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Juan Lope de Conchillos y Quintana

Biografía

Conchillos y Quintana, Juan Lope de. Tarazona (Zaragoza), s. m. s. XV – Toledo, V.1521. Secretario del Consejo Real y Supremo de las Indias y secretario del Consejo de Órdenes.

El linaje aragonés de los Conchillos viene documentado desde comienzos del siglo XV. Sus armas heráldicas se componían con un escudo de azur, con una cruz floreteada de oro en lo alto, y debajo tres veneras de oro puestas en triángulo. De familia de conversos procedente de Calatayud dedicada al servicio de la Corona en los oficios burocráticos. Hijo de Pedro de Conchillos y Tobía y de Margarita de Quintana, vecinos de Tarazona. Inteligente, contemporizador, intrigante, este secretario estuvo vinculado a los asuntos americanos, de donde obtuvo pingües ganancias. A pesar de su origen, sus hermanos alcanzaron altas responsabilidades: García fue comendador de Calatrava, Jaime fue obispo en Italia —de Gerace y Catania— y diplomático, Juan sería nombrado ayo del bastardo Fernando de Aragón. Lope de Conchillos, capitán de guerra en Tarazona, contrajo matrimonio con María Niño de Rivera, señora de Nuez y Mazarambraz, de la casa de Malpica, con quien tuvo una hija, Francisca de la Rivera, con fama de gran belleza, que casó en primeras nupcias con el conde de Fuensalida, y al enviudar, contrajo nuevo matrimonio con Pedro de Guzmán, I conde de Olivares y abuelo del que sería el hombre más influyente durante la primera parte del reinado de Felipe IV: el conde duque de Olivares.

Por eso Quevedo, con malicia, aludía con el anagrama Chincollos a la ascendencia judeoconversa de Gaspar y su relación con Lope de Conchillos.

Lope de Conchillos, gracias al apoyo y protección de parientes y amigos aragoneses como el secretario Miguel Pérez de Almazán y el secretario de Estado y embajador en Austria y Francia Pedro Quintana logró alcanzar grandes responsabilidades hasta convertirse en ministro de gran confianza de Fernando el Católico, sobre todo a partir de la muerte de la reina Isabel. Perteneciente al pequeño grupo de consejeros aragoneses, la mayor parte de ellos de origen converso, que ayudaba al rey Fernando, Lope de Conchillos también participó de la codicia y falta de escrúpulos que caracterizó a esa camarilla.

En reconocimiento de los méritos de su padre contraídos en la guerra de Granada, singularmente en la toma de Vera, Lope fue nombrado caballero por el Rey en 1488. Escribano de mandamiento y de registro desde 1499, asciende a secretario de Fernando el Católico el 21 de diciembre de 1503, y posteriormente sería miembro del Consejo Real. Entre sus primeros servicios se cuenta el viaje que junto a Rodríguez de Fonseca realizó a Flandes por orden del rey Fernando en 1504 para servir como secretario de la reina Juana y obtener de ella un poder completo para el rey Fernando. No conseguirían sus objetivos.

Allí Conchillos fue apresado por orden de Felipe el Hermoso, torturado y encerrado en una mazmorra donde perdería el cabello. Quedó libre poco antes de la muerte del rey Felipe, y desagraviado por el rey Fernando que le concedió el título de primer conde de Villaumbrosa, por su probada fidelidad.

A su regreso a España en 1507, Fernando el Católico, tras la muerte de Gaspar de Gricio a finales de ese año, concedió a Conchillos el 24 de diciembre el título de secretario adscrito a la secretaría de Indias que dirigía el obispo de Palencia Fonseca, con 100.000 maravedís de sueldo. Desde esa posición, a partir de 1508 hasta 1516, y sin pisar jamás los territorios americanos, Conchillos se convirtió junto con el consejero de Castilla Juan Rodríguez de Fonseca en el hombre importante de la incipiente administración americana, valiéndose para ello de una tupida red de oficiales a su servicio, que colocaron en puestos clave como la tesorería de la Casa de la Contratación.

Su gobierno cabe calificarlo como burocrático, frente al gobierno colegial que representaba el Consejo de Castilla, y esa forma de hacer perjudicó sin duda el desarrollo de la administración en América. En esa línea, al poco de llegar a su nuevo cargo, Conchillos acompañó a Fonseca en la visita que hizo a la Casa de Contratación de Sevilla en 1508, fruto de la cual se redactarían unas nuevas ordenanzas para la citada institución. Ambos personajes, Fonseca y Conchillos, se entrevistaron con Sebastián Caboto para tratar sobre la navegación a Indias y en concreto a la isla de los Bacalaos. En 13 de septiembre de 1512 se despachaba en Logroño una real cédula a Caboto para que acudiera a ver al rey Fernando el Católico, allí donde estuviera, y tratar sobre lo que habló con Fonseca y Conchillos.

