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San Martín de la Ascensión

Biografía

Aguirre, Martín de. San Martín de la Ascensión. Vergara (Vizcaya), 1567 – Nagasaki (Japón), 5.II.1597. Religioso, misionero franciscano (OFM), santo.

Martín de Aguirre nació en Vergara (Vizcaya) en 1567. Cursó Artes y Teología en la Universidad de Alcalá de Henares, donde participó de su ambiente de renovación eclesial. Sintiendo la llamada del Señor ingresó en la orden franciscana, e inició el año de noviciado en el convento de los descalzos de Muñón, en la actual Provincia de Guadalajara.

Desde el primer momento de su vida religiosa dio ejemplo de obediencia y humildad. Mostró un gran espíritu evangélico, destacando por su virtud y ciencia en los estudios preparatorios para el sacerdocio.

Hecha la profesión religiosa, fue destinado al convento de San Buenaventura de Madrid. Manifestó deseos de querer ir a las misiones para predicar el Evangelio a los infieles. Pedía a los religiosos que tuviesen esta intención cuando celebrasen la Eucaristía y puso como intercesora a la Santísima Virgen María. Un día sintió en su interior una voz que le decía que sería misionero y sería uno de los fundadores de la Iglesia del Japón.

A los seis años de haber ingresado en la Orden franciscana se ofreció para marchar a Filipinas, China y Japón. Se fue a pie a Sevilla y allí esperó con otros religiosos poder embarcar, residiendo en el convento de San Francisco. Aunque deseaba dirigirse a Nueva España, resultó que el galeón en el que embarcó no llevaba ese destino y, después de varios meses de soportar los inconvenientes del mar, regresó al lugar de partida sin conseguir su cometido. Con perseverancia aguardó otra oportunidad.

Tuvo que esperar mucho tiempo, dando, con ello, muestras de su verdadera vocación. Entre los religiosos que igualmente esperaban, como él, poder embarcar para ir a las misiones, daba ejemplo de mortificación, pobreza y presteza para ayudar en lo que pudiese ser útil.

Embarcó, por fin, en Sevilla, acompañado de Francisco Blanco, condiscípulo suyo en Artes y Teología y compañero en el martirio. Llegado a Nueva España (México) fue enviado al convento de Nuestra Señora de Chiribusco para enseñar un curso de Artes. Antes de que terminase el curso fue enviado con cuatro compañeros a Manila. Al llegar le pidieron de que concluyese las explicaciones del curso de Artes y una vez hubo terminado se le confió que diese clase de Teología. Al tener que enviar algunos religiosos al Japón se presentó voluntario, le acompañaba Francisco Blanco, con el que había salido de España. Mientras se dirigían al Japón, durante la travesía, se dedicaron al aprendizaje de la lengua nipona, de manera que al llegar al país podían conversar con facilidad con los japoneses.

El padre Pedro Bautista, superior de la misión franciscana en el Japón, los recibió con gran alegría y acompañó al padre Martín al convento de Usaca, nombrándole Superior de dicha casa. Desde el primer momento procuró granjearse el afecto de los infieles, a los que instruía y a algunos los bautizó.

Pronto se desencadenó una persecución contra los cristianos en todo el país. El 1 de enero de 1597 fue apresado con otros tres cristianos que estaban con él y otros tres de la casa de la Compañía de Jesús, a medianoche y maniatados fueron llevados a donde se encontraban los demás cristianos. La plática que pronunció a todos los presos muestra una gran unción, recuerda lo que sufrió Jesucristo por todos y animó a los presentes a que con su martirio se uniesen a Jesucristo que tanto hizo por todos.

Acudió al martirio con el semblante y rostro alegre y con palabras llenas de amor y con el deseo de padecer por Dios; más parecía un ángel encarnado que un hombre. Cuando vio las cruces en que iban a ser colocados cantó el salmo: “Bendito el Señor, Dios de Israel” y después subió a la cruz, cantando con júbilo: “Alabad al Señor todas las gentes”. Y estando absorto cuando se encontraba recitando el Gloria al Padre [...], fue alanceado por el costado, la lanza se rompió, quedándose dentro el hierro. Luego dándole otra lanzada acabaron con su vida. Tenía treinta y tres años de edad. En total fueron veintiséis los mártires, beatificados el 14 de septiembre de 1624 por el papa Urbano VIII; el hoy beato Pío IX los canonizó el 8 de junio de 1862.

 

Bibl.: M. Rivadeneyra, Historia de las islas del archipiélago de Filipinas y Japón, Madrid, Editorial Católica, 1947; D. Pacheco, Centenario de la canonización de los 36 santos del Japón, Nagasaki, Editorial Compañía de Jesús, 1962; N. Fujimoto, Los 26 mártires de Nagasaki, Tokio, Ed. Bijutsu Shuppansha, 1964; F. García Gutiérez, “San Pablo Miki y 25 compañeros mártires de Nagasaki”, en J. A. Martínez Puche, Nuevo Año Cristiano, II, Madrid, Edibesa, 2001, págs. 129-139; A. González Molina, Los mártires de Nagasaki: Año Cristiano, vol. 2, Madrid, Editorial Católica, 2003, págs. 125-130.

 

Arturo Llin Cháfer

Relación con otros personajes del DBE

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