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Anastasio Pantaleón de Ribera

Biografía

Ribera, Anastasio Pantaleón de. Madrid, 1600 – 27.II.1629. Poeta jocoso, dramaturgo, narrador.

Poco se sabe de la vida de Pantaleón de Ribera. No hay referencias a su vida familiar y breves son las noticias sobre su formación. José Pellicer, editor de sus obras póstumas, que fue condiscípulo de Pantaleón, afirma: “Yo concurrí con él en conocimiento familiar primero, y amistad estrecha después, desde los rudimentos pueriles de la Cartilla, hasta las mayores Letras en Alcalá y Salamanca” (I, 19). De hecho, consta que estudió en las universidades de Salamanca y de Alcalá; que cursó leyes en dichas universidades, que era ducho en griego y latín y, de acuerdo con su amigo Pellicer, que dominaba con bastante soltura el italiano, el francés y el portugués. Se nombra a sí mismo poeta gongorino: “Poeta soy gongorino, / imitador valeroso / del estilo que no entienden / en este siglo los sordos” (ms. fol. 107r.). Se destacó, informa Pellicer, en las academias de Madrid que frecuentaba, siendo reconocido como un “perfecto poeta, pero historiador excelente”.

Aparte de las estancias de Pantaleón de Ribera en Salamanca y Alcalá como estudiante, pasó el resto de su vida en Madrid. Protegido por el marqués de Velada y San Román, gobernador de Orán, le asignó una pensión eclesiástica de doscientos ducados anuales.

También fue protegido por el duque de Cea, nieto y sucesor del duque de Lerma. En la dedicatoria de un romance, de 1628 (II, 253), y en la dedicatoria del poema “El Búho”, se nombra criado del duque de Lerma. Obsequió con sus poesías al conde de Saldaña, al conde de Sástago y a los duques de Híjar y Medinaceli. Protegido por la Corona, cayó en desgracia por una sátira que pudo molestar al conde duque de Olivares. Se conjetura, sin datos históricos, que Pantaleón de Ribera en su poema “Vexamen de la Luna” alude humorísticamente a la promiscuidad sexual de Felipe IV. Y se pensó que en una ocasión se burlaba del mujeriego Diego de Silva, y que bajo las varias máscaras con que se presentó en el “Vejamen de la Sirene”, tales como “el Príncipe Leopanto, Conde del Dizque”, “el Conde Príncipe o el Príncipe Conde” (ms. fols. 126r., 132v.), aludía con sutil burla al conde-duque de Olivares (1587-1645).

Murió un martes de Carnestolendas. El duque de Lerma costeó su entierro, que tuvo lugar el día siguiente, el miércoles de ceniza de 1629. De acuerdo con Pellicer (I, 24-25), murió de unas heridas que recibió equivocadamente: “habiendo padecido continuos veinte meses graves dolencias, procedidas todas de una herida que le dieron inadvertidamente” (I, 24- 25) dos franceses en la calle del Prado. Pero es posible que se oculte la causa de su muerte. En un romance dirigido al duque de Lerma habla Pantaleón de Ribera de su enfermedad sifilítica. De hecho, el autor de los epígrafes que incluyen los poemas, en la edición que saca Pellicer, se hace constar “el achaque de que murió” (II, 133). Confiesa que “a puro sudar la gota / tan gorda como yo mismo / por Pantaleón de Algalia / me tienen ya los amigos” (ms., fol. 84). En otro testimonio afirma: “Una mazorca de bubas / tengo en este cuerpecito”. Recoge la misma información Francisco Benegasi y Luján, poeta burlón e irónico, que nace a mediados del siglo XVII. En un romance que incluye en sus Obras líricas joco-serias que dejó escritas el señor don Francisco Benegas, publicadas póstumamente (Madrid, 1746), y que dedica a Gaspar Mendoza por haberle regalado las obras de Pantaleón, parafrasea un romance de éste observando: “Murió pobre. ¡Fue poeta, / y de bubas! ¡Qué desgracia!”.