Comendador de la Orden de Santiago, con las encomiendas de Guadalerzas, Destriana y Monreal, en su nueva posición oficial, fueron tantos los beneficios que obtuvo Conchillos que, en 1516, se valoraban en cuatro millones de maravedís los que sacaba de diversos oficios y gracias como los 50.000 maravedís que se le dieron como ayuda de costa en 1513 o por una escribanía de minas en la isla Española y Puerto Rico, en la que exigía tres reales por cada licencia expedida para extraer oro, además de las propinas y regalos: “Real Provisión (Burgos 30 de marzo de 1508) concediendo al secretario Lope Conchillos la escribanía mayor de minas de las Indias, con el cargo de dar cédulas a todas las personas que vayan a cavar en dichas minas por sus correspondientes derechos y llevar razón de todo el oro, plata, perlas y metales que de dichas Indias se saquen, así como de todos los derechos, rentas y diezmos pertenecientes a S. M., con un salario anual de 50.000 maravedíes, declarándose que dicho oficio le es concedido también por D.ª Juana como dueña de la mitad de las Indias”. (Archivo General de Indias, Indiferente, 419 L. 4, fols. 75-76).

A partir de entonces fueron numerosas las concesiones que obtuvo Conchillos en América. Por una Real Cédula firmada en Medinaceli el 11 de abril de 1510 dirigida al capitán general de la isla de Puerto Rico, Ponce de León, se concedía a Lope Conchillos un cacique con sus naborías, acompañada de un repartimiento de cien indios en dicha isla al teniente de escribano marcador y fundidor de la misma, puesto por dicho Conchillos, su propietario. Por otra Real Cédula de 19 de octubre de 1514 dirigida al licenciado Ibarra y a Rodrigo de Alburquerque, repartidores de indios de la isla Española, se ordenaba que encomendasen al secretario Lope Conchillos los indios que tenían los frailes del monasterio de San Francisco de la ciudad de La Concepción y que habían dejado: eran unos trescientos. Ese mismo año recibía un número similar de indios en repartimiento en Cuba.

Un año después se le otorgó el Registro del Sello de Indias y la fundición del oro en Tierra Firme que ejercía por su cuenta Fernández de Oviedo, y otros muchos gajes y prebendas. Vendió la justicia a Balboa y a su vez repartió muchos indios a sus amigos y protectores en la Corte. La documentación aporta el dato de la concesión a Conchillos, el 21 de marzo de 1515, probablemente en Medina del Campo, de una especie de título y derecho patronal sobre las escribanías y registros (los oficios “de pluma”) en Indias, que eran servidos por arrendadores que satisfacían al secretario Conchillos sustanciosas cantidades: “Nota de haberse despachado una Real Provisión firmada por el Rey D. Fernando, concediendo la merced del registro de las cartas y provisiones reales y las del Consejo que se despacharen para Indias, al Secretario Lope Conchillos llevando por ello el arancel que se determine”. La concesión viene firmada también por la reina Juana.

(Archivo General de Indias, Indiferente, 419, L. 5, fols. 406-408).

Conoció y trató a Bartolomé de las Casas en 1515.

El dominico visitó al rey Católico, en Plasencia el 22 de diciembre, a quien presentó sus propuestas para la colonización americana; y trató de interesar y atraer a su causa a Rodríguez de Fonseca y a Lope de Conchillos sin conseguirlo. Mientras Fonseca despreció a Las Casas, Conchillos trató de halagarlo y dio largas a sus gestiones. Fonseca y Conchillos, en 1514, enviaron a la Española como repartidor a Rodrigo de Alburquerque con la misión de perseguir a los amigos y partidarios de Diego Colón, que se vio obligado a dejar el virreinato en 1515. Alburquerque concedió a Conchillos entonces ochocientos indios en repartimiento.

Durante la regencia de Cisneros, en 1516, declinó la estrella de Conchillos. El cardenal, siguiendo en esto las denuncias presentadas por Las Casas, lo expulsó de sus cargos en el gobierno de las Indias, igual que había hecho con Fonseca destituido ya el 24 de abril de 1516. Jiménez de Cisneros siempre había visto con ojos críticos la actuación americana del dúo Fonseca-Conchillos. El franciscano cardenal también apartó a este último de la secretaría de Órdenes Militares, y encomendaba a los jerónimos enviados a Indias los cerca de mil indios repartidos a Conchillos así como su hacienda en aquellas tierras. Conchillos, junto con otros perjudicados por la política de Cisneros, se refugió en Flandes intentando obtener el favor del joven príncipe Carlos, intrigando para romper su buena relación con Cisneros, cosa que consiguió de alguna manera. Por ejemplo, cuando el cardenal Cisneros, espoleado por un informe de Bartolomé de las Casas sobre las corrupciones de Conchillos, ordenó al tesorero de la Casa de la Contratación de Sevilla, Sancho de Matienzo, fiel a Fonseca y Conchillos, la incautación del tesoro de Indias. Conchillos, el joven Francisco de los Cobos —protegido de nuestro personaje y a su servicio como oficial de la secretaría de Indias—, y la camarilla flamenca consiguieron que Carlos reclamara la remisión de esos fondos a Flandes, lo que consiguió a pesar de la oposición de Cisneros.

