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Federico de Echevarría Rotaeche

Biografía

Echevarría Rotaeche, Federico de. Bilbao (Vizcaya), 1.VIII.1840 – 30.I.1932. Empresario y político.

Nacido en Bilbao, el 1 de agosto de 1840, fue bautizado en la iglesia de San Nicolás, situada en el casco viejo bilbaíno. Hijo de José Echevarría Azcoaga, oriundo del valle alavés de Aramayona, y de la bilbaína Victoria de Rotaeche. En su juventud estudió en Madrid, en donde también manifestó una gran afición por la pintura, lo que le llevó a ser copista en el Museo del Prado, si bien pronto abandonó la práctica artística debido a la responsabilidad de sacar el negocio familiar adelante. De su matrimonio con Felipa Zuricalday Eguidazu, perteneciente a una conocida familia bilbaína relacionada con la fabricación de chocolate y coloniales, nacieron diez hijos, uno de los cuales, Juan Echevarría, está considerado como uno de los pintores más destacados durante el primer tercio del siglo XX en España.

Desde sus primeros pasos en la carrera empresarial, se caracterizó por su espíritu audaz e innovador y por ser un trabajador infatigable. Si bien su mayor logro fue la empresa metalúrgica que viene a llevar su propio apellido. Su padre, un empresario que trabajaba en el negocio de la hojalata, le introdujo en lo que fue a devenir su intensa vida profesional. Así pues, a partir de la compra de la campa del caserío Recalde en la zona de Begoña, montó con su padre y su hermano José un taller de laminación y estampación de hojalata en 1878, el cual sería ampliado más tarde con vistas a la fabricación de calderería y baños galvanizados. Pero no fue hasta 1886 cuando inició la fabricación mecánica de clavos de herrar, llegándose a comercializar por todo el extranjero. Al parecer, su afán de estar a la altura de Europa en lo que se refería a la moderna tecnología, le animó a suscribir un contrato con Frederick Siemens, permitiéndole instalar el primer horno de acero Siemens que fue montado en España (1894). De hecho, el auge que fue alcanzando su negocio le hizo adquirir en 1902 la fábrica de alambres Santa Ana en Castrejana (Baracaldo), que conectó a la fábrica de Recalde a través de un ramal ferroviario, y la Fábrica de Hierros y Fundición de Santa Águeda también en Castrejana, a orillas del río Cadagua. En este mismo año, constituyó la Sociedad Federico Echevarría e Hijos. El progresivo desarrollo y su transformación apostando por la última tecnología le llevó a crear en 1920 Echevarría S.A., la primera fábrica productora de aceros especiales en España, que aparecieron con el nombre de aceros HEVA. Aunque también hay que señalar su significativa participación en la creación de la empresa metalúrgica más importante de España, Altos Hornos de Vizcaya (1901), mediante la fusión de una de sus empresas La Iberia, la cual lideraba junto a la familia Goitia.

De igual modo, Echevarría jugó un importante papel en el movimiento asociativo empresarial que acompañó a la industrialización vizcaína de la época, de manera que fue uno de los fundadores de la Cámara de Comercio, Industria y Navegación de Bilbao (1886), en cuya primera Junta directiva fue contador, siendo también presidente de la Comisión de Aduanas y Ferrocarriles. Durante los dos años que ejerció la dirección de la Cámara, cabe destacar su apoyo a un intento de crear la Bolsa de Comercio de Bilbao en 1887 y su intervención al año siguiente en las gestiones a fin de que el Gobierno español concediera a Vizcaya la construcción de buques de guerra, lo que se ha considerado el origen de los Astilleros del Nervión. Así también, llegó a presidir en la capital bilbaína la Comisión organizadora de un mitin contra la política comercial del Gobierno Sagasta, de la que vino a surgir la Liga Vizcaína de Productores (1894), siendo nombrado tesorero hasta 1905, ejerciendo, a continuación, la presidencia hasta su fallecimiento.

Su actividad intensa le llevó en 1907 a promover y luego a presidir la Sociedad Económica de Amigos del País de Vizcaya, colaborando con sus homólogas de León y Palencia, de las que fue socio honorario y de mérito. De igual modo, participó en el Congreso Nacional de Industrias Metalúrgicas, celebrado en Barcelona en 1913, de la que nació la Asociación Nacional de Industrias Metalúrgicas, donde llegó a ser un destacado miembro. Así también, a partir de 1923, formó parte de la Federación de Industrias Nacionales, con el objeto de contribuir al fomento de las obras públicas bajo la dictadura de Primo de Rivera en beneficio de la industria nacional. Sin duda, su influyente papel en estas entidades se tradujo en su intervención en algunas de las principales negociaciones laborales con la representación obrera llevadas a cabo a lo largo del segundo decenio del siglo XX, lo que le valió, probablemente, la designación para ocupar la presidencia del Consejo provincial de Fomento de Vizcaya (1910), organismo de carácter consultivo dependiente del Consejo Superior de Fomento.

