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Francisco de Paula Ravé y Berdura

Biografía

Ravé y Berdura, Francisco de Paula. Francisco de Andújar. Andújar (Jaén), X.1760 – Parapara (Venezuela), 19.IX.1818. Misionero y naturalista capuchino (OFMCap.).

Hijo de Miguel Alonso Ravé y de María José de la Concepción Berdura, su padre era natural de Córdoba, mientras que su madre lo era del propio Andújar.

No se sabe nada de sus primeros años en aquellas tierras andaluzas, aunque es de suponer que, proviniendo de una familia acomodada que ostentaba el título de “hijosdalgo” y con familiares bien situados en la ciudad de Córdoba, este nivel económico influyera en su formación intelectual.

Ingresa en los capuchinos de Sevilla y viste el hábito cuando contaba diecisiete años, el 7 de noviembre de 1777, cambiando su nombre de bautismo por el de Francisco de Andújar, con el que será conocido ya hasta su muerte. Un año más tarde, concluido el año de noviciado, profesa como capuchino y, cabe suponer, comienza sus estudios de Filosofía y Teología que culminan con su ordenación sacerdotal. Durante diez años, los superiores lo destinan a la tarea propia de los capuchinos: la predicación popular itinerante. Será a mediados de 1794, cuando el provincial de Andalucía decida destinar al padre Andújar a la misión de los Llanos de Caracas, en la que había necesidad urgente de personal y hacia la que se encaminará para finales de febrero de 1795.

Llega a Venezuela el 15 de abril de 1795. Se asienta en el Hospicio de San Juan Bautista que los capuchinos andaluces tenían en Caracas y rápidamente debe reemprender sus investigaciones en el campo natural, puesto que aquellas tierras eran algo desconocido para el misionero. Como se deduce de su experiencia, para estos momentos contaba ya con una buena formación académica, especialmente en el ámbito humanísticofilosófico, donde en aquel momento se encontraban situadas también las ciencias matemáticas.

El padre Andújar está especialmente vinculado a la fundación de la Academia de Matemáticas en aquella provincia. Es él mismo quien, con permiso del obispo y del gobernador de la provincia, en una casa particular comienza a explicar los tratados de Aritmética el 24 de junio de 1798, teniendo conciencia de que se trata de una Cátedra de Matemáticas. Así lo hace saber a la Junta del Real Consulado el 12 de julio de 1798, cuando solicita un auxilio económico con el que poder comprar los útiles necesarios para la docencia, así como para poder cubrir los gastos de aquellos estudiantes pobres que no contaban con los recursos necesarios. Al mismo tiempo, hace saber a la Junta que él regentará la Cátedra sin recibir ninguna remuneración por la misma. Pide también que sean creadas otras Cátedras en las que se enseñe historia natural, agricultura, física experimental, botánica y dibujo. Su opinión era que con tales conocimientos la provincia podría lograr amplios progresos en agricultura, industria y comercio.

Si la Junta tenía alguna duda sobre la creación de la Cátedra, ésta vendrá superada, meses después, por la profesionalidad del misionero que, el 18 de febrero de 1799, escribe al teniente de síndico Fernando de Monteverde, notificándole varios descubrimientos que había hecho en la mineralogía y el reino animal.

Este detalle hace que la consulta sobre la Cátedra sea positiva y se apruebe su establecimiento el 6 de junio de aquel mismo año. Meses más tarde y, en casi idénticos términos, se dirige nuevamente a la Junta, para informar sobre sus experimentos y descubrimientos en los ramos de la mineralogía, botánica, agricultura y medicina, así como para explicarles algunos de sus proyectos de explotación de los recursos naturales existentes en aquel territorio.

No se sabe con precisión por cuánto tiempo regentó la Cátedra; se intuye que debió de ser hasta su perfecta consolidación. Hay noticia de que en 1800 acompaña a Alejandro de Humboldt en su ascensión a la Silla del Ávila. El mismo científico habla del padre Andújar como su amigo. Así lo expresa en una carta escrita desde Caracas el 3 de febrero de 1800: “Uno de nuestros amigos, el padre Andújar, capuchino, piensa acompañarnos [en el viaje por el Orinoco], porque del Apure en adelante no encontraremos nada más que indios y misioneros”. En esos años, el padre Andújar es ya reconocido socialmente por sus investigaciones en el campo naturalista.