Su fama como personaje estrafalario, tanto en su vestir como en su fisonomía, la fijó el retrato que de él hace Palomino de Castro y Velasco y la información que incluye en El museo pictórico y escala óptica a la que se añade la exótica descripción que recrea Adolfo Bonilla y San Martín en sus Vejámenes literarios. Pantaleón de Ribera se mofa de sí mismo, de sus bubas, de sus sudores y cuerpo maltrecho, de sus aficiones y lecturas, de su conducta como gran mujeriego, espadachín de mal genio, un tanto descarado. También pintó su retrato Diego de Lucena. El mismo Pantaleón recrea su “mito”, que la imaginación de otros lectores expande. Se proclama “imitador valeroso / del estilo que no entienden / en este siglo los sordos” (ms. fol. 107r.). Asocia su misma figura con lo demoníaco y perverso, imágenes frecuentes en su obra literaria.

Pero a la vez, de acuerdo con el testimonio de Pellicer (I, 33), era “discípulo confesado de toda la gente”, nunca envidioso de los logros de los demás. Sin embargo, no falta en su poesía la descripción grotesca, de mal gusto; el retrato descarnado de sus “amigas”. Sus máscaras son ilustrativas. Se presenta como “Príncipe Lepanto”, “conde del Dizque”, “Pantaleón de Agalia”, “El Caballero Griego”, “Espantaleón”, “malhablado y maldiciente”. Pero su fisonomía es no menos chocante: se sabe que era moreno y calvo, algo tuerto, con un anteojo sobre el ojo izquierdo, poeta festivo, chocarrero, académico e historiador, concursante en justas poéticas; en la que se celebra, por ejemplo, con ocasión de la beatificación de san Isidro, en 1620. Entre los papeles que se escribieron para estas fiestas están los versos de Pantaleón de Ribera y los de su contrario Juan Ruiz de Alarcón. Fue un asiduo concurrente a la Academia de Madrid, que se reunía en casa de Francisco de Mendoza, secretario del conde de Monterrey.

Su lado más pintoresco lo señala como galán de muchas amigas, como sifilítico (posible causa de su muerte) y como gran bufón de sí mismo. Mantuvo una estrecha amistad con José Pellicer, el futuro cronista de Palacio y gran comentarista de las Soledades de Luis de Góngora. Al poeta cordobés le dedicó Pantaleón de Ribera la Fábula de Europa. Su obra fue recogida póstumamente bajo el título de Obras poéticas; sale en Madrid, en 1634, en edición de José Pellicer.

Así lo describe, con fina ironía, Lope de Vega en el Laurel de Apolo (1630), ya muerto Pantaleón de Ribera: “Para pintar las partes de Anastasio / será corto pincel el de Parrasio, / y pues ya tienes de él tantas premisas, / más valen que se queden indecisas; / apresuró sus días mal contento / de que no ejecutó su entendimiento” (silva VII, vv. 503-508). En La Gatomaquia se mofa Lope del altisonante apellido trocando Pantaleón de Ribera por “Pantaleón de la Parrilla”: “al señor Anastasio / Pantaleón de la parrilla invoco, / porque de su tabaco / me dé siquiera cuanto cubra un taco” (silva VII, vv. 149-152). Cayetano A. de la Barrera y Leirado cita dos obras de teatro atribuidas a Pantaleón: el Origen de los Machucas, o hacer la oliva laurel y El blasón de los Machucas, posibles comedias escritas “de repente”, improvisadas. Latassa le atribuye una “colección de los dichos agudos y festivos”, que ve la luz en Madrid, en 1630. Algunos de sus escritos aparecen en colecciones varias, como en la Relación de las fiestas que ha hecho el Colegio Imperial de la compañía de Jesús (Madrid, 1622), recopiladas por Fernando de Monforte y Herrera; también en el Parnaso español de Juan José López de Sedano, y en Poetas líricos de los siglos XVI y XVII de Adolfo de Castro. Muchas de sus poesías se incluyeron en manuscritos que contienen Poesías varias (mss. 3884, 20355 y 3661 de la Biblioteca Nacional). La edición de Rafael Balbín Lucas, que sale en 1944, recoge con variantes y adendas, la que dio a la luz Pellicer, en 1648.

