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Alonso Téllez Girón

Biografía

Téllez Girón, Alonso. Señor de la Puebla de Montalbán (I). ?, ¿1460? – Puebla de Montalbán (Toledo), 1527. Consejero de los Reyes Católicos y de la reina Juana I.

En su villa de Ocaña un 27 de diciembre de 1470, y corroborado dos años más tarde, el todopoderoso maestre de Santiago, Juan Pacheco, otorgaba testamento diseñando cuidadosamente el destino de su abultada prole. El más joven de sus tres hijos varones, Alonso Téllez Girón —que llevaba el nombre de su abuelo, el I señor de Belmonte— recibía la Puebla de Montalbán por el tercero de los mayorazgos fundado por su padre. Sus hermanos Diego, II marqués de Villena, estaba llamado a actuar como el poderoso líder del clan familiar, mientras que Pedro Portocarrero, VII señor de Moguer, se convertía en beneficiario del segundo mayorazgo heredado de su madre, María.

Pero el ambicioso marqués de Villena (I) no quiso olvidarse de su hijo menor, y el mayorazgo fundado en Alonso convirtió a este en un hombre rico, pero no poderoso, aun cuando pertenecía a uno de los linajes nobiliarios —hermanas, cuñados, primos, tíos...— más influyentes del Reino. El mayorazgo de Alonso Téllez —que también llevaba el mismo nombre de su primo, el conde de Urueña, prematuramente fallecido— estaba formado por la villa y el castillo de Montalbán, una puebla templaria desde principios del siglo XIV que había pertenecido a importantes personajes del Reino, incluida la reina María de Castilla, pero, sobre todo a Álvaro de Luna, el valido de Juan II. El mayorazgo de Alonso Téllez sobre Montalbán también incluía las tercias, lugares y derechos del paso del ganado, así como casas en Toledo y en San Félix de los Gallegos.

Alonso Téllez debía de ser un adolescente cuando su padre falleció en octubre de 1474, al que pronto siguió un afligido Enrique IV apenas dos meses después.

Al menos Pacheco murió con la tranquilidad que proporcionaba la solvencia económica legada a su familia. Sólo unos meses antes de su fallecimiento escribía al concejo de La Puebla para que admitieran al joven Alonso como señor de la villa. La familia parientes y amigos —Pimenteles, Estúñigas...— de los imponentes Pacheco-Téllez-Girón siguieron como un solo hombre la tradición familiar defendiendo los derechos sucesorios de la hija del rey Enrique IV, Juana, frente a Isabel I y a su marido, Fernando. No constan demasiadas noticias sobre la actuación de Alonso en la guerra civil en donde su hermano Diego se distinguió de forma sobresaliente y quizás por ello, o debido a su papel secundario en el linaje, no fue castigado en sus bienes como ocurrió con el marquesado de Villena. Alonso no tuvo problema alguno en conservar los señoríos legados por su padre, si bien recibió el perdón general de los Monarcas como todo su linaje. Sí hay constancia, sin embargo, de su participación en la Guerra de Granada con su hermano Diego, contienda en la que éste hizo méritos suficientes para volver, por la puerta grande, al favor de los Reyes Católicos y, de paso, rehabilitar y proteger a toda su familia.

Toda la vida del señor de Montalbán, que ejerció durante más de cincuenta años en su señorío, se concentró en los problemas suscitados en sus tierras.