Conchillos también logró que el rey Carlos le devolviera la secretaría de Órdenes Militares de Calatrava y Alcántara el 12 de junio de 1517, junto con una ayuda de costa que el tesorero Matienzo se apresuró a pagar, en contra de la voluntad de Cisneros.

Al fallecer el cardenal Cisneros, Conchillos, ya en Castilla a finales de 1517, recuperó parte de sus responsabilidades en los asuntos americanos ejerciendo la secretaría de Indias. Sin embargo, en el marco de la llegada a España del nuevo monarca con sus ministros flamencos, el canciller Sauvage, aconsejado por Bartolomé de las Casas, había suspendido el despacho de los asuntos indianos hasta conocer mejor aquella realidad y planear la política que habría de seguirse con los territorios de ultramar. No salió desfavorecido Conchillos de ese análisis, pues en enero del año 1518 aparece otra vez en el ejercicio de sus cargos americanos, aplicando los ingresos del tesoro de Indias no a los gastos públicos o de la Reina sino a la Cámara Real. Un mes después, el 6 de febrero de 1518, Conchillos fue definitivamente apartado de sus oficios por el canciller Sauvage, con quien no mantenía una buena relación. En parte se le acusó de intentar obtener ilegalmente unas firmas para unas cédulas sin pasar por el Consejo Real, y en parte Conchillos siguió los consejos de su protegido, Francisco de los Cobos, que le recomendaba retirarse a la ciudad de Toledo, donde Conchillos era regidor.

Por eso, en una carta dirigida al Consejo Real y fechada el 5 de abril de 1518, Conchillos renunciaba a todos sus oficios. Le sucedió en los mismos Francisco de los Cobos, que lograría ascender mucho más que su protector: el 5 de julio de 1519 por una Real Cédula fechada en Barcelona se ordenaba al comendador Lope Conchillos para que todas las escrituras sobre erección de iglesias y obispados de la Española y San Juan que estaban en su poder, fueran entregadas al secretario Francisco de los Cobos, e igualmente en diciembre de 1522 se ordenaba por otra real cédula a la viuda de Conchillos que entregara al secretario Francisco de los Cobos todos los papeles y escrituras de su difunto marido tocantes a Indias. No obstante, se le respetaron a Conchillos algunos gajes y se le concedieron más indios en América. Don Lope se retiró a Toledo y allí morirá durante el sitio al que fue sometida la ciudad durante la guerra de las Comunidades.

A pesar de que algunos enemigos le acusaron de simpatizar con los comuneros, su viuda, María Niño de Rivera, fue indemnizada por los daños y robos que sufrió en sus bienes durante la revuelta. No se olvidó Francisco de los Cobos de su mentor, y se ocupó solícitamente de tramitar en la Corte los intereses de Conchillos, aún tras su muerte ocurrida en Toledo en mayo de 1521, atendiendo a la familia de su antiguo patrón.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General de Indias (Sevilla), Indiferente, 419, L. 4, fol. 19 (Real Cédula a Sebastián Caboto); Indiferente, 419, L. 4, fols. 75-76; Patronato, 175, R.1 “Real Cédula firmada en Medinaceli el 11 de abril de 1510”; Indiferente, 419, L. 5, fols. 274-275 (“Real Cédula de 19 de octubre de 1514”) y fols. 406-408.

J. A. Escudero, Los secretarios de Estado y del Despacho, Madrid, Instituto de Estudios Administrativos, 1969; J. Pérez de Tudela, “El Estado indiano”, en M. Artola (dir.), Enciclopedia de Historia de España, II. Instituciones políticas, Madrid, Alianza, 1988, págs. 495-593; J. A. Escudero, Administración y Estado en la España Moderna, Valladolid, Junta de Castilla y León, 1999; J. Martínez Millán (dir.), La Corte de Carlos V. Segunda parte. Los Consejos y los consejeros de Carlos V, Madrid, Sociedad Estatal para la Conmemoración de los Centenarios de Felipe II y Carlos V, 2000; E. S chäfer, El Consejo Real y Supremo de las Indias. Su historia, organización, y labor administrativa hasta la terminación de la Casa de Austria, I. Historia y organización del Consejo y de la Casa de la Contratación de las Indias, Valladolid, Junta de Castilla y León, 2003.

 

Juan Francisco Baltar Rodríguez

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