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María de las Nieves de Braganza y Löwenstein-Werthein-Rosemberg

Biografía

Braganza y Löwenstein-Werthein-Rosemberg, María de las Nieves de. Doña Blanca. Kleinheubach (Alemania), 5.VIII.1856 – Viena (Austria), 15.II.1941. Princesa carlista.

La conocida popularmente como Doña Blanca fue hija del rey Miguel I de Portugal y de la reina Adelaida. Hermana de María Teresa, esposa del archiduque Carlos Luis; María José, esposa de Carlos Teodoro de Baviera; la condesa de Bardi; Mariana, esposa del gran duque de Luxemburgo, y María Antonia, esposa de Roberto I, duque de Parma. Se educó en el Colegio del Sagrado Corazón de Metz. El 26 de abril de 1874 contrajo matrimonio, en el castillo de Heubach (Baviera), con el infante Alfonso Carlos de Borbón y de Austria-Este. Tuvieron que dar fin al viaje de novios al iniciarse, en España, la Tercera Guerra Carlista y al ser reclamado por Carlos —su hermano— para que tomara el mando de los Reales Ejércitos de Cataluña.

Su participación en la guerra finalizó como consecuencia de una desavenencia entre el infante Alfonso Carlos y su hermano Carlos (VII). Este último creyó oportuno separar los Reales Ejércitos de Cataluña y del Centro, para formar dos fuerzas independientes.

Don Alfonso Carlos no estuvo de acuerdo y pidió ser relevado del mando. El matrimonio partió de España hacia Graz, donde vivía María Beatriz de Austria-Este, madre del infante. Poco después de su llegada a Graz, estalló la revolución. Esto y la debilidad del emperador Francisco José propiciaron que Alfonso XII de España declarara a don Alfonso Carlos culpable de una serie de delitos comunes y pidiera su extradición para juzgarle y condenarle.

Ninguna potencia europea hizo caso a las pretensiones del monarca español.

El poeta provenzal Federico Mistral (1830-1914) sintió viva simpatía por la causa carlista española durante la Tercera Guerra. Doña María de las Nieves de Braganza le inspiró una hermosa poesía: “Del silencio estoy cansado y arde mi corazón de vergüenza,/ De Provenza a Cataluña debe partir una canción,/ Una canción que cante desde la enramada,/ Como el enamorado ruiseñor/ Canta desde la rama más alta,/ A Doña Blanca de Borbón./ Doña Blanca, joven reina que en la frente llevas/ Las flores de lis,/ En el sol, bajo la nieve vibran tus heroísimos;/ Doña Blanca en las nubes va luchando,/ Mientras hartos y ahítos/ Los de Gomorra y Nínive festejan su supremo carnaval./ Doña Blanca, santa mujer que contra el pueblo pervertido/ Que blasfema y prevarica/ Va a combatir por tu Dios./ Doña Blanca, paladín de las Iglesia doliente,/ Pisas, galopando en la era, la horrible cizaña del Anticristo./ Doña Blanca, lirio de España: Dichoso quien contigo,/ Lleno de respeto/ Hace campaña,/ Dichoso quien a tus pies viene a morir./ Tu valor nos avergüenza; ardo en deseos de seguirte./ ¡Hacia los bravos de Cataluña, vuela, vuela canción!/ En la enramada, canta, ruiseñor enamorado./ ¡Canta para Doña Blanca de Borbón!”.

Entre 1914 y 1918, durante la Primera Guerra Mundial, María de las Nieves y su esposo acogieron en sus castillos a soldados alemanes y austríacos heridos en combate. Hay que señalar los años de peregrinación por todo el mundo: los infantes recorrieron Europa, África, Asia y América. Asimismo, visitaron en alguna ocasión España, camuflados bajo pasaporte argentino. En uno de esos viajes, compraron la libertad de una esclava africana llamada Mabrouka. Con el tiempo “su negrita” —como acostumbraba llamarla doña María de las Nieves en sus cartas— fue bautizada con el nombre de Carmen. En uno de sus viajes a España pudieron comprobar de primera mano la caída de la monarquía de Alfonso XIII y el advenimiento de la Segunda República.

En el año 1931 ocurrió un hecho que marcó los últimos años de vida de los infantes. Jaime (III), heredero de los derechos dinásticos de su padre, Carlos (VII), murió en París, el 2 de octubre, de una angina de pecho. Al fallecer sin descendencia, heredó los derechos dinásticos carlistas su tío, don Alfonso Carlos de Borbón. La aceptación de los derechos dinásticos le llegó al final de una larga y dilatada vida, pero eso no fue excusa para no seguir luchando como si tuvieran veinte años. A partir de ese momento, don Alfonso Carlos dedicó todo su esfuerzo en encontrar a alguien que heredase sus derechos una vez muerto.