Montalbán pasó por una serie de vicisitudes al convertirse en centro de intereses nobiliarios. Entre el primer y el segundo testamento del maestre de Santiago, la villa ya había sido ocupada por el I duque de Alba, Garcí Álvarez de Toledo, si bien finalmente se recuperó. Más grave fue el contencioso que Alonso Téllez se vio obligado a sostener con los poderosos Mendoza, herederos de Juana Pimentel, la viuda de Álvaro de Luna, y antigua señora de la villa. A pesar de que su sobrino Juan Pacheco de Luna —hijo de Diego— era miembro de la familia Mendoza lo que debía de tranquilizar el ánimo del linaje, la cesión de determinados derechos de la viuda a su hija María, casada con el I duque del Infantado y, aún peor, el fallecimiento en 1489 del joven Juan Pacheco provocó una querella interna entre linajes, en donde Montalbán aparecía como un objeto de deseo irrenunciable para los Mendoza. Los Pacheco-Téllez Girón recurrieron desesperados a los Reyes contra las pretensiones de la Casa del Infantado. En su enorme inteligencia, la reina Isabel —que bien podía haber aprovechado para compensarse de los sinsabores que, tiempos atrás, le habían hecho pasar los Pacheco— comprendió que debía de actuar como mediadora en la querella al tiempo que impedía a los Mendoza acumular demasiado poder. La Sentencia Arbitraria que Isabel otorgó en 1503 —con Gaspar de Gricio actuando de secretario y notario del Reino— pondría momentáneamente fin al conflicto concediendo a los Mendoza una buena suma económica por su renuncia a Montalbán. Pero una cédula de Felipe I el Hermoso en 1506 volvía sobre la cuestión hasta que, de manera definitiva, llegó la solución en 1520 con una compensación económica extraordinaria para la Casa del Infantado que incluía el servicio y montazgo sobre los ganados de los puertos de Villaharta y Montalbán, quedando la villa, definitivamente, para Alonso Téllez.

Aún conoció el señor de Montalbán conflictos surgidos en los términos limítrofes entre Toledo y Montalbán y entre la villa y otros pueblos de la comarca, de Gálvez y Jumela. Todo aquello le dejaba deudas cuantiosas con algunos de sus vasallos, caso del famoso Fernando de Rojas, autor de La Celestina. No obstante, no todo fue difícil para Alonso que mantuvo buenas relaciones con la nobleza toledana, sobre todo con los señores de villas y tierras próximas, a través de matrimonios, siendo quizás el más llamativo el doble enlace de su primogénito Juan Pacheco y de su hija Francisca de Guevara con los hijos del contador Gonzalo Chacón y Clara Alvarnáez, Leonor y Gonzalo. Otro éxito destacable de don Alonso fue la política de atracción de pobladores a sus dominios, siendo su éxito mayor como señor la fundación en 1517 de San Martín o Lugar Nuevo de Montalbán con ventajosas condiciones para sus habitantes. En esa línea, también promulgó ordenanzas para regular la percepción de las rentas de villa y tierra.

Alonso Téllez Girón se había casado con Marina de Guevara —hija de Diego Ladrón de Guevara y de Sancha de Rojas— con la que tuvo diez hijos. Todos los matrimonios realizados en sus hijos fueron inteligentemente concebidos, si bien las mayores deudas le llegaron a través de las cantidades astronómicas para las dotes y arras de sus hijas, que le dejaron prácticamente en la ruina y a las que hubo de hacer frente su sucesor. Aparte del doble enlace con los hijos de los Chacón-Alvarnáez, otras dos hijas, Sancha Pacheco y Ana Girón, se casaron con dos nobles toledanos: con Alonso Carrillo y con Juan de Ayala, este último señor de Cebolla, respectivamente. Otras dos hijas profesaron como monjas con la consabida espléndida dotación, en el Monasterio de Santa Isabel de Toledo.

Sólo Catalina quedó soltera por, según explicaba su padre en el testamento, “no haber hallado persona que le convenga según su nobleza y merecimiento”.

Una soltería que remedió, al fallecimiento de su padre, siendo la progenitora del famoso I conde de Puñoenrrostro.

Si sus hijas le trajeron cuantiosas deudas, los cuatro hijos varones del matrimonio Téllez Girón- Guevara siguieron desigual suerte. Continuó la sucesión Juan Pacheco, que seguía el nombre de su famoso abuelo, pero falleció prematuramente de forma que sería el nieto de Alonso, de su mismo nombre, el que continuaría una línea que, andando el tiempo, enlazaría con los duques de Uceda. Un segundo hijo varón, Alfonso, caballero de la encomienda de Villafranca de la Orden de Calatrava, falleció sin descendencia.

Poco se conoce de otro hijo, Diego, que tampoco dejó rastro familiar. Finalmente, Pedro protagonizó una brillante carrera eclesiástica en Roma —en donde murió en 1560— de donde fue camarero del papa Adriano VI, así como cardenal e inquisidor en 1553, ostentando, además, durante veintitrés meses el cargo de virrey y capitán general de Nápoles.

Alonso Téllez Girón dictó testamento en 1527, apenas unos meses antes de morir. En su última voluntad, destinaba grandes sumas a entidades religiosas, particularmente al Monasterio donde profesaban sus hijas, realizando otras dotaciones piadosas a pesar de sus grandes deudas. Sus restos, junto con los de su esposa, fallecida poco antes, descansaron en dos tumbas labradas en el coro del Monasterio de la Concepción de su villa de la Puebla de Montalbán.

