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Ibn Hakam

Biografía

Ibn ḤakamAbū Muḥammad cAbd Allāh b. Ḥakam b. cAbd al-Raḥmān b. Muḥammad b. Hāšim al-Tuŷībí. ¿Zaragoza?, p. s. V/XI (?) – Zaragoza, XI/XII.1038 o IX.1039. Cuarto rey de la dinastía tuŷībí en la taifa de Zaragoza (muḥarram 430/1038; o comienzos de ḏu l-ḥiŷŷa 430/23 de agosto de 1039 y conservó el poder durante veintiocho días).

cAbd Allāh b. Ḥakam había asesinado de forma traicionera a su primo, Munḏir II, tercer rey tuŷībí de la taifa de Zaragoza, en octubre-noviembre de 1038 o en agosto de 1039, y se proclamó rey de aquella taifa, con excusa de fidelidad al falso califa Hišām II, que había sido alzado por la taifa sevillana desde 1035; pero tras ese regicidio se adivinan sus propias ambiciones y rencores, pues Ibn Ḥakam pertenecía a la rama más ilustre de los Tuŷībíes, que así recuperaban el poder en Zaragoza. Su abuelo cAbd al-Raḥmān había conspirado en la capital del Ebro contra Almanzor, en 989, y esto había propiciado los cambios de poder en el interior de la amplia familia de los Tuŷībíes, pues, amparado precisamente en el servicio de Almanzor, habían logrado Munḏir I (seguido por su hijo Yaḥyà y su nieto Munḏir II) ser sucesivos reyes de la taifa de Zaragoza, hasta que Ibn Ḥakam se alzó y acabó con Munḏir II.

Ibn Ḥakam venía ejerciendo como jefe militar, y esto le facilitó tener tan bien dispuesto su plan que, incluso en los sólo veintiocho días durante los cuales conservó el poder, no sólo logró una proclamación más o menos aceptada, sino acuñar moneda a su nombre, aunque fuera moneda de plata o dirhemes, constando en ellos el año 430/1038-1039 y su referencia como “el chambelán cAbd Allāh”, sin mencionar al califa cuya causa había enarbolado como excusa. El asesinato de Munḏir II causo gran perturbación en Zaragoza, mientras el primo asesino, cAbd Allāh b. Ḥakam, ocupaba su lugar soberano en la taifa de Zaragoza, como cuarto y último de sus reyes tuŷībíes.

La primera disposición de Ibn Ḥakam fue convocar en el alcázar al cadí y al consejo de notables de Zaragoza, que le hallaron vestido con las ropas de ceremonia de Munḏir II y sentado sobre su mismo trono, con el cadáver todavía presente. Les expuso los fines altruistas por los que había actuado, y quizás reconoció, también estratégicamente, la autoridad del caíd de Lérida Sulaymān b. Hūd que se encontraba en Tudela cuando le llegó noticia de lo ocurrido. Los personajes de la ciudad se mostraron conformes con lo que Ibn Ḥakam les propuso, pero a sus espaldas empezaron a sublevarse y a atacarle.

Acudió el rey de Toledo, Ismācīl, tío materno del asesinado Munḏir II, vengativo de su muerte y ambicioso de lograr la gran taifa del Ebro; y también acudió el caíd de Lérida y Tudela Sulaymān b. Hūd, cuyo poder se hacía sentir desde tiempo atrás en Zaragoza, y además, no en vano había acogido en Lérida al último califa de Córdoba Hišām III, hecho que parece muy determinante de la política de reconocimiento califal hasta entonces mantenida por los tuṭībíes, en la cual no hay tanto de autonomismo y de recurso a figuras califales marginales —como se ha subrayado a veces— sino unos concretos intereses que arrancan de la significación zaragozana entre los pro-amiríes y los pro-omeyas, y dentro de estos últimos manteniendo unas lealtades que proceden de cuánto debían al califa Sulaymān al-Mustacīn, con todas sus consecuencias.

Ibn Ḥakam escapó furtivo del alcázar, llevándose los tesoros regios, y se refugió en el castillo relativamente próximo de Rueda de Jalón, dispuesto a mantenerse, para lo cual guardó como rehenes a dos hermanos del asesinado Munḏir II, a su visir Abū l-Mugīra b. Ḥazm y a otros cortesanos. A raíz de su marcha, la muchedumbre asaltó el alcázar de Zaragoza, y llegaron a arrancarle sus mármoles. Las agitaciones que ocurrieron entonces debieron ser graves, porque en su curso murió violentamente Yequtiel ibn Isḥāq, alto personaje judío de la corte zaragozana, a cuya pérdida dedicó Ibn Gabirol sentidas elegías.

Al cabo, Sulaymān b. Hūd se hizo dueño de la situación, y se instaló en Zaragoza como nuevo soberano de la taifa, en noviembre de 1038 (según al-cUḏrí) o un año después (según Ibn Ḥayyān). Así terminó el poder de los Tuŷībíes en la Marca Superior de al-Andalus y comenzó el de los Banū Hūd, cuya dinastía rigió Zaragoza hasta la conquista almorávide en el año 1110.

 

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María Jesús Viguera Molins

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