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Joaquín Francisco Barroeta-Aldamar Hurtado de Mendoza

Biografía

Barroeta-Aldamar Hurtado de Mendoza, Joaquín Francisco. Guetaria (Guipúzcoa), 27.II.1796 – Madrid, 30.X.1866. Político.

Hijo de Joaquín María Barroeta Zarauz Aldamar y Alzolaras y de Gregoria Hurtado de Mendoza y Salamanca.

Su familia era propietaria de un extenso patrimonio de bienes inmuebles, caseríos y ferrerías. Pertenecía a una de las familias prototipo de la nobleza ilustrada de fines de siglo xviii. Su padre, en virtud de su cargo y de la soberanía que correspondía a las Juntas Generales, negoció en 1794 el estatus legal de Guipúzcoa ante las tropas de la Convención republicana francesa.

Joaquín Francisco Barroeta-Aldamar se casó en Vitoria el 26 de abril de 1825 con Luisa González de Echávarri y Fernández de la Cuesta —nacida el 25 de agosto de 1806— y tuvieron cinco hijos, de los cuales solamente dejaron descendencia María Manuela y María Pilar. Su vida transcurrió entre Guetaria, San Sebastián, Bayona y Madrid. Recibió una esmerada educación tanto en España como en Francia, adquiriendo notables conocimientos de Literatura griega y latina, Filosofía, Historia, Geografía, Ciencias Naturales, Ciencias Físicas y Matemáticas. Hablaba correctamente euskera, francés y castellano y traducía siete lenguas.

Profesionalmente, se puede afirmar que su actividad estuvo repartida entre la acción política, por un lado, y por otro, la gestión administrativa, la dedicación al fomento y perfeccionamiento de la industria fabril del hierro y a la productividad de sus tierras de cultivo.

Su vida, en cualquier caso, estuvo atravesada por una febril actividad política a la que sacrificó su hacienda.

Cuando apenas contaba diecisiete años, abandonó el colegio de Francia y tomó un fusil para alistarse —en calidad de voluntario para combatir a las tropas napoleónicas— a las órdenes del coronel barón de Anglada. Restablecida la paz, fue elegido alcalde de Guetaria en 1815. Acudió en representación de la villa a las Juntas Generales de Guipúzcoa en 1816 y fue nombrado miembro de la Comisión Permanente delegada en Madrid.

Durante el trienio 1820-1823, defendió la Constitución y el régimen liberal. En 1823, se opuso a la invasión reaccionaria francesa y fue apresado en las inmediaciones de Pamplona. Puesto en libertad, estuvo confinado por el corregidor y bajo su vigilancia, en el interior de la provincia de Guipúzcoa. En 1827, Barroeta-Aldamar pudo asistir a las Juntas Generales y, un año después, fue elegido diputado general de Partido. En 1830 formó parte de la Comisión que debía preparar la visita del rey Fernando VII y la reina María Amalia a San Sebastián. En 1831 fue nombrado diputado en Corte por Guipúzcoa. A la muerte de Fernando VII, en 1833, era comandante del sexto batallón de los Tercios Forales de Guipúzcoa, fuerza cívico-militar, equivalente a los Paisanos Armados de Vizcaya o los Voluntarios Realistas, es decir, las organizaciones que habían iniciado el movimiento carlista en Bilbao y Vitoria. Sin embargo, en Guipúzcoa los tercios no fueron movilizados por sus jefes. Se manifestó fiel a la reina gobernadora Cristina.

Pero, cuando Guetaria fue ocupada por los sublevados vizcaínos, Barroeta-Aldamar fue apresado y conducido a Aránzazu, de donde consiguió escapar a San Sebastián. Se presentó al general Castañón. Intervino como miliciano nacional en la defensa del fuerte de Guetaria y en el sitio de San Sebastián, y gracias a su conocimiento del País Vasco, pudo asesorar directamente a los jefes que dirigían las operaciones militares.

En septiembre de 1834 quemaron sus pertenencias (molinos, ferrerías, casas en Ibarra) en el barrio de Amorebieta; otras haciendas situadas en Guetaria y Deba también fueron destruidas y todas sus rentas le fueron embargadas por la administración carlista.

Emigró con su familia, en 1836, a Bayona. En esta ciudad, junto con otros notables exiliados —tales como el conde de Villafuertes, el conde de Monterrón o el marqués de la Alameda—, creó la Junta de Bayona para impulsar la política de Paz y Fueros. Conspiró contra Espartero y a favor de María Cristina, junto con el partido moderado, y tras el fracaso del pronunciamiento de octubre de 1841, tuvo que exilarse a Francia, huyendo por mar desde el puerto de Motrico. Sus bienes fueron de nuevo confiscados. Al término de la guerra, se convirtió en un entusiasta defensor del Régimen Foral como medio para garantizar la paz y estabilidad política de las provincias vascas.

En 1841, fue diputado suplente a Cortes y propuesto en la terna de senadores por Guipúzcoa. En las elecciones de septiembre de 1843 salió elegido, por un lado, diputado suplente y, por otro, fue propuesto en la terna para la elección de senadores con 2.480 votos, junto al conde de Monterrón, que recibió 2.511 votos y el marqués de Balmediano con 1.502 votos.

El Gobierno —por decreto de 13 de octubre— lo nombró senador por Guipúzcoa, en sustitución del conde de Monterrón, que había renunciado. El 14 de diciembre de 1860, tras su nombramiento, juró el cargo de senador vitalicio.

