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Juan Fernández de Rojas

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Biografía

Fernández de Rojas, Juan. Liseno, Francisco Agustín Florencio, Cornelio Suárez de Molina. Colmenar de Oreja (Madrid), c. 1750 – Madrid, 18.IV.1819. Agustino (OSA), literato.

Se poseen pocos datos biográficos de los primeros años de la vida de este agustino madrileño, cuyo nombre va unido a la escuela poética salmantina y al movimiento ilustrado y literario que floreció entre los agustinos de la capital de España a finales del siglo XVIII. Nació a mediados de la centuria en Colmenar de Oreja de padres humildes, pues según se lee en uno de los Libros de Consulta del que se toman estos primeros datos, al hacer su profesión religiosa “no hizo renuncia de bienes, por no tener de qué”. Ingresó en la Orden en el convento de San Felipe el Real de Madrid el 28 de octubre de 1765 y el 25 de junio de 1768 confirmó su profesión religiosa.

En 1772, el joven agustino se encuentra estudiando en Salamanca al lado de los padres Andrés del Corral y Pedro Centeno, bajo la dirección y magisterio de fray Diego Tadeo González. Muy pronto debió observar el fundador del Parnaso salmantino el talento literario del joven, porque en 1775 ya estaba asociado al grupo poético con el seudónimo de Liseno. A pesar de la diferencia de edad, les debió de unir una profunda amistad, como demuestra el hecho de que el dulce Delio (fray Diego Tadeo González) expiró en los brazos de su discípulo Fernández de Rojas y éste recogió las poesías del maestro y las publicó con la biografía básica a la que han acudido todos los que después han estudiado la vida y obra del poeta salmantino. Igualmente, los miembros seglares de este grupo poético —los ilustrados Meléndez Valdés, Forner y Jovellanos— le mostraron siempre gran afecto y amistad, citándole frecuentemente en sus cartas. Fue profesor de Filosofía en el convento de Toledo y también debió de explicar Teología en Alcalá, como expresa en una de sus cantinelas. En 1784 residía en su antigua comunidad de San Felipe y en 1794 se le encuentra de nuevo formando parte de la consulta del convento, del que probablemente ya no se movió. Anteriormente había sido prior del convento que los agustinos tenían en su pueblo natal y del famoso de Salamanca.

Dentro de la Provincia religiosa figura bastantes años con el título de “presentado”, hasta 1794, año en el que aparece ya con el título de “maestro”.

El Definitorio de la Provincia de Castilla, celebrado el 30 de mayo de 1800, nombró, tras la muerte del padre Flórez, al padre Fernández de Rojas continuador de la España Sagrada. Carlos IV aprobó la propuesta, “en virtud de los informes recibidos acerca de la fama que se había conquistado el elegido por sus publicaciones, y el buen gusto y literatura de que había dado tan señaladas muestras”. Pero, comenta Santiago Vela, “su falta de salud, que se resintió notablemente al poner mano a la obra, por una parte, y, por otra, su genio e inclinación nada a propósito para las investigaciones históricas, áridas y pesadas como las que requería la España Sagrada, hicieron que la comisión aceptada fracasase por completo, dejando al público frustrado en sus esperanzas”. El ilustrado agustino no había calibrado las dificultades de la empresa y, tristemente, nada hizo por la continuación de la gran obra histórica durante ocho años.

Las disculpas de la Real Academia de la Historia y de los superiores de la Orden ante Fernando VII debieron de ser muy convincentes, porque fue liberado del compromiso adquirido y, sin embargo, se le permitió seguir disfrutando del mismo emolumento que por tal concepto venía percibiendo desde su nombramiento.

Tras los desastres sufridos por la Guerra de la Independencia, los agustinos de la Provincia de Castilla celebraron Capítulo en 1815 y en él nombraron a Fernández de Rojas definidor. Con este título y con el de procurador general de las Provincias de Indias, asistió al Capítulo de 1818. Falleció poco después, en San Felipe el Real, el 18 de abril de 1819.

Muestra de sus amplias e interesantes relaciones personales es el cuadro que le pintó su amigo Goya y que hoy se conserva en la Real Academia de la Historia.

Así lo describe Gonzalo Anes (1999): “El retrato de fray Juan Fernández de Rojas tal vez sea, de cuantos pintó Goya, el más delicado. El que refleja mejor la inteligencia y la bondad del personaje, también polígrafo, como autor de obras de filosofía, de teología, de crítica literaria y poeta, amigo de Jovellanos y de Meléndez Valdés y amigo también, y hasta consejero, de Goya, con quien coincidía en el rechazo a los falsos humanistas y los ignorantes pretenciosos”.

