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José Segundo de Lema y García

Biografía

Lema y García, José Segundo de. Madrid, 1823 – 30.IX.1891. Arquitecto.

Perteneciente a la primera promoción de la Escuela de Arquitectura de Madrid, José Segundo de Lema obtuvo el título de arquitecto en 1850. Con anterioridad había trabajado junto al arquitecto mayor de Palacio Domingo Gómez de la Fuente, a quien estaría muy vinculado en sus inicios profesionales como “arquitecto delineante”. A la muerte de su maestro, Lema continuó con dicho empleo pero, curiosamente, no a las órdenes del nuevo arquitecto mayor, Aníbal Álvarez Bouquel; sin embargo, tras la jubilación voluntaria de éste, fue nombrado arquitecto mayor de Palacio y Sitios Reales por Real Decreto de 27 de agosto de 1859. Igualmente sucedió a Álvarez Bouquel como arquitecto del Museo del Prado (1859-1868), acometiéndose bajo su dirección diversas obras de mantenimiento y conservación. El destronamiento de Isabel II en 1868 provocó su cese como arquitecto mayor de Palacio, pero su colaboración con la “Comisión para la conservación y custodia de los bienes que constituyeron el Patrimonio de la Corona” le valió ser repuesto en el cargo en marzo de 1869. Los acontecimientos políticos del año siguiente causaron nuevamente su cese, pero en 1875 volvió a recuperar su cargo que ostentó hasta su muerte en 1891. En 1878 fue elegido miembro numerario de la Real Academia de San Fernando, pese a que la Sección de Arquitectura se inclinase por su oponente, Bruno Fernández de los Ronderos. Perteneció asimismo a la Sociedad Central de Arquitectos.

En el legado arquitectónico de Lema conviven las obras oficiales, fruto de sus muchos años de trabajo en Palacio, con las realizadas para una amplia clientela privada, especialmente durante los años de bonanza económica de la Restauración.

Posiblemente su inicio profesional tuvo lugar en Zaragoza, donde en 1851 proyectó las dos primeras manzanas del nuevo paseo de la Independencia que darían la pauta para su ulterior desarrollo. Su trazado uniforme, con edificios porticados de igual altura, evoca directamente la parisina rue de Rivoli, lo que pone de manifiesto el interés de Lema por la arquitectura francesa coetánea, nada raro si tenemos en cuenta su formación junto a arquitectos como Gómez de la Fuente, Zabaleta o Álvarez Bouquel.

Como arquitecto de Palacio, su realización más conocida es el Panteón de Infantes del monasterio de El Escorial, comenzado en 1862 por expreso deseo de Isabel II y concluido ya durante la regencia de María Cristina de Habsburgo en 1888. La obra muestra un comedido eclecticismo vagamente medievalizante y se resuelve —pese a la dificultad de insertar un elemento nuevo en edificio de tan marcada definición estilística— con notable discreción; se complementa con la labor escultórica de Ponciano Ponzano, muy alejada del gusto actual, que enmascara la sobriedad y circunspección del discurso arquitectónico.

Durante el reinado de Isabel II, Lema trabajó en Aranjuez tanto para la Corona como para particulares, pues la predilección de la Soberana por este Real Sitio sirvió de acicate para que aristócratas y miembros de la alta burguesía levantaran allí sus residencias campestres. Allí construyó el desaparecido palacio del banquero bilbaíno Vicente Bayo (c. 1859) y los edificios, en parte conservados, del “Jardín de Oñate” (c. 1867), para los condes de ese título; en ambos casos seguía la tipología, entonces muy en boga, del “chalet suizo”, en un marco de jardines a la inglesa con sus características fábricas, muchas de ellas también de carácter rústico. Mayor entidad arquitectónica posee el llamado palacio Baviera o Silvela —por haber sido propiedad del político Francisco Silvela—, mandado erigir por el rey Francisco de Asís hacia 1858-1860 como residencia de su primo Adalberto de Baviera, aunque al parecer no se concluyó hasta 1899, y que sin duda se alza como una de las más finas creaciones del arquitecto. Pese al buscado aire centroeuropeo —acorde con su destinatario— que le confieren su inclinado tejado de pizarra, sus buhardillas y, sobre todo, sus torreones cubiertos con agudos chapiteles, el palacio Baviera se aparta de todo pintoresquismo y anuncia —en la racional distribución de su planta, así como en la combinación del paramento de ladrillo con la caliza blanca que subraya las divisiones horizontales de los pisos y enmarca los sencillos vanos rectangulares— muchos de los logros que cristalizarán en su obra maestra: el madrileño palacio Zabalburu.

