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Luis Maraver y Alfaro

Biografía

Maraver y Alfaro, Luis. Fuente Obejuna (Córdoba), 17.X.1815 – Madrid, 25.II.1886. Médico, poeta, académico, profesor, cronista, arqueólogo y periodista satírico.

Este “vate de primera fuerza”, como le llamó Antonio Alcalde Valladares al prologar su rarísimo libro póstumo de poesía y prosa Almacén de Quita Penas, es uno de los cordobeses de provincia más polifacéticos de todos los tiempos. La fuerza del destino le dio fama y celebridad, tras numerosas vicisitudes, destacando en la historia, en la literatura y en el periodismo satírico.

Nació Luis Maraver y Alfaro en el año 1815 en Fuente Obejuna, localidad en la que su padre, personaje controvertido por su colaboración con el invasor francés durante la guerra de la Independencia, ejercía la medicina. El propio Maraver encubierto en el seudónimo Fray Liberto, tras su retorno a casa después de haber concluido sus estudios elementales –“sacristanescos” dirá por haberlos efectuado en el Seminario de la ciudad de Córdoba- pasó a estudiar la carrera de Medicina en la Universidad de Sevilla. Graduado por esta universidad, pasó a vivir en Córdoba y en 1845 contrajo matrimonio con la veleña doña Concepción López de Haro Muñoz (1824-1901), de la que nacieron ocho hijos.

Varios autores afirman que es poco lo que se sabe sobre la formación de Maraver, excepto que era “médico homeópata”, sin entrar en más detalles. Son efectivamente escasos los datos que se conocen al respecto, no obstante consta administrativamente en los padrones municipales cordobeses que esta era su profesión principal y su actividad habitual, pero en la que apenas se ha reparado, tal vez porque ha quedado solapada por otras más “mediáticas”. La Gaceta Médica de 30 de diciembre de 1847 registra a don Luis Maraver como miembro de la Sociedad Médica General de Socorros Mutuos, en la que había sido admitido con anterioridad. Ya en 1854 consta su participación en las medidas acordadas para remediar y curar la epidemia del cólera morbo que azotó la capital. Años después su nombre aparece en una amplia disputa sobre las retribuciones de los médicos cordobeses, que se reflejó en la prensa con nombres y apellidos de los facultativos locales, referida al brote colérico del año 1860. La meritoria asistencia y servicios prestados en esta infausta ocasión le valieron a Maraver y compañeros ser felicitados por Real Orden inserta en la Gazeta de Madrid y en el Boletín Oficial de la Provincia. Hay otro dato más que complementa su especialización como profesor de medicina homeopática. En la escritura otorgada el año 1865 ante el escribano cordobés López de Ilarduy respecto a su profesión declara ser médico y “cirujano”, y en el último padrón de vecinos del ayuntamiento de Córdoba se consigna en cuanto a su profesión u oficio la de “médico”. Maraver, por tanto, ejercería esta profesión durante más de 20 años en Córdoba hasta su marcha a Madrid a finales de la década de los sesenta del siglo XIX.

Simultáneamente a esta actividad, sobresalió Maraver en otras “ocupaciones”, sobre todo en la docente, en la académica y en la literaria. Resulta evidente que con el ejercicio de la medicina no se vería compensado económicamente, a deducir de lo que un colega médico contemporáneo, don Luis Ramírez de las Casas Deza, dice al respecto: “…en las capitales ha llegado a haber tantos médicos que son muy pocos los que pueden vivir estrechamente con la profesión… Muchos son los médicos que, dejada la profesión, se han dedicado a otros empleos y ocupaciones para poder vivir”.

En 17 de agosto de 1846, Maraver se matriculó en la Universidad Central (Literaria) para obtener el grado de regente de 2ª clase en materia de Geografía, apareciendo en su expediente la nota de reprobado, lo que manifiesta a todas luces no haber obtenido otra licenciatura. Sin embargo, el título de Bachiller en Artes le valdría, empero, para ser contratado en 1864 como suplente en el Instituto Provincial de Córdoba, aunque con anterioridad a 1858 había sido ya profesor sustituto de Filosofía. Posteriormente la prensa nacional se hizo eco de su persona como “ilustrado catedrático del Instituto de Córdoba”.

