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Manrique de Lara

Biografía

Lara, Manrique de. Duque de Nájera (IV). Valencia de Don Juan (León), 10.IV.1533 – Madrid, 5.VI.1600. Virrey y capitán general del reino de Valencia, embajador ante la Santa Sede, miembro del Consejo Real.

Perteneció a una de las casas grandes de España. El origen de este título se remonta al día 10 de agosto de 1482, cuando los Reyes Católicos crearon el ducado de Nájera a favor de Pedro Manrique de Lara, II conde de Treviño, amigo personal de Fernando de Aragón, emparentado con los más ilustres linajes castellanos y una de las primeras lanzas del reino.

Manrique de Lara, IV duque de Nájera, V conde de Treviño, VI conde de Valencia y XIII señor de Amusco, nació en la villa de Valencia de Don Juan el 10 de abril de 1533 fruto del matrimonio establecido entre Manrique de Lara y Cardona y Luisa Acuña de Manuel. El 26 de agosto de 1549 se firmaron las capitulaciones matrimoniales entre Manrique de Lara y María Girón (hija de Juan de Girón, IV conde de Ureña), sin embargo se esperó hasta 1554, fecha en la que María cumplía catorce años, para hacer efectivo el enlace. Fruto de este matrimonio fueron tres hijos: Manrique, Juan y Luisa Manrique.

Manrique de Lara participó de cerca en los asuntos más íntimos y familiares de la Monarquía. Estuvo presente en el juramento que el infante Carlos, el primogénito de Felipe II, realizó en Toledo el 22 de febrero de 1560. Diez años más tarde asistió al cuarto matrimonio de Felipe II con la archiduquesa Ana de Austria, su sobrina, que se celebró en Segovia. En 1571 el duque estaba en la Corte, ya fijada en Madrid, cuando nació el príncipe Fernando el 4 de diciembre y participó en su bautizo. Fue uno de los seis Grandes que el Rey eligió para que sirviesen las cosas necesarias en aquella función. Según Luis Cabrera y Quintana, el duque del Infantado llevó el cepillo, el conde de Benavente la vela, el duque de Osuna el mazapán, el de Nájera el salero, el duque de Sessa el aguamanil, y el de Medina de Rioseco la toalla.

Su fidelidad a la Monarquía se tradujo en continuos servicios. Participó en los preparativos para la reunión con Catalina de Médicis, viuda de Enrique II, en calidad de regente de su hijo menor de edad Carlos IX.

En el año 1565, Catalina viajó por Francia con la intención de asegurar la lealtad de las provincias a Carlos IX. El punto acordado para el encuentro con los españoles fue Bayona, donde debía llegar la comitiva real a principios de 1565. Manrique de Lara acompañaría a Bayona a la reina Isabel el año 1565, junto a su madre Catalina de Médicis y al rey Carlos IX de Francia.

También viajó a Flandes para ayudar al duque de Alba, Fernando, su gran amigo, acerca de los asuntos referentes a la guerra de Holanda. Regresaría por Italia, donde asistió a las prevenciones que en los dominios de Su Majestad se hacían para la guerra del Turco.

En 1572 ante el nombramiento del papa Gregorio XIII, Felipe II eligió al duque de Nájera para que fuese a rendirle obediencia por Carta Real fechada el 19 de junio de 1572 en la que le denominó “duque primo”.

Posteriormente se dirigió a Nápoles, lugar estratégico para la formación de la Liga Santa que se había formado para la lucha contra el poder otomano.

Allí se encontró con Juan de Austria y aprovechó la ocasión para felicitar a su buen amigo del triunfo de Lepanto y aconsejarle de parte de Felipe II que debía aprovechar esa situación ventajosa para la conquista de Túnez. “Deshizo la liga y así se volvió a España [...]”.

El 2 de julio de 1578 fue nombrado virrey de Valencia, designado por el Monarca como “ilustre don Manrique de Lara, Duque de Nájera, Conde de Valencia y de Treviño, nuestro primo [...]” para sustituir a Vespasiano de Gonzaga, príncipe de Sabionetta. En dicho reino tuvo que hacer frente a cuestiones relacionadas con el orden público y la defensa del reino.

