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Álvaro Pelagio

Biografía

Pelagio, Álvaro. ¿Salnés (Pontevedra)?, 1275-1280 – Sevilla, 1352. Religioso franciscano (OFM), escritor polemista y obispo.

Quizá el origen ilegítimo, aunque noble, de Álvaro Pelagio (o Pais, o Paes) sea la razón por la que se ignore, entre otras cosas, el lugar y fecha de su nacimiento, pues con respecto a lo primero sólo se sabe que era español, como él mismo se declara repetidas veces, hay quien piensa que nació en Salnés, pero como en aquel entonces ese término podía abarcar toda la Península, de ahí que algunos lo hagan portugués, otros gallego, sevillano, etc. En cuanto a lo segundo, sólo por deducción se puede concluir que su nacimiento tuvo lugar entre los años 1275-1280. Parece que su niñez transcurrió en el palacio del rey Sancho IV de Castilla (1284-1295), pero se desconocen otros datos de su adolescencia; lo que sí se sabe es que cursó Derecho, siendo su maestro Guido de Baysio, entre el final del siglo XIII hasta el año de 1304 en la Universidad de Bolonia, donde no sólo se licenció y doctoró, sino que continuó en la misma Universidad como maestro impartiendo sus enseñanzas, e incluso, al parecer, en Perusa. Ese mismo año 1304 era recibido en la Orden Franciscana por el recién elegido ministro general, también español, Gonzalo de Balboa, vistiéndole, él mismo, el hábito en la ciudad de Asís.

No cabe duda de que las luchas nada fraternas existentes por aquel entonces en el seno de la Orden Franciscana a propósito de la observancia de la pobreza evangélica marcaron su vida y pusieron a prueba su vocación, afianzándola y tomando a su vez partido.

Emitida la profesión al finalizar su noviciado, fue enviado por los superiores a la Universidad de París, donde se dice que fue discípulo de Juan Duns Escoto, cosa que parece más bien imposible, pues contradice a otros datos ciertos. Sin embargo, se ha de conceder que Pelagio conoció a fondo esa Universidad, de la que relata hechos y detalles con conocimiento de causa, y además historiadores franceses de la misma Universidad colocan a Álvaro Pelagio entre los académicos de la Universidad parisina. También frecuentó la Universidad de Lisboa, pero se desconoce si como alumno o como profesor; de igual modo que la de Coímbra, donde tuvo fuertes discusiones con los herejes y heterodoxos, si bien eso pudo haber sucedido mientras ejercía como obispo en la diócesis de Silves (Portugal), diócesis que rigió de 1333 a 1348 o 1349.

Parece que después de su noviciado permaneció durante bastante tiempo en Italia (por de pronto el 6 de enero de 1311 asistió en Milán a la coronación del emperador Enrique VIII de Alemania), participando en ocasiones en las acaloradas luchas dialécticas entre los frailes espirituales y mitigados a propósito de la observancia de la pobreza. Él sin duda simpatizaba más con los primeros, pero dentro de un equilibrio, que rehuía los extremismos. El acaloramiento y obcecación entre los frailes llegó a tal grado que habiéndose difundido el rumor durante el Concilio de Lyon de que el Papa intentaba obligar a los franciscanos a admitir posesiones, un grupo de exaltados promovió una violenta campaña pretendiendo demostrar que la Orden no debía obedecer al Papa en esto, por ser un mandato injusto. De poco valió que el correspondiente capítulo provincial obligara a retractarse a los tales, y muchos de ellos fueran castigados con distintas penas, pues no pocos se mantuvieron en su actitud. Entre ellos el famoso Pedro Fossombrone, llamado después Ángel Clareno, fraile ciertamente ejemplar, pero muy exaltado, que no pudo ser castigado por tener buenos protectores en la sociedad civil. Éste compuso a principios de 1330 su Apologia pro vita sua, dedicada a nuestro Álvaro Pelagio.

