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Dionisio Daza Chacón

Biografía

Daza Chacón, Dionisio. Valladolid, 1510 – Madrid, 1596. Médico, cirujano.

Nacido en Valladolid en 1510, era hijo de médico y nieto del médico de Cámara de Felipe el Hermoso, Dionisio Chacón. Tuvo un hermano, el jurista Bernardino Daza, que en 1544 dio a las prensas unas Institutiones imperiales, o Principios de Derecho Civil.

Los primeros estudios los realizó Dionisio Daza Chacón en Valladolid, donde cursó Gramática y Filosofía y fue discípulo de dos cirujanos, el licenciado Arias y el bachiller Torres. Más tarde conoció al licenciado Herrera en el Hospital de la Corte de la citada capital castellana. Esos años de aprendizaje fueron más tarde recordados por nuestro cirujano, al referirse al caso de tétanos traumático: “Practicando yo la cirugía [en Valladolid], que una señora muger de Pedro Flores, teniente de correo mayor, que entonces, estando sentada tomó una almohadilla, y púsola sobre la rodilla para labrar, como es costumbre, y tenía una aguja, la qual la hizo una puntura cerca de una rodilla, no se hizo caso, començó a tener dolor, y ella ordinariamente estava enferma, víno el luego pulsación en la parte y luego se inflamó, y tras esto vino el espasmo y la rapó”. Otro caso, también en Valladolid, se refiere a un aneurisma: “Acuerdo que siendo yo practicante aver uno que tenía un aneurisma”.

Se sabe que en Salamanca cursó estudios de Medicina, al mismo tiempo que continuaba el aprendizaje y el ejercicio de la Cirugía: “Estando yo en Salamanca estudiando la medicina y practicando la cirugía con Ponce el Chico, vi que curó de un aneurisma”. Concluidos los estudios en 1530, a los veinte años, inició su práctica profesional como cirujano, que recordaba años más tarde: “Esto yo he hecho (exercitar el arte) como en efecto lo he procurado desde veinte años de mi edad”. Desde esta fecha hasta 1543, año en que parte hacia Flandes, muy poco se conoce de él.

Embarca en este año en Laredo acompañando a Pedro de Guzmán, como refiere: “El año de 1543 pasé a Flandes, embarcándome en Laredo con D. Pedro de Guzman, que iba por Maese de Campo con tres mil hombres, y desembarcamos en la Inclusa, y de allí nos fuimos a sitiar Landresi, con seis mil hombres flecheros ingleses, que en servicio de la Magestad del Emperador D. Carlos nuestro señor vinieron. A pocos días que llegamos se juntó con nosotros el Duque de Ariscot, que entonces era General de Flandes, con quince mil hombres valones y borgoñones, y yo aunque harto mozo [1543], curaba lo principal que en este ejército se ofrecía, porque no había muchos [cirujanos] de quien echar mano”. Mes y medio más tarde llegó Carlos V, y el 12 de diciembre se retiraron a Valenciennes y Daza quedó curando en un hospital donde se recogía a todos los heridos del campo. Estando en Bruselas recibió el título de cirujano con el salario ordinario por el tiempo que durase la guerra.

En esta campaña militar estaba en el bando español Daza Chacón, y en el francés, Ambrosio Paré.

En 1544, tras la Dieta de Spira, se dirigió Daza Chacón con el Ejército imperial a Saint-Dizier —refiere que “se fraguó un ejército de cien mil hombres”—, donde en una arremetida quedaron fuera de combate, entre muertos y heridos, mil cuatrocientos hombres.

Hubo unos cuatrocientos heridos, que atendían ocho cirujanos bajo las órdenes de Daza. En esta ocasión coincidieron Dionisio Daza Chacón y Andrés Vesalio, experiencia de la cual refiere el cirujano español: “Porque con ser Vesalio doctissimo acerca de la sección, y que mejor lo hazía de quantos en su tiempo huvo, le vi el año 1544 estando en el exército de la Magestad del Emperador Carlos, sobre Sandesier, que a un capitán Solís le quiso cortar (porque convenía) el braço por el codo, y con trabajar tan buen rato nunca pudo, y huvimos de cortar quatro dedos más arriba”.

