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Pedro Martínez Ateza

Biografía

Martínez Ateza, Pedro. Cella (Teruel), 15.X.1533 – San Juan de Alimacani, Florida (Estados Unidos), 6.X.1566. Primer mártir jesuita (SI) en la Florida y primer apóstol de Georgia.

Cursó estudios de Gramática, Artes y Teología en Daroca, Zaragoza, Teruel y Valencia, ciudad en la que era conocido por su habilidad en la esgrima y en lances de honor y por su carácter enérgico. A mediados de 1553 fue admitido en la Compañía de Jesús por el padre Jerónimo Nadal. En Valencia comenzó el noviciado y siguió en Gandía los estudios de Teología, recibiendo allí las órdenes hasta el diaconado. Fue ordenado sacerdote en Murcia por el obispo Esteban Almeida el 9 de abril de 1558.

Tras la conquista de Orán, fue enviado allí con otros dos jesuitas por san Francisco de Borja en 1558. Vuelto a la Península, ejerció como predicador en parroquias y cárceles en Toledo y Cuenca y solicitó ir a misiones a la India, a Etiopía, a China o a Alemania. Estudió Teología y predicó en Alcalá, Salamanca y Valladolid en 1562 y 1563, ejerció el rectorado del colegio Monterrey en Palencia y finalmente llegó a Sevilla en 1566 para salir hacia Florida, cuya conquista se había encomendado a Pedro Menéndez de Avilés, quien deseaba ser acompañado por misioneros de la Compañía, coincidiendo con la expresa y reiterada voluntad regia de la presencia jesuita en Indias. Tras superar complejas burocracias y algunas intrigas de la Compañía, al fin los misioneros jesuitas, padres Martínez y Ragel y el hermano Francisco de Villarreal partieron desde Sanlúcar en 1566 en la armada de Nueva España que mandaba Juan de Velasco y en la que viajaba también el virrey, marqués de Falces, siendo célebres las predicaciones del padre Martínez en Canarias y en la flota, al igual que las que había hecho en Sanlúcar y que mucho alababa la condesa de Niebla-duquesa de Medinasidonia.

Desde la isla de Monserrate partieron dos pequeñas embarcaciones hacia Florida en busca del puerto de Santa Elena con los tres jesuitas. Las tormentas separaron a las naves, una de las cuales fue obligada a regresar a La Española, quedando en la otra el padre Martínez. Con mil penalidades y firmes acciones del padre Martínez navegaron en torno a la isla Cumberland y se produjo el encuentro con los indios timucuanos, siendo preso y muerto el padre, “alzando las manos al cielo, hincado de rodillas y encomendándose a Dios”; con lo que fue el primer jesuita en pisar el Nuevo Mundo y en regarlo con su sangre.

Tras ello el fiscal de Santo Domingo, Diego de Riego, informó al rey Felipe II y Menéndez de Avilés al padre Diego de Avellaneda. Éste, en marzo de 1567 lo transmitió a san Francisco de Borja señalando que la muerte del padre Martínez era “grande esperanza de que nuestro señor quiere hacer una grande Iglesia en la Florida, pues la funda en la sangre del buen padre nuestro Martinez que mataron los indios”, citando la frase de tertuliano “sanguis martyrum, semen christianorum est”.

 

Bibl.: P. Tena, Bravuras de un cellano en Valencia y en la Florida, Valencia, 1979 (obra conmemorativa del IV Centenario del martirio del padre Pedro Martínez y de los actos a él dedicados por el pueblo turolense de Cella); C. E. O’Neill (SI) y J. M. Domínguez (SI) (dirs.), Diccionario Histórico de la Compañía de Jesús. Biográfico-Temático, Roma-Madrid, Institutum Historicum, S.I.-Universidad Pontificia, Comillas, 2001.

 

Manuel Fuertes de Gilbert Rojo, barón de Gavín

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