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Ana Caro de Mallén y Soto

Biografía

Caro de Mallén y Soto, Ana. ¿Sevilla?, c. 1600 – ?, ¿1647? Literata.

Se ignora su lugar de nacimiento; se barajan Sevi­lla y Granada; en la primera ciudad vivió y publicó la mayoría de sus obras, algunos testimonios la citan como “natural” de ese lugar (Rodrigo Caro, María de Zayas, Nicolás Antonio) y la elogian en sus obras; se inclinan por Granada otros críticos, especialmente aquellos que consideran que es hermana de Juan Caro de Mallén, vecino de esa ciudad. En todo caso, residió en Sevilla, según atestiguan los pagos por los autos sacramentales que compuso y las indicaciones en la portada de algunos de sus textos.

No se poseen datos tampoco acerca de su familia, aunque se ha pensado en cierto parentesco, dado el apellido, con varios nombres; por un lado, con Ro­drigo Caro, en cuya familia se encuentran varias Ana Caro, y que se relacionó con la parroquia de San Mi­guel, en Sevilla, así como con Santa María de Mesa, en Utrera; por otro, con el citado Juan Caro de Ma­llén, cuyo testamento, exhumado por Serrano y Sanz, está fechado en 1665, en Madrid, sin que se mencione a ninguna Ana Caro, que bien podría haber muerto ya. Del hecho mismo de que publicase, así como de las personas a las que dedica sus obras, se ha deducido que pudo mantener cierta vinculación con la nobleza sevillana; en cualquier caso, ofrece algunas composiciones a nobles, como la condesa de Salva­tierra (Octava de San Miguel) o el conde-duque de Olivares (Segundo Discurso del Contexto); en otros ca­sos, la elección del destinatario depende del asunto: el guipuzcoano Juan de Elossidieta, asistente de Sevilla que apoyaba a los franciscanos, en la Relación [...] de los santos mártires del Japón, etc.

No se sabe nada de sus estudios, aunque se citan autores como Lucano, Séneca, Marcial, Enrique de Villena, Juan de Mena o fray Luis de Granada, per­sonajes como don Quijote, así como la Aritmética de Pérez de Moya; por otro lado, es evidente en su obra la influencia de Góngora, al que alaba en alguna oca­sión, Calderón o Tirso de Molina, y tal vez de Juan de Salinas, dada la presencia en Valor, agravio y mu­jer de un texto atribuido al poeta.

Fue citada y elogiada por escritores del siglo XVII: Rodrigo Caro, Castillo Solórzano, María de Zayas, Vélez de Guevara, Matos Fragoso... Algunos, de forma tópica, la llamaron “décima musa”: Vélez de Guevara en El Diablo Cojuelo o el editor de El Conde de Partinuplés.

Se ha considerado que tuvo una gran amistad con María de Zayas, con la que supuestamente vivió; se citaron la una a la otra, pero no existen pruebas de que entre ellas hubiera una relación más estrecha; así, aunque en 1647 Zayas habla de Ana Caro en la Parte Segunda del Sarao y entretenimiento honesto, no hace mención alguna a que se conocieran ni a que hubieran compartido domicilio. Este último dato probable­mente se deriva de una suposición de Cayetano Al­berto de La Barrera y, además, de la errónea inter­pretación hecha por Serrano y Sanz de las palabras que Castillo Solórzano le dedicó a la comediógrafa en La Garduña de Sevilla; Solórzano hace referencia a la existencia en España de mujeres que escriben, po­niendo como ejemplo a Zayas y Caro, y añade que la literata había ido a Madrid en 1637; por lo tanto, trata de poner de relieve que ambas se encontraban en la Corte, sin que se pueda deducir con seguridad del texto de La Garduña que vivieran juntas; además, Caro, según se verá al hablar del Contexto, tampoco aludió a ello cuando tuvo ocasión.

Puede que interviniera en academias literarias de la época, pero esa actividad sólo viene apoyada por re­ferencias literarias; Vélez de Guevara, por ejemplo, la hace, en El Diablo Cojuelo (1641), asistente a una de Sevilla en la que lee una silva; de esa Academia, apoyada por el conde de la Torre, presidida por Antonio Ortiz Melgarejo y cuyo secretario era Álvaro Cubillo de Aragón, no se han encontrado otras alusiones.