El asedio y cerco a Saint-Dizier marcó una época notable en la historia de la cirugía, sobre todo en el tratamiento de las heridas de arma de fuego, hasta entonces consideradas como tóxicas y combustas. El nuevo método en el tratamiento “suave” de estas heridas, contrario al galenismo arabizado que las consideraba tóxicas y combustas, que pretendía su cura mediante el “pus bonum et laudabile”. En el relato Daza Chacón refiere la presencia de Andrés Laguna y Andrés Vesalio en plena campaña militar. Apareció en el campo, prosigue narrando, un cirujano, Micer Bartolomeo, sin duda Bartolomeo Maggi, de cuyas curas aprendió Daza el nuevo método: “Y esta manera de curar usamos el año quarenta y quatro, estando la Magestad del Emperador Carlos Quinto de gloriosa memoria, sobre Landresi y ésta usava el doctíssimo Vesalio, con la qual manera de cura, no sólo las feridas eran infestados con grandíssimos dolores, y otros accidentes perniciosos, pero las llagas se hazín consordidas, y pútridas que no nos podíamos averiguar con ellas”. El realismo del relato de Daza Chacón repara en estos detalles de enorme interés: “Estando luego adelante la Magestad Católica sobre Sandisier vino al campo un cirujano italiano que se llamaua Miçer Bartolomé, muy docto y de mucha esperiencia; y començó a curar estas heridas muy de otra manera, que nosotros la curauamos, que era como si curara una herida contusa: con lo qual ganaua muchos escudos, y mucho crédito, que como no martyrizaua los heridos (como nosotros lo haziamos) con los cauterios, todo le sucedía bien, y curaua en breuíssimo tiempo, en respeto de lo que a nosotros nos durauan las curas.

Visto y entendido el negocio (por los buenos sucessos) determinamos de seguir su parecer, y con él tuuimos muchos y muy buenos sucessos”. Este tratamiento había sido adoptado en Italia sobre todo en Roma, donde era conocido. Tras la Paz de Crepy, Daza Chacón siguió al Emperador hasta Bruselas, ciudad en la que, en 1545, Daza Chacón y Andrés Vesalio asistieron al caballero flamenco Busquen de un flemón profundo en la pierna derecha que cursaba con intensos dolores. De nuevo en 1545 regresa Daza Chacón a Madrid en compañía del doctor del Águila: “Vinimos desde Bruselas a Madrid por toda Francia, curando a Juan Vázquez de Molina primer secretario del Emperador”. En 1546 residía en Valladolid, pero en 1547 viajó de nuevo “habiendo yo ido desta villa de Valladolid hasta Augusta por tierra, no con poco trabajo y grandes peligros”. Estaba Daza con el emperador de los romanos y sus hijos cuando “se comenzó a picar la ciudad de peste”, de la que fue encargado y sobre cuya cura refiere: “estuue allí encerrado tres meses y medio [...]. Lleváronme 82 heridos de peste de landres”. En 1548 volvió a España al servicio del futuro emperador Maximiliano, que viajó a España para casarse con la infanta María, hermana de Felipe II. Daza pasó posteriormente al servicio de la princesa Juana en su viaje matrimonial de 1552 a Portugal. A la muerte del licenciado Herrera fue nombrado cirujano del Hospital Real de Valladolid en 1557. En esta ciudad castellana asistió a personajes célebres, como su intervención en 1562, acompañado de Andrés Vesalio, de la herida del príncipe Carlos, hijo de Felipe II, accidente y curso clínico de los cuales hace Daza una pormenorizada historia clínica.

Durante los años siguientes ejerció la cirugía en la Corte y en los hospitales reales y en la batalla de Lepanto estuvo al servicio de Don Juan de Austria: “En el año 1571 me mandó S. M. pasase en Levante, donde el Señor D. Juan estaua en la Guerra contra el turco, y ui a embarcarme a Cartajena, y de allí a Barcelona, y a Génova, Nápoles y Sicilia, y de allí a Corfú, hasta que nos encontramos con S.A. donde serví hasta el año 1573, que se acabó la jornada de Lepanto”. De regreso a España siguió al servicio de Felipe II. A edad avanzada, en 1580, atento a su edad de setenta años, y treinta y siete de servicio, y a su estado de salud, Felipe II le concedió la jubilación con todo su salario. Los años siguientes hasta su muerte, acaecida en 1596, los pasó entre Valladolid y Madrid, villa esta última donde murió.