 

Bibl.: J. Torres Fontes, La conquista del marquesado de Villena en el reinado de los Reyes Católicos, Madrid, Instituto Jerónimo Zurita, 1953; A. Bernáldez, Historia de los Reyes Católicos Don Fernando y Doña Isabel, Madrid, Atlas, 1953 (Biblioteca de Autores Españoles, LXX); H. del Pulgar, Crónica de los Reyes Católicos Don Fernando y Doña Isabel, Madrid, Atlas, 1953 (Biblioteca de Autores Españoles, LXX); E. Benito Ruano, Toledo en el siglo XV, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1961; L. Suárez Fernández, Los Reyes Católicos, Madrid, Rialp, 1989-1990, 5 vols.; A. Franco Silva, El señorío Toledano de Montalbán. De Don Álvaro de Luna a los Pacheco, Cádiz, Servicio de Publicaciones de la Universidad, 1992; M. L. Pérez de Tudela y Bueso, El Monasterio de Santa Clara La Real de Toledo, Madrid, Universidad Complutense, 1993; A. Franco Silva, “La villa toledana de Escalona: de Álvaro de Luna a los Pacheco”, en Estudios de Historia y de Arqueología Medievales, 10 (1994), págs. 47-82; R. Pérez Bustamante y J. A. Calderón Ortega, Felipe I: 1506, Burgos, Diputación de Palencia-La Olmedilla, 1995 (Serie de Reyes de Castilla y León); R. de Luz Lamarca, El marquesado de Villena o el mito de los Manuel, Cuenca, Diputación Provincial, 1998; S. Fernández Conti, “Tellez Girón, Alonso”, en J. Martínez Millán (dir.), La Corte de Carlos V (2.ª parte). Los consejos y los consejeros de Carlos V, vol. III, Madrid, Sociedad Estatal para la Conmemoración de los Centenarios de Felipe II y Carlos V, 2000, pág. 412; F. Fernández de Bethencourt, Historia Genealógica y Heráldica de la Monarquía Española, Sevilla, Fabiola de Publicaciones Hispalenses, 2002, 10 vols.; C. Quintanilla Raso, “Los grandes nobles”, en El reinado de Isabel la Católica en Medievalismo (número monográfico del Boletín de la Sociedad Española de Estudios Medievales dedicado al V Centenario de la muerte de Isabel La Católica), año 14, n.os 13-14 (2004), págs. 127-142; M. A. Ladero Quesada, La España de los Reyes Católicos, Madrid, Alianza, 2005; C. Quintanilla Raso (coord.), Títulos, grandes del reino y grandeza en la sociedad política: sus fundamentos en la Castilla medieval, Madrid, Sílex, 2006; C. Quintanilla Raso, “Élites de poder, redes nobiliarias y monarquía en la Castilla de fines de la Edad Media”, en Anuario de estudios medievales, 37, 2 (2007), págs. 957-981; C. Quintanilla Raso, La nobleza señorial en la Corona de Castilla, Granada, Universidad de Granada, 2008; C. Quintanilla Raso y M. J. García Vera, “Señores de título en la Castilla del siglo XV: su creación en el reinado de Enrique IV”, en Homenaje al profesor Eloy Benito Ruano,  vol. 2, Murcia, Editum, 2010, págs. 653-670; C. Quintanilla Raso, “Pactos nobiliarios y seguros regios en la Castilla de finales del siglo XV”, en Cuadernos de Historia de España, 85-86 (2011-2012 ), págs. 567-580; C. Quintanilla Raso, “Consejeros encumbrados. El consejo real y la promoción de la nobleza castellana en el siglo XV”, en e-Spania, 12 (2011) [en línea], disponible en https://journals.openedition.org/e-spania/20680; M. A. Ladero Quesada, “Los Reyes Católicos, Fernando e Isabel, líderes estratégicos en una época de transición, 1475-1516”, en A. Guimerá Ravina (coord.), Liderazgo estratégico en España, 1475-2018, Madrid, UNED – Instituto Universitario General Gutiérrez Mellado, 2019, págs. 19-38.

 

Dolores Carmen Morales Muñiz