El deterioro del orden público, debido al incremento de la criminalidad y de la delincuencia organizada, se tradujo en el aumento de asesinatos y robos tanto en la ciudad de Valencia como en sus alrededores.

Esta situación se arrastraba desde años anteriores pero se incrementó a raíz de la crisis de abastecimiento que sufrió la ciudad de Valencia.

El duque de Nájera desplegó una serie de medidas para atajar la delincuencia. Dictó un bando sobre el orden público en la capital y sus tierras circundantes que resumía los principales criterios de su mandato en esta materia: “Sobre coses concernents la pacificació de la present Ciutat y quietut dels poblats de aqella, persecució dels delinquents y prohibició de cert genero de armes”.

Al mismo tiempo aumentó el número de condenados a pena de muerte, y mostró una mayor dureza en la aplicación de las mismas, quizás con una finalidad no sólo penalizadora sobre el reo sino también escarmentadora sobre la población que asistía a dichas ejecuciones.

En cambio, en la defensa del reino frente a otras etapas anteriores había disminuido el peligro, ya que los ataques piráticos constantes, debido a su situación geoestratégica, solían contar con el apoyo otomano.

Pese a la desaparición del peligro otomano de estas costas, y a pesar de que los ataques de los corsarios argelinos empezaron a perder envergadura, no por ello se dejaron de tomar medidas para resguardar la costa, con el consiguiente esfuerzo económico y humano de la población valenciana.

Como representante del virrey, el duque de Nájera se vio implicado en un enfrentamiento desagradable con los jueces a raíz de una cuestión de protocolo entre el virrey y estos jueces con motivo de los actos funerarios por la muerte de Ana de Austria, cuarta esposa de Felipe II.

Otro incidente diplomático tuvo lugar a principios de 1581, cuando llegaron a Valencia tres saetías francesas procedentes de Cita, un pueblo a veinte leguas de Marsella. El virrey, antes de firmar el desembarco, se enteró de que realmente procedía de Marsella, lugar que estaba bajo la epidemia de la peste, e impidió desembarcar a dichas saetías. Una de éstas encalló y se perdió todo lo que transportaba, ya que no se le prestó la ayuda necesaria. Este incidente provocó algún problema diplomático con Francia, al quejarse el embajador francés de dicha actuación. El duque de Nájera hubo de comparecer ante el Supremo Consejo de Aragón para explicar su modus operandi.

En 1581, concluido su virreinato en el reino de Valencia, se desplazó para residir de nuevo en la Corte.

En el año 1598, Felipe II le dio la encomienda de Herrera, de la Orden de Calatrava.

Felipe III nombró al duque su consejero de Estado.

Respecto al ejercicio de este cargo, señaló el obispo Prudencio de Sandoval cómo “con la larga experiencia, y claro ingenio y pecho cristiano, y valor, que su generosa sangre pide, hace su oficio, con gran satisfacción, y aprobación de todos”. Falleció en Madrid el 5 de junio de 1600.

 

Bibl.: A. López Haro, Nobiliario Genealógico, Madrid, Luis Sánchez, 1622; L. de Salazar y Castro, Historia de la Casa de Lara, vol. II, Madrid, Imprenta Real, 1694; S. Carreres Zacarés, Llibre de Memóries de diversos sucesos e fets memorables de coses senyalades de la Ciutat e Regne de Valencia (1308-1644), Valencia, Acción Bibliográfica Valenciana, 1935; S. García Martínez, Bandolerismo, piratería y control de moriscos en Valencia durante el reinado de Felipe II, Valencia, Universitat, 1972; J. Costa Sanz, El Virreinato de D. Pedro Manrique de Lara (1578-1581), tesis de licenciatura, Valencia, Universidad, 1982 (inéd.).

 

María Peligros Belchí Navarro