La tarea no fue fácil. Los acuerdos con Alfonso XIII no llegaron a buen puerto. Finalmente, se designó a don Javier de Borbón-Parma —sobrino de doña María de las Nieves— regente de los derechos dinásticos carlistas, y en sus manos encomendó la difícil misión de encontrar la persona adecuada para ser rey de España.

Alfonso Carlos (I), el Justiciero Misericordioso, murió en Viena el 29 de septiembre de 1936, como consecuencia de las heridas sufridas al ser atropellado por un camión. Al morir María de las Nieves de Braganza, el diario El Pensamiento Navarro publicó un artículo en el cual se resume lo que fue para el carlismo: “Doña María de las Nieves representaba, al morir, toda la historia limpia y conmovedora de una familia real proscripta a la que iba unida la otra historia emocionante de quienes no quisieron ser cortesanos del triunfo y lo fueron de la adversidad para luchar y morir cuando fuera preciso o para vivir con el corazón puesto en el destierro y la lealtad al servicio y sacrificio de la Causa”.

Antes de morir, don Alfonso Carlos de Borbón le concedió a su mujer la Cruz de la Legitimidad Proscripta.

En la carta de concesión de la cruz se puede leer: “Profundamente emocionado por la afectuosa entrega del precioso álbum con las firmas de 50.000 señoras de todas las provincias de España, que acaban de hacerme por medio de una comisión formada por Doña María Rosa Urraca Pastor, Doña Ángeles Janer, Doña Antonia Miró, Doña Ángeles Baleztena, Doña Josefa Acabal, viuda de Garay, pidiéndome, de parte de todas para mi querida esposa, doña María de las Nieves de Braganza, la Cruz de la Legitimidad Proscripta (de la que me trajeron un ejemplar con hermoso broche), vengo en concederle gustosísimo dicha Cruz, por habérmelo esas buenísimas señoras y en memoria de la dura campaña, durante la cual Nieves siguió siempre a mi lado, a fines de 1872 y el año 1873, en Cataluña, y el año 1874, en el Centro.

Agradezco en el alma a todas las firmantes la atención que tuvieron para Nieves, la que piensa siempre en España, de la que pide a Dios con toda su alma la salvación.

Alfonso Carlos”.

Los últimos años de su vida, María de las Nieves de Braganza los aprovechó para redactar sus memorias.

En 1934 apareció el primer tomo bajo el título de Mis memorias sobre nuestra campaña en Cataluña en 1872 y 1873 y en el Centro en 1874. El primer tomo comprende el período que va desde el 21 de abril de 1872 al 31 de agosto de 1873. El segundo tomo, por su parte, comprende el período que va desde el 1 de septiembre de 1874 al 30 de abril de 1874. La edición de estos dos tomos corrió a cargo de la editorial Espasa Calpe en 1934 y 1936, respectivamente. Quedó inédito un tercer tomo —del 1 de mayo al 30 de junio de 1874— que fue publicado en el año 2002 por la editorial Actas, en una edición corregida y estructurada por César Alcalá.

Los restos mortales de María de las Nieves de Braganza fueron enterrados en el castillo de Puccheim (Austria), al lado de los de su esposo.

 

Obras de ~: Mis memorias sobre nuestra campaña en Cataluña en 1872 y 1873 y en el Centro en 1874, Madrid, Espasa Calpe, 1934-1938, 2 vols.; Mis memorias sobre nuestra campaña en Cataluña en 1872 y 1873 y en el Centro en 1874, ed. de C. Alcalá, Madrid, Actas, 2002.

 

Bibl.: A. Brea, Campaña del Norte de 1873 a 1876, Barcelona, Imprenta de la Hormiga de Oro, 1897; Barón de Artagán (R. Brea), Príncipe heroico y soldados leales, Barcelona, La Bandera Regional, 1918; F. de P. Oller, Episodios Tradicionalistas.

Álbum de personajes carlistas, con sus biografías. Barcelona, 1887-1890; J. T. R., Memorias de doña Blanca. Obra redactada en vista de documentos importantísimos e inéditos por ~, Barcelona, Imprenta de La Renaixensa, 1875; VV. AA., Biblioteca Popular Carlista, t. IV, 66, Barcelona, Est. Tipográfico de La Hormiga de Oro, 1895-1897, retr. pág. 17; Almanaque Tradicionalista para 1924, retr. pág. 19; M. Ferrer, D. Tejera y J. F. Acedo Castilla, Historia del tradicionalismo español, ts. XXIV, XXV y XXVI, Sevilla, Trajano, 1943-1956.

 

César Alcalá