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Giovanni Bartolomeo Gattinara

Biografía

Gattinara, Giovanni Bartolomeo. Vercelli (Italia), 1480 – 11.XI.1544. Regente de la Cancillería y Consejo de Aragón, consejero de Carlos V y agente imperial en Italia.

En muchos documentos figura como sobrino del gran canciller, sin embargo, como ha señalado Merlotti, fue primo segundo del famoso ministro del Emperador. Su padre, Pietro Arborio, fue un conocido notario de Vercelli, quedó huérfano al poco de nacer y fue adoptado por Giovanni Arborio di Gattinara, que murió en 1497. Su viuda y Mercurino Arborio di Gattinara se unieron para defender su herencia frente a la parentela y puede que entonces consolidase su relación con quien iba a marcar el resto de su vida.

Estudió Leyes en la Universidad de Turín, donde se matriculó en 1504. Cuando Mercurino Arborio alcanzó el cargo de gran canciller de Carlos V, le trató como un hijo y le encomendó asuntos de la máxima confianza, realizó misiones muy delicadas en Italia como enviado personal y casi su “otro yo”. En 1523 estaba allí como su agente ante el virrey de Nápoles, llevando personalmente los asuntos públicos y privados de su primo, tanto en la administración de sus estados en el Piamonte como en el mantenimiento de una red de lazos personales establecidos con los potentados italianos, la casa Colonna y los duques de Ferrara y Florencia o las oligarquías de Siena y Lucca (esta política no siempre conciliaba los intereses del canciller con los del Emperador, y él debía apaciguar al marqués de Pescara porque se había nombrado capitán general del Ejército imperial a Próspero Colonna, como se ve en una carta datada a 21 de marzo de 1523). Ambos primos mantuvieron una muy estrecha correspondencia, por medio de la cual el gran canciller disponía de información de primera mano de todo lo que sucedía en Italia, desvelándole, por ejemplo, quiénes eran sus enemigos ocultos, como ocurre con el virrey Lannoy en Nápoles, cuya enemiga le fue revelada en 1524. Asimismo, Giovanni Bartolomeo era, en ocasiones, la vía para llegar al gran canciller, el cual si bien tenía fama de honrado y de no aceptar sobornos y presentes, veía de buen grado los que se hacían a sus parientes como si fueran propios.

Según un informe de un embajador genovés, el gran canciller nunca aceptaba regalos y sobornos, que habían de dirigirse siempre a su familia para obtener su favor. Por eso, en agosto de 1523 Francesco II Sforza colmó de honores, regalos y mercedes a los hermanos y parientes de Mercurino Arborio y concedió a Giovanni Bartolomeo el título de condestable de Porta Beatrice de Milán con una pingüe renta.

En mayo de 1525 estuvo en Milán negociando en nombre de Mercurino con el duque para conservarlo en el bando imperial. Más adelante, le representó como procurador en Roma para obtener para el gran canciller un capelo cardenalicio. Con este propósito negoció con Clemente VII un tratado de paz en 1525 que limitaba bastante la repercusión negativa que podía haber tenido para el Pontífice la derrota francesa de Pavía. Es éste un punto oscuro de la biografía de Gattinara empeñado en poner paños calientes a la evidente hostilidad papal en su afán por la púrpura.

La política italiana fue deteriorándose hasta el punto que, después de la liberación de Francisco I, volvió a estallar la guerra; en ese momento el Emperador exigió cohesión y unidad a sus ministros y consejeros.

Lannoy y Gattinara se reconciliaron y ambos apoyaron las hostilidades contra el Pontífice. No obstante, el gran canciller aún debía de tener alguna esperanza de paz. En marzo de 1527 todavía se hallaba Giovanni Bartolomeo destacado ante la Corte papal tratando de alcanzar una tregua. Pero este cometido no fructificó por coincidir con la caída en desgracia del gran canciller, por lo que dejó de ser un interlocutor válido para llevar a cabo las conversaciones con el papado.

Fue testigo del Saco de Roma y, como buen observador de la realidad política, decidió volver al servicio imperial. Pensaba, y no le faltaba razón, que en la recomposición del nuevo orden el gran canciller iba a jugar un papel importante. En 1528 se hallaba con él cuando huyó de Génova ante el acoso de los franceses y trató inútilmente de alcanzar Parma para solicitar auxilios. Después de estos sucesos, su figura política se fue eclipsando, poniéndose al frente de los intereses familiares. Asistió a Mercurino en sus últimos momentos en Innsbruck y el 5 de junio de 1530 dio fe de su defunción, fue uno de sus albaceas testamentarios y ejecutor de sus últimas voluntades. Después, no duró mucho tiempo como consejero imperial, aunque su nómina en el Consejo de Aragón se mantuvo hasta su muerte, en 1532 regresó a su tierra como consejero de Carlos II de Saboya y ya cincuentón contrajo matrimonio con la joven Bianca Ferrero, con la que tuvo dos hijos a los que se sumaban otros dos hijos naturales que tuvo anteriormente. Regresó a Vercelli, su ciudad natal, en 1536, donde falleció ocho años más tarde rodeado de su familia.

 

Fuentes y bibl.: Biblioteca ex Reale di Torino, Miscellanea politica del sec. xvi, n.º 75; Archivio di Stato di Vercelli, Famiglia Arborio Gattinara, mazzi 3-8.

J. M. Headley, The emperor and his Chancellor. A study of the Imperial Chancellery under Gattinara, Cambridge, Cambridge University Press, 1980; L. Avonto y M. Casetti, Mercurino Arborio di Gattinara, gran cancelliere di Carlo V. Mostra documentaria, Vercelli, Archivio di Stato di Vercelli, 1984; J. Arrieta Alberdi, El Consejo Supremo de la Corona de Aragón, Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 1994; A. Merlotti, “Gattinara, Giovanni Bartolomeo Arborio di”, en VV. AA., Dizionario Biografico degli Italiani, vol. LII, Roma, Istituto della Enciclopedia Italiana, 1999, págs. 631- 633; A. Strand y R. Rebitsch, “Der Tod Kam in Innsbruck. Zum Ableden des Grosskanzlers kaiser Karls V, kardinal Mercurino Gattinara”, en Innsbrucker Historische Studien, n.º 22 (2000), págs. 134-154; J. Martínez Millán y M. Rivero Rodríguez, “La coronación imperial de Bolonia y el final de la vía flamenca (1526-1530)”, en J. Martínez Millán (coord.), Carlos V y la quiebra del humanismo, vol. I, Madrid, Sociedad Estatal para la Conmemoración de los Centenarios de Carlos V y Felipe II, 2000, págs. 131-150; G. de Giovanni- Centelles, Mercurino, Carlo V e l’Europa, Vercelli, Città di Gattinara, 2005; M. Rivero Rodríguez, Gattinara: Carlos V y el sueño del Imperio, Madrid, Sílex, 2005.

 

Manuel Rivero Rodríguez