron con su deber, cayó prisionero; una prisión que se prolongaría, en el castillo de San Jorge de Lisboa, durante casi cinco largos años, ya que no fue liberado hasta la conclusión del tratado de paz, firmado en Lisboa, el 11 de febrero de 1668.

Durante su prisión, su padre concertó su boda con Leonor de Moura y Aragón (c. 1642-1706), hija mayor y heredera de Francisco de Moura Corterreal y Melo (1610-1675), III marqués de Castel Rodrigo, II conde de Lumiares y I duque de Nocera. Las cláusulas matrimoniales se concertaron a finales de 1663, siendo el marqués virrey de Cataluña; así, cuando regresó a la corte, el 14 de febrero de 1664, el continuador de los Avisos de Barrionuevo pudo escribir: “Anoche entró en esta corte el Marqués de Castel Rodrigo, y toda la grandeza de ella le salió a recibir, acompañado de su consuegro, el señor duque de Medina delas Torres. Dicen que los portugueses cargan su palabra al señor don Anelo para que venga a casarse y que, hecho el casamiento, vuelva a la Lisboa a continuar su prisión”. No hubo tal. Alfonso VI, emparentado con Anielo por su madre, Luisa de Guzmán, “denegó su rescate, rechazando ventajosas ofertas, y también el permiso para venir a la Corte, bajo palabra de volver a prisión, apenas celebrase el concertado matrimonio” (Maura, 1915: 96-97). Así pues, la boda no pudo celebrarse, como pronto, hasta 1668, cuando el padre de la novia se hallaba ausente en Flandes fungiendo la gobernación general de aquellos estados (1665-1668). A su regreso, fue designado presidente del Consejo Supremo de Flandes y caballerizo mayor de la Reina gobernadora. La Colección Salazar y Castro, de la Real Academia de la Historia, preserva una carta autógrafa suya (7 de septiembre de 1669), en la que participa a un tercero dicho nombramiento, pero en el catálogo de Cuartero (n.º 154) consta atribuida erróneamente a Anielo, que no sería marqués de Castel Rodrigo hasta la muerte de su suegro, sobrevenida en Madrid el 26 de noviembre de 1675.

Anielo mantuvo la titularidad de su tercio hasta el otoño de 1669, no habiendo sido éste proveído aún el 27 de noviembre de dicho año; por las mismas fechas, o a comienzos del año siguiente, fue promovido al generalato de la Artillería de Cataluña y, en 1673, sucedió al santiaguista Diego Correa y Pantoja, con quien había compartido prisión en Portugal, como general de la caballería del Principado. La mandó durante la campaña de 1674 en el Rosellón, donde tras tomar Maureillas, rechazó y capturó al general Labrette en el primer combate del rio Tech, lo que provocó la caída de Boulou. Después asistió a las conquistas de San Juan de Pagés, Ceret y Bellegarde, y a una nueva victoria contra los franceses a orillas del Tech, pero ésta vez sobre el mariscal Schomberg (19 de junio de 1674), en la cual el político e historiador Cánovas del Castillo, que fuera jefe de gobierno y director de la Real Academia de la Historia, le concedió una parte importante del éxito: “Acometió Schömberg nuestra ala derecha, donde habia dos tercios catalanes que se defendieron valerosamente y dieron tiempo a que, llegando el conde de Lumiares con buen golpe de jinetes, destrozase a los franceses obligándo a la infantería a ponerse en fuga”.

Sin embargo, no serían sus acreditadas virtudes castrenses las que determinaron su nombramiento como virrey de Sicilia, sino un execrable cohecho. En junio de 1675, la Reina Gobernadora, en nombre del todavía menor de edad Carlos II, concedió la llave de gentilhombre de la Cámara con ejercicio a su favorito Fernando Valenzuela, “el duende de Palacio”, que ya se perfilaba como nuevo valido. El duque de Medinaceli, sumiller de corps, a quien correspondía tomarle el juramento, se negó reiteradamente a hacerlo pero, tras la muerte de Castel Rodrigo, se prestó a ello el príncipe de Astigliano, también gentilhombre, vicedecano de la Orden del Toisón y hermano mayor de Anielo, obteniendo a cambio la presidencia de Flandes para él y la promesa del virreinato de Sicilia para su hermano. El 8 de julio del siguiente año, apenas Valenzuela obtuvo la preeminencia sobre los demás gentiles-hombres de la Cámara, consiguió de la Reina el decreto de nombramiento de virrey para Anielo “sin que precediese la regular consulta de los Consejos de Estado y de Italia” (Codoin, 1877: 12). Cuando el secretario del Despacho Universal, marqués de Mejorada, planteó a la Reina la irregularidad del procedimiento, el valido le sustituyó del cargo efectivo, sin privarle de sus gajes, por Jerónimo de Eguía, que firmó la patente el 10 de agosto de 1676 (Maura, 1915: 275). Anielo tomó posesión de su nuevo empleo el 22 de septiembre del mismo año.