La obra de Dionisio Daza Chacón, escrita en edad avanzada, reúne una amplia experiencia humana y profesional, en estilo directo y realista, poniendo de relieve el estado de la Cirugía en su tiempo y las novedades más importantes que fue incorporando en su haber de cirujano. La obra apareció impresa en Valladolid en 1580 con el título La primera parte de la Cirujía que trata de los humores praeternaturales, texto del cual se cita una edición en Valladolid en 1582.

Tres años más tarde, con el título completo, se imprimió la Práctica y Theorica de la Cirugía en romance y latín (Valladolid, 1585), por el impresor Bernardino de Sancto Domingo. A pesar de su título no parece haberse publicado la versión latina, aunque apunta quizá cuál era la intención del autor. Un decenio más tarde apareció el texto titulado Segvnda parte de la práctica y theórica de Cirugía en romance, en latín que trata de todas las heridas (Valladolid, 1595), impresa por los herederos de Bernardino de Sancto Domingo.

Se citan ediciones de esta segunda parte de 1605 y 1606, cuya existencia no se ha podido verificar. La obra de Daza Chacón siguió editándose en el siglo xvii, así se conoce la edición de Valladolid (1609) y las ulteriores de Madrid (1619 y 1626). Superada la primera mitad de la centuria se estampó en Valencia en dos ocasiones, la primera en 1650 y la segunda en 1673. Al menos antes de finalizar el seiscientos se llevó a cabo una edición en Madrid en 1678, en dos partes, la primera a cargo del impresor Lucas Antonio Bedmar, y la segunda por Andrés García de la Iglesia.

La obra quirúrgica de Dionisio Daza Chacón constituye uno de los mejores tratados de Cirugía en castellano en el siglo xvi, destacando en primer lugar las contribuciones originales a la técnica quirúrgica y, asimismo, el sentido realista y de experiencia directa con la práctica de la cirugía renacentista. Este sano empirismo quirúrgico y la referencia constante a la realidad clínica, y su relato en primera persona, constituyen signos inequívocos de una mente moderna.

Es asimismo exponente de las grandes contiendas bélicas del Siglo de Oro español, en las que su ejercicio profesional acrisoló una loable experiencia quirúrgica. La redacción en romance de un texto de la importancia de la Práctica y Theórica de la Cirugía de Daza es prueba también de una clara opción por su lengua natural y el afán de difundir y mejorar el nivel de la formación de los españoles cirujanos. En estos términos expresa su criterio: “Habiendo yo examinado en la Corte más de doce años a los cirujanos romancistas que se iban a examinar, vi muchos que tenían muy buenas habilidades, que por falta de tener libros en su lengua estaban muy atrás de lo que pudieran saber, determiné darles todo lo bueno que los antiguos y modernos dijeron acerca desta materia”.

Pese a su opción por el romance castellano, Daza defiende abiertamente la práctica de la cirugía y del cirujano universitario conocedor del latín, frente a los empíricos a quienes en ocasiones concretas fustiga y ridiculiza. Subraya que la práctica profesional de la Cirugía exige conocimientos básicos como la Anatomía y la Medicina; sin embargo, considera, por sus resultados, la Cirugía superior a la Medicina. En este sentido refiere: “Muy poco me deleytan los médicos que demasiadamente se entretienen en la Philosophía natural y no llegan al remedio de los remedios a la enfermedad”. Estas razones le movieron, prosigue relatando, a escribir “cosa más de prouecho, que de speculación”.

Su concepción de la cirugía y el cirujano se resume en estas palabras: “Toda intención del cirujano es procurar la vnión y esta se consigue ajuntando, apartando”, en las heridas, llagas y apostemas, de manera, concluye, que esto de unir y juntar es lo primero que intenta y lo postrero que consigue. Asimismo extiende estas consideraciones al tratamiento de las fracturas.

Es de interés su elogio a la Anatomía y la recomendación que hace de su estudio obligado para los cirujanos.