De su obra en prosa destaca el librito costumbrista y satírico Crotalogía o ciencia de las castañuelas. Fue publicado en 1792 y firmado con el seudónimo del Licenciado Francisco Agustín Florencio. Se recoge a continuación lo que el erudito Barbieri decía en el Averiguador Universal acerca de Fernández de Rojas: “Este opúsculo, que pasa por ser un tratado de tocar las castañuelas, no es en realidad sino una finísima sátira contra el furor enciclopedista que a finales del siglo pasado se nos vino de Francia, haciendo todos los días rechinar las prensas con obras científicas al estilo de entonces [...]. La tal Crotalogía levantó una tempestad literaria, que interesó hasta tal punto de hacerse muchas ediciones de aquel opúsculo en Madrid, Valencia y Barcelona, y de provocar una curiosa polémica”. No se puede encontrar en ella la crítica antiilustrada que algunos han querido ver, sino una ingeniosa sátira contra la escuela ultraclásica de inspiración francesa y que, según Muiños Sáenz, escribió el ingenioso agustino “para burlarse de aquel cúmulo de reglas con que esta escuela aherrojaba el ingenio”. Alrededor del polémico librito aparecieron réplicas y contrarréplicas, algunas de ellas atribuidas a Fernández de Rojas, aunque publicadas con seudónimos. Pero aún provocó mayor conflictividad otro folleto suyo titulado El pájaro en la liga. Se sitúa en plena polémica entre agustinos y jesuitas y en él se contesta a la Liga de la Teología moderna publicada en Italia contra todos los antimolinistas. Fernández Rojas publicó su dura y chispeante sátira en 1798 y la firmó con el seudónimo Cornelio Suárez de Molina —compuesto de nombres de famosos jesuitas españoles—. Simula ser la carta de un molinista que felicita al traductor porque ya ha encontrado la raíz de todos los males: un jansenismo [...] que sencillamente no existe más que en la mente de los detractores. La polémica fue tan grande, que tuvo que intervenir la Inquisición, la cual llegó a prohibir la divulgación de ambos impresos.

Es autor también, junto con su hermano de hábito fray Pedro Centeno, de las Adiciones al Año Cristiano del padre Croisset, en las que añadieron a la famosa obra francesa los más importantes santos españoles. Él solo es el responsable de cuatro de los cinco tomos publicados.

Discípulo predilecto de fray Diego González, cultivó siempre, aunque a menor altura, la poesía de fondo bucólico. Frente a descalificaciones demasiado rápidas de sus versos, es resaltable la ponderada y fundamentada opinión de Teófilo Aparicio, quien ha publicado muestras de algunas de esas poesías inéditas junto con su correspondiente análisis. Lo califica como “poeta menor del Parnaso salmantino” pero valora convenientemente su obra, la coloca dentro de lo que se hacía en el siglo xviii y divide sus poesías en poemas religiosos, poesías anacreónticas y un especial apartado para transcribir interesantes poemas inéditos.

 

Obras de ~: Crotalogía o ciencia de las castañuelas, Madrid, Imprenta Real, 1792; con P. Centeno, Adiciones al Año Cristiano del P. Croisset, Madrid, 1794; Libro de moda ó Ensayo de la historia de los Currutacos, Pirracas, y Madamitas del nuevo cuño escrito por un filósofo Currutaco, y aumentado nuevamente por un señorito Pirracas, en Madrid, en la Imprenta de Fermín Villalpando, 1795 (atrib.); El Pájaro en la liga, Madrid, en la oficina de Don Benito Cano, 1798; Poesías [en Colegio de Agustinos de Valladolid (APAF, n. 4961), ed. en Revista Agustiniana, I (1881); y en T. Aparicio López, Agustinos españoles, paradigma del 98 y otros estudios, Valladolid, Estudio Agustiniano, 1999].

 

Bibl.: C. Muiños Sáenz, “Influencia de los Agustinos en la poesía Castellana”, en La Ciudad de Dios, XVII (1888), págs. 515-516; M. Fraile Miguélez, Jansenismo y Regalismo en España: (Datos para la historia) Cartas al Sr. Menéndez Pelayo, Valladolid, Luis N. de Gaviria, 1895, pág. 369; G. de Santiago Vela, Ensayo de una Biblioteca Ibero-Americana de la Orden de San Agustín, vol. II, El Escorial, 1913, págs. 440- 462; M.ª G. Tomsich, El Jansenismo en España. Estudio sobre ideas religiosas en la segunda mitad del siglo xviii, Madrid, Siglo XXI, 1972, págs. 44-45; M.ª R. Barabino Macia, Fray Juan Fernández de Rojas: Su vida y su significado en el siglo xviii, tesis doctoral, Madrid, Facultad de Filosofía de la Universidad Complutense, 1980 (inéd.); F. Aguilar Piñal (ed.), Historia literaria de España en el siglo xviii, Madrid, Trotta-Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1996; T. Aparicio López, Agustinos españoles, paradigma del 98 y otros estudios, op. cit., págs. 213-287; G. Anes, “Más sobre el Gabinete de Antigüedades”, en ABC, 20 de junio de 1999; “Retrato de Fray Juan Fernández de Rojas”, en Real Academia de la Historia, Campomanes en su II Centenario (catálogo de la exposición), Madrid, Real Academia de la Historia, 2002, págs. 10-14; A. E. Pérez Sánchez, H. González Zymla y L. de Frutos Sastre, Catálogo de pinturas de la Real Academia de la Historia, Madrid, Real Academia de la Historia, 2003, págs. 115-118.

 

Mariano Boyano Revilla, OSA

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