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Sebastián López de Velasco

Biografía

López de Velasco, Sebastián. Segovia, 1584 – Granada, 1659. Maestro de capilla y compositor.

Era hijo de un músico de Segovia, Diego López de Arellano, que quizá le hubiera enseñado los primeros rudimentos de la música, aunque donde realmente la aprendió, incluida la composición, fue en la catedral de su ciudad natal, donde entró como niño de coro en torno a 1596. Era allí entonces maestro de capilla Pedro Serrano, que fue su verdadero maestro, también en la composición. De hecho, en 1607, siendo un joven de apenas veintiún años, ya opositó al importante magisterio de capilla de la catedral de El Burgo de Osma; en la votación quedó como segundo más votado, por lo que, al no poder tomar posesión de la prebenda el primer elegido, fue nombrado él, tomando posesión el 10 de diciembre de ese mismo año. En 1614 ganó, también por oposición, la plaza de maestro de capilla de la catedral de Segovia, y en 1618 la homónima de las Descalzas Reales de Madrid.

Una grave enfermedad en la vista le fue impidiendo cada vez más el poder cumplir con las obligaciones de maestro de capilla, de modo que en 1635 pidió al Rey que le conmutara la plaza que ocupaba en las Descalzas Reales por una ración titular en la catedral de Granada —que, lo mismo que la plaza de Madrid, era de Patronato Real—, gracia que el Rey le concedió. Siguió en Granada hasta su muerte.

La posición histórica de López de Velasco, en el desarrollo de la música española, es muy grande, por cuanto las obras que publica en su Libro de misas [...] constituyen la primera muestra del nuevo estilo barroco en la música española, y precisamente en la religiosa en latín. Basta compararlas con el volumen que por esos mismos años había preparado Diego Pontac para darlo a la imprenta y que se conserva manuscrito, para constatar las profundas diferencias entre ambas colecciones: mientras las composiciones de Pontac aún están escritas en perfecto estilo contrapuntístico, en la tradición heredada del siglo XVI, aunque con los avances que le habían impreso Victoria en sus últimas obras e inmediatamente después Sebastián de Vivanco y Sebastián Aguilera de Heredia, así como otros introducidos por el propio Pontac, las de López de Velasco pertenecen ya a la nueva estética barroca, si bien todavía de forma incipiente, aunque ya muy clara.

Entre las innovaciones que se encuentran en estas composiciones destacan: la melodía, el contrapunto, el acompañamiento, la policoralidad y la contextura general de la obra.

La melodía es aparentemente todavía la heredada del siglo XVI, pero los movimientos rítmicos y melódicos tienen ya numerosos elementos nuevos, con frecuentes notas de una rapidez desconocida unos años antes, saltos melódicos desusados en la polifonía “clásica”, etc.

El contrapunto, en principio, sigue siendo la base fundamental de la composición, pero en realidad son ya tantas las excepciones, cambios e innovaciones, que hacen que se trate de un contrapunto, por llamarlo así, del todo diferente del “clásico”; así, por ejemplo, frente a la tradición renacentista de que la imitación entre las voces fuese esencialmente exacta, en López de Velasco son frecuentes los casos en que, aunque las cuatro voces de un coro puedan entrar sucesivamente y a diversos intervalos, cada voz lleva una melodía distinta; no existe, pues, en rigor, el contrapunto imitativo; y así tantas otras innovaciones.

Todas las composiciones tienen ya acompañamiento instrumental, y este hecho constituye una de las diferencias más importantes con todos los polifonistas precedentes, incluido Pontac; este acompañamiento no es todavía “continuo”, para toda la composición, como lo será desde aproximadamente 1650 o poco más tarde, sino solamente para el primer coro. Pero tiene escrita solamente la parte del bajo, según la mejor concepción barroca del acompañamiento, debiendo el instrumentista —seguramente que el organista— improvisar los acordes o acompañamiento propiamente dicho.

La policoralidad de las composiciones es otra novedad y son, casi sin excepción, a ocho voces en dos coros, perfectamente delimitados entre sí; pero los dos tienen, en lo fundamental, la misma concepción; es decir: aún no se encuentra aquí la diferenciación musical que aparecerá, de nuevo, desde aproximadamente 1650, o poco más tarde, en que el primer coro —frecuentemente una sola voz, o dos o tres— es para solistas, de contextura diversa del segundo y, eventualmente, del tercero. Pero es de notar que, aunque la música de los dos coros sea esencialmente la misma, sin embargo, López de Velasco ya prevé, de algún modo una diferenciación esencial entre el primero y el segundo coro por el hecho, que se acaba de señalar, de que el acompañamiento es solamente para el primer coro, no para el segundo, lo cual indica que los dos coros cantaban en lugares separados y que el primero se colocaba, con toda probabilidad, junto al órgano, para ser acompañado por él.

La contextura general de la composición es otro elemento donde se percibe la modernidad y novedad de estas composiciones: si bien el contrapunto sigue siendo lo que se podría llamar punto de partida de la composición, pero son ya tantos los pasajes homorrítmicos, otros en que no cantan las cuatro voces de un coro, sino solamente dos o tres, e incluso cierta preponderancia de alguna de las voces, que se diferencia claramente de las demás, que hay que decir, como conclusión, que, en efecto, se está ante una música del todo nueva y que, por tanto, López de Velasco es, a lo que se sabe en el momento presente, el primer compositor en utilizar, para la música litúrgica, en latín, el “nuevo estilo” del Barroco.

De sus composiciones musicales, tanto de las que compuso en El Burgo de Osma como en Segovia y Madrid, que tuvieron que ser muchas, sobre todo en las dos catedrales, no se han conservado más que las que publicó en 1628 en Madrid, en la Imprenta Real, con el título de Libro de misas, motetes, salmos, magníficas y otras cosas tocantes al culto divino. Pero en 1635 publicó, también en Madrid y también en la Imprenta Real, el Arte de canto llano, “corregido y enmendado por Sebastián López de Velasco, Capellán de Su Majestad y Maestro de su Real Capilla de las Descalzas”, que el maestro de capilla de la catedral de Valladolid Francisco de Montanos había publicado en 1598 en Valladolid, y que luego se reeditó varias veces, tanto en vida de López de Velasco como después de su muerte.

 

Obras de ~: Libro de misas, motetes, salmos, magníficas y otras cosas tocantes al culto divino, Madrid, Imprenta Real, 1628; Arte de canto llano, “corregido y enmendado por Sebastián López de Velasco, Capellán de Su Majestad y Maestro de su Real Capilla de las Descalzas”, Madrid, Imprenta Real, 1635.

 

Bibl.: R. Mota Murillo, Sebastián López de Velasco: Libro de Missas, motetes, salmos, magníficas y otras cosas tocantes al culto divino, Madrid, Sociedad Española de Musicología, 1989, 4 vols.; S. Aguirre Rincón, “López de Velasco, Sebastián”, en E. Casares Rodicio (dir. y coord.), Diccionario de la Música Española e Hispanoamericana, vol. VI, Madrid, SGAE, 2000, pág. 1015.

 

José López-Calo

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