A partir de julio de 1843 recibió diferentes nombramientos: vocal de la comisión encargada del progreso de las fábricas de fundición de minerales y de la revisión de aranceles (22 de diciembre de 1843), miembro de la Junta consultiva de Aranceles (Real Orden de 1 de febrero de 1844) y el 8 de febrero de 1845, miembro de la Junta encargada de calificar los objetos de la industria española. El 20 de diciembre de 1845, como compensación a sus servicios, fue nombrado intendente de rentas de la provincia de Soria, con sueldo anual de 30.000 reales. Por Real Orden de 9 de febrero de 1846 fue designado asesor de la Dirección General de Aduanas y secretario de la comisión para formar el proyecto de ley para el arreglo del sistema monetario (Real Orden de 16 de febrero de 1845). Asimismo, fue nombrado por el ministerio de Gobernación vocal de la comisión que presentara el proyecto de ley del nuevo sistema de pesos y medidas (Real Orden de 26 de marzo de 1846). Las Juntas Generales de Guipúzcoa, reunidas en Azpeitia, le nombraron el 13 de agosto de 1844 comisionado especial en Corte para el arreglo y modificación de los Fueros. En 1846 solicitó a las mismas Juntas la exoneración de su cargo. El 25 de marzo de 1850, de nuevo fue elegido vocal de la nueva Junta de Aranceles, en la cual cesó el 22 de abril de 1853. El 27 de octubre de 1862 fue designado vocal de la Junta consultiva de Moneda.

Barroeta-Aldamar destacó en el Senado por la defensa de los Fueros, que realizó en el debate de junio de 1864 frente al senador Sánchez Silva. Pronunció un discurso eminentemente historicista, con objeto de justificar la continuidad del régimen foral. Desde el punto de vista de las historias de las ideas, cabe destacar sus referencias a las realidades políticas de otros reinos europeos —como Noruega, Suecia, Dinamarca, Prusia, Austria, la Confederación Germánica o Gran Bretaña—, de manera que sirvieran como referente comparativo respecto a integrar el régimen foral en la Constitución española. Concluía: “Me parecía que algunos señores se asombraban de ciertos Estatutos de las provincias Vascongadas que he citado.

También en otros países hay privilegios que en España parecen de imposible existencia en ninguna parte”. En relación a la ley de 25 de octubre de 1839 expuso: “Yo considero, señores, y muy altos jurisconsultos consideran como yo la ley de 25 de octubre de 1839 como paccionada, y esta circunstancia le hacía decir a uno de los más ilustres jurisconsultos que hay hoy en Madrid que dicha ley era constitucional, y así lo creo también, porque procede de un contrato bilateral, de un contrato respetable, y más respetable aún para una nación de caballeros como es la nación española”.

A partir de su memorable intervención de 1864, se convirtió en el símbolo que representaba la defensa de los Fueros. En el País Vasco se organizó un vasto movimiento político fuerista y en Bilbao se le tributó un homenaje político que incluía un himno en su honor: “Desde hoy en adelante / unidos siempre irán / los dos nombres queridos / de Fueros y Aldamar. / ¡Ay, ay, ay, mutillak / los Fueros y Aldamar!”. En ese clima de exaltación, el 2 de julio de 1864 fue elegido diputado general por la Junta General de Guipúzcoa en Irún.

Recibió las siguientes condecoraciones: gentilhombre de Cámara de S. M. (Real Decreto de 27 de octubre de 1830), caballero del hábito de Santiago (28 de julio de 1832), caballero de la gran cruz de la Real Orden Americana de Isabel la Católica (25 de octubre de 1846), comendador de la Legión de Honor de Francia.

 

Obras de ~: “Reseña histórica sobre la organización política de las Provincias Vascongadas”, en El Corresponsal, n.os 1010 y 1012 (7 y 9 de marzo de 1842, respectivamente); Opinión del Sr. D. Joaquín de Barroeta Aldamar, vocal de la Junta de Aranceles, sobre la protección que reclaman del Gobierno de S. M. los fabricantes de artículos de hierro, en el estado actual de su industria en España, Madrid, J. Martín Alegría, 1850.

 

Fuentes y bibl.: Archivo Barroeta Aldamar, Correspondencia, Euskaltzaindia.; Archivo Histórico Nacional, FF. CC., Exp. 3.124; Archivo del Senado, Leg. 15, n.º 5.

Barroeta Aldamar en el Senado. 1864, t. VII de Los Fueros y sus defensas, Bilbao, Imprenta y encuadernación de Andrés P. Cardenal, 1898 (Biblioteca Bascongada de Fermín Herrán, 25); M. Ovilo y Otero, Historia de las Cortes de España y biografías de los senadores y diputados, Madrid, Baltasar González, 1847; N. Soraluce, Historia general de Guipúzcoa, vol. II, Madrid, Carlos Bailly-Bailliere, 1870, págs. 323-325; F. López Allen, Iconografía biográfica de Guipúzcoa. Galería de retratos guipuzcoanos distinguidos, Coleccionados y dibujados a pluma y expuestos con una relación compendiada de los hechos más culminantes de cada figura, San Sebastián, J. Baroja, 1898, págs. 102-108; J. Agirreazkuenaga Zigorraga, et al., Diccionario biográfico de los Parlamentarios de Vasconia, Vitoria- Gasteiz, Eusko Legebiltzarra-Parlamento Vasco, 1993.

 

Joseba Agirreazkuenaga Zigorraga

 

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