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Diego de Santiago

Biografía

Santiago, Diego de. San Martín de Trebejo (Cáceres), s. m. s. XVI – ?, p. m. s. XVII. Destilador.

Destilador extremeño de la segunda mitad del siglo xvi. Único autor español de un tratado impreso dedicado, en exclusiva, a la práctica química destinada a la elaboración de medicamentos.

Los escasos datos biográficos conocidos sobre Diego de Santiago son los que él mismo ofrece a través de su única obra impresa, Arte Separatoria (Sevilla, 1598), compendio de la práctica química aplicada a la elaboración de medicamentos, que tanto auge tuvo a lo largo de los siglos XVI Y XVII. El arte separatoria o destilatoria es la denominación acuñada por médicos, boticarios y cirujanos del siglo XVI para referirse a la utilización de prácticas alquímicas en la elaboración de medicamentos, cuyos inicios deben buscarse en la cultura filosófica occidental de los siglos XII a XIV, sufriendo un proceso evolutivo que concluirá a mediados del siglo XVI, tras la publicación de numerosos tratados que difundirán estas nuevas técnicas e incluirán a la destilación como un recurso más dentro del arte de preparar medicamentos.

Se desconoce la formación académica de Diego de Santiago, si es que la tuvo, así como las fuentes a través de las cuáles adquirió sus conocimientos sobre práctica química. En la década de 1570, según él mismo reconoce en el prólogo a su Arte Separatoria, estableció contacto con los destiladores de Su Majestad, cuerpo de elite en el elenco sanitario cortesano de Felipe II, con quienes perfeccionó su saber en lo que a prácticas espagíricas y destilatorias se refiere. Esta relación se estrechó veinte años después, cuando fue contratado para diseñar los aparatos de destilación instalados en la legendaria botica del Monasterio de El Escorial.

El interés científico de Felipe II hizo de la Corte española una de las primeras en aceptar el empleo de técnicas destilatorias para la preparación de medicamentos.

Las primeras noticias al respecto datan de 1562, cuando el Monarca instaló un laboratorio de destilación en Aranjuez. Allí contrató los servicios de destiladores flamencos, los hermanos Juan y Francisco Holbeque, encargados de elaborar aguas medicinales a partir de los simples vegetales cultivados en los jardines arancetanos. Una década más tarde fue Madrid el escenario escogido por el Rey para instalar un segundo laboratorio de destilación, anejo a las dependencias palaciegas del Alcázar, donde trabajó Giovanni Vincenzo Forte, destilador napolitano protegido por el cardenal Granvela y que fue el encargado, junto al fraile jerónimo fray Francisco de Bonilla, de construir el fastuoso laboratorio de destilación que, a partir de 1585, quedó instalado en el Monasterio de San Lorenzo el Real de El Escorial.

La llamada mayson pour distiller des eaux, o laboratorio de destilación, constituía un edificio comunicado con la botica monástica pero independiente de ella y del monasterio. Siguiendo la descripción del médico murciano Juan Alonso de Almela, fechada en 1594, se erigió en torno a un patio rectangular de tres pisos. En la planta baja había cinco oficinas, dos para destilaciones, una para prensas y morteros, otra para hornos y la última para quintaesencias. La planta superior constaba de dos amplios aposentos en los que se instalaron las torres filosofales.

El diseño e instalación de, al menos, dos de las torres filosofales de El Escorial corrió a cargo de Diego de Santiago. Una de ellas, compuesta por veintiséis vasos de vidrio conectados entre sí a diferentes alturas, depositados sobre una alquitara de cobre, se empleaba para destilar aceites; el otro destilatorio, de menor capacidad, estaba compuesto por tres cajones de madera guarnecidas de latón o cobre, dispuestas ortogonalmente, con el vértice en una misma caldera. Así lo acredita un manuscrito del siglo xvi conservado en la Biblioteca Nacional de Madrid, donde se representa el diseño del primero: “el qual destilatorio le puso en Señor San Lorencio el real un destillador que se decia Santiago con el que sacó aziete de clabo y de canela y otros azeites. Dexo armado el ingenio el año de 1590” (Biblioteca Nacional de Madrid, ms. 8458, fol. 68). Ambos destilatorios aparecen dibujados en la obra Le Passetemps, escrita por Jean L’Hermite, ayuda de cámara de Felipe II.

