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Pedro Fernández de Castro

Biografía

Fernández de Castro, Pedro. El Castellano, el Calvo. ?, m. s. XII – Marruecos, 18.VIII.1214. Noble castellano, mayordomo real.

Nació en el seno de la familia castellana de los Castro, que a lo largo del siglo XII se consolidó como una de las más poderosas de la nobleza del reino y que supo multiplicar su poder en el período de separación de León y Castilla, sirviendo alternativamente a los monarcas de ambos reinos. Su padre, Fernando Rodríguez de Castro, se vio envuelto en las luchas que siguieron a la muerte de Sancho III de Castilla, pero supo convertir su expulsión a León (1160) en fuente de fortalecimiento, pues abandonó a su primera esposa Constanza, miembro de los Lara, para casarse con Estefanía Alfonso, hija natural de Alfonso VII y, por tanto, hermanastra de Fernando II; así, sin dejar de ser un poderoso personaje en Castilla, terminó constituyendo un rico patrimonio territorial en el reino de León.

Al igual que muchos otros jóvenes aristócratas de la época, Pedro Fernández inició su carrera política aún en vida de su padre, ejerciendo como gobernador en algunas villas castellanas, principalmente Castrojeriz, solar del linaje, pero también Palenzuela, Carrión o Dueñas. Y al igual que aquél, desde su juventud mantuvo constantes relaciones con la Corte leonesa, que frecuentaba aún en vida de su tío el rey Fernando II.

En el verano de 1189, Fernando Pérez fue desterrado de Castilla por el rey Alfonso VIII, comenzando un largo periplo de más de veinte años en busca de un patronato regio estable. Se ignoran las razones concretas de su expulsión, pero el enfrentamiento puede comprenderse en el contexto de la habitual tensión que regía las relaciones de Monarcas y nobles. Su destino en el exilio era igualmente previsible, y como la mayoría de los nobles exiliados se dirigió a León. Allí, sus relaciones familiares y la disposición de cierto número de propiedades territoriales le garantizaban una presencia destacada en la Corte regia y el mantenimiento de su condición nobiliaria. El hecho de que en 1189 gratificase por su fiel servicio a un tal Alfonso, calificado como su halconero, certifica que, al igual que el resto de la alta nobleza, Pedro Fernández debió disponer de una discreta comitiva de servidores y hombres a su servicio. Por otra parte, otros miembros de su familia se habían asentado en el reino leonés, como lo hizo su tío Gutierre Fernández al contraer matrimonio con Elvira Osorio, señora de Lemos.

El papel de Pedro Fernández en la Corte leonesa no se limitó al de mero acompañante, sino que pronto recibió responsabilidades de gobierno, precisamente en las zonas más expuestas de la frontera meridional. Ya en 1188 recibió la tenencia de Zamora, que conservó hasta 1194; además, en 1189 se le recuerda como gobernador de Benavente, Ciudad Rodrigo y Salamanca, y entre 1190 y 1194 estuvo en ocasiones al frente de la Extremadura o frontera meridional del reino, donde su padre Fernando Rodríguez ya había gozado de un extenso señorío en torno a Trujillo. Junto a estas demarcaciones, Pedro Fernández recibió en los años 1191 y 1192 el gobierno del extenso territorio de Asturias.

Las responsabilidades territoriales de Pedro Fernández fueron complementadas por un importante cargo en el entorno regio: entre los 1190 y 1191 el rey Alfonso IX le elevó a la dignidad de mayordomo. Esto equivalía a convertirle en primer oficial de la Casa del Rey, encargado de la dirección de los servicios de la Corte y de la administración de la Casa del Monarca. Al mismo tiempo, Alfonso IX aprovechaba políticamente la fidelidad del castellano, pues esta etapa y las sucesivas ocasiones en que Pedro Fernández estuvo al cargo del oficio de mayordomo coincidieron con momentos de tensión con Castilla.

Toda la trayectoria política de Pedro Fernández, el Castellano, estaría marcada por los vaivenes constantes entre los reinos de Castilla y León. A principios del año 1192 regresó brevemente a la compañía de Alfonso VIII de Castilla; en los documentos regios de esa época Pedro Fernández figura en lugar destacado, justo por detrás de Pedro Manrique de Lara, y continuará presente en algunos de ellos hasta julio de 1193. En esa etapa, sin embargo, nunca dejó de visitar periódicamente la Corte leonesa, donde además seguía gozando del favor regio y de algunas tenencias, como la de Extremadura (1192-1193), la de las torres de León (1193) y la de Asturias (1194). Pero poco duró esta primera avenencia, ya que un año más tarde Pedro Fernández se exilió de nuevo, en la Corte almohade de Sevilla. Entre enero y marzo de 1194 se le reconoce en otro cargo de confianza del rey leonés, como tenente o encargado de la guarda y custodia de las torres de León; el mismo año vuelve a ser episódicamente mayordomo de Alfonso IX entre los meses de febrero y marzo de ese año.

