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Francisco Ibáñez de Peralta

Biografía

Ibáñez de Peralta, Francisco. Madrid, 14.IV.1644 ant. – Lima (Perú), 25.V.1712. Militar, gobernador, presidente de la Audiencia de Chile.

Bautizado el 14 de abril de 1644, era hijo de Mateo Ibáñez de Segovia, señor de Corpa, caballero de la Orden de Calatrava y regidor de Segovia, y de Elvira de Peralta y Cárdenas. A los trece años pasó a Malta, donde sirvió en su guarnición, para después hacerlo como capitán de las galeras de Sicilia. En 1672 fue destinado, al mando de una compañía de jinetes, al ejército que combatía en Flandes contra Francia. Se halló en la batalla de Seneff y en los sitios de Grave, de Charleroi y de Oudenarde, y poco después en Cataluña, en la batalla de Espoll. Renovada la guerra con Francia en 1690, Ibáñez de Peralta fue destinado a Cataluña y participó como maestre de campo de un tercio de Infantería en esa campaña. Caballero de la Orden de San Juan y sargento general de batalla, sus reducidos ingresos lo indujeron a buscar un destino más lucrativo en las Indias, donde tenía parientes. El 6 de marzo de 1698 fue nombrado gobernador y capitán general de Chile y presidente de su Audiencia.

Ibáñez de Peralta zarpó de España llevando en su séquito a su sobrino Mateo Ibáñez de Segovia y Orellana, discreto latinista y traductor de una historia de Alejandro Magno de Quinto Curcio Rufo, caballero de la Orden de Calatrava y marqués de Corpa, quien iba acompañado de su mujer y prima Matea Ibáñez de Segovia y Fuentes. El nuevo presidente demoró casi dos años en llegar a su destino, ya que hubo de permanecer, por falta de embarcación, largos meses en Cartagena de Indias, Panamá y Lima. Incapaz de sufragar los gastos originados por tal retardo, se vio obligado a contraer grandes deudas. Llegó a Valparaíso el 9 de diciembre de 1700, y el 14 de diciembre fue recibido como presidente de la Real Audiencia. Tomó posesión del gobierno el 23 de diciembre, negándose a prestar el juramento de estilo ante el Cabildo de Santiago. Pronto inició una recolección de dinero entre los vecinos más acaudalados de la capital para evitar la bancarrota. Tras pagar las acreencias más apremiantes, comenzó a desarrollar una intensa actividad comercial, que abarcó negocios tan disímiles como la apertura de una carnicería en Santiago y la venta de ropa hecha en los diversos partidos del reino, utilizando los servicios de los agentes subalternos de la administración e incluso de los propios corregidores.

El 17 de diciembre de 1701 su sobrino el marqués de Corpa remató la estancia de Chocalán, que según deposiciones de testigos en el juicio de residencia de Ibáñez de Peralta, fue en verdad de propiedad de éste. Para dotar a la estancia de mano de obra, el gobernador Ibáñez le hizo merced al marqués de Corpa, en 1704, de la encomienda de los pueblos de Rapel y Pocoa, con ochenta y cinco indios, que fue confirmada el 30 de diciembre de 1705 por Felipe V.

La distribución del situado del ejército fue, según se acusó a Ibáñez de Peralta, una de las principales fuentes de sus cuantiosos ingresos. En el reparto del situado de 1694, llegado solo en 1702 desde Perú, el veedor general Juan Fermín Montero de Espinosa insinuó la existencia de irregularidades en el ajuste de las remuneraciones de la tropa, impagadas por largo tiempo. Acusó de ellas al gobernador e impugnó algunas partidas, motivos por los cuales éste dispuso su arresto domiciliario. El conocimiento de tal noticia entre los soldados originó en la plaza de Yumbel, en diciembre de 1702, un motín al grito de “¡Viva el rey y muera el mal gobierno!”. Ibáñez de Peralta, que se encontraba prevenido, no tuvo dificultades en apaciguar a los sublevados, a pesar de que el mismo día se había iniciado otro movimiento en el tercio de Arauco. Poco después, a fines de febrero del año siguiente, se produjo un segundo movimiento subversivo en el tercio de Yumbel, reprimido ahora violentamente por Ibáñez de Peralta, quien apresó a algunos comprometidos, extrajo a otros de las iglesias en que se habían refugiado e hizo ejecutar a varios. El veedor general Montero de Espinosa, a quien Ibáñez determinó procesar, logró huir y pasar secretamente a Lima. La conducta del gobernador en la represión contra los sublevados, en especial sus atentados contra la inmunidad eclesiástica, fue reprobada por Real Cédula de 30 de marzo de 1705. Nuevos informes negativos sobre Ibáñez de Peralta llevaron al dictado de otra Real Cédula, de 19 de marzo de 1709, que lo condenó a una multa de 4.000 pesos.