Proyectado en 1872, el palacio del empresario bilbaíno Francisco de Zabalburu y Basabe es justamente considerado —junto al del conde de Villagonzalo (1862), de Juan de Madrazo, o la Casa de las Alhajas (1870), de Fernando Arbós y José María Aguilar— como una de las obras más importantes de la arquitectura decimonónica española dentro de lo que se ha venido llamando “racionalismo neogótico”, directamente inspirado por Viollet-le-Duc. Vuelve a aparecer aquí el racionalismo constructivo, el empleo de los materiales sin enmascarar —ladrillo, caliza blanca y madera— y otros elementos claramente violletianos, como el mirador goticista del chaflán o el soberbio diseño de las ventanas.

Lema es también autor de la casa de alquiler aneja al palacio, en la calle Salustiano Olózaga. La relación del arquitecto con la rica familia bilbaína no acabó aquí, ya que en 1881 firmaba el proyecto de una casa de vecindad en Bilbao promovida por la sociedad Zabalburu Hermanos, que no llegó a realizarse, y es posible que dicha relación viniera de antiguo, pues hacia 1847, siendo ayudante de Gómez de la Fuente, este último construyó en la capital bilbaína una casa para los Zabalburu. La conexión de Lema con los empresarios vascos podría respaldar su nombre como posible autor del palacio Zabalburu de Bilbao, construido hacia 1887 y que lamentablemente no ha llegado hasta nosotros.

El racionalismo practicado por Lema es particularmente adecuado para los edificios de carácter funcional, entre los que destaca el Instituto Homeopático (Hospital de San José), construido entre 1873 y 1878 por encargo de la Sociedad Hahnemanniana, y la Real Fábrica de Tapices, levantada a partir de 1884, en la que evoluciona hacia posiciones cercanas a la nueva corriente neomudéjar encabezada por Emilio Rodríguez Ayuso. Esta síntesis que caracteriza la obra tardía de Lema queda ejemplificada con total claridad en el real colegio e iglesia de Nuestra Señora de Loreto, proyectados en 1885. Perviven el racionalismo en el diseño, la adecuación de forma y función, la sinceridad en el empleo de los materiales y el uso preferente del ladrillo, pero como nuevos rasgos de inspiración neomudéjar aparecen el gusto por los paramentos latericios con sencillas decoraciones geométricas y la preferencia por las fachadas rematadas en piñón escalonado.

En el ámbito de la arquitectura eclesiástica —dejando aparte la citada iglesia de Loreto, en la que el carácter funcional del colegio prima sobre el propiamente religioso—, José Segundo de Lema se mantuvo siempre fiel a un medievalismo muy ecléctico, tanto que su proyecto para la iglesia y hospital del Buen Suceso (1860) fue rechazado por la Academia debido a la excesiva libertad con que había amalgamado motivos de distintas épocas y estilos. Muchos de los elementos presentes en este frustrado proyecto, especialmente la combinación de austeras estructuras góticas con armaduras mudéjares, reaparecen en la iglesia del convento de Nuestra Señora del Triunfo, erigido tres años después en el Real Sitio de La Granja de San Ildefonso. Tampoco pasaron del papel los cuatro proyectos que realizó a partir de 1885 para la nueva basílica de Atocha, en los que se inclinaba por un esquema gótico con altas torres en fachada. Aunque ninguno de ellos logró el plácet de la reina María Cristina, muchas de sus propuestas pervivieron en el proyecto de Fernando Arbós.

Su contribución más destacada a la arquitectura cementerial es el panteón de los condes de Oñate, de 1882, una de las obras más notables de la madrileña sacramental de San Isidro. Interpretación muy personal de un modelo licio —del tipo de la tumba de Payava (siglo iv a. C.), en el British Museum de Londres, con su característico remate “ojival”—, su éxito se confirma por las numerosas imitaciones de que fue objeto en los camposantos españoles.

José Segundo de Lema murió en la mañana del 30 de septiembre de 1891. Sus hermanas donaron a la Academia de San Fernando una colección de yesos en la que fragmentos arquitectónicos y decorativos griegos, árabes, góticos y modernos convivían en un eclecticismo muy revelador de los gustos de su propietario, ante todo, un artista de su tiempo.

