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José Rico Cejudo

Biografía

Rico Cejudo, José. Sevilla, 27.III.1864 – 25.X.1939. Pintor.

Hijo de Manuel Rico y Mellado, humilde artesano, y Ana Cejudo. Tras los estudios primarios entra en la Escuela de Bellas Artes de su ciudad natal con Ussel de Guimbarda y Eduardo Cano como principales maestros, al tiempo que frecuenta el taller de García Ramos.

Por su aplicación, en 1883 recibe un galardón en la clase de dibujo de Antiguo, aunque, como alumno de la Academia, aún obtendrá con El niño de la paloma el premio en metálico patrocinado por el conde de Casa-Galindo en 1887. Un año después logra una pensión del Ayuntamiento sevillano para estudiar en Roma, desde donde, en 1889, envía Una pompeyana y un Estudio de desnudo. Evocaciones de la Antigüedad de obligado corte académico, dada su condición de becado, en la misma línea remite una Vestal romana a la Nacional de Bellas Artes de 1890, obra donde la crítica ya observaría las buenas maneras del autor.

Persona de gran cordialidad, en 1892 Rico, junto al valenciano Vivó, no tendría inconveniente en caracterizarse como odalisca durante el baile de Carnaval que, como todos los años, celebraban los miembros españoles del Círculo Artístico Internacional en su sede de via Margutta. La fiesta, que ese año incluía la recreación de un café árabe, no pasaría desapercibida en Roma, y tanto La Ilustración Española y Americana como La Ilustración Artística se harían gráficamente eco del festivo evento. En 1893 envía al consistorio hispalense La bendición pascual en Roma, lienzo donde, como en trabajos anteriores, muestra un dibujo firme y un sobrio aunque brillante uso del color.

Mientras, sus esporádicas visitas a Venecia le inspiran la realización de diversas vistas de la ciudad a pequeño formato y abocetada factura que en su mayoría regalará, con dedicatorio incluida, a sus amigos.

En 1895 regresa a Sevilla como artista de prestigio y remite a la Nacional de Madrid la antes citada Bendición pascual en Roma, que le proporciona una mención honorífica. No obstante, Rico pronto abandonaría el clasicismo italianizante de su etapa romana para plasmar la actividad cotidiana de la Sevilla de su tiempo.

Así, mostrará a muchachas conversando en huertos, patios o terrazas, o a joviales gitanas o jóvenes floristas en escenas como Echando la buenaventura, La venta del tío Fauga, La vendedora de flores o La visita del cura, producciones plenas de luz y donde el minucioso pincel del maestro siempre parece atento a mostrar con detalle los zócalos de azulejos, los tiestos con flores o los emparrados que sirven de entorno a los personajes.

La gran demanda de esas obras por parte de coleccionistas locales o visitantes extranjeros de la ciudad llegará a exigirle un febril ritmo de trabajo en su taller.

No menos agitada será su faceta expositiva, pues ya en 1896 envía En oración a la muestra organizada por el Centro de Bellas Artes de Sevilla en los salones del Ateneo, entidades ambas de las que Rico, partícipe activo del mundo artístico local, pronto se haría miembro. Un año después remite Echando las cartas y Juerga en Sevilla al mismo certamen, así como ¡Pobre huérfana! a la correspondiente Exposición Nacional, consiguiendo en la celebrada dos años después una nueva mención honorífica con Contrato matrimonial, lienzo adquirido por la Diputación Provincial de Cádiz.

Presente también en otras muestras pictóricas andaluzas, es galardonado con primera medalla en la Exposición provincial de Málaga de 1901 por Consolatrix aflictorum, pieza de temática religiosa que Rico sólo trataría ocasionalmente, para obtener un año después similar galardón en la Regional de Granada o acudir en 1903 a la exposición organizada en Almería por la Academia de Bellas Artes local.