Su primera obra datada es de 1628: una Relación que se publica en Sevilla sobre un suceso ocurrido en Japón en 1597, pero renovado un año antes, puesto que el papa Urbano VIII había beatificado a los que entonces murieron; el texto de Caro ha sido relacio­nado con la actividad de los franciscanos por dar a conocer los hechos, de ahí las fiestas que se celebraron en el convento de esa orden en Sevilla, objeto de la Relación. Sigue después editando en Sevilla. En 1633 sale a la luz pública un romance sobre una victoria mínima en Tetuán, al parecer con datos reales. En 1635 aparece otra relación, de nuevo sobre una fiesta de carácter religioso, esta vez en la iglesia de San Mi­guel, sobre un suceso ocurrido en Flandes; la obra es publicada por el mismo impresor que un año antes había sacado las Antigüedades y principado de la ciu­dad de Sevilla, de Rodrigo Caro.

En 1637 parece haber alcanzado cierto renombre como autora de relaciones, pues cobra 1.100 reales por parte de la Villa de Madrid, para la que escribe con motivo de las celebraciones del Buen Retiro. Se­gún pone de manifiesto la propia escritora, en 1637 se traslada de Sevilla a la Corte; dice llegar a Madrid en un frío enero y señala con precisión que se aloja en la Red de San Luis, pero no alude a María de Zayas, a la que elogia en uno de los poemas preliminares de las Novelas, publicadas en ese mismo año. Se había nombrado en la dieta de Ratisbona (22 de diciembre de 1636) rey de Romanos al rey de Hungría y Bohe­mia, Fernando III, familiar de Felipe IV, y entraba en Madrid la princesa de Cariñán, María de Borbón, por lo cual se desarrolló una serie de festejos de 16 a 25 de febrero, como pusieron de relieve otras relaciones de la época; se trataba de un asunto de impli­caciones políticas en la Europa del momento.

Al menos desde 1639, dejando al margen las come­dias, cuya fecha se desconoce, se dedica al teatro reli­gioso; ese año, de nuevo en Sevilla, aparece una Loa sacramental para las fiestas del Corpus; se trata de un texto compuesto en cuatro lenguas, que son parodia­das: portugués, francés, morisco y guineo. De 1641 a 1645 participa en las fiestas de Corpus Christi, pa­gada por el Cabildo de Sevilla, para el que compone algunas obras que se han perdido, como La puerta de la Macarena y La cuesta de la Castilleja. En 1645, tam­bién para el Corpus, redactó un Coloquio entre dos.

Es autora de dos comedias, Valor, agravio y mujer y El Conde Partinuplés, en las cuales el papel de las mu­jeres es fundamental, e incluso parecen estar dirigidas especialmente al público femenino. Las mujeres for­maban parte de las obras citadas: a la condesa de Sal­vatierra le dedica la Octava de San Miguel y el Primer Discurso del Contexto a Agustina Spínola y Eraso, mu­jer del genovés Carlos Strata, vinculado con la Corte, y el tercero a la Villa de Madrid, a la que pide, como a las dos anteriores, que reciba bien su obra, puesto que es una mujer; existe asimismo un soneto, reproducido por Serrano y Sanz, dirigido a una mujer, Inés Jacinta Manrique de Lara.

Como otros escritores de la época, compuso poe­mas para preliminares de sus contemporáneos; en su caso se conservan de 1637 a 1645. Se han encontrado unas décimas para las Novelas amorosas y ejemplares de María de Zayas, impresas en Zaragoza en 1637, y los estudiosos citan otros poemas, el último supuesta­mente incluido en un libro de 1645.

Se ha puesto de relieve que desde 1653, fecha del Laurel de Comedias, se carece de noticias sobre su acti­vidad, por lo que algún crítico ha deducido que pudo morir en la epidemia que se extendió en Sevilla desde 1649, pero no hay seguridad. Los datos resultan algo contradictorios; la comedia se pudo publicar sin su participación, y se efectúa, además, en Madrid, de modo que, efectivamente, pudo morir antes de 1653; en 1647, en la Parte segunda del Sarao de Zayas, pa­rece que se habla de ella como si estuviese viva, mien­tras que en el caso de Rodrigo Caro, muerto en agosto de 1647, habla de ella en presente (“ha hecho”, “se le ha dado”); en cualquier caso, de 1645 son sus últimas contribuciones literarias conocidas (soneto de elogio y Coloquio en la fiesta del Corpus de Sevilla).