Tras el desastre naval de Palermo (2 de junio de 1676) — que constituyó la excusa para remover de su cargo al marqués de Villafranca, pese a que no tuvo ni parte ni responsabilidad en el mismo— la revuelta de Messina, apoyada por Luis XIV, amenazaba con extenderse a toda la parte oriental de la isla, donde los franceses tenían ya Augusta desde el verano de 1675. Cuando Castel Rodrigo llegó a su destino, se instaló en Catania para tratar de evitar la progresión gala desde el sur, pero no pudo impedir que estos ensancharan su cabeza de puente al tomar los castillos de Brucoli y Melilli, amenazando a Sortino, única vía de comunicación entre Siracusa y Catania, que pudo mantenerse. Dueños del mar, los franceses ocuparon sorpresivamente Taormina (16 de octubre), así como el resto de plazas costeras entre dicha plaza y Messina.

Ante la gravedad de la situación, el virrey envió a la corte, a finales de 1676, un extenso memorial en el que advertía del peligro que corría todo el reino, solicitando al Rey que, de no suministrarle socorros cuantiosos e inmediatos, le relevara del cargo para eludir la responsabilidad de ser él quien lo perdiera. Solo Carlentini, Lentini y Catania impedían a los franceses controlar el litoral entre Augusta y Messina pero, inopinadamente, el mariscal Vivonne puso prematuro fin a su ofensiva, que carecería de continuidad el añosiguiente. Aprovechando el respiro, Anielo se trasladó a Palermo el 5 de enero de 1677 (Laloy, 1929: 183), de donde ya no volvería a salir. Allí fallecería repentinamente, quedando su esposa a cargo del gobierno interino de la isla hasta la llegada de un nuevo virrey.

Aunque las genealogías suponen su matrimonio estéril, lo cierto es que ambos cónyuges procrearon un temprano fruto: “Félix de Guzmán y Carrafa, natural de Madrid, hijo Anelo de Guzmán y Leonor de Mora; abuelos paternos: Ramiro Núñez de Guzmán y Ana Carrafa”, como inequívocamente prueba su expediente de recepción en la Orden jerosolomitana en 1687. La existencia de éste vástago, nacido en Madrid hacia 1669-1670, pasó inadvertida a los genealogistas —véanse, por ejemplo Caetano de Sousa (1743) o Álvarez y Baena (1789)— descubriéndola Raffaele Raimondo (1974), aunque éste le suponía de pocos meses a la muerte paterna y fallecido en tierna edad.

Pero tenía siete años cuando quedó huérfano de padre y, por entonces, quedaba no sólo como heredero cierto de la casa de Castel Rodrigo, por vía materna, sino también más que probable sucesor de la de su abuelo —que incluía la de los Guzmanes, tan acrecentada por el conde-duque de Olivares, los Caraffa de Maddaloni y los Gonzaga de Sabbioneta— dado que su tío Nicolás, caballero del Toisón, II duque de Medina, príncipe de Astigliano, etc., no había procreado descendencia desde su lejano matrimonio (1657) y no era previsible que la lograra; como así fue cuando murió en Madrid, el 7 de enero de 1689.

Pues bien, a medio año escaso de suceder en ella, Félix desapareció del mundo en 1688, cuando viajaba a Malta para cumplir el obligado trienio de servicios en las galeras de la orden, muerte tan oportuna aunque más silenciosa la de su tío Domingo, porque ambas constituían un obstáculo para los pleitos sucesorios que después desgajarían su inmensa herencia: la práctica totalidad de la italiana y buena parte de la española.

Puede que Domingo pusiera algo de su parte para labrar su desgracia; Gregorio Marañón le hizo maestre de campo pero lo cierto es que hubo de abandonar la corte, con veinte años, tras matar en duelo (22 de mayo de 1664) al marqués de Almazán. Luego vivió entre Génova y Bolonia, cosechando fama de “spadaccino e donnaiuolo”, pero no fue “ammazzato, con archibugiate, di notte per [...] cagion d’onore”, sino porque había de por medio feudos que importaban cientos de miles de escudos en rentas, a pesar de que no constituía más que el segundo eslabón de la cadena sucesoria, inmediatamente subordinado a su sobrino Félix. La suerte de éste, no por más desconocida es menos excogitable, como torna sospechosa su desaparición genealógica —aportación de parte en pleito y en todas obliterada—, como si hubiera mediado algún acuerdo tácito para echar tierra sobre tan feo asunto. En fin, desaparecido el hijo y heredero, su madre volvía a constituirse en objeto de deseo y el mismo año contrajo segundas nupcias con Carlos Homodei Pacheco y Laso de la Vega, II marqués de Almonacid, que no logró perpetuarse en la casa de Castel Rodrigo. En cuanto a la verdaderamente mollar —las de Gumán, Caraffa y Gonzaga—, que Félix habría recibido íntegra, quedaría muy repartida al recaer en su media tía María Sinforosa de Guzmán (1665-1698), fruto del tercer y último matrimonio de su abuelo, a quien la agnación privaría de gran parte de aquellos títulos y señoríos.

