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Marcos Cabello y López

Biografía

Cabello y López, Marcos. Córdoba, 24.IV.1751 – Guadix (Granada), 6.IX.1819. Agustino (OSA), catedrático, predicador y obispo.

Marcos Cabello quedó huérfano por la muerte de su padre, José Cabello, antes de su nacimiento. Juana López, su madre, costurera de profesión, orientará los primeros estudios y la educación del pequeño Marcos con grandes esfuerzos por la escasez de recursos económicos. Siendo todavía un adolescente, Marcos Cabello decidió ingresar en la Orden de San Agustín, en el convento de San Agustín de Córdoba. El año de noviciado lo pasó en Sevilla, donde profesó el 13 de septiembre de 1767, en manos de Juan del Corral.

Estudió Filosofía y Teología, como colegial becario, en el Colegio San Acacio de Sevilla. En 1774 obtuvo el grado de lector en Artes, y, cuatro años más tarde, el de lector de Vísperas para el convento de Córdoba, donde continuó hasta concluir su carrera académica.

Con el cargo de rector provincial de la provincia de Andalucía llegó en 1780 de Roma Francisco Antonio Gutiérrez de Tortosa, por mandato del prior general de la Orden agustiniana, Francisco Javier Vázquez.

Como por aquel entonces se intentaba introducir en la provincia agustiniana de Andalucía la reforma de los estudios, se establecieron cátedras en los conventos de Sevilla, Granada y Córdoba. Cabello fue destinado al convento de Córdoba para explicar la filosofía moderna, según las Instituciones filosóficas de Salvador Rugieri, manual traído de Roma por Gutiérrez de Tortosa. Los hombres doctos de Córdoba acudieron al primer acto de Conclusiones Públicas de Filosofía Moderna que se defendieron en aquella ciudad, según afirma Francisco de Borja y Pavón. Este acontecimiento histórico y cultural tuvo lugar el 21 de mayo de 1785, con intervención de Marcos Cabello y el entonces alumno Rafael Leal.

Marcos Cabello comenzó la enseñanza de la Teología en septiembre de 1785, siguiendo las Instituciones de Sidro Villaroig, demostrando a sus alumnos la importancia del estudio de varios autores, entre los que destacaba el pensamiento de San Agustín, cuya doctrina explicaba con claridad. Tres años más tarde fue nombrado regente de estudios del convento de Córdoba, cargo en el que permaneció hasta noviembre de 1793, aunque ya estaba jubilado por haber cumplido quince años de permanencia en la carrera de cátedras.

Concluida la etapa docente, Marcos Cabello se dedicó con intensidad al apostolado, principalmente a la predicación, tanto en Córdoba capital como en otras poblaciones, adonde solía acudir a predicar en los tiempos litúrgicos de adviento y cuaresma. También atendió al confesionario en la iglesia del convento de San Agustín de Córdoba y en conventos de religiosas.

El grado de maestro en Teología lo obtuvo el 19 de mayo de 1796. Participó en el Capítulo Provincial de 1798, celebrado en Sevilla, donde salió elegido prior del convento de Córdoba, siendo reelegido para el mismo cargo en el capítulo siguiente, de 1802.

Carlos IV le nombró obispo de Guadix y Baza en marzo de 1804, noticia que comunicó a Marcos Cabello el obispo de Córdoba, Agustín de Ayestarán y Landa, el domingo 25 de marzo del citado año.

Fue preconizado obispo de Guadix el 20 de agosto de 1804 por Pío VII, y consagrado obispo el domingo 2 de junio del año 1805, en la catedral de Jaén, por su obispo, Diego Melo de Portugal, asistido por Manuel María Trujillo Jurado, franciscano, abad de Alcalá la Real, y por Francisco Javier Mier Campillo, obispo de Almería.

Por entonces, España había ya firmado con Napoleón un tratado de neutralidad (1803), y, un año más tarde, Carlos IV declaraba la guerra a Inglaterra, y el 21 de octubre de 1805 la escuadra española caía derrotada en Trafalgar. Napoleón, en cumplimiento del Tratado de Fontainebleau, y aprovechando la crisis de la Monarquía española, comenzó a introducir tropas en España, con el pretexto de invadir Portugal, a partir del día 18 de octubre de 1807. Las tropas francesas fueron ocupando lugares estratégicos de España y Joaquín Murat se dirigió hacia Madrid, lo que produjo que el pueblo madrileño se levantara contra la invasión napoleónica el 2 de mayo de 1808, dando comienzo la Guerra de la Independencia.

