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Luis Espada y Guntín

Biografía

Espada y Guntín, Luis. Orense, 4.XII.1858 – ¿1930? Ministro de Fomento y de Instrucción Pública.

Bautizado con los nombres de Luis Antonio, fueron sus padres José Espada y Benita Guntín. Se licenció en Derecho Civil y Canónico el 6 de noviembre de 1876 por la Universidad de Santiago de Compostela con la nota de premio extraordinario. Fue diputado a Cortes por Verín (Orense) en todas las legislaturas desde 1900-1901 hasta 1923.

En 1915 denunció, como ex director general de Obras Públicas, la injusticia notoria con la que era tratado el cuerpo de sobrestantes de Obras Públicas, lo mismo en absoluto que en relación con los demás. Todas las colectividades subalternas, incluso las no facultativas (torreros, delineantes e interventores de ferrocarriles), se encontraban en condiciones muy superiores a la de los sobrestantes, no sólo para las aspiraciones del futuro, sino para poder vivir modestamente, puesto que, con los exiguos sueldos que venían disfrutando, les era casi imposible atender el sostenimiento propio y de sus familias, y menos la educación de sus hijos.

Espada fue nombrado ministro de Fomento el 25 de octubre de 1915, cesando el 9 de diciembre de 1915 (Gabinete de Eduardo Dato). El día 31 de octubre de 1915 se celebró en Verín (Orense) un banquete popular para festejar la elevación al Ministerio de Fomento de Espada. Asistieron más de cuatrocientos comensales. Destacó en el mismo Vicente Sola, jefe de la política conservadora de este distrito, que resumió los distintos brindis. El círculo conservador, en prueba de cariño hacia Espada, acordó hacer una copiosa edición de los discursos y mensajes, en recuerdo de esta solemne fiesta.

Por Real Decreto de 3 de diciembre de 1915 Espada creó una junta central para el estudio de las necesidades del consumo de combustible en las industrias nacionales, con objeto de procurar atender el déficit que resultara por la disminución de importaciones de carbón extranjero. Según Espada, las complicaciones internacionales que iban surgiendo a medida que el desarrollo de la guerra europea hacía entrar nuevas nacionalidades en la cruenta lucha que había desequilibrado por completo las relaciones económicas de todo el mundo, agravaban en España el importantísimo problema del aprovisionamiento de carbón para sus varias industrias, que ya se había iniciado al comenzar la contienda y había sido objeto entonces de algunas previsoras medidas arancelarias.

Propuso organizar una amplia información de todos los mercados productores reuniendo datos sobre precios, calidades, reservas disponibles y condiciones de venta y de transporte, y poniendo todos estos informes a disposición de cuantos industriales, grandes o pequeños, quisieran utilizarlos para que directamente, o con el auxilio de las representaciones oficiales españolas en el extranjero, pudieran hacer los pedidos que creyesen oportunos. Completada esta información con el conocimiento exacto de las necesidades de cada industria y con la estadística detallada de la producción de las hulleras españolas, así como de la distribución y condiciones de venta de sus distintas clases de carbones, podría juzgarse con toda exactitud y a cada momento la proporción en que con los recursos propios españoles sería posible atender al consumo nacional, y la conveniencia de cubrir el inevitable déficit en extraños mercados que habrían de escogerse circunstancialmente teniendo en cuenta las mudables derivaciones de la guerra europea. La organización administrativa y técnica de que el Estado disponía y sus relaciones internacionales le permitirían atender sin esfuerzo alguno a esta labor informativa que tan fecundos resultados podía ofrecer a los industriales españoles.

Esta labor exigía una estrecha compenetración del Estado con las clases productoras y consumidoras de combustible a quienes se aspiraba a proteger. Para realizarla parecía lo más acertado la creación de juntas regionales, que pudieran llamarse “de defensa del consumo hullero nacional”, estableciéndolas en centros industriales importantes.

En 1919, Maura propuso a los conservadores de Dato inteligencias posibles para la lucha electoral de mayo. Las respuestas que recogió Dato de sus seguidores pueden polarizarse en dos grupos: el de los que se mostraban dispuestos a aceptar la oferta de Maura y el de los que la despreciaban tajantemente. En el primero quedaron Sánchez Guerra, Ugarte, Flores, el marqués de Estella y Espada. Espada advirtió “la imposibilidad de una nota de repulsa dada por nosotros a Maura”. En el segundo grupo quedaron Bergamín, Bugallal, González Besada, Burgos, Eza y Domínguez. Finalmente, no se llegó a una inteligencia con Maura.