 

Fuentes y bibl.: Archivo Histórico Nacional, secc. Ordenes Militares, San Juan, exp. 25.399, Expediente de pruebas para la concesión del título de caballero de la orden de San Juan de Jerusalén a Félix de Guzmán Carrafa, natural de Madrid, 1687; Calatrava, exp. 1801, Expediente de pruebas para el título de caballero de la Orden de Calatrava de Ramiro Núñez de Guzmán y Quiñones, natural de Burgo de Osma, Marqués de Toral, 1622; Estado, leg. 1301, apd.1, Relación de los servicios militares del capitán Martín Gómez Serrano, 1673; Estado, leg. 1361, apd.1, Relación de los servicios militares del maestre de campo Alonso Juan de Valdés e Inclán, 1699; Archivo General de Indias (Sevilla), secc. Indiferente, 124, n.º 14, Relación de los servicios militares del capitán Iñigo de Aranguren y Aguirre, caballero de Santiago, 1672.

A. Von Reumont, The Carafas of Maddaloni: Naples Under Spanish Dominion, London, William Clowes, 1853, págs. 224-228; “Menor edad de Carlos II”, en Colección de Documentos Inéditos para la Historia de España, t. LXVII, Madrid, M. Ginesta, 1877, pág. 12; J. de Barrionuevo, Avisos (1654-58) y apéndice anónimo (1660-64), t. IV, ed. de A. Paz y Meliá, Madrid, M. Tello, 1892-1894, págs. 459, 521, 524 y 539; L. V. de Rochechouart, maréchal de Vivonne, Correspondance du maréchal de Vivonne relative à l’expédition de Messine, t. I, ed. de J. Cordey, Paris, Renouard, 1910, pág. 394; A. Cánovas del Castillo, Historia de la decadencia de España desde el advenimiento de Felipe III al Trono hasta la muerte de Carlos II, t. I, Madrid, Gutenberg, 1910, págs. 608 y 629- 630; G. Maura Gamazo, Carlos II y su Corte. Ensayo de reconstrucción biográfica, t. II, Madrid, F. Beltrán, 1915, págs. 268 y 274-275; E. Laloy, La révolte de Messine: l’expedition de Sicile et la politique française en Italie (1676-1678), Paris, C. Klincksieck, 1929; B. Cuartero y Huerta, Índice de la colección de Don Luis de Salazar y Castro, Madrid, Real Academia de la Historia, 1949; G. Maura Gamazo, Vida y reinado de Carlos II, t. I, Madrid, Espasa Calpe, 1954, págs. 38-39, 91, 236, 341 y 346; “Relación de lo sucedido a las armas católicas en Extremadura desde el 6 de mayo hasta el 10 de junio, de 1663”, en S. Estébanez Calderón, Vida y Obra de Serafín Estébanez Calderón, t. II. Madrid, Atlas, 1955 (Biblioteca deAutores Españoles, n.º 79), apéndice F, pág. 182; Estado Mayor Central del Ejército, Heráldica e historiales del Ejército, t. III, Madrid, Servicio Histórico Militar, 1969, pág. 358; R. Raimondo, “Potenza, ricchezza e infelicità. Due famiglie preseguitata dalla sventura”, en La Torre, n.º 5/74 (Torre del Greco, Napoli) (abril de 1974) (ed. electrónica); G. Gascón de Torquemada, Gaçeta y nuevas de la Corte de España desde el año 1600 en adelante, Madrid, Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía, 1991, págs. 388 y 406; A. Baviera Albanese, “I ventisette giorni di ‘governo’ nel Regno di Sicilia di Eleonora de Moura y Moncada, marchesa di Castel Rodrigo (16 aprile-13 maggio 1677)”, en Archivio Storico Siciliano (Palermo, Società Siciliana di Storia patria), Annuario, IV Serie, XXIV, fasc. 1 (1998), págs. 267-302; L. A. Ribot García, La Monarquía de España y la guerra de Mesina (1674-1678), Madrid, Actas, 2002.

 

Juan Luis Sánchez Martín

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