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Diego Osorio de Escobar y Llamas

Biografía

Osorio de Escobar y Llamas, Diego. La Coruña, 1608 – Puebla de los Ángeles (México), 17.X.1673. Obispo de Puebla de los Ángeles y virrey interino de Nueva España.

Diego Osorio de Escobar fue inquisidor, vicario general de la diócesis de Toledo y canónigo de la Catedral de Toledo.

A propuesta del cardenal Moscoso, que consideraba necesario enviar a una de las principales ciudades de Nueva España a alguien cercano a los jesuitas, fue nombrado obispo de Puebla de los Ángeles.

Diego Osorio obtuvo licencia para viajar a Nueva España en compañía de sus criados, Juan Pardo de Ulloa, Francisco de Gayoso Luaces, Francisco de Escobar y Osorio, Jorge Marentes y Escobar, hermano del anterior. En la licencia consta que tenía pase para doce pajes, ocho capellanes y dos criados más.

Asumió el cargo en 1661 y, durante su gobierno, construyó el Convento de la Santísima Trinidad, el templo del Oratorio de San Felipe Neri y apresuró la construcción de la Catedral, con el pago por la capilla y altar de Nuestra Señora de Guadalupe.

En 1663, dirigió una carta al papa Alejandro VII pidiéndole la concesión de celebrar una misa propia en honor de Santa María de Guadalupe el 12 de diciembre, separándola de la del 8 del mismo mes, como hasta entonces se venía haciendo al identificarla con la celebración de la Inmaculada Concepción. Los resultados de aquel proceso se conocen como Informaciones Jurídicas de 1666 y fueron enviados a Roma.

Fue nombrado arzobispo de México (1663), pero él declinó la oferta con el fin de permanecer en la ciudad de Puebla; si bien administró la diócesis durante unos meses hasta que nombró al nuevo arzobispo, Alonso de Cuevas, obispo de Oaxaca, al que se ocupó de promover por su acertada actuación durante el levantamiento de los indios de Tehuantepec.

En torno a Diego Osorio de Escobar se organizaron los detractores del conde de Baños y acusaron al virrey de hombre débil y nepotista —destacando la concesión de una de las mejores alcaldías mayores, la de Villa Alta, en la jurisdicción del obispo de Oaxaca, a su hijo Pedro de Leyva—, consentidor de la explotación de los nativos por los corregidores y malversador de fondos.

Osorio de Escobar simpatizaba con los criollos, comprendía sus quejas y era muy popular. Las relaciones entre el obispo y el virrey nunca fueron buenas, pero empeoraron a raíz de los funerales del comandante de la guarnición de Veracruz, encarcelado por el conde de Baños en la Ciudad de México. Las exequias, a las que asistieron el obispo y una vasta multitud de laicos, fue una especie de ordenada manifestación contra el gobierno. Esto provocó la ira del virrey, que reaccionó desterrando de la capital a varios de los asistentes, entre ellos al maestre de campo Antonio Urrutia de Vergara.

La culminación del período de gobierno del conde de Baños fue dramática y se inició el 19 de marzo de 1664. Osorio de Escobar, sabedor de que Madrid había despachado cédulas reales que, en respuesta a las innumerables quejas recibidas de Nueva España, destituían de su cargo al virrey y le encargaban a él el gobierno provisional de la colonia —cédulas que los agentes del conde de Baños habían interceptado en Veracruz—, mandó leer un aviso en la Catedral de México en el que se proclamaba la existencia de dichas cédulas y se amenazaba con la excomunión a quienes las tuvieran en su poder.

El 12 de junio, día del Corpus Christi, el clero secular de la Ciudad de México, que tenía instrucciones del obispo de impedir que la procesión pasara frente al Palacio Virreinal como había ocurrido en 1662 y 1663, cumplió estas órdenes, desafiando así públicamente al conde de Baños. Ante esto, el virrey, después de que los teólogos franciscanos y dominicos le aseguraran la legitimidad de una posible expulsión del obispo, comenzó a buscar un pretexto para ello. Pero el 28 de junio, mientras en la ciudad reinaba una gran tensión y el conde preparaba la expulsión del obispo, se recibió la noticia de la llegada de una Cédula Real a las manos de Osorio de Escobar dirigida a él en calidad de virrey; ello ocurrió gracias al naufragio cerca de Veracruz de la nave que la traía, lo que impidió a los representantes del virrey interceptarla. Ante esto, el conde hubo de abandonar sus planes, mientras el pueblo se manifestaba en su contra y a favor del obispo; a destacar en Puebla la manifestación contra el conde, en la que efigies grotescas de éste y su mujer, paseadas por las calles, fueron objeto de bárbaras burlas y obscenidades.