En este conflicto bélico, el obispo Cabello tomó, en un primer momento, una actitud ingenua y dubitativa, debido a la real orden y proclama que recibió del Consejo de Regencia el 6 de mayo de 1808. En la orden se le instaba al obispo a mantener un correcto trato con los franceses, en aras de la alianza hispanofrancesa, y en la proclama se le exigía fidelidad y obediencia a las leyes, pero también la utilización de todos los medios a su alcance para persuadir a la población de la importancia de mantener la armonía con las tropas francesas. Un día más tarde recibió del capitán general de Granada otra misiva en los mismos términos, acompañada de tres edictos con el encargo de auxiliar en todo lo necesario a las tropas francesas. A tenor de estas orientaciones, el obispo accitano no dudó en escribir una carta pastoral, fechada el 12 de mayo, pidiendo al pueblo que colaborase con los franceses, pero el editor del Diario de Madrid la insertó el día 29 de mayo de 1808, manipulando sus intenciones.

Indignado por la tergiversación de sus verdaderas intenciones publicó una segunda pastoral el 28 de junio del mismo año, en la que manifestaba sus verdaderos sentimientos patrióticos a todos los españoles. Con el fin de ayudar a sufragar los costes de la Junta de Granada en su oposición a la invasión francesa, el obispo Cabello decidió entregar la tercera parte de todas las rentas de la catedral, conventos, colegios y seminarios.

La citada Junta de Granada mantuvo una estrecha relación con la accitana a través de su corregidor y de su obispo. En otra ocasión, cuando el Ejército español necesitó aprovisionamientos fue el obispo Cabello quien entregó doscientas fanegas de trigo para las tropas, e instó a las parroquias, conventos e iglesias de la diócesis a que entregaran a la Junta central el oro, la plata y las alhajas que no fueran indispensables para el culto.

El último contacto que mantuvo el obispo Cabello con el cabildo fue el día 24 de enero de 1810, pocos días antes de abandonar Guadix, hecho que ocurrió el 2 de febrero, exiliándose durante treinta y dos meses.

En efecto, un día antes de la llegada de los franceses, el obispo Cabello abandonó la diócesis en dirección a la Alpujarra almeriense, refugiándose durante más de un mes en la villa de Huécija, después pasó a Lorca, al convento de San Francisco, de aquí a la ciudad de Murcia, al convento de San Agustín, y, por último, residió en Algeciras y Gibraltar. La vuelta a la diócesis tuvo lugar el 25 de octubre de 1812.

Tanto el Consejo Supremo de Regencia como el Consejo de España e Indias aprobaron en febrero de 1810 su exilio y adhesión a la causa nacional, pero también su posición antifrancesa al negarse a reconocer a José I, a pesar de las promesas que le hicieron desde el Gobierno en el mes de mayo de 1810. Ya en la diócesis, el obispo Cabello dirigió el 9 de noviembre de 1812 una nueva carta pastoral a sus diocesanos, en la que califica la Guerra de la Independencia de larga e injusta, al tiempo que denuncia las graves secuelas del conflicto bélico: saqueos, robos, epidemias, hambre y miseria. En el campo de la fe y la religión observa el obispo Cabello, en la citada pastoral, el inicio de un proceso secularizador a raíz de la ocupación francesa en su diócesis. Escaso fue el número de clérigos diocesanos que se adhirieron a los franceses y colaboraron con ellos; los más sufrieron vejaciones y encarcelaciones. Además de la pérdida de vidas humanas en la diócesis se observó a la salida de los franceses, una severa quiebra económica, abundantes destrozos y saqueos en iglesias parroquiales y conventos, expoliados por el ejército francés, y afloramiento de rencillas y ajustes de cuentas, odios y venganzas entre los vecinos de la diócesis accitanobastetana, principalmente en las ciudades de Guadix y Baza. El obispo Cabello intervino en la pacificación social, pues la diócesis quedó dividida en dos grupos: los afrancesados y los patriotas. Cabello propuso en la posguerra el envío de un juez de prestigio, de probada rectitud y solvencia para apaciguar los ánimos y dictar una sentencia que pudiera satisfacer a las dos partes.

El mismo Cabello llegó a condenar abiertamente la actitud de los encausados, acusándoles de connivencia con los franceses, disculpando a los denunciantes, según el informe que dirigió al conde de Montijo en fecha 11 de agosto de 1814. Esta postura contra los afrancesados la rectificó el obispo Cabello cuánto en 1817 la Corona planteó a los prelados la posibilidad de una amnistía amplia para los afrancesados.

Marcos Cabello, al igual que los mitrados de Ibiza, Osma, Segorbe y Cuenca, apostó por la amnistía y perdón general como medio de reconstruir humana y materialmente su diócesis.