Sus comedias han sido editadas por Lola Luna, que además dio a conocer en su tesis doctoral un texto inédito, el Coloquio entre dos; por otro lado, hay que agradecer a la investigadora, tempranamente desapa­recida, sus aportaciones sobre Ana Caro como escri­tora profesional de los Siglos de Oro que podía vivir de su pluma.

 

Obras de ~: Valor, agravio y mujer, s. l., s. f.; Relación en que se da cuenta de las grandísimas fiestas que en el convento de N. P. S. Francisco de la ciudad de Sevilla se han hecho a los santos már­tires del Japón, Sevilla, Pedro Gómez, 1628; Grandiosa victoria que alcanzó de los moros de Tetuán Jorge de Mendoza y Piçaña, general de Ceuta, Sevilla, Simón Fajardo, 1633; Relación de la grandiosa fiesta y octava que en la iglesia parroquial del glorioso San Miguel de la ciudad de Sevilla hizo Don García Sarmiento de Sotomayor, conde de Salvatierra, Sevilla, Andrés Grande, 1635; Contexto de las reales fiestas que se hicieron en el palacio del Buen Retiro, a la coronación del rey de Romanos y entrada en Madrid de la señora princesa de Cariñán, en tres discursos, Madrid, Imprenta del Reino, 1637; Loa sacramental, Sevilla, Juan Gómez de Blas, 1639; La puerta de la Macarena (auto sacramental perdido), 1641; La Cuesta de Castilleja (auto sacramental perdido), 1642; Coloquio entre dos, 1645; El Conde Partinuplés, en Laurel de Comedias. Cuarta parte de diferentes autores, Madrid, Imprenta Real, a costa de Diego de Balbuena, 1653; F. López Estrada, “Una Loa del Santísimo Sacramento de Ana Caro de Mallén en cuatro lenguas”, en Revista de Dialectología y Tradiciones Po­pulares, 32 (1976), págs. 263-275; “La relación de las Fiestas por los mártires del Japón de Doña Ana Caro Mallén (Sevilla, 1628)”, en Libro Homenaje a Antonio Pérez Gómez, Cieza, Artes Gráficas Soler, 1978, págs. 51-69; “La frontera allende el mar: el romance por la victoria de Tetuán (1633) de Ana Caro de Mallén”, en Homenaje a José Manuel Blecua, Madrid, Gredos, 1983, págs. 337-346; “Costumbres sevillanas: el poema sobre la Fiesta y Octava celebradas con motivo de los sucesos de Flandes en la iglesia de San Miguel (1635), por Ana Caro Mallén”, en Archivo Hispalense, 66, 203 (1983), págs. 109-150; Valor agravio y mujer, ed. de L. Luna, Madrid, Castalia, 1993; El Conde Parti­nuplés, ed. de L. Luna, Kassel, Edition Reichenberger, 1993.

 

Bibl.: M. Serrano y Sanz, Apuntes para una biblioteca de escritoras españolas, vol. I, 1.ª parte, Madrid, Atlas, 1975 (col. Biblioteca de Autores Españoles, vol. 268), págs. 177-216; C. A. de la Barrera y Leirado, Catálogo bibliográfico y bio­gráfico del teatro antiguo español desde los orígenes hasta mediados del siglo XVIII, 1860 (ed., Madrid, Gredos, 1969); W. F. King, Prosa novelística y academias literarias en el siglo XVII, Madrid, Real Academia Española, 1963; J. Simón Díaz, Bibliografía de la literatura hispánica, vol. VII, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1967, págs. 494-496; R. Lun­delius, “Ana Caro: Spanish Poete and Dramatist”, en K. M. Wilson y F. J. Warnke (eds.), Women Writers of the Seven­teenth Century, Athens, Universidad de Georgia Press, 1989, págs. 228-250; L. Luna, Ana Caro, una escritora profesional del Siglo de Oro. Vida y Obra, tesis doctoral, Sevilla, Universidad, 1992 (inéd.); “Ana Caro, una escritora ‘de oficio’ del Siglo de Oro”, en Bulletin of Hispanic Studies, 72 (1995), págs. 263-275 (ed. en L. Luna, Leyendo como una mujer la imagen de la Mujer, Barcelona, Anthropos, 1996, págs. 138-157); A. Aze­vedo, A. Caro Mallén de Soto, L. de la Cueva y Silva, F. Enríquez de Guzmán y M. de Zayas, Women’s Acts Plays by Women Dramatists of Spain’s Golden Age, ed. de T. Scott Soufas, Kentucky, University Press of Kentucky, 1997, págs. 133-194.

 

Isabel Colón Calderón