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Antonio de Brocarte Sáenz de Tejada

Biografía

Brocarte Sáenz de Tejada, Antonio. Logroño (La Rioja), 20.IV.1629 ant. – Salamanca, 21.VIII.1696. Organista.

Antonio Brocarte nació en la ciudad de Logroño. Fue bautizado el 20 de abril de 1629 en la entonces colegiata de La Redonda, por lo que debió de nacer el mismo día 20 de abril o algún día antes, ya que el bautismo de los recién nacidos no se solía demorar.

Sus padres fueron Cristóbal Brocarte e Isabel Sáenz de Tejada. Cristóbal fue organista en la colegiata de La Redonda al menos desde 1636 hasta 1659, fecha de su muerte; con él debió de aprender Antonio el oficio de organista.

El 12 de enero de 1649, el cabildo de la catedral de Burgos leyó una carta de Benito Álvarez, organista de la catedral, en que éste le informaba de que había sido nombrado organista de la catedral de Santiago de Compostela, por lo que declaró vacante la plaza y mandó poner los edictos pertinentes. A estos edictos acudió Antonio Brocarte, al parecer desde Logroño.

Fue el único opositor que se presentó, por lo que el cabildo burgalés decidió prorrogar el plazo de la convocatoria treinta días más, a la espera de más candidatos.

En el acta en que se acordó esta prórroga se decidió también que se le diesen cien reales “para ayuda de costa”, puesto que llevaba muchos días detenido en Burgos. Durante este plazo de prórroga se presentó Juan de Ciga, quien finalmente ganó las oposiciones y se quedó con la plaza. El cabildo burgalés concedió “por aclamación” a Antonio otros cien reales de ayuda de costa para que volviera a su casa “por haberse detenido muchos días y en ellos haber tocado el órgano”.

En 10 de marzo de 1650, la catedral de Palencia eligió a Blas Moreno “por ayudante organista”. A estas oposiciones también se había presentado Brocarte, que no fue elegido. El cabildo le concedió cien reales para que pudiera volver a su casa. Sin embargo, Blas Moreno no se presentó a tomar posesión de su plaza de organista. El día 2 de mayo de 1650, el maestro de capilla, Cristóbal de Isla, notificó al cabildo que Moreno se quedaba en su tierra y que Antonio “que se opuso con él, quería venir a servir el dicho oficio”. El mismo maestro de capilla se ofreció a llamarle “por ser ministro a propósito y muy suficiente”. El cabildo palentino accedió y Antonio Brocarte fue recibido como segundo organista de la catedral de Palencia. Cuatro meses después pidió una ayuda económica, puesto que su salario era bajo y, al no ser sacerdote, tampoco tenía la ayuda de la limosna de las misas. El cabildo de la catedral de Palencia le concedió ciento cuenta reales “por ser ministro a propósito y que cumple bien con sus obligaciones”. El 10 de febrero de 1651 volvió a pedir otra ayuda económica, debido a una larga enfermedad.

El cabildo le concedió cien reales y le eximió de la asistencia al coro hasta que tuviera más salud.

Al morir en noviembre de 1651 Bernardo del Río, organista de Santo Domingo de la Calzada (La Rioja), el cabildo de dicha catedral convocó las debidas oposiciones.

Tres fueron los aspirantes que se presentaron: Juan Francisco Morrás, organista de la colegiata de Vitoria (Álava); Miguel Hidalgo, natural del mismo Santo Domingo de la Calzada y organista de la parroquia de Laguardia (Álava), y Antonio Brocarte, “sustituto de organista de la Santa Iglesia de Palencia”. El acta de las oposiciones detalla las pruebas que hicieron los opositores. El maestro de capilla Pedro Miguel del Barrio consideró que debía elegirse a Antonio Brocarte por haber realizado mejor los ejercicios. El 7 de diciembre de 1651, el cabildo le eligió nemine discrepante organista primero de la catedral de Santo Domingo de la Calzada con el salario de ciento cuenta ducados anuales. Se le concedió capa de coro y se le señaló en el coro la silla inmediata después de la del maestro de capilla, “para que en ella asista a los oficios divinos, mientras no estuviese ocupado en el órgano”.