Conocedor de la obra de Vesalio y Valverde de Amusco, Daza se alinea, en este sentido, junto a la modernidad de los cirujanos posvesalianos que hicieron de la Anatomía moderna la antesala del quehacer quirúrgico. A la postre afirma la superioridad del cirujano frente al médico, de lo que refiere lo siguiente: “La Cirugía práctica [...] es la verdadera cirugía, porque es saber poner por obra y ejercitar y hacer con las manos y con instrumentos lo que el otro supo muy bien parlar. Y esta [la cirugía] se pone entre las artes mechanicas, y no se alcança ni uno puede ser perfecto en ella, sino la uviere exercitado muchos años, y con grandes cirujanos, y con gran cuydado y atención”.

Daza antepone la experiencia a la doctrina, de la que toda su obra hace gala a través de numerosas referencias a su práctica profesional.

La obra quirúrgica de Dionisio Daza Chacón se reúne en dos partes del texto Práctica y Theórica de la Cirugía, de cuyas sucesivas ediciones se ha dado anteriormente noticia. El contenido de la Primera Parte se consagra a los “apostemas” o tumores, de los que refiere su clínica y terapéutica, destacando las descripciones de la gangrena, la amputación y el aneurisma.

Muy sugerentes son las noticias de primera mano, fruto de su experiencia, de los casos quirúrgicos de gangrena, vivencias adquiridas en el campo de batalla, proponiendo una técnica consistente en la amputación, en casos de gangrena, con desplazamiento de colgajo cutáneo sobre el muñón. Al parecer esta técnica la aprendió Daza en el campo de batalla de “un muy buen cirujano italiano”, del que no refiere el nombre.

La originalidad de Daza Chacón le lleva a proponer una técnica personal en el tratamiento quirúrgico del saco aneurismático, consistente en la ligadura del vaso por encima del aneurisma. Así nos dice: “Esta manera de cortar de Aecio es la más fácil, aunque donde manda que se señale con tinta, y se haga sectión [sic], yo sin hazer ésta, hallada la arteria por el tacto [...] tomando una aguja corbada, y meterla he por debajo de la arteria, y daría vn punto que apretasse muy bien el arteria, y comprimiéndose más el arteria, y después yrme a hazer sectión que manda en la applicatura del braço y cortaría allí, y después de quitados los grumos, todo el arteria”.

La Segunda Parte se consagra íntegramente a las heridas, su clínica y tratamiento. La originalidad de Daza destacó en dos campos de preferencia, la descripción de las heridas por arma de fuego y la de dos casos de blast injury. Este síndrome lo describe con estas palabras: “También vi a dos en la guerra, que al vno de passó entre las piernas vna bala de una culebrina, y lleuole solamente los tafetanes de las calças, y sin hazerle herida ninguna murió dentro de doce horas, con hacerle todos los beneficios possibles: hinchósele el muslo, y inflamósele brauamente. Y la sola causa fue, que de gran furia que lleuaua la pelota, no sólo el ayre penetró en el muslo, pero quebrole y desmenuzole los huessos del; lo qual vimos haziendo dissección del. Otro vi, que le passo vna bala de pieça rjuessa, por junto a vna pierna, y le sucedió lo mismo, y acabó la vida, sin en el vno ni en el otro auer señal de herida”.

Tras estas referencias destaca la nueva concepción de las heridas de arma de fuego, enfrentándose al galenismo tradicional proclamando Daza Chacón la verdadera naturaleza de tales heridas, la descripción la resume en estas palabras: “Estas heridas [...] yo no las tengo, ni son venenosas, ni combustas, porque curé muchos, que venían de arcabuzasos, y las heridas muy grandes, y no sentían que venían heridos, y auer tiempo notable que lo estauan. Pues si estas heridas fueran combustas, sintieran el fuego, o calor, pero lo vno, ni lo otro sentían, y trayan su bala en el cuerpo”.

Estas y otras consideraciones, prosigue, fueron suficientes para fundar su razonamiento científico, una de las novedades, quizá la más importante, en el tratamiento de las heridas en el siglo xvi.