Estas breves pinceladas vienen adornadas por el hecho de que, en estos años, el capuchino tiene entre sus discípulos a Bolívar, aunque no debió de ser por mucho tiempo, ya que éste abandona Caracas en 1798. El detalle no ofrece ninguna duda, puesto que el mismo Bolívar, años más tarde, escribiendo desde Arequipa al general Santander en 1825, con la intención de contestar a aquellos que dudaban de su formación académica afirmará que: “No es cierto que mi educación fue muy descuidada, puesto que mi madre y mis tutores hicieron cuanto era posible por que yo aprendiese: me buscaron maestros de primer orden en mi país [...], se puso una academia de matemáticas sólo para mí por el padre Andújar, que estimó mucho el barón de Humboldt”. Pero tendrá también otros alumnos que ocuparán un papel relevante en el contexto de la independencia venezolana, tal es el caso de José de la Cruz Limardo, que recuerda al fraile con gran aprecio y palabras elogiosas hacia su ciencia y pedagogía: “El método y razonado de este hábil religioso y la abolición de la pena infamante de azotes, hizo ver bien pronto que sólo se necesita orden y método para verme yo ducho y versado con celeridad.

En efecto, año y medio bastó para verme yo ducho y versado en lectura, declamación, escritura y aritmética hasta la regla de compañía y aligación. Pasé dos años más con el maestro por haberme escogido como practicante aliviando sus tareas. Me distinguió sobre todo el padre Andújar por haber descubierto en mí gran afición al dibujo. Desde luego me ocupó de copiar planos [...]. Me ensayé en el dibujo de arquitectura, y quedó en mí con esto despierto el genio para esta bella arte”.

Será a partir de 1800 cuando el misionero se traslade a Barinas y ocupe el puesto de procurador en la misión de los Llanos, en el que permanece por diez años. En 1810 se halla todavía en el mismo cargo.

El 5 de mayo de aquel mismo año asiste a una sesión en el Ayuntamiento de Barinas donde expone su opinión acerca de los principios de la independencia. En el acta del día siguiente se encuentra su firma, con lo que se corrobora el hecho.

Ante la difícil situación política provocada por los movimientos de independencia, en 1812 se traslada a vivir a Ciudad Guayana, hoy Ciudad Bolívar; territorio extenso y siempre necesitado de misioneros.

Allí permanece por varios años, y ejerciendo interinamente la cura de almas en la ciudad de Angostura. Entre los trabajos desarrollados en estos años se encuentra la construcción de diversos planos y mapas, entre los que sobresalen los correspondientes a las misiones de Cumaná y Píritu el año 1813, así como los planos del pueblo de los Setenta (Bruzual). En 1815 se traslada al pueblo de Parapara, en la región del Orinoco, donde fallece el 19 de noviembre de 1818. Se desconoce el motivo preciso de su muerte. Sí se sabe que su biblioteca especializada, así como sus diversos instrumentos para la investigación física y natural, fueron destruidos y saqueados en el enfrentamiento entre las fuerzas independentistas y aquellas que permanecían fieles a la Corona e iban en busca del general Piar.

Es de suponer que hombre tan versado en las ciencias de la naturaleza mantuviese un diario, e incluso fuese siempre acompañado de un cuaderno de campo, aunque nada de esto se ha conservado.

 

Bibl.: C. de Carrocera, “El padre Andújar: sabio misionero, maestro del Libertador”, en Boletín de la Academia Nacional de la Historia (Caracas), 40 (1957), págs. 432-438; I. Leal, “La Academia de matemáticas del padre Andújar”, en Revista de Historia (Caracas), 16 (1962), págs. 69-78; L. de Aspurz, “Andújar, Francisco de”, en Q. Aldea Vaquero, T. Marín Martínez y J. Vives Gatell (dirs.), Diccionario de Historia Eclesiástica de España, vol. I, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto Enrique Flórez, 1972, pág. 65; M. Díaz Álvarez, “El padre Andújar, Maestro de Simón Bolívar”, en Estudios Franciscanos, 75 (1974), págs. 425-441; M. Díaz Álvarez, El padre Andújar, maestro del Libertador, Caracas, Trípode, 1992; C. de Carrocera, “El padre Andújar, sabio misionero”, en Venezuela Misionera, 59 (1999), págs. 82-87.

 

Miguel Anxo Pena González, OFMCap.