En la mañana del 29, Osorio de Escobar regresó a la capital acompañado de una multitud; y en medio del repique de las campanas y de atronadores aplausos se dirigió a reunirse con la Audiencia en el Palacio Arzobispal, donde presentó su Cédula Real. Entonces los oidores se trasladaron al Palacio Virreinal, donde mostraron al virrey el documento y le pidieron que entregase el poder al obispo. Primero el conde se negó, pero cuando fueron examinados sus papeles y se encontraron otros documentos en que se nombraba virrey provisional a Osorio de Escobar, cedió. El obispo entonces fue proclamado virrey.

Siguió un cambio político de considerable importancia. En el mes de julio regresaron a la capital todos aquellos que habían sido desterrados por el anterior virrey; cierto número de funcionarios corruptos fueron suspendidos de sus cargos y encarcelados; veintitrés empleados, nombrados por el conde de Baños durante el tiempo en que el obispo ya había sido designado virrey, quedaron despedidos; las pulquerías clandestinas fueron clausuradas, se destruyeron enormes cantidades de pulque y se dispuso que en adelante dicha bebida sólo se vendería en los establecimientos con licencia especial.

Durante el corto gobierno de Diego Osorio de Escobar, salió de Veracruz, a cargo del general Nicolás Fernández de Córdoba, la flota formada por los galeones de La Habana y Tierra Firme que llevaba a la Península 821.830 pesos para la Real Hacienda. Se ocupó de enviar a Santiago de Cuba dinero, pólvora y materiales para la fortificación el castillo y para reparar los daños causados en 1662 por los ingleses. Asimismo, se preocupó de la fortificación de Campeche por sospechas de próximos ataques. Intervino en la repartición de azogues, en los pleitos que tuvieron los frailes franciscanos del Yucatán y en el nombramiento de sucesor al gobierno de Filipinas. Atendiendo a las quejas de la población, reorganizó y modernizó el servicio de correos.

Después de renunciar como virrey en 1664, el obispo Osorio de Escobar tuvo dificultades con su sucesor, Antonio Sebastián de Toledo Molina y Salazar, marqués de Mancera, de lo que queda constancia en su juicio de residencia, del que se encargó el oidor de la Audiencia de Guadalajara Juan Cesati del Castillo. El obispo fue recluido en la ciudad de Tlatlauquitepec hasta 1666, cuando pudo regresar a su diócesis de Puebla. Murió allí en 1673 y su cuerpo fue enterrado en la Catedral. Más tarde se trasladó a La Santísima Trinidad, el Convento que él mismo había fundado.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General de Indias (Sevilla), Contratación, 5431, n.º 2, r. 13, Diego Osorio de Escobar y Llamas; Contratación, 5789, l. 2, fols. 143v.-144, Nombramiento de Diego Osorio de Escobar y Llamas; Pasajeros, l. 12, e. 1223, Don Diego Osorio de Escobar y Llamas; México, 48, r. 1, n. 40; México, 39, n.º 17; México, 39, n.º 18; Escribanía, 1191; Escribanía, 252A; Escribanía, 174B; Escribanía, 1031B; Escribanía, 222B; Escribanía, 222C; Escribanía, 276B; Guadalajara, 230, l. 3, fols. 280v.-284r.

M. Rivera Cambas, Los gobernantes de México, t. I, México, 1872-1873, págs. 205-211; A. de Valle Arizpe, Virreyes y virreinas de la Nueva España, México, 1933 (México, Porrúa, 2000, págs. 79-89); E. Schäfer, El Real y Supremo Consejo de las Indias, Sevilla, Universidad, 1935-1937, 2 vols.; M.ª G. González Hontoria Allendesalazar, El marqués de Mancera, virrey de Nueva España (1664-1673), tesis doctoral, Madrid, 1948; G. M. de Guijo, Diario de sucesos notables (1648-1664), México, Porrúa, 1952-1953, 2 vols.; J. I. Rubio Mañé, Introducción al estudio de los virreyes, México, Universidad Nacional Autónoma (UNAM), 1959, 4 vols.; Introducción al estudio de los virreyes de Nueva España, México, UNAM, 1963; L. Hanke (ed.), Los virreyes españoles en América durante el gobierno de la Casa de Austria: México, t. IV, Madrid, Atlas, 1977, págs. 181-298; J. I. Israel, Razas, clases sociales y vida política en el México colonial, 1610-1670, México, Fondo de Cultura Económica, 1980; G. Bleiberg (dir.), Diccionario de