Por otro lado, su actividad empresarial abarcó un extenso campo del tejido industrial, de modo que durante algunos años ejerció la presidencia de Eléctrica Hispánica, o la de Sulfatos Españoles (sector químico), también fue consejero, socio o accionista de la Sociedad Española de Construcciones Babcok & Wilcox, de la Sociedad Altos Hornos de Vizcaya, del Ferrocarril de La Robla, del Ferrocarril de Bilbao a Portugalete, de la Compañía de los Caminos del Hierro del Norte de España, del Ferrocarril y Minas de Burgos, de las empresas mineras Sociedad Española de Petróleos, de las Hulleras del Esla, de Echevarría y Picavea —empresa constituida junto a su cuñado Rafael Picavea, conocido industrial guipuzcoano—, de la Sociedad Española del Acumulador Tudor, de la Papelera Vizcaína, de la Sociedad Alhemeyer —promotora en Bilbao del tendido eléctrico de particulares— del Banco de Bilbao —tras su fusión con el Banco de Comercio, en 1901— y promotor del Banco de Burgos.

Y si bien su actividad empresarial fue del todo relevante, no lo fue menos su trayectoria política. Tras haber sido herido en la Segunda Guerra Carlista, en la que combatió como teniente del Batallón de Auxiliares, defendiendo la Villa invicta en el sitio de Bilbao de 1874, fue condecorado con una medalla. Entre 1874 y 1876, fue concejal del Ayuntamiento de Bilbao y años más tarde fue elegido diputado a Cortes en las elecciones generales de 1899, obteniendo el acta por Bilbao como liberal fusionista. En adelante, sería reelegido senador por Vizcaya entre 1901 y 1910 y con posterioridad en 1916. Por su amistad personal con Segismundo Moret, presidente del Partido Liberal y futuro presidente del Gobierno español, se le encomendó la constitución del Partido Liberal en Vizcaya, lo cual llevó a efecto en su propio despacho de la fábrica de Echevarría junto a reconocidas personalidades de la vida política bilbaína, como Gregorio Revilla, Alberto Otaduy, Eduardo Barandiarán, Gregorio Balparda y Gregorio Prados Urquijo, entre otros, en 1910. Del mismo modo, mantuvo amistad con otro ilustre liberal, el conde de Romanones, aunque desde su inicio no tuvo más remedio que enfrentarse a las divergencias surgidas en el seno del partido entre la facción canalejista y la albista. A comienzos de 1919, se adhirió a la asamblea constitutiva de la Liga de Acción Monárquica —coalición de liberales, conservadores datistas, mauristas y dinásticos independientes de Vizcaya— a fin de hacer frente al progresivo avance del nacionalismo vasco.

Por su fecunda y completa labor empresarial, política y social, se le otorgó la Gran Cruz de Isabel la Católica y el rey Alfonso XIII le concedió el marquesado de Castrejana, el cual rehusó aceptar, a pesar de ser un monárquico confeso. A sus ochenta y siete años (1927), todavía en plenas facultades, recibió la Medalla de Oro del Trabajo de manos del entonces presidente del Gobierno, Primo de Rivera.

Una corta enfermedad, sufrida a causa de una bronquitis, le produjo su fallecimiento en Bilbao, el 30 de enero de 1932.

 

Bibl.: J. de Ybarra y Bergé, Política nacional en Vizcaya: de la Restauración a la República, pról. de R. Sánchez Mazas, Madrid, Instituto de Estudios Políticos, 1947; VV. AA., Enciclopedia General ilustrada del País Vasco, San Sebastián, Auñamendi, 1968; R. Ossa Echaburu, El Bilbao del novecientos: riqueza y poder de la ría, 1900-1923, pról. de J. M.ª de Areilza, Bilbao, Biblioteca Vascongada Villar, 1969; I. Arana, El monarquismo en Vizcaya durante la crisis del reinado de Alfonso XIII (1917-1931), Pamplona, Universidad de Navarra, 1982; VV. AA., Diccionario enciclopédico del País Vasco, San Sebastián, Aramburu, 1985; M. González Portilla, La siderurgia vasca (1880-1901): nuevas tecnologías, empresarios y política económica, Bilbao, Universidad del País Vasco, 1985; I. Arana, La Liga Vizcaína de Productores y la política económica de la Restauración, 1894-1914, Bilbao, Caja de Ahorros Vizcaína, 1988; J. Cangas de Icaza, Gregorio de Balpardá (forja y destino de un liberal), Bilbao, Laida, 1990; I. Arana Pérez y E. J. Alonso Olea, “Federico Echevarría Rotaeche (1840-1932)”, en E. Torres (dir.), Los 100 empresarios españoles del siglo XX, Madrid, LID-Círculo de Empresarios, 2000.

 

Verónica Mendieta Echevarría

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