Todo ello había de culminar durante el pontificado de Juan XXII, cuando el capítulo general celebrado en Perusa en 1322 llegó al enfrentamiento directo con el Papa por ese aspecto teórico de la pobreza evangélica.

Luis de Baviera, en lucha entonces con el Pontífice (1324), asumió la defensa de la Orden Franciscana y hizo crear un antipapa franciscano en la persona de fray Pedro de Corbara, con el nombre de Nicolás V. Álvaro Pelagio fue uno de los pocos frailes doctos que Juan XXII consiguió atraer a su parte y mantenerse fiel al Pontífice, si bien en algunos aspectos teóricos del problema defendía noblemente la posición de su Orden. Por fortuna todo este estado de cosas anómalo duró poco tiempo, aunque con lamentables consecuencias.

Entre los años 1327 y 1329 se encontraba Pelagio en la ciudad de Roma, siendo acusado ante Juan XXII de haberse pasado al bando enemigo; viles calumnias de quienes intentaban enemistarlo con el Pontífice, que no creyó tales infundios; al contrario, poco tiempo después Pelagio era honrado por el Papa con el oficio de penitenciario en su Corte de Aviñón, en cuyo ejercicio se encontraba ya en 1330, oficio que llevaba anejo el de confesor de los cardenales. Por entonces parece que compuso la mayor parte de su principal obra De Planctu Ecclesiae. Pero no fueron sólo estos los honores con los que el Pontífice distinguió a su fiel amigo, sino que lo honró con otros en la Curia, que demuestran la confianza que el Papa tenía depositada en él. Por lo demás, aunque por el desempeño de sus oficios estaba materialmente fuera de su Orden, no le eran ajenos los problemas de ella, por lo que continuaba trabajando como un fraile cualquiera por la pureza en la observancia de la regla.

El 19 de junio de 1332 Álvaro Pelagio era elevado a la sede de Corón en Grecia, como obispo titular, mediante la bula Quam sit onusta por el papa Juan XXII y pocos días después, el 9 de julio, como residencial a la de Silves, en Portugal. Pero lejos de ser un disfrute de tranquilidad, el gobierno de su diócesis fue para Pelagio, dado su carácter inconformista e indomable, un nido de problemas, comenzando por su condición de hijo ilegítimo, que esgrimían contra él, sobre todo eclesiásticos, a quienes el obispo reconvenía por su no buena conducta, por lo que el Pontífice tuvo que cortar por lo sano, imponiendo silencio a sus adversarios. Pero sin duda, los mayores problemas eran sus enfrentamientos con el rey Alfonso IV de Portugal, en defensa de la inmunidad de su Iglesia, y contra las autoridades civiles de los Algarbes, que incitaban a las masas contra su obispo, celoso del bien e inmunidad de su diócesis, llegando hasta ser objeto de un atentado con peligro de muerte un día mientras celebraba misa. Esto motivó que, para evitar males mayores, abandonara su diócesis y se autoexiliara en la ciudad de Sevilla, lo que a su vez fue motivo de acusación por parte de sus émulos de que había abandonado a sus ovejas. Las autoridades de Silves pusieron por ello pleito al obispo, pleito que se sustanció ante el arzobispo de Sevilla, diócesis de la que Silves era sufragánea, pero el Rey arbitrariamente avocó a sí la causa, siendo obligado el obispo a abandonar su diócesis y fijar su residencia habitual en el Convento de San Francisco de Sevilla. Ya en 1339 aparece en Santiago de Compostela, donde asistió a una junta de prelados del arzobispado compostelano, estancia que no debió de ser pasajera, puesto que allí dio los últimos toques en el año 1340 a su obra De Planctu Ecclesiae, presentando en ella el lamentable estado de la Iglesia en aquel tiempo y los posibles remedios. De nuevo aparece en Sevilla en 1341, ahora ocupado en el pleito que se seguía ante el arzobispo contra los alborotadores de su obispado (cuyo final y sentencia se desconoce) y al propio tiempo en la composición de otra de sus obras Speculum Regum, dirigida al rey Alfonso XI. El 13 de noviembre de 1341 Martín Martínez Tolosano le hizo donación de una casa y una huerta en Sevilla en la colación de San Lorenzo, para edificar en ellas una iglesia. Sin embargo, aparece de nuevo en su obispado en 1344, donde concluyó su Speculum Regum, y en 1349 en Sevilla, desde donde en 27 de septiembre escribió al Papa manifestándole la causa de sus ausencias de su obispado, que no era otra que el peligro de muerte en que constantemente allí se encontraba.