La lamentable situación del ejército, carente de fondos, de jefes y de disciplina, no sólo impidió cualquier acción contra los indígenas en la frontera, que en este período se mantuvo en completa calma, sino que generó hondas aprensiones en Madrid por la situación internacional surgida tras la muerte de Carlos II. Por Cédula del 13 de noviembre de 1700 la Reina Gobernadora recomendó a todas las autoridades indianas la mayor vigilancia para impedir que las naciones extranjeras invadiesen algunos de los dominios americanos. Con el advenimiento de Felipe V y el comienzo de la Guerra de Sucesión, se multiplicaron esas advertencias. Una Cédula de 11 de enero de 1701, seguida de otra del 31 del mismo mes, comunicaba la preparación de una gran escuadra angloholandesa para conquistar las Indias. El 24 de febrero de 1702 una nueva Cédula aludía a una noticia proveniente de Flandes, según la cual un grupo de mercaderes chilenos había solicitado armas de los Estados Generales para luchar contra España en América. Una Cédula de 5 de marzo de 1703 ponía en guardia al presidente y oidores de la Audiencia de Chile contra dos religiosos trinitarios que se proponían pasar a ese territorio con numerosos impresos a favor del archiduque.

La reiteración por la Corona de la idea de reducir los indios a pueblos, los problemas creados por el irregular envío del situado para las tropas y la delicada situación creada por la conducta del gobernador Ibáñez, aconsejaron a éste que acreditara ante la Corte a un apoderado para defender los intereses de los encomenderos, del ejército, y los suyos propios. Eligió para tal propósito a su sobrino, el marqués de Corpa, quien zarpó en marzo de 1708 rumbo a España. Cuando llegó a Madrid, se enteró de que la Corona había desistido del proyecto de pueblos de indios, y que a fines de 1707, al acercarse el término del período de ocho años para el cual Ibáñez había sido nombrado gobernador de Chile, se había designado como su sucesor a Juan Andrés de Ustáriz. Estando en Madrid, le tocó asistir, en septiembre de 1710, a la entrada del archiduque Carlos con los ejércitos aliados, y, junto con sus primos, los hijos del marqués de Mondéjar, se plegó a la causa del pretendiente. Al verse éste forzado a abandonar la capital en noviembre de dicho año, el marqués de Corpa lo siguió con su séquito, y, tras la derrota de Villaviciosa, se embarcó en Barcelona hacia Inglaterra. Las medidas contra Mateo Ibáñez no se hicieron esperar. Una Real Cédula de 18 de febrero de 1711, dirigida al presidente de la Audiencia de Chile, ordenó la detención del marqués, su remisión a España y el embargo de sus bienes. Muy poco tiempo después los jefes militares de Concepción informaron a Ustáriz de que, según noticias traídas por una nave francesa, se preparaba en Inglaterra una escuadra contra Chile, en la cual venía el marqués de Corpa como consejero de los invasores. Ustáriz decidió, entonces, hacer salir a los familiares de Mateo Ibáñez, que eran su mujer y sus hijos, así como su tío, el exgobernador Francisco Ibáñez, quien, después de entregar el mando en febrero de 1709 y sufrir el juicio de residencia, había permanecido en Chile viviendo oscuramente. El exgobernador y sus familiares debieron de marchar a Valparaíso para embarcar rumbo a Callao el 25 de enero de 1712. Francisco Ibáñez de Peralta murió pocos meses después en Lima, en absoluta pobreza y vistiendo la sotana de la Compañía de Jesús.

 

Bibl.: P. de C órdoba y Figueroa, Historia de Chile, en Colección de historiadores de Chile y documentos relativos a la historia nacional, t. II, Santiago de Chile, Imprenta del Ferrocarril, 1862; D. Barros Arana, Historia jeneral de Chile, t. V, Santiago de Chile, Rafael Jover, 1885; J. T. Medina, Biblioteca Hispanochilena (1523-1817), t. I, Santiago de Chile, 1897; Diccionario Biográfico Colonial de Chile, Santiago de Chile, Imprenta Elzeviriana, 1906; M. L. Amunátegui, Los precursores de la independencia de Chile, t. III, Santiago de Chile, Imprenta Barcelona, 1910; J. L. E spejo, Nobiliario de la Capitanía General de Chile, Santiago de Chile, Andrés Bello, 1967; P. Rizo-Patrón Boylan, Linaje, dote y poder. La nobleza de Lima de 1700 a 1850, Lima, Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, 2000; F. Silva Vargas, Poder y redes: el gobernador de Chile don Frandisco Ibáñez de Peralta (1700-1709), Santiago, Academia Chilena de la Historia, 2013.

 

Fernando Silva Vargas

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