Las heridas de la presencia francesa tardaron largo tiempo en cicatrizar, más, si cabe, en aquellas ciudades y pueblos en donde la práctica totalidad de los vecinos se reconocían en uno u otro bando. El obispo Cabello, como pastor de la diócesis de Guadix y Baza, desempeñó un papel importante en la reconstrucción social tras la Guerra de la Independencia. En misión pastoral visitó en dos ocasiones toda la diócesis, “sin dejar lugar, ni aldea, ni población por pequeña que fuese y escabroso camino que no visitase sus vecinos”, según Agustín Reguera, primer biógrafo de Marcos Cabello. Ayudó a los pobres más necesitados, colaboró en la creación de un hospicio y de un hospital, e intervino en la reconstrucción de conventos y comunidades religiosas. También se empleó en la orientación de la enseñanza cristiana en las escuelas y en la predicación de la palabra de Dios, llegando a crear en el palacio episcopal una cátedra o estudio de Teología para la formación de sus más inmediatos colaboradores, los sacerdotes diocesanos.

 

Obras de ~: Conclusiones de filosofía moderna que defendió don Marcos Cabello y López en el convento de San Agustín de Córdoba el día 21 de mayo de 1785 y contienen 255 proposiciones de toda la filosofía, Córdoba, 1785; Ex universa philosophica propositiones: quas pro stadii philosophici consummatione in medium pro fert propugnaturus frater Raphael Leal Cordubensis Augustinianum: cui praeses aderit P. Frater Marcus Cabello Sacrae theologiae Lector Vespertinus, certamini parabitur locus in praefacti Ordinis Templo die 21 mensis maii anni 1785, Córdoba, Tipografía Mariae de Ramos et Coria in Platea de las Cañas, 1785; Arenga que compuso el P. Lr. Fr. Marcos Cabello, presidente, y dijo Fr. Rafael Leal, actuante de las Conclusiones públicas de Filosofía moderna, defendidas en el convento de Córdoba el día 21 de mayo de 1785 (inéd.); Pastoral expedida en Guadix a 12 de mayo de 1808, con motivo de las novedades políticas ocurridas por aquellos días, Granada, 1808; Pastoral sobre el mismo asunto que la anterior, Guadix, a 28 de junio de 1808, Valencia, 1808; Pastoral dirigida a los fieles de su diócesis. Guadix, 9 de noviembre de 1812, Granada, Imprenta de Vicenta Moreno, 1812; Exhortación pastoral dirigida a sus diocesanos en cumplimiento del Real Decreto de S. M. el Rey nuestro Señor D. Fernando VII, de 9 de octubre del presente año de 1814, Guadix, Imprenta del Exército, 1814; Informe del Obispo de Guadix, Fr. Marcos Caballo y López, s. l., s. f. [en P. A. Perlado, Los Obispos españoles ante la amnistía de 1817, Pamplona, Eunsa, 1971, págs. 295-300]; Varios informes y respuestas a consultas que sobre materias eclesiásticas y puntos jurisdicción le hicieron la Real Cámara, el Consejo de Castilla, el arzobispo de Toledo y varios prelados, s. l., s. f. (inéd.); Varios sermones de asuntos panegíricos y morales, s. l., s. f. (inéd.).

 

Bibl.: J. de J. Muñoz Capilla, Oración fúnebre del Iltmo. Sr. D. Fr. Marcos Cabello y López, Obispo de Guadix y Baza. 7 de septiembre de 1820, Córdoba, Imprenta Nacional, 1820; G. de Santiago Vela, Ensayo de una Biblioteca Ibero-Americana de la Orden de San Agustín, vol. I, Madrid, Imprenta Asilo de Huérfanos S. C. de Jesús, 1913, págs. 473-478; A. Reguera, “Ilmo. D. Fr. Marcos Cabello, obispo de Guadix (1620)”, en Archivo Histórico Hispano-Agustiniano, 16 (1921), págs. 157-176 y 280-292; R. Ramírez de Arellano, Ensayo de un catálogo biográfico de escritores de la provincia y diócesis de Córdoba con descripción de sus obras, Madrid, Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, 1921, págs. 97-98; P. A. Perlado, Los Obispos españoles ante la amnistía de 1817, Pamplona, Eunsa, 1971; G. Díaz Díaz, Hombres y Documentos de la filosofía española, vol. II, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1983, págs. 11-12; F. J. Campos y Fernández de Sevilla, Epistolario del P. Muñoz Capilla. Agustino y Cordobés Liberal (1771-1840), Córdoba-San Lorenzo de El Escorial, Real Academia de Ciencias, Bellas Artes y Nobles Artes de Córdoba-Ediciones Escurialenses, 1998, págs. 24, 26, 66, 72, 97, 103, 107, 108, 113, 197 y 336; S. Pérez López, Guadix y su obispado en la Guerra de la Independencia, Guadix, Caja- Sur, 1998; A. Caballero Jiménez, “Fray Marcos Cabello y López”, en Boletín de la Real Academia de Córdoba, de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes, 80, 141 (2001), págs. 193-196.

 

Rafael Lazcano González