En esta época tan sólo era “clérigo de evangelio”, esto es, diácono. En febrero de 1652, el cabildo elige como “sustituto de organista” a Miguel Hidalgo, que había sido opositor junto con Brocarte, puesto que así lo había suplicado su padre, Bartolomé Sáenz Hidalgo, aunque sin salario alguno. El 17 de abril de 1652, Antonio Brocarte pidió una capellanía de las que estaban vacantes, para que, a título de la misma, pudiera ser ordenado sacerdote. El 4 de mayo de 1652 se le concedió la capellanía fundada por el canónigo Tomás Paz.

Sin embargo, hubo alguna dificultad con la curia diocesana a la hora de tramitar el título por el cual debía ser ordenado. El juez ordinario se negaba a “despachar ni pasarle los papeles” de su ordenación sin tener antes los de su capellanía. El cabildo de Santo Domingo declaró que su cometido tan sólo era presentar a los capellanes, “sin proceder sobre mayor despacho”. No parece que hubiera más problemas. No se sabe cuándo se ordenó sacerdote Antonio Brocarte. Un acta de la catedral de Santo Domingo del 9 de enero de 1654 declara que se le pagaron 6.585 maravedíes, la mitad de los 13.170 que se le tenía que pagar cada año por la capellanía del señor Paz. Este derecho a cobrar por la capellanía supone ya su ordenación sacerdotal. Tres años y medio estuvo como organista primero en Santo Domingo de la Calzada. El 18 de mayo de 1655, el cabildo le dio licencia para ir a las oposiciones de organista en la catedral de Segovia. Después de su elección y toma de posesión de la nueva plaza, volvió a Santo Domingo de la Calzada con el fin de pedir permiso al cabildo para trasladarse a su nuevo empleo.

Muerto Francisco Correa de Araujo en 1654, el cabildo de la catedral de Segovia acordó poner edictos para proveer la plaza vacante de organista. La primera convocatoria terminaba el 21 de enero de 1655 y, al no presentarse ningún opositor, se prorrogó el plazo treinta días más. Aunque esta vez se presentaron dos opositores, uno de Sigüenza y otro de Alcalá, el cabildo decidió prorrogar otra vez la convocatoria sesenta días.

Terminado el plazo, se presentaron dos aspirantes, llamados Marcos Sanz de Tejada y Lope Sanz, que el maestro de capilla Juan de León encontró insuficientes.

Por ello, el cabildo decidió esperar más tiempo.

Al fin se presentó Antonio Brocarte, del que informó positivamente el maestro de capilla. Fue elegido como organista primero de la catedral de Segovia el 15 de junio de 1655. En agosto de ese año propuso al cabildo afinar los órganos, a lo que el cabildo accedió. El 9 de febrero de 1656 suplicaba al cabildo que se le prestasen cien ducados por encontrarse en gran necesidad económica.

El cabildo estuvo de acuerdo en concederle los cien ducados, que tendrían que ser devueltos en cuatro años. Se sabe que también tocaba el arpa, aunque parece que de un modo esporádico; así, se acordó en junio de 1656 darle cien reales para cuerdas, por haber tocado el arpa en la fiesta y octava del Corpus.

El 27 de abril de 1661 se leyó una carta suya donde comunicaba que había sido recibido como organista en el real convento de la Encarnación de Madrid, por lo cual solicitaba que se le tuviera por despedido. De momento, el cabildo de la catedral de Segovia no puso edictos para convocar la plaza vacante de organista. Se pensaba en Juan de Ciga, organista de la catedral de Burgos. Al no venir éste, se convocaron las oposiciones, con término de sesenta días. Cumplido este plazo, ya habían llegado cuatro opositores. A juicio del tribunal examinador, los cuatro pretendientes “tienen muy buenas manos y aire en el tocar, pero, en cuanto a la ciencia y música, están muy faltos, y ninguno capaz para dicha ración”. Por ello, el cabildo dilató la provisión de organista, en espera de algún candidato mejor.

