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Justo Pelayo de la Cuesta Núñez

Biografía

Cuesta Núñez, Justo Pelayo de la. Marín (Pontevedra), 1.XI.1823 – Madrid, 15.IV.1889. Abogado y político.

Nace en el seno de una familia de militares, hijo del coronel Sebastián de la Cuesta y de Josefa Núñez, de procedencia paterna asturiana y materna gallega.

Aunque hijo y nieto de militares, Justo Pelayo de la Cuesta se inclina a cursar Derecho en Santiago de Compostela y Madrid, donde se doctoró en Jurisprudencia en 1846. Se inscribió en el Colegio de Abogados de Madrid y su buen hacer le brindó la oportunidad de participar en su directiva; sin embargo, acabó instalándose en La Coruña. Su bufete fue de los más concurridos y afamados y le abrió las puertas de la carrera política. Justo Pelayo salió elegido diputado a Cortes por las filas progresistas en Vigo en las elecciones de 1853. En esta legislatura defendió la reforma de la propiedad en Galicia, presentando un proyecto de abolición de los foros que suscitó vivos debates y llevó a intervenir a la Sociedad Económica de Amigos del País de Santiago; dada la oposición, este proyecto fracasó.

Su salud y otras desgracias familiares le apartaron de la política. Se retiró a Vigo hasta 1857, cuando fue nombrado fiscal de la Audiencia de La Coruña. Un año después dimitió, al tiempo que publicaba varios artículos en el Boletín Judicial de La Coruña en los que denunciaba la organización viciosa del ministerio fiscal. Volvió a la política por la facción de los disidentes de Río Rosas, presentándose diputado a Cortes en las elecciones de 1863 por Vigo, que perdió, y ganó por Carballino (Orense). Con su vuelta a Madrid, a primeros de noviembre ingresó como socio del Ateneo Científico, Literario y Artístico. Fue reelegido en 1864 y 1865. Desde su escaño participó en distintas comisiones, muy activo en la de redención de foros y subforos, e interpeló acerca de los intereses gallegos sobre todo: los ferrocarriles de Orense a Vigo y de Ponferrada a La Coruña; la redención de foros y otras rentas en Galicia; sobre los escribanos y relatores de La Coruña; el fomento de la industria de pesca y salazón y la ley hipotecaria en Galicia. Aunque perdió las elecciones de 1867, seguía de cerca la política y publicaba artículos sobre el Gobierno parlamentario en la Revista de España (1868). Respaldó la Revolución de septiembre, la Gloriosa, y en 1869 fue subsecretario del Ministerio de Gracia y Justicia de Martín Herrera, pero dimitió a los quince días junto con el ministro. Volvió a las Cortes como diputado por Vigo en 1871 y senador por Ávila en 1872; sus conocimientos hacendísticos justificaron su nombramiento de asesor general del Ministerio de Hacienda, dirigido por Juan Francisco Camacho en 1874.