La penuria como galeno le derivó igualmente hacia otras ocupaciones, fomentadas por su condición de académico. Su admisión en la Academia de Córdoba tuvo lugar precisamente el 19 de mayo de 1852. Al año siguiente, en 1853, se acordó expedirle el título de académico de número. Poco después procedió a leer una memoria titulada Reflexiones acerca de los puntos de contacto que tienen entre sí la poesía y la pintura, y de las ventajas que resultan de la unión de estas dos artes. La pertenencia de Maraver a la Academia se vio robustecida con el desempeño de los cargos de secretario primero, secretario segundo y bibliotecario. La asistencia del biografiado se porfía en años sucesivos, participando activamente en las sesiones, en las que daba cuenta de sus trabajos y publicaciones. Por ejemplo en la de 21 de noviembre de 1863 se asienta en el acta que los socios, constituidos en Sección literaria, oyeron con la complacencia acostumbrada un fragmento de su Historia árabe cordobesa. Su asistencia reviste cierta asiduidad en ese mismo año y en el siguiente. El 2 de abril de 1864 Maraver ofreció a la corporación de un ejemplar de la Crónica del viaje de SS.MM. a la provincia de Córdoba “que se recibió con gratitud y complacencia, acordando su archivo y conservación “con particular aprecio”. En las sesiones sucesivas de 9 y 12 de abril y 2 de julio continuó interviniendo, lo que le valió el 3 de diciembre que fuese distinguido como socio de mérito en consideración a la obra que había publicado con el título Historia de Córdoba. Al mismo tiempo se le encargó la reforma estatutaria de la institución, que llevó a cabo influenciado por el Reglamento de la Academia de Sevilla, sobre la que informaba el 14 de enero de 1865. El 29 de julio de dicho año Maraver hizo entrega a la Academia de otros dos trabajos titulados Del libertinaje y la prostitución y Los montes deben hallarse en poder de los particulares, de los pueblos o del Estado.

No descuidó Maraver tampoco su actividad política, faceta del personaje apenas estudiada. En 1854 fue nombrado secretario de la Junta revolucionaria de Córdoba (la Vicalvarada) de corte progresista, que dio al traste con el gobierno moderado. La prensa contemporánea da noticias curiosas de la Comisión cordobesa insertando varios bandos y proclamas que son suscritas por Maraver en su condición de vocal secretario. Pese a su activa participación en la Junta no consiguió formar parte de ninguna de las dos candidaturas que concurrieron a las elecciones de dicho año. Esta dedicación y los servicios prestados a la causa fueron determinantes para ser nombrado cronista de Córdoba en 1855 por ser “sujeto instruido y adornado de dotes suficientes al objeto”. En 1862 se vio asimismo recompensado con el nombramiento de cronista provincial honorario y una dotación de 2.000 reales para subvenir a los gastos ocasionados con la publicación de su obra “La Corte en Córdoba”, que dedicaría a la Corporación provincial que había propiciado esta distinción.

Con esta legitimación de “historiador” oficial, Maraver en la década de los sesenta del siglo XIX participó activamente en varias expediciones arqueológicas llevadas a cabo en el sur de la provincia de Córdoba (Fuente Tójar y Almedinilla) de las que dio cuenta a la Real Academia de la Historia que le nombró académico correspondiente en 1866 y miembro de la Comisión provincial de Monumentos históricos y artísticos de Córdoba, desde donde promovió la formación de su Museo Arqueológico y su inicial dotación, y de la que también llegó a ser su secretario. Los materiales procedentes de las excavaciones efectuadas en las necrópolis ibéricas de las dos localidades cordobesas en 1867 entregadas a la Comisión de Monumentos fueron el embrión del referido Museo, en cuyos fondos se conservan asimismo algunos escritos sobre las excavaciones. La colaboración que prestó al Museo Arqueológico Nacional y la correspondencia oficial con su director, Amador de los Ríos, terminó convirtiéndose en amistosa y personal, llegando éste a tratarle de “padrino”.

Los acontecimientos políticos de los años inmediatos siguientes determinaron un cambio de su situación personal. A partir de 1868 nuevas responsabilidades y actividades editoriales marcaron el futuro de su periplo vital, al poner en marcha a finales de ese mismo año en Córdoba el periódico que le daría fama y dinero con el sonoro nombre de El Cencerro, de tendencia republicana federalista. Consecuentemente Maraver abandonó la arqueología y su cargo de Inspector de Antigüedades y presentó su dimisión a la Comisión de Monumentos en 1869.