Antes de cumplirse esta prórroga, Antonio Brocarte escribió desde el real convento de la Encarnación de Madrid para pedir que se le readmitiera en su antiguo puesto. Llegó a presentarse en Segovia para pedir personalmente a su antiguo cabildo el favor de admitirle de nuevo por organista. El 18 de octubre de 1661 se le dio la posesión de su antigua plaza sin examen ni oposiciones. Pocos días después, el 21 de octubre de ese año, se le aumentó el salario cincuenta ducados al año “por el cuidado que ha de tener en enseñar los mozos de coro”. Sin embargo, un acta del 11 de octubre de 1662 informa que se había despedido de la enseñanza de los mozos de coro, por lo que el cabildo encargó su cuidado y formación a Diego Lope Galán, tiple. La catedral de Segovia no tenía por esas fechas arpista titular. Como Antonio Brocarte sabía tocar el arpa, se recurría a él en las festividades en que era necesario ese instrumento. Sin embargo, el 16 de mayo de 1663, los músicos notificaron que no quería tocar el arpa en la fiesta del Corpus sin que se le pagase por ello. Pocos días después el cabildo le asignó ciento cincuenta reales “para ayuda de cuerdas”. Para el 28 de julio la catedral ya contrató un arpista titular. A pesar de esto, Brocarte suplicó al cabildo le perdonase su reticencia a tañer el arpa y se ofreció a hacerlo siempre que así se dispusiese. El 3 de julio de 1665 propuso al cabildo que, pues había venido a Segovia un maestro organero, se aderezase el órgano grande de la catedral.

El 16 de enero de 1669, Manuel Álvarez, mozo de coro, pidió al cabildo una ayuda para comprar un monacordio, ya que deseaba aprender a tocar el órgano y el organista quería enseñarle. El cabildo accedió a la petición y le dio seis ducados. Antonio Brocarte no debió de estar muy a gusto con su cargo en Segovia, puesto que en enero de 1670 escribió a Andrés de Barea, maestro de capilla de la catedral de Palencia, para ofrecerse como organista si el cabildo le daba “2.500 reales de aumento perpetuo sobre la ración de organista y 1.500 reales de ayuda de costa por una vez para traer su casa”. El cabildo tan sólo ofreció “2.000 reales de aumento, a más de la ración titular durante el tiempo que la sirviere, y 1.000 reales de ayuda de costa para venirse a esta ciudad”. Parece, por tanto, que no hubo acuerdo y se quedó en Segovia. El 28 de enero de 1671, estando libre la casa del racionero Juan Francisco de Rueda, se decidió dársela a Antonio Brocarte, que estaba todavía sin casa propia. Durante su estancia en Segovia es evidente la voluntad de Antonio Brocarte atraer junto a sí a miembros de su familia. Ya en 1666 consiguió que el cabildo eligiese a su hermano Marcos Bernardo como arpista, cargo que ocupó hasta 1668, cuando pasó a ser organista de la catedral de Burgos. Más tarde, en 1676, pidió para su hermano una ración de músico, puesto que “le asistían prendas de organista, arpista y compositor y con la voz que al cabildo era notoria”. El cabildo accedió a esta petición y Marcos Bernardo vino a Segovia tras dejar su plaza de organista en la catedral de Burgos. También debían de vivir con él sus sobrinos Francisco Brocarte y Antonio de la Cruz Brocarte.

Al morir en 1676 el organista de la catedral de Salamanca, Sebastián Domínguez, el cabildo mandó poner edictos a fin de proveer la plaza. El día 23 de noviembre de 1676 se presentaron en Salamanca AntonioBrocarte y su sobrino Francisco Brocarte. El opositor era el sobrino. El tío había ido sólo a “hacer demostración de la habilidad y suficiencia” de su sobrino. Sin embargo, el cabildo le ofreció a él la plaza de organista y le dio, además de la media ración correspondiente a la plaza de organista, ciento veinticinco ducados de aumento; su sobrino quedó como segundo organista con un sueldo cincuenta ducados anuales. Antonio Brocarte aceptó, además, porque no estaba a gusto en su cargo segoviano. En concreto, las actas capitulares salmantinas dicen que aceptaba quedarse en Salamanca “por no hallarse con fuerzas para resistir los combates de la iglesia de Segovia”. El 2 de diciembre de 1676 fue elegido por unanimidad como organista primero de la catedral y su sobrino como segundo. Se les dio cien ducados para que trajeran sus cosas desde Segovia.

Antonio envió a su sobrino a la catedral de Segovia para que tocara en las próximas Navidades y así calmar el enojo previsible de su cabildo. Este gesto no fue suficiente, puesto que el cabildo segoviano, con la excusa de que Antonio Brocarte debía una “corta cantidad”, le puso pleito y le embargó sus bienes. El cabildo de la catedral de Salamanca, al conocer esta injusticia, salió fiador de las deudas de su nuevo organista, y dio orden de buscar alguien que tramitara el caso en Segovia.