En su última obra, Collirium Fidei adversus Haereses, describe sus luchas y diatribas dialécticas con los herejes, judíos, etc. en diversas ciudades lusitanas, que probablemente hay que colocarlas después del proceso.

En el manuscrito titulado Centuria Bética (códice 1/3, fol. 320) se dice ser autor también de Cuatro libros sobre las sentencias, Vna suma de Teología, que se guarda manuscrita en S. Juan de los Reyes de Toledo y Una Oratoria.

Se desconocen las andanzas posteriores de Pelagio, pero parece que se retiró a Sevilla, donde tenía parientes, y donde otorgó su testamento el 29 de noviembre de 1349 y dos codicilos posteriores el 1 de diciembre de 1349 y 4 de diciembre de 1349, y murió en 1352. Fue sepultado en el Convento de Santa Clara de Sevilla, en un bello mausoleo de alabastro, que todavía hoy se conserva.

 

Obras de ~: De Planctu Ecclesiae, s. l., s. f. (Ulma, Joannem Zainer de Rutlinger, 1474); Collirium Fidei adversus Haereses, s. l., s. f. (Lisboa, Centro de Estudios de Psicología e Historia da Filosofía, 1954-1956, 2 vols.); Speculum Regum, s. l., s. f. (Lisboa, Victorino Meneghim, 1969); Quinquagesilogium, s. l., s. f. (Lisboa, Victorino Meneghim, 1969); Sermo de visione beatifica, s. l., s. f. (Lisboa, Victorino Meneghim, 1969); Cuatro libros sobre las Sentencias, s. l., s. f. (inéd.); Suma de Teologia, s. l., s. f. (inéd.); Oratoria, s. l., s. f. (inéd.).

 

Fuentes y bibl.: Archivo Provincial de la Provincia Franciscana Bética, Centuria Bética, s. XVIII-XIX, códice 1/3, fol. 320.

A. Amaro, “Fr. Alvaro Pelagio, su vida, sus obras y posición respecto de la cuestión de la pobreza teórica de la orden franciscana bajo Juan XXII (1316-34)”, en Archivo Ibero Americano, 5 y 6 (1916), págs. 5-32, 19-213 y págs. 5-28, respect.; J. Leclerc, “Notes sur les théories politiques de A. Pelayo”, en Révue de Sciences Réligieus, 21 (1931), págs. 582-589; M. Pinto de Meneses, Colirio da fede contra as heresías. Establecimiento do texto e introduçao, Lisboa, Centro de Estudos de Psicología e Historia da Filosofía, 1954-1956, 2 vols.; Scritti inediti di fra Alvaro Pais, Lisboa, Victorino Meneghim, 1969; A. García y García, “Pelayo o Pelagio, Álvaro”, en Q. Aldea Vaquero, T. Marín Martínez y J. Vives Gatell (dirs.), Diccionario de Historia Eclesiástica de España, vol. III, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto Enrique Flórez, 1973, págs. 1954-1955; M. Castro y Castro, Bibliografía Hispanofranciscana, Santiago de Compostela, Imprenta Aldecoa, Burgos, 1994, n.os 5113-5163 y 10467.

 

Hermenegildo Zamora Jambrina, OFM

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