Espada fue nombrado ministro de Instrucción Pública del 5 de mayo de 1920 al 1 de octubre de 1920 (Gabinete de Dato). Por Real Decreto de 14 de junio de 1920 aprobó el reglamento para el régimen y funcionamiento del Museo Nacional del Prado. Según Espada, se imponían ciertas reformas de detalle para conservar con las mayores garantías de seguridad la pinacoteca reconocida por propios y extraños como “uno de los más selectos tesoros artísticos del mundo”.

Por Real Decreto de 4 de junio de 1920 aprobó la nueva plantilla del Magisterio de las Escuelas Nacionales. Según Espada, la vigente Ley de Presupuestos, prosiguiendo la tendencia de mejorar la condición económica de los maestros, había modificado el escalafón general del Magisterio, elevando a 2.000 pesetas el sueldo mínimo y a 8.000 el de la primera categoría, y con el objeto de obtener una más elevada proporcionalidad en las escalas aumentaba igualmente el número de plazas en las categorías inferiores. Por Real Decreto de 5 de julio de 1920 reorganizó el servicio meteorológico. Según Espada, la importancia adquirida en los últimos años por los servicios meteorológicos de todas las naciones, la aplicación que de sus observaciones se hacía a múltiples fines de carácter práctico y requeridos por necesidades como la agricultura, la aviación, la navegación... fueron factores que, combinados con insistentes requerimientos internacionales, principalmente encaminados a que España facilitara a diario, por radiotelegrafía, datos meteorológicos indispensables para la aviación mundial, determinaron la ampliación de los servicios españoles, consignándose en los presupuestos, en consecuencia, un aumento de dos a trece los centros de observación, que no solamente habían de tener importancia en este último aspecto, sino en el de predicción de tiempo utilizable para fines agrícolas y seguridad de la navegación. Espada fue nombrado ministro de Fomento del 1 de septiembre de 1920 al 13 de marzo de 1921 (Gabinete de Dato).

Por Real Decreto de 4 de septiembre de 1920 adoptó medidas sanitarias de gran rigor en vista del incremento adquirido por la peste bovina en Bélgica, enfermedad de extraordinaria difusión y mortífera para la ganadería, que había causado gran alarma en todos los países de Europa. Por tanto, se prohibía la importación de ganados bovino, ovino, caprino y porcino de Francia, Bélgica, Holanda, Alemania, Italia, Austria, Suiza y África. Por lo que se refería a Bélgica, la prohibición alcanzaba a todas las especies, a las carnes frescas y despojos, piensos, cuernos, pezuñas, pelo, lana, etc. También quedaba prohibida la importación de animales bovinos, ovinos, caprinos y porcinos de Asia, Turquía, Rusia y península balcánica, así como la lana, pelo, cuernos, pezuñas... Se prohibía, asimismo, la importación en España de pieles secas y en verde de los países citados.

A través de una Real Orden de 10 de noviembre de 1920 dispuso que por la sección de minas del Ministerio de Fomento se comenzara activamente el estudio preparatorio para proyectar un plan completo de transportes mineros, que abarcando las cuencas carboníferas de reconocida importancia, las enlazaran con la red general de ferrocarriles y puertos más adecuados, incorporándolas así a la vida económica de la nación. Según Espada, la alta conveniencia para la economía patria del aprovechamiento de la riqueza del subsuelo español (en particular en lo referente al carbón) y la evidente necesidad, bien manifestada en los últimos tiempos, de alcanzar a bastarse con los propios recursos de España determinaban por parte del Estado la obligación de una intervención activa en todo aquello que tuviera íntima relación con dicho problema y contribuyera a su solución. Por ello, se hacía preciso el estudio de aquellos ferrocarriles esencialmente mineros que por su enlace con la red general y principales puertos vinieran a animar los centros de explotación y dar vida a aquellas otras zonas que por falta de vías de comunicación apropiadas no podían entonces ser objeto de aprovechamiento.

Luis Espada y Guntín fue, además, presidente del Tribunal de Cuentas en 1923 y en 1930.

 

Fuentes y bibl.: Archivo del Congreso de los Diputados, Serie Documentación Electoral, 96 n.º 2, 105 n.º 35, 109 n.º 36, 111 n.º 36, 113 n.º 33, 115 n.º 33, 117 n.º 33, 119 n.º 33, 121 n.º 33, 123 n.º 33, 125 n.º 33, 127 n.º 33, 129 n.º 33, 131 n.º 33, 133 n.º 33, 135 n.º 33 y 141 n.º 35; Archivo General de la Administración, caja 15.681.

G. Bleiberg (dir.), Diccionario de Historia de España, Madrid, Alianza, 1981; J. M. Cuenca Toribio y S. Miranda García, El poder y sus hombres. ¿Por quiénes hemos sido gobernados los españoles? (1705-1998), Madrid, Actas, 1998.

 

Juan Ramón de Andrés Martín