La obra escrita de Dionisio Daza Chacón se asemeja a la de los grades cirujanos europeos del Renacimiento, hasta el punto de compartir con Ambrosio Paré una de las cimas más altas del quehacer quirúrgico de la centuria. Reúne asimismo Daza en su obra, publicada al final de su existencia, los recuerdos y experiencias vividas, dando cuenta de las novedades más importantes, cirujanos y vicisitudes de una dilatadísima labor a lo largo de casi medio siglo de práctica profesional. Desde su primera formación según las doctrinas bajomedievales, supo Daza adquirir la experiencia necesaria, junto a los grandes escenarios bélicos del siglo xvi, guerra con Francia o la jornada de Lepanto, y recibir el influjo beneficioso de la nueva anatomía vesaliana y la cirugía de los maestros de Italia, como Bartolomeo Maggi. En este aspecto, su actitud abierta a las nuevas corrientes lo sitúa por derecho propio como una mente moderna, que antepone la experiencia directa en la cirugía y en la clínica al saber libresco heredado. Este rasgo es sin duda lo más valioso, junto a las novedades técnicas, que reúne su obra escrita.

 

Obras de ~: La primera parte de la Cirujía que trata de los humores praeternaturam, Valladolid, 1580; Practica y Theorica de Cirugia en romance y latin, Valladolid por Bernardino de Santo Domingo, 27 de Mayo de 1585; Segvnda parte de la practica y theoica de cirugia en romance, en latin que trata de todas las heridas, Valladolid, Herederos de Bernardino de Sancto Domingo, 1595; Practica y teorica de Cirugia, en Romance y en Latin, Valladolid, en casa de Ana Velez, 1609 (Madrid, 1619; Madrid, Viuda de Alonso Martin, a costa de Domingo Gonçalez mercader de libros, 1626); Segvnda parte de la Practica y Teorica de Cirvgia en romance, y en latin, qve trata de todas las heridas, Valencia, en casa de los herederos de Chrysostomo Garriz, por Bernardo Nogués junto el Molino de Rouella, 1650; Practica y teorica de Cirugía, Valencia, Francisco Cipres, 1673; Practica y teorica de Cirugía, Madrid, Imprenta del Reyno por Lucas Antonio de Bedmar, 1678; Segunda parte, Madrid, Andrés García de la Iglesia, s. f.

 

Bibl.: C. Wilson, “Dionisio Daça Chacon: a medicohistorical sketch”, en Edinburgh Medical Journal, 2 (1857), págs. 865-894; A. P. Dias, “Honorarios medicos no seculo xvie os medicos de Lisboa n’essa epoca avaliados por un collega hespanhol”, en Arquivos de Historia da Medicina Portuguesa, 2 (1887-1888), págs. 135-139; M. Lemos, “Dionisio Daza Chacón. Apontamentos para a sua biografia”, en Revista da Universidade de Coimbra, II (1913), págs. 5-40; A. García del Villar, “D. Dionisio Daza Chacón”, en Trabajos de la Cátedra de Historia crítica de la Medicina (Madrid), IV (1935), págs. 455-464; N. Alonso Cortés, “Dionisio Daza Chacón: apuntes para su historia”, en Miscelánea Vallisoletana (Valladolid), t. I (1955), págs. 365-429; L. Münster, “L’opera di Dionisio Daza Chacón in rapporto, ai poblemi principali della chirurgia dell’epoca”, en Archivos Iberamericanos de Historia de la Medicina, 8 (1956), págs. 299-304; E. Subiza Martín, “Los grandes cirujanos de España: Dionisio Daza Chacón (siglo xvi)”, en Cirugía (Madrid), 2 (abril-junio de 1956), págs. 62-68; C. Soriano de la Rosa, La obra quirúrgica de Dionisio Daza Chacón, Salamanca, Publicación del Seminario de Historia de la Medicina, Universidad, 1958; J. M. Llopis, “Dionisio Daza Chacón, el Paré español”, en Revista Sociedad Venezolana de Historia de la Medicina, 10, n.º 24 (1962), págs. 97-109; J. M. Beltrán de Heredia, Discurso Inaugural Curso Académico 1971-1972, Valladolid, Universidad, 1971; C. D. O’Malley, “Dionisio Daza Chacón”, en Medizingeschichte in unserer Zeit. Festgabe für E. Heischkel-Artelt und W. Artelt, 1971, págs. 160-170.

 

Juan Riera Palmero