El traslado a Madrid estaba cerca y debió producirse a finales de este año. En la capital del Reino arriesgó toda su hacienda para editar hasta su muerte el semanario satírico El Cencerro, varias veces suspendido por la autoridad gubernativa. Con el seudónimo de Fray Liberto excitó e interesó “la inteligencia del vulgo” y tuvo la osadía de criticar nada menos que al general Martínez Campos, por lo que fue acusado y sometido a proceso por injurias en 1884.

La figura polifacética de Maraver no se comprende tampoco sin el análisis de su vena poética, patentizada desde tiempo atrás en El Liceo Artístico y Literario de Córdoba (Periódico de Literatura, Música y Modas). Dimitido el primer director Mariano Soriano Fuertes, que había sido fundador de El Liceo, lo reemplaza en 6 de febrero de 1845 el secretario de la sección de Literatura, Luis Maraver. En El Nuevo Meteoro (Periódico semanal de literatura, Artes, Teatros y Modas) se lee en 22 de junio de 1845 lo que sigue: “Nuestro correligionario D. Luis Maraver, director del Liceo de Córdoba, periódico literario que se publica con bastante aceptación, parece que muy en breve dará á la prensa un tomito de canciones con el título de el Cancionero andaluz. En este mismo año colaboró en el primer número de El vergel de Andalucía (Periódico de amena literatura y artes dedicado al bello sexo). Años más tarde desde la prensa nacional se publicitó con gran alarde tipográfico la venta de Las Gracias del Mediodía, colección de doce canciones andaluzas con acompañamiento o guitarra, y entre las cuales se incluye “Las ligas de mi morena”, poesía de don Luis Maraver. Posteriormente colaboró en otros medios escritos, participando en publicaciones humorísticas tertulias y juegos florales, que lo premiaron y consagraron como poeta. Sabido es que cultivó además de la poesía todos los géneros literarios (teatro, narrativa e incluso la zarzuela) con cierto carácter festivo. De la participación de Maraver en tertulias literarias (Casa del Conde de Torres Cabrera) dio cumplida cuenta la Revista Cordobesa de Ciencias, Literatura y Artes del año 1860.

Don Luis Maraver y Alfaro falleció en Madrid el 25 de febrero de 1886. De su muerte se hicieron eco numerosos periódicos y medios de comunicación. En el diario La Época del viernes 26 de febrero apareció firmada por “Alguien” que ocultaba su nombre pero que lo conocía muy bien, un artículo titulado “La vida madrileña: El fundador de El Cencerro”, en la que se enfatizaba: “La biografía de Maraver es casi la biografía de El Cencerro, y entre el periódico y el periodista ha existido siempre enorme diferencia”. La edición de su periódico con otra cabecera diferente El Tío Conejo entre 1875 y 1883 llegó a alcanzar una tirada de 300.000 hojas, seis veces más que El Imparcial, cinco veces más que Le Figaro de París y tres veces más que The Times de Londres. Checa Godoy dirá de esta publicación: “Con Luis Maraver… al frente, muestra un periodismo de textos cortos, incisivos, con presencia, pero secundaria, de elementos gráficos, neto republicanismo y frecuente anticlericalismo”. El ingenio de Maraver se proyectó durante varias décadas hacia el mundo de la sátira demostrando tener una vena muy sutil y fascinante. “Maraver explicó en forma sencilla y acomodaticia a la inteligencia del vulgo lo que los demás exponían con palabras altisonantes y conceptos embrollados”.

Su labor periodística, en síntesis, fue, sin embargo, el elemento esencial y sobresaliente, fue el medio agitador de las conciencias ciudadanas creando una opinión pública que encontraba en aquellos periódicos la diversión, el costumbrismo, el humor, la mordacidad, el desenfado y la instrucción con un estilo cáustico y provocador. “No había casa de vecino o cortijada donde no se leyera”, manifestó Ricardo de Montis tiempo después. Fueron estos aspectos, sin duda, las claves del éxito y de la fortuna de este cordobés batallador, librepensador honrado y digno y polemista controvertido.

Los restos de don Luis Maraver descansan en el cementerio civil del Este de Madrid. Un sobrio obelisco deja aún ver su nombre por cima de una corona de laurel, como único emblema que dio sentido a su vida y a su obra.