Parece ser que en 1195 participó en la batalla de Alarcos del lado de los musulmanes, y esto debió dificultar aún más su regreso a Castilla. En efecto, aunque su estancia en territorio musulmán no había de perdurar, el reino de León se convirtió, si no en su destino definitivo, sí al menos en el reino donde alcanzó más altas cotas de poder y reconocimiento. Entre 1195 y 1197, en el transcurso de la guerra que enfrenta a los reinos de León y Castilla, vuelve a figurar como mayordomo del monarca leonés, y sobre todo logró que Alfonso IX le situara de nuevo al frente de la administración de extensos territorios bajo la figura de tenente, es decir, con las más altas responsabilidades gubernativas, militares y judiciales. Entre 1196 y 1197, ejerció tales facultades de gobierno sobre los territorios del Bierzo, Gordón y Alba de Aliste, Limia y Lemos en Galicia, y por último Asturias. Como contrapartida, Pedro Fernández desapareció de la escena política leonesa en el período en que Alfonso IX estuvo casado con la infanta castellana Berenguela (1197-1204). Tal vez las buenas relaciones entre los reinos implicaban la inconveniencia de que Pedro Fernández desapareciese de ellos. Curiosamente, su reaparición coincidió con el fin de dicho matrimonio: en 1204 Alfonso VIII le reintegró algunas de las propiedades que antes le había confiscado, y en el mismo 1204 figura de nuevo al frente de algunas tenencias, como las de Extremadura y Transierra. A finales de ese año, fue episódicamente mayordomo de Alfonso IX.

Todo parece indicar que Pedro Fernández había terminado por reconciliarse con el rey castellano sin perder su privilegiada posición en el reino leonés, pero desde 1209 se hizo más acentuada su presencia en León, figura en algunos documentos como vasallo de Alfonso IX y recuperó algunas de las tenencias de las que ya había disfrutado con anterioridad: así, entre 1211 y 1212 figuraba como tenente del Bierzo y encargado asimismo de la tenencia de las torres de León, de las que ya había disfrutado dieciocho años atrás, de Asturias y de Extremadura. Sin embargo, tampoco permaneció estable su situación.

En la complicada situación política previa a la batalla de Las Navas de Tolosa (1212) promovió las acciones leonesas contra Castilla, y dicho comportamiento debió comprometer gravemente su futuro.

Según la Crónica latina de los reyes de Castilla sembró la discordia entre los reinos, y terminó expulsado de ambos. En efecto, murió dos años más tarde en Marruecos, reconocido como enemigo capital del Rey castellano.

Se sabe que se casó al menos una vez con una mujer llamada Jimena Gómez, de la cual tuvo una hija y un hijo cuyos nombres fueron Elo y Alvar, respectivamente. Su hijo Alvar Pérez de Castro fue precisamente quien le sucedió en el liderazgo del linaje nobiliario de los Castro tras su muerte.

En su largo periplo vital, Pedro Fernández de Castro sumó a su agitada carrera política una extensa nómina de propiedades repartidas por Castilla, León, Asturias y Galicia. Apoyándose en ellas, Pedro Fernández fue capaz de mantener su poder por encima de las fronteras de los reinos, y logró asimismo desarrollar políticas independientes de la fidelidad a los Monarcas. Representaba con ello las amenazas de una nobleza fuerte al poder regio.

 

Bibl.: J. González, Alfonso IX, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), 1944, 2 vols.; El reino de Castilla en época de Alfonso VIII, Madrid, CSIC, 1960, 3 vols.; J. García Pelegrín, Studien zum Hochadel der Königreiche Leon und Kastilien im Hochmittelalter, Münster, Aschendorff, 1991; V. A. Álvarez Palenzuela, “La nobleza del reino de León en la Alta Edad Media”, en El reino de León en la Alta Edad Media, vol. VII, León, Centro de Estudios e Investigación San Isidoro, 1995, págs. 149-329; S. Barton, The aristocracy in twelfth-century León and Castile, Cambridge, 1997; M. Torres Sevilla, Linajes nobiliarios en el reino de León: parentesco, poder y mentalidad (siglos IX-XIII), Valladolid, Junta de Castilla y León, 1999.

 

Miguel Calleja Puerta