Con la Restauración y tras demostrarse admirador del régimen parlamentario inglés en el Ateneo, en animada discusión con Muro, Azcárate, Figuerola, Moret y otros en 1877, Justo Pelayo de la Cuesta encabezó la dirección del Partido Constitucional; desde entonces fue uno de los políticos más combativos contra los conservadores. Volvió a salir elegido senador por Ávila en 1877 y por La Coruña en 1879. En estas legislaturas participó en distintas secciones y comisiones, en su mayoría ligadas a los intereses generales (impuesto de consumos, obras públicas, almacenes generales de depósito; presidió en 1879 la de conservación de la Biblioteca del Senado; fue miembro de la que prorrogaba los estudios del ferrocarril de Salamanca a las líneas portuguesas de Beira Alta y Duero, del telégrafo entre Cádiz y Canarias, de protección de menores y enajenados, montes de piedad y cajas de ahorros), otras referidas a la jurisprudencia (enjuiciamiento civil y ley electoral) y alguna de defensa de los intereses gallegos (foros), además de las de protocolo con la Corona. De su fama de orador polemista dan cuenta sus intervenciones, peticiones, discursos y enmiendas, en la legislatura de 1877, acerca de los proyectos de ley de casación en materia civil y de imprenta; en la de 1878, sobre los proyectos y leyes electoral, de foros, reemplazo y constitución del Ejército, de imprenta, amortización de la deuda, empréstito de Cuba, presupuestos y contra la excarcelación de presos con causa pendiente en Cuba. En la legislatura de 1879 intervino en el debate sobre la esclavitud en Cuba y pidió repetidamente información del censo de esclavos; defendió con insistencia las enmiendas al proyecto de incompatibilidades y casos de reelección, el dictamen sobre división de los distritos electorales y la inmunidad de los senadores; pidió explicaciones sobre la crisis y caída del Ministerio de Martínez Campos; intervino varias veces en el debate sobre la ley hipotecaria y el voto de confianza al Gobierno y se manifestó contra el proyecto de Estado Mayor General del Ejército. También defendió la posición de algunos grupos de interés, a saber: en la legislatura de 1877 presentó la petición de la prensa contra el proyecto de ley de imprenta y la exposición de la Liga de Contribuyentes de Madrid sobre el papel sellado; en la de 1878 interpeló por el traslado de la Escuela Naval flotante de Ferrol; en la de 1879-1880 defendió la exposición de la Junta de Agricultura, Industria y Comercio de La Coruña pidiendo la suspensión del reglamento de 1878 para los amillaramientos y, en la de 1880-1881, su exposición contra el proyecto del reestanco de la sal.

En estos años, Justo Pelayo de la Cuesta compatibilizaba la política con sus servicios en la Institución Libre de Enseñanza. Era profesor de Derecho internacional privado; vicepresidente de la Institución durante los cursos 1876-1877, bajo la presidencia de Laureano Figuerola, y 1877-1878, rector (1878-1879) y vicerrector (1879-1880). Aunque fue nombrado académico de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas a finales de mayo de 1879, nunca tomó posesión, por lo que su puesto se declaró vacante en 1886.

Justo Pelayo de la Cuesta figura entre los políticos que más trabajaron por fusionar a constitucionales y centralistas en el Partido Liberal en 1880. Pretextando poca pericia, rechazó la cartera del Ministerio de Ultramar que Práxedes Mateo Sagasta le ofreció al llegar al poder en 1881, pero sí aceptó el nombramiento de senador vitalicio a primeros de septiembre, el de ministro de Hacienda con Posada Herrera entre el 9 de enero y el 13 de octubre de 1883, y, desde el 14 de diciembre, el de vicepresidente segundo del Senado. Sus discursos como ministro de Hacienda versaron, entre otros asuntos, sobre el Banco de España, los bienes desamortizados, las cédulas personales, las colonias, la contribución territorial, el pago de la deuda carlista, el canje de los títulos de deuda exterior por los de la interior, la explotación minera, la filoxera, los presupuestos y los tratados de comercio con Alemania, Suecia, Noruega y Suiza. Desempeñó el cargo de senador vitalicio con la misma actividad que en las legislaturas anteriores; cabe destacar que en la de 1882-1883 apoyó la proposición para que no se reformara la Constitución. El reconocimiento a su trayectoria de jurisconsulto dedicada a la política consta en el Diario de Sesiones, en el elogio póstumo del presidente del Senado.

 

Fuentes y bibl.: Archivo del Congreso de los Diputados, Serie Documentación Electoral, 35 n.º 3, 48 n.º 9, 49 n.º 1, 52 n.º 1 y 55 n.º 5; Archivo del Senado, Exps. personales, HIS-0134-03.

P. E. Tebar y J. de Olmedo, Las Segundas Cortes de la Restauración, semblanzas parlamentarias, Madrid, Imprenta de Manuel G. Hernández, 1880, págs. 171-172; M. Ovilo y Otero, Escenas contemporáneas, t. II, Madrid, Tipografía de Manuel G. Hernández, 1883, págs. 8-18; E. Prugent Lobera, Los hombres de la Restauración, t. IV, Madrid, Est. Tipográfico de Gregorio Juste, 1883, págs. 19-43; P. Carasa Soto (dir.), Elites políticas castellanas de la Restauración. Diccionario biográfico de parlamentarios castellanos y leoneses (1876-1923), vol. I, Salamanca, Junta de Castilla y León, 1997, págs. 226- 227.

 

Pilar Calvo Caballero

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