Dos hombres contribuyeron a este desembargo: Juan Alonso Maldonado, fabricador de paños y vecino de Segovia, y el mercader Juan Muñoz del Castillo. En las mismas Navidades de 1676, el cabildo salmantino encargó que dirigiese la capilla de música, puesto que el maestro de capilla Juan de Torres Rocha estaba “enfermo de cama”. Igual que había sucedido en Segovia, en su nuevo puesto quiso traer junto a sí a su hermano Marcos Bernardo. A finales de septiembre de 1677, al estar vacante una media ración de tenor, Antonio pidió que se eligiese a su hermano para ocupar esa plaza.

El cabildo accedió a esta petición, ya que, además de que éste poseía una buena voz, podía sustituir al maestro de capilla, arpista y organista “pues todo lo sabe”.

En enero de 1680 se autorizó a Pedro de Argüelles, mozo de coro, para que aprendiese órgano y se pidió a Antonio Brocarte que le enseñase. A mediados del año 1691, debido a la ida del entonces maestro de capilla Diego Verdugo a la Capilla Real de Madrid, el cabildo encargó al organista la dirección de la capilla de música, con los mismos “honores, preeminencias y emolumentos que si fuera el maestro en propiedad”.

Es de suponer que siguió dirigiendo la capilla de música hasta que Francisco Zubieta, el nuevo maestro de capilla, tomó posesión de su cargo en julio de 1692.

Este maestro duró poco tiempo: se marchó en mayo de 1694. El 12 de noviembre del mismo año se eligió a Tomás Micieces, que venía de la seo de Zaragoza. Este maestro se quejó de que no gozaba en Salamanca de los honores que disfrutaba en su anterior plaza, como el de decir misa en el altar mayor o tener voz y voto en el cabildo. El 22 de junio de 1695 se acordó conceder estos honores al maestro de capilla, y también al organista Antonio Brocarte. El 17 de febrero de 1696, medio año antes de morir, se le aumentó el sueldo a 28.050 maravedíes.

Murió el 21 de agosto de 1696 y le sucedió como organista primero Francisco Tejada, que hasta entonces era segundo.

El manuscrito 1577 de la Biblioteca Municipal de Oporto (Portugal) contiene todas las obras conocidas de Antonio Brocarte. Son cuatro piezas para órgano, que aparecen entre otras obras de diferentes autores, la mayor parte españoles: Sebastián Aguilera de Heredia, Pablo Bruna, Juan del Vado, Andrés de Sola, Sebastián Durón y José de Torres, entre otros. Las obras de este manuscrito están escritas en la tablatura o cifra española para órgano, empleada por Luis Venegas de Henestrosa, Hernando de Cabezón o Correa de Araujo. Según el musicólogo Santiago Kastner, el manuscrito fue realizado a fines del siglo xvii o a comienzos del xviii. De las cuatro piezas de Antonio Brocarte, dos se llaman Obra y las otras dos, Registro. Las llamadas Obra son tientos llenos para órgano, y las llamadas Registro, tientos de registro partidos de mano derecha (de uno y de dos tiples). Según el musicólogo Lothar Siemens Hernández, que publicó las obras en 1980, en ellas Antonio Brocarte aclara el estilo organístico español, haciéndolo más sencillo y transparente.

 

Obras de ~: Cuatro tientos para órgano: 1- Obra de lleno de 1.er tono; 2- Obra de 5.º tono; 3- Registro alto de 2.º tono; 4- Registro de dos tiples de 7.º tono por E. Biblioteca Municipal de Oporto, ms. 1577.

 

Bibl.: S. Kastner, “Tres libros desconocidos con música orgánica en las bibliotecas de Oporto y Braga”, en Anuario Musical (AM), I (1946), págs. 143-151; J. López-Calo, “Correspondencia de Miguel de Irízar (II)”, en AM n.º 80, vol. XX (1965); L. Siemens Hernández, Antonio Brocarte (1626- 1696), 4 tientos para órgano, Madrid, Real Musical, 1980; D. Preciado, Los Brocarte, ilustres organistas riojanos del s. xvii, Logroño, Gobierno de La Rioja, Consejería de Educación, Cultura y Deportes, 1987; M. Sáez de Ocáriz y Ruiz de Azúa, La música en los archivos de la catedral de Santo Domingo de La Calzada, siglos xvi al xix, Logroño, Asociación Pro-Música Fermín Gurbindo, 2001.

 

Raúl Angulo Díaz

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