Casi en paralelo, en 1897 inicia una larga e intensa actividad docente al impartir clases de Dibujo en la Academia Politécnica, siendo nombrado en 1905 profesor Ayudante en la Escuela de Artes e Industrias y Bellas Artes antes de obtener, mediante oposición, plaza de profesor auxiliar en dicho centro. En él impartirá, con un trato siempre amable y espontáneo hacia sus alumnos, toda clase de materias, desde Dibujo Artístico y Perspectiva a Colorido y Composición.

Por otro lado, en 1907 ingresa como miembro de número en la Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría al ocupar el sillón de Emilio Sánchez Perrier, recién fallecido.

Asiduo participante en las Exposiciones Nacionales, donde se detecta su presencia hasta finales de los años veinte, en el certamen de 1906 vuelve a obtener, como en 1895, 1899 y 1904, mención honorífica con La promesa, repitiendo ese galardón en 1908 con el Retrato de don Ernesto Luque y Maraver, género este que no abordaría en exceso. Asimismo, con Un asunto andaluz logra medalla única en la Exposición de Bellas Artes celebrada en México en 1910 con motivo del Centenario de su Independencia. Por esta época realiza, además, diversos paisajes en el entorno de Alcalá de Guadaíra, con especial predilección por los pinares de Oromana, reproducidos con rápido trazo e inmersos en un apacible ambiente de silencio y quietud donde la figura humana apenas está presente.

Por otro lado, la percepción más verista de los personajes y su entorno en sus nuevos asuntos populares toma claro ejemplo en Futuros astros del toreo, lienzo protagonizado por unos maletillas que presenta en la Nacional de 1915. La tercera medalla conseguida en el certamen oficial de 1920 con Floristas en el parque de María Luisa, obra de fuerte volumen en los personajes y con una dinámica atmósfera plena de reflejos lumínicos, no haría sino confirmar las características de su nuevo estilo. El cuadro, además, es adquirido por el Estado por 3000 pesetas y destinado al Museo de Arte Moderno de Madrid. También interesado en la búsqueda de inéditos reflejos de luz, en telas como Monaguillos preparando el Rosario, El bautizo en sus diferentes versiones o Preparando el Rosario, ésta de 1922, consigue sugerentes atmósferas a base de contrastes lumínicos de gran efecto.

Mientras, en 1916 realizaba el cartel de las Fiestas de primavera en Sevilla, obra de dibujo vigoroso y equilibrada disposición de los personajes que tendría correspondencia en las muchachas protagonistas de su lienzo Feria en el Aljarafe. Partícipe habitual en las exposiciones de pintura española organizadas por José Pinelo en Buenos Aires a través de personajes populares de su tierra, en 1920 y 1921 se muestra más cercano al paisaje y exhibe diversos rincones de su ciudad natal en formato de tríptico. Al respecto, del último año citado se podría mencionar El palacio de las Dueñas, adquirido a buen precio por un coleccionista bonaerense.

A continuación, entre 1922 y 1923 acude a las muestras del Ateneo de Sevilla con El pertiguero o Limpiando el cobre, o a la organizada en Alcalá de Guadaíra con trabajos de los miembros del grupo que habían popularizado la localidad.

Rico también escribirá algunas novelas, como Las rosas de la amargura y María del Carmen, así como artículos en los periódicos sevillanos sobre diversas materias artísticas en los que haría gala de sus amplios conocimientos en dicho campo. Miembro del patronato del Museo Provincial de Bellas Artes y académico consiliario de la Real de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría desde 1934, año de su jubilación como docente, también sería honrado con la encomienda de la Orden Civil de Alfonso XII.

Al presentarse en Madrid en 1936 para concursar en la fallida Nacional de ese año, el comienzo de la Guerra Civil le obliga a permanecer en la capital durante toda la contienda, teniendo aún tiempo de realizar nuevos cuadros de corte costumbrista, como Pareja de paisanos, de 1938. Terminado el conflicto bélico se traslada a Sevilla para, poco después, fallecer durante el mes de octubre de 1939.