 

Obras de ~: Reseña de la Administración Municipal de Córdoba en 1861, Córdoba, 1861; La Corte en Córdoba. Reseña histórica de la recepción y estancia de SS.MM. y AA. en Córdoba en 1862, Córdoba, 1862; Historia de Córdoba desde los más remotos tiempos hasta nuestros días, 1863; Descripción de la Catedral de Córdoba; Guía de curiosidades cordobesas, 1867; “Expedición arqueológica a Almedinilla”, en Revista de Bellas Artes e Histórico-Arqueológica, serie II, tomo II, Madrid, 1868, págs. 307-323; Prólogo biográfico de Antonio Alcalde Valladares, s.l., 1886; Almacén de quita-penas. Verso y Prosa por Luis Maraver y Alfaro, Madrid, Administración Bola 12, s.f; Elementos de Psicología y Lógica por D. Luis Maraver, s.l., s.f.

 

Bibl.: A. Alcalde Valladares y R. Gil, Córdoba contemporánea. Apuntes para la Historia de la Literatura en esta provincia desde el año 1859 en que se celebraron los primeros Juegos Florales hasta el próximo pasado 1891, tomo I, Córdoba, 1892, págs. 3, 29, 37-39, 51 y 159-160; M., Ossorio Bernard, Ensayo de un catálogo de periodistas españoles del siglo XIX, Madrid, 1903-1904, pág. 351; “Poetas cordobeses del siglo XIX.: Don Luis Maraver y Alfaro”, en Vida y Comercio, año VIII, nº43 (enero-febrero 1963); M. Durán y Velilla, Córdoba, sultana de Andalucía. Crónicas, reportajes y comentarios de un periodista, Córdoba, Ayuntamiento de Córdoba, 1976; A. Mª Vicent, “Expedición Arqueológica a Fuente Tójar (Córdoba) por L. Maraver”, en Corduba Archaeologica, 15, 1984-1985, págs. 31-54; J.Mª. Ortiz Juárez, “Un siglo de la muerte del cronista don Luis Maraver y Alfaro”, en Córdoba en Mayo, 1986; J. Valverde Madrid, “Don Luis Maraver y Alfaro”, en Boletín de la Real Academia de Córdoba, (BRAC) nº 113 (1987), págs. 115-116; A. Checa Godoy, Historia de la Prensa Andaluza, Sevilla, Fundación Blas Infante, 1991; A. Franco Mata, “Las Comisiones científicas de 1868 a 1875 y las colecciones del Museo Arqueológico Nacional”, en Boletín ANABAD, tomo 43, núm. 3-4 (1993), págs. 125-126; J. Maier y J. Salas, “Los inspectores de antigüedades de la Real Academia de la Historia en Andalucía”, en J. Beltrán y M. Belén (eds.), Las Instituciones en el desarrollo de la Arqueología en España (III Reunión Andaluza de Historiografía Arqueológica), Sevilla, Universidad de Sevilla, 2006; A. Checa Godoy “Un censo de la prensa republicana española durante el sexenio revolucionario (1868-1874)”, en República y republicanismo en la comunicación, VIII Congreso de la Asociación de Historiadores de la Comunicación, Sevilla, Universidad de Sevilla, 2006; R. Luque Reyes, “Periodistas en la Real Academia de Córdoba (y II)”, en BRAC, nº 154 (2008), pág.260; F. M. Espino Jiménez, Todos los hombres de Isabel II: Diccionario biográfico de los protagonistas del reinado en Córdoba, Córdoba, Diputación de Córdoba - A.E.C.S.H, 2009, págs. 220-223; P., Allepuz García, “Luis Maraver y Alfaro: arqueología cordobesa en el siglo de las revoluciones”, en Boletín Arqueología somos todos, 4 (2016), págs. 8-9; M. Peláez del Rosal, “Notas sobre el primer cronista oficial de Córdoba, Don Luis Maraver y Alfaro y su polémico nombramiento”, en Crónica de Córdoba y sus pueblos, Córdoba, Asociación provincial cordobesa de cronistas oficiales, 2002, págs. 233-238; “Biografía de don Luis Maraver y Alfaro, hijo ilustre de Fuente Obejuna” en Córdoba en Mayo, 2017, págs. 50-57; “El polifacético Don Luis Maraver y Alfaro (1815-1886)”, en J. M. Escobar Camacho y f. solano Márquez (coords.), Académicos en el recuerdo 1, Córdoba, Real Academia de Córdoba y Diputación Provincial, 2017, págs. 133-176.

 

Manuel Peláez del Rosal

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