Como recompensa a sus esfuerzos, solicitó al Monarca la patente de invención de su destilatorio por un período de veinte años, en un memorial que envió a Felipe II, recordándole lo mucho que había trabajado a su servicio, tal y como puede acreditar el protomédico Francisco de Vallés y todos los que han estado con él, describiendo a continuación el artilugio por él diseñado: “que el ha hecho una invencion para distilar por vapor aguas y azeytes de qualesquier simples y compuestos la mejor y mas facil que hasta oy se ha hallado como se ha visto por la experiencia que con ella se ha hecho. La qual es a modo de un canal donde están fixados los alambiques de vidrio de diferentes formas y frascos, y en ellos se pone lo que se destila comunicándose el vapor por un caño que viene de una caldera al dicho canal”.

Felipe II le concedió dicha patente el 28 de octubre de 1591, por un período de diez años, bajo la sanción de 30.000 maravedís para los que utilizasen sin licencia su aparato. A la vez también se le debió de conceder el ansiado título de Destilador de Su Majestad, pero de forma honorífica, pues no hay constancia documental de que trabajase para el servicio real en ninguno de los tres destilatorios reales que funcionaron en los últimos años de reinado de Felipe II ni tampoco se ha hallado la cédula real que confirme dicho nombramiento, tal y como consta para el resto de los destiladores reales filipinos.

A partir de 1591, son muy escasos los datos fidedignos encontrados sobre el destilador extremeño.

En 1592 aparece una referencia indirecta a su destilatorio de vapor en la última obra de Francisco de Vallés, Tratado de las aguas destiladas [...], dedicada a reglamentar la correcta práctica del arte destilatoria.

Así se puede deducir cuando el protomédico filipino sugiere a los boticarios el empleo de un nuevo aparato de destilación: “mientras se trata de esto ha salido otra forma de destilatorio de vapor, tanto mas barato y facil, que lo sera tanto como las más ruines alquitaras”.

Dos años después, en 1594, todo parece indicar que Diego de Santiago seguía aún en la Corte madrileña, tal y como acredita la descripción que hace, en su obra Arte Separatoria, de un experimento público realizado por los destiladores de Su Majestad en el destilatorio madrileño, con la finalidad de convencer a los boticarios de la Villa y Corte sobre la necesidad de destilar en vasos de vidrio y no en alquitaras de cobre o plomo, por los peligros que tal práctica suponía para la salud humana.

Los dos años siguientes los dedicó a viajar por Zamora y Cáceres haciendo numerosas demostraciones sobre las virtudes del arte destilatoria y, en concreto, del aparato de destilación a vapor por él inventado, siempre con la intención de vender su licencia antes de que concluyesen los diez años de patente concedidos por Felipe II.

La siguiente referencia está fechada en 6 de octubre de 1596, cuando obtuvo licencia para imprimir unas Instrucciones del nuevo modo que se ha de poner para beneficiar el vino sin yeso ni mosto, opúsculo que sólo ha sido hallado en forma manuscrita, por lo que no se puede asegurar que llegara a imprimirse. En apenas dos páginas y manuscrito por otra persona, Diego de Santiago ofrece una nueva forma de tratar el vino, temática que será tratada, con mayor amplitud, en la única obra impresa del destilador que ha llegado hasta la actualidad, el Arte separatoria y modo de apartar todos los licores, que se sacan por via de destilacion: para que las medicinas obren con mayor virtud y presteza (Sevilla, 1598), único tratado publicado en castellano donde se describe el arte destilatoria, su importancia en la terapéutica y las aplicaciones de la misma en materia medicinal.