Francisco Nieto de Molina, en el prólogo a su Fabulero (Madrid, 1764), califica las poesías de Anastasio Pantaleón de “agradables”, y lo incluye a la par con otros destacados ingenios de la época. Pérez de Montalbán, el gran amigo de Lope, realza su figura en el Orfeo en lengua castellana (1624), y dentro de la estela lírica de Góngora, Pellicer lo encomia en exceso. José Camerino intercala en la La dama beata algunas anécdotas de Pantaleón al igual que Gabriel del Corral en la Cintia de Aranjuez (1629). Su fama traspasó los Pirineos, pues Adrien Baillet escribía sobre Pantaleón en sus Jugements des Savans (1685): “Sus versos son finos, elegantes y dotados de una sal que hace de sus bromas no sean nunca sin gracia”. El crítico francés apuntaba a los rasgos más destacados de la obra de Pantaleón de Rivera: humor, sátira, vejamen, ingenio, burla.

 

Obras de ~: Quaderno de Versos de Anastasio Pantaleón, al excelentísimo señor Marqués de Velada, gobernador de Orán, mi señor, Biblioteca Nacional de España (BNE), ms. 3941, 151; Poesías varias, I, BNE, ms. 3884; Sonetos varios recogidos aquí de diferentes autores así de manuscritos como de algunos impresos por José Maldonado, BNE, ms. 20355; Poesías varias y otros papeles, BNE, ms. 3661; Obras de Anastasio Pantaleón de Ribera. Ilustradas con la protección del Ilustrísimo y Excelentísimo Señor don Rodrigo de Silva y Mendoza, cuarto duque de Pastrana [...], por don José Pellicer de Tovar, Madrid, Francisco Martínez, 1634 (Zaragoza, Diego Dormer, 1640; Madrid, Diego Díaz de la Carrera, 1648; Madrid, Andrés García de la Iglesia, 1670); Obras de Anastasio Pantaleón de Ribera, ed. de R. Balbín Lucas, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1944 (col. Biblioteca de Antiguos Libros Hispánicos, Serie A, vol. 1), 2 vols; Obra selecta, ed. de J. Ponce Cárdenas, Málaga, Servicio de Publicaciones de la Universidad, 2003 (col. Autores Recuperados, 6).

 

