Ayuda

Ana Díaz

Biografía

Díaz, Ana. Asunción (Paraguay), m. s. XVI – Buenos Aires (Argentina), p. s. XVII. Conquistadora.

Hija mestiza de Mateo Díaz, natural de Puerto Real, expedicionario de la armada del adelantado Alvar Núñez Cabeza de Vaca y de la india Savé, perteneciente a la tribu payaguá.

El 8 de julio de 1553, Mateo Díaz, dedicado a la pesca, testó y dejó como tutor de los bienes de su hija pequeña a Tomás Hernández. En 1576, el citado Hernández solicitó al Cabildo de Asunción un permiso para entregar los bienes de Ana a su esposo, Rafael Faler.

A fines de 1579, Juan de Garay promulgó un bando en Asunción, en el cual mencionaba la necesidad de hallar hombres y mujeres “de ánimo aguerrido” para fundar de nuevo el puerto de Buenos Aires. Ante el apremiante llamado, se alistaron cincuenta y seis paraguayos —mestizos y criollos— y diez españoles.

La empresa dirigida por Garay, dividida en dos grupos, partió de Asunción en marzo de 1580. En el primero de ellos, en un bergantín, viajaban la esposa y los hijos de Garay, y el otro emprendió camino por tierra a través de los montes, a pie y a caballo, luchando contra la naturaleza hostil y las fieras. En esta segunda cruzada iban los demás hombres y una sola mujer: Ana Díaz.

Con seguridad, Ana llevó los bienes heredados de su padre, consistentes en ganado vacuno, caballar y ovino, pues la expedición comprendía también el ganado de cada fundador, a más de los enseres necesarios para el establecimiento de una población. Es de notar que, en la lista de expedicionarios, no figuraba el nombre de Pedro Faler. Por consiguiente, Ana había enviudado para ese entonces.

La intrépida marcha, desafiando todos los peligros y acechanzas, llegó al punto convenido por su dirigente, y el día 11 se procedió a la solemne fundación, sobre la actual plaza de Mayo. Luego del trazado de las calles en damero y de la planta urbana que comprendía diez manzanas cuadradas de frente al río, se destinaron seis manzanas al fuerte, plaza Mayor, tres conventos y un hospital. Con justicia, Garay premió la fidelidad y el heroísmo de los expedicionarios otorgándoles las cuatro manzanas restantes dentro del área urbana, además de terrenos para el establecimiento de granjas y quintas fuera del ejido.

Tres años más tarde, en el plano de repartimiento de solares dispuesto por Juan de Garay, aparece el nombre de Ana Díaz como beneficiaria del solar número 87. En 1584, Ana contrajo matrimonio con un mestizo paraguayo, Pedro Isbrán, también fundador de Buenos Aires, con quien tuvo una hija llamada Felipa, casada con Domingo de los Santos, pobladores de la Laguna Maldonado en la zona de la Matanza, sitios aledaños a la novel ciudad.

En la Municipalidad de la capital argentina existe un óleo del pintor Moreno Carbonero titulado La fundación de Buenos Aires. Según el mismo, aparece Juan de Garay de boina y capa corta con la espada en la mano. A su lado, el tronco truncado que ostenta el rollo de la fundación, un oficial, Ana Díaz, un sacerdote elevando la cruz y un abanderado con el estandarte flameando al soplo de la fuerte sudestada de junio. Alrededor, los demás fundadores y algunos indígenas; al fondo se divisan las grises aguas del río de la Plata.

Ana Díaz aparece en el cuadro la cabeza cubierta por una toca azul, ataviada de pechera blanca con un crucifijo y vestida con sayal de color pardo.

La ordenanza número 8.261, sancionada el 23 de marzo de 1972 por la Municipalidad de Asunción, designó una calle de esta ciudad con el nombre de Ana Díaz, la heroica mujer, fundadora de la capital porteña.

 

Fuentes y bibl.: Archivo Nacional de Asunción, copias de actas del Cabildo de Asunción, vol. 9, 7 de julio de 1576, fols. 70-72.

H. Sánchez Quell, Estructura y función del Paraguay colonial, Asunción, Casa América, 1972 (5.ª ed.); E. Madero, Historia del Puerto de Buenos Aires, Buenos Aires, 1982; I. Flores de Zarza, La mujer paraguaya, protagonista de la Historia, Asunción, El Lector, 1987; B. González de Bosio, “Ana Díaz”, en Forjadores del Paraguay. Diccionario Biográfico, Buenos Aires, Distribuidora Quevedo de Ediciones, 2000.

 

María Graciela Monte de López Moreira