 

Obras de ~: Viviendas en el paseo de la Independencia, Zaragoza, 1851; Palacio Baviera, Aranjuez (Madrid), 1858-1860; Palacio Bayo, Aranjuez (Madrid), c. 1859; Obras en el Museo del Prado, Madrid, 1859-1868; “Jardín de Oñate”, Aranjuez (Madrid), c. 1860; Proyecto para el Hospital del Buen Suceso, Madrid, 1860; Viviendas para el conde del Valle en la calle San Pedro, n.º 18, Madrid, 1861; Panteón de Infantes, monasterio de El Escorial (Madrid), 1862-1888; Ampliación del cementerio del Real Sitio de La Granja, La Granja de San Ildefonso (Segovia), 1862; Convento e iglesia de Nuestra Señora del Triunfo, La Granja de San Ildefonso (Segovia), 1863; Ampliación del hospital de San Carlos, Aranjuez (Madrid), 1864; Palacio Zabalburu, Madrid, 1872; Casa de alquiler para la familia Zabalburu en la calle Salustiano Olózaga, n.º 8, Madrid, 1872; Instituto Homeopático y Hospital de San José, Madrid, 1873; Intervención en la Plaza de Armas del Palacio Real, Madrid, 1876; Reforma del monasterio de Santa Isabel, Madrid, 1876-1879; Plan de reforma de la plaza de la Armería, Madrid, 1878; Viviendas en la calle Montalbán, n.º 13, Madrid, 1878; Proyecto de remodelación del Real Sitio del Buen Retiro, Madrid, c. 1880; Viviendas en la calle Serrano, n.º 7, Madrid, 1880; Proyecto de vivienda para la sociedad Zabalburu Hermanos, Bilbao, 1881; Panteón de la condesa de Oñate en la sacramental de San Isidro, Madrid, 1882; Real Fábrica de Tapices, Madrid, 1884; Reforma del Palacio Real, Madrid, 1885; Proyectos para la Real Basílica de Atocha, Madrid, 1885; Real Colegio e iglesia de Nuestra Señora de Loreto, Madrid, 1885; Sepultura de Fermín Abella en la sacramental de San Isidro, Madrid, 1890; Proyecto para los jardines del Campo del Moro, Madrid, 1891.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General de Palacio, exp. personal, c.ª 555/26.

J. Blasco Ijazo, ¡Aquí... Zaragoza! Treinta y un reportajes, t. II, Imprenta de El Noticiero, 1950 (2.ª ed.); A. González Amezqueta, “Arquitectura neomudéjar madrileña de los siglos xix y xx”, en Arquitectura, 125 (1969), págs. 3-74; P. Navascués Palacio, Arquitectura y arquitectos madrileños del siglo xix, Madrid, Instituto de Estudios Madrileños, 1973; J. Hernando Carrasco, Arquitectura en España 1770-1900, Madrid, Cátedra, 1989; C. Saguar Quer, Arquitectura funeraria madrileña del siglo xix, Madrid, Universidad Complutense, 1989; M. J. Callejo, “Las iglesias de La Granja de San Ildefonso”, en Reales Sitios, 116 (1993), págs. 41-48; N. Panadero Peropadre, “La iglesia madrileña del Buen Suceso en el siglo xix: proyectos para su reconstrucción”, en Goya, 240 (1994), págs. 330-341; J. L. Sancho, La Arquitectura de los Sitios Reales. Catálogo Histórico de los Palacios, Jardines y Patronatos Reales del Patrimonio Nacional, Madrid, Editorial Patrimonio Nacional, 1995; P. Moleón Gavilanes, Proyectos y obras para el Museo del Prado. Fuentes documentales para su historia, Madrid, Museo del Prado, 1996; M. M. Merlos Romero, “Arquitectura palaciega y de recreo: la presencia de las clases privilegiadas en Aranjuez en el siglo xix”, en Goya, 256 (1997), págs. 221-229; W. Rincón García, Ponciano Ponzano (1813-1877), Zaragoza, Caja de Ahorros de la Inmaculada, 2002; Arquitectura de Madrid, Madrid, Fundación COAM, 2003.

 

Nieves Panadero Peropadre

Relación con otros personajes del DBE

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