Bibl.: F. de Monforte y Herrera, Relación de las fiestas que ha hecho el Colegio Imperial de la Compañía de Jesús de Madrid en la canonización de San Ignacio de Loyola y San Francisco Javier, Madrid, Luis Sánchez, 1622; J. Pérez de Montalbán, Orfeo en lengua castellana, Madrid, Viuda de Alonso Martín, 1624 [ed. de P. Cabañas, Madrid, Instituto “Miguel de Cervantes”, 1948 (col. Biblioteca de Antiguos Libros Hispánicos, Serie A, vol. 14)]; L. de Vega Carpio, El laurel de Apolo, Madrid, J. González, 1630 (en L. de Vega, Obras completas. Poesía, V, ed. de A. Carreño, Madrid, Biblioteca Castro, 2002); “La Gatomaquia”, en Rimas humanas y divinas del Licenciado Tomé de Burguillos, Madrid, Imprenta del Reino, 1634 [ed. de A. Carreño, Salamanca, Ediciones Almar, 2002 (col. Biblioteca Hispánica, 38)]; N. Antonio, Bibliotheca Hispana Nova sive Hispanorum Scriptorum, Madrid, 1672-1696 (reimpr., vol. I, Madrid, Pérez Bayer, 1783-1788, págs. 68-69); A. Baillet, Jugements des Savans sur les principaux ouvrages des auteurs, ed. Mr. de la Monnoye, 1685 (reimpr. Ámsterdam, 1725, IV, pág. 227); A. Palomino de Castro y Velasco, El museo pictórico y escala óptica. Práctica de la pintura, vol. II, Madrid, Viuda de Juan García Infanzón, 1724, págs. 304-305; F. Benegasi y Luján, Obras líricas joco-serias, que dejó escritas el Sr. Don Francisco Benegasi y Luján, Madrid, Oficina de Juan de San Martín, 1746; F. Nieto de Molina, “Prólogo”, a El Fabulero, Madrid, Antonio Muñoz del Valle, 1764 [en A. de Castro (ed.), Poetas líricos de los siglos XVI Y XVII, vol. II, Madrid, Librería de los Sucesores de Hernando, 1926, pág. CIV]; J. J. López de Sedano, Parnaso español. Colección de poesías escogidas de los más célebres poetas castellanos, vol. VIII, Madrid, Antonio A. de Sancha, 1773; J. A. Álvarez y Baena, Hijos de Madrid, ilustres en santidad, dignidades, armas, ciencias y artes, vol. I, Madrid, B. Cano, 1789-1791, págs. 93- 94; C. A. de la Barrera y Leirado, Catálogo bibliográfico y biográfico del teatro antiguo español, Madrid, Imprenta y Estereotipia de M. Rivadeneya, 1860, págs. 292-295; F. de Latassa, Biblioteca antigua y nueva de escritores aragoneses de Latassa, ed. aum. y refundida por M. Gómez Uriel, Zaragoza, 1886; A. de Castro (ed.), Poetas líricos de los Siglos XVI y XVII, Madrid, Rivadeneyra, Imprenta de Perlado Páez, 1903 y 1906 (col. Biblioteca de Autores Españoles, 20 y 42); C. Pérez Pastor, Bibliografía madrileña de los siglos XVI y XVII, vol. III (1621-1625), Madrid, 1907 (reimpr. Amsterdam, Gérard Van Heusden, 1971); A. Bonilla y San Martín (ed.), Vejámenes literarios por D. Jerónimo de Cáncer y Velasco y Anastasio Pantaleón de Ribera, Madrid, Biblioteca Ateneo, 1909, pág. 17; J. Entrambasaguas, Estudios sobre Lope de Vega, vol. I, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1946, págs. 241-245; R. L. Kennedy, “Pantaleón de Ribera, ‘Sirene’, Castillo Solórzano, and the Academia de Madrid in Early 1625”, en W. Poesse (ed.), Homage to John M. Hill in Memoriam, Bloomington, Indiana University Press, 1968, págs. 189-201; K. Brown, Anastasio Pantaleón de Ribera (1600-1629). Ingenioso Miembro de la República Literaria Española, Madrid, José Porrúa Turanzas Ediciones, 1980; “Lope frente a Anastasio Pantaleón”, en Lope de Vega y los orígenes del teatro español, Madrid, Edi-6, 1981, págs. 687-693; J. Pérez de Montalbán, Índice de los ingenios de Madrid, ed. crít. y est. de M.ª G. Profeti, Madrid, Instituto de Estudios Madrileños, 1981 (tirada aparte de Anales del Instituto de Estudios Madrileños, t. 18, págs. 535-589); J. Ponce Cárdenas, “Un discurso barroco sobre la sentencia virgiliana Labor omnia vincit improbus”, en Epos. Revista de la UNED, 14 (1998), págs. 581-585; J. Ponce Cárdenas, “Dos opúsculos latinos de un poeta barroco”, en Cuadernos de Filología Clásica. Estudios Latinos, 17 (1999), págs. 229-237; H. Urzáiz Tortajada, Catálogo de autores teatrales del siglo XVII, Madrid, Fundación Universitaria Española, 2002, págs. 498-499.

 

Antonio Carreño