Compuesta por dos libros con numeración de capítulos y páginas independiente, cada uno con su propio índice y con tipografía distinta, el Arte Separatoria representa claramente la ideología de su autor, más próxima a la de un técnico experto en el diseño y montaje de aparatos destilatorios que a la de un científico interesado por los aspectos teóricos de esta nueva práctica terapéutica. De ahí la notable ausencia de citas, en una época en la que el recurso a la autoridad era norma habitual, y la insistente lucha contra los argumentos teóricos, en defensa de la experimentación como única fuente válida de conocimiento científico. Destaca, además, la reseña que hace del diseño y construcción de un aparato para la destilación en corriente de vapor, sorprendente por lo novedoso y moderno de su concepción, y que coincide con la descripción incluida, siete años atrás, en la solicitud de patente de invención. Pese a ser el único tratado de destilación publicado en España, permaneció desconocido para la historiografía internacional, quizás por haber sido escrito en castellano, en un momento en el que la difusión de la ciencia en Europa tenía como elemento conductor el latín. Mayor repercusión tuvo entre la comunidad científica nacional, en concreto, entre los boticarios del siglo xvii, que utilizaron el texto de Santiago como obra de referencia en materia destilatoria. Sirvan, como muestra, los escritos del boticario benedictino fray Esteban Villa y del boticario toledano Gervasio de Barrionuevo.

Fray Esteban Villa, regente de la botica del Hospital de San Juan de Burgos durante la primera mitad del siglo xvii, recomienda, entre los libros que el boticario ha de tener como propios de su arte, la obra destilatoria de Diego de Santiago, el único de los autores citados que escribe en romance.

Gervasio de Barrionuevo, boticario examinado de la ciudad de Toledo en el último tercio del siglo xvii, es autor de un pequeño opúsculo dedicado a uno de los medicamentos más empleados en su época, el láudano opiato, elaborado mediante práctica destilatoria. Tratando de este arte, hace referencia a los numerosos autores europeos que escribieron sobre la materia, entre otros, Diego de Santiago, de quien dice: “Con animo estava de no traer mas Autores, porque para el intento bastan; mas me parecio que con iusta razon se avia de quexar Diego de Santiago, pues aunque no escrivio su Arte separatoria en la idioma latina, si no es en la nuestra vulgar Castellana, no desmerecen sus delicados, y doctos pensamientos, acrisolados a expensas de sus muchos trabajos y experiencias, el que no se cuente en el numero de los grandes del Arte Separatoria”.

La última referencia contemporánea a Diego de Santiago se halla, una vez más, en un manuscrito conservado en la Biblioteca Nacional de Madrid (ms. 11233, págs. 22-30v.) relativo a la epidemia de peste acaecida en Sevilla en 1599. Con la intención de combatirla, las autoridades civiles de la ciudad consultaron a varios especialistas sobre el mejor método terapéutico a seguir. Frente a destacados médicos galenistas como el doctor Pedro de Paramato, médico personal de la condesa de Niebla y del duque de Medinaceli, se encuentra el parecer de Diego de Santiago quien, en sus Avisos preservativos y declaración de los remedios para el contagio pestilente y para otros semejantes a él (Sevilla, 1599), proponía como remedio el aceite de vitriolo a la vez que alababa las bondades del arte separatoria, manteniendo a lo largo del texto un tono favorable sobre la medicina química y las ideas expresadas en su obra magna publicada un año antes.

Termina este manuscrito con una sorprendente anotación final donde se tacha a Santiago de embustero, embaucador y analfabeto incapaz de escribir su Arte Separatoria, a la vez que se advierte de un juicio contra él, por parte de un informante anónimo, por engañar a numerosos concejos con la venta de su licencia.

La revisión de archivos sevillanos ha resultado infructuosa al respecto, no pudiendo encontrarse ningún testimonio documental de la verdad sobre dicho juicio. Se trata de la última noticia sobre un personaje de biografía oscura, considerado por la historiografía española como paradigma de la actividad científica de la botica escurialense y la figura más destacada del paracelsimo en España.