 

Obras de ~: El niño de la paloma, 1887; Una pompeyana, 1889; Estudio de desnudo, 1889; Vestal romana, 1890; La bendición pascual en Roma, 1893; En oración, c. 1895; Echando la buenaventura, c. 1896; Juerga en Sevilla, c. 1896; Pobre huérfana, c. 1896; Contrato matrimonial, c. 1898; Consolatrix aflictorum, c. 1900; La visita del cura, c. 1905; Pinares al atardecer, 1909; Pinares al atardecer en Oromana, c. 1909; Futuros astros del toreo, 1915; Feria en el Aljarafe, c. 1916; El aguador, c. 1916; Floristas en el parque de María Luisa, 1920; El bautizo, c. 1921; El pertiguero, c. 1922; Preparando el Rosario, 1922; Monaguillos preparando el rosario, c. 1922; Limpiando el cobre, c. 1922; Pareja de paisanos, 1938.

 

Bibl.: F. Cuenca, Museo de Pintores y Escultores Andaluces contemporáneos, La Habana, Rambla y Bouza, 1923 (reed. facsímil, Málaga, Unicaja, 1996), págs. 310-312; J. Cascales y Muñoz, Las Bellas Artes plásticas en Sevilla desde el siglo XIII hasta nuestros días, Toledo, Imprenta Colegio de Huérfanos, 1929, págs. 257-260; B. de Pantorba, Historia y crítica de las Exposiciones nacionales de Bellas Artes celebradas en España, Madrid, Ed. Alcor, 1948; págs. 358 y 402; F. Collantes de Terán y Delorme, El patrimonio monumental y artístico del Ayuntamiento de Sevilla, Sevilla, Ayuntamiento, 1967, págs. 39, 42-44 y 59; E. Valdivieso, Historia de la pintura sevillana. Siglos XIII al XX, Sevilla, Ed. Guadalquivir, 1986, págs. 438-440; A. Banda y Vargas, Un siglo de arte sevillano, Sevilla, Ayuntamiento de Dos Hermanas, 1987, págs. 94-95; C. González y M. Martí, Pintores españoles en Roma (1850- 1900), Barcelona, Ed. Tusquets, 1987, pág. 179; L. Quesada, La vida cotidiana en la pintura andaluza del XIX, Madrid, Banco de Bilbao, 1987, págs. 36-37 y 101-103; J. A. Sánchez Trigueros, Concha Barrios y la pintura del siglo XIX. Diez años de Exposiciones (1978-1988), Madrid, Gráficas Júcar, 1988; E. Valdivieso, La pintura del siglo XIX en el Museo de Sevilla, San Sebastián, Caja de Guipúzcoa, 1988; L. Quesada, Pintores andaluces de la Escuela de Roma (1870-1900), Sevilla, BBV, 1989, págs. 25-26 y 97-99; R. Izquierdo y V. Muñoz, Museo de Bellas Artes. Inventario de pinturas, Sevilla, Junta de Andalucía, 1990, pág. 246; L. Quesada, La vida cotidiana en la pintura andaluza, Sevilla, Ed. Gudalquivir, 1992, págs. 292- 293 y 314-319; VV. AA., Cien años de pintura en España y Portugal (1830-1930), vol. 9, Madrid, Ed, Antiquaria, 1993; págs. 119-123; A. Banda y Vargas, “De la Ilustración a nuestros días”, en Historia del Arte en Andalucía, vol. 8, Sevilla, Ed. Gever, 1994, págs. 310-312; T. Falcón Márquez, Sevilla en fiestas, Sevilla, Caja San Fernando, 1997, págs. 11 y 68-77; VV. AA., Pintura del siglo XIX en la Colección Bellver, Córdoba, CajaSur, 1997, págs. 24-25 y 134-139; VV. AA., Guía del Museo de Bellas Artes de Sevilla, Sevilla, Aldeasa, 2000; pág. 107; J. Fernández Lacomba, La Escuela de Alcalá de Guadaíra y el paisajismo sevillano, Sevilla, Diputación Provincial, 2002, págs. 89, 100, 236-239 y 289-290; G. Pérez Calero, “Rico Cejudo, José”, en Diccionario de ateneístas, vol. 2, Sevilla, Ateneo de Sevilla, 2004, págs. 294-297.

 

Ángel Castro Martín

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