 

Obras de ~: Instrucciones del nuevo modo que se ha de poner para beneficiar el vino sin yeso ni mosto, s. l., c. 1596 (en Biblioteca Capitular de Sevilla, ms. 56-5-14); Arte Separatoria y modo de apartar todos los licores, que se sacan por vía de Destilación: para que las Medicinas obren con mayor virtud y presteza, Sevilla, Francisco Pérez, 1598; Avisos preservativos y declaración de los remedios para el contagio pestilente y para otros semejantes a él, Sevilla, 1599 (en Biblioteca Nacional de Madrid, mss. 11233, págs. 22-30v.).

 

Bibl.: F. Valles, Tratado de las aguas destiladas, pesos y medidas de que los boticarios deven usar, por nueva ordenança y mandato de Su Magestad y su Real Consejo, Madrid, Imprenta de Luis Sánchez, 1592; J. A. Almela, Descripción de la Octava Maravilla del mundo que es la excelente Casa de San Lorenzo el Real, monasterio de frailes jerónimos, y colegio de los mismos y seminario de letras humanas y sepultura de reyes y casa de recogimiento y descanso después de los trabajos de gobierno, fabricada por el muy alto y poderoso Rey y Señor nuestro Don Felipe de Austria, segundo de este nombre (1594), en G. de Andrés, Documentos para la Historia del Monasterio de San Lorenzo el Real de El Escorial, vol. VI, Madrid, 1962; E. Villa, Examen de boticarios, Zaragoza, Gaspar Tomás Martínez, 1698 (2.ª impresión), pág. 4; G. Barrionuevo, Tratado sobre el laudano opiato de Iosepho Querzetano, y su Elixir apropiado; con el secreto del Manna Solutivo, Toledo, Agustín de Salas Zaço, 1684, pág. 6; J. L’Hermite, Le Passetemps, Antwerpen, J. E. Buschmann, 1890-1896, págs. 71-75; S. Caballero Villaldea, Diego de Santiago (alquimista, boticario y romancista del siglo xv). Su patria. Su profesión. Sus obras, Madrid, Prensa Española, 1948; E. Portela Marco, Los orígenes de la química moderna en España, tesis doctoral, Valencia, 1977 (inéd.); “Santiago, Diego de”, en J. M. López Piñero et al., Diccionario histórico de la ciencia moderna en España, t. II, Barcelona, Ediciones Península, 1983, págs. 307-309; N. García Tapia, Patentes de invención en el Siglo de Oro, Madrid, Ministerio de Ciencia y Tecnología-Centro de Publicaciones, 1990, págs. 50-51; J. M. Loring Palacios, “Aportación de los destiladores de El Escorial a la fabricación de quintaesencias”, en La Ciencia en el Monasterio del Escorial, San Lorenzo, EDES, 1993, págs. 585-616; J. M. López Piñero y E. Portela Marco, Arte separatoria de Diego de Santiago (Sevilla, 1598). Edición y estudio introductorio, Alicante, Instituto de Cultura Juan Gil-Albert, 1994; F. Teixidó Gómez y S. Ferrera Escudero, “Alquimia, química y filosofía alquímica en la obra del extremeño Diego de Santiago”, en Asclepio, L-1 (1998), págs. 31-47; F. Teixidó Gómez, “Aspectos médicos del Arte separatoria de Diego de Santiago”, en Asclepio, LI-1 (1999), págs. 227-245; M. Rey Bueno, Los señores del fuego. Destiladores y espagíricos en la corte de los Austrias, Madrid, Ediciones Corona Borealis, 2002, págs. 70- 72; J. Puerto, La leyenda verde. Naturaleza, sanidad y ciencia en la corte de Felipe II (1527-1598), Salamanca, Junta de Castilla y León, págs. 78-79; M. López Pérez, Asclepio Renovado. Alquimia y medicina en la España Moderna (1500-1700), Madrid, Ediciones Corona Borealis, 2003, págs. 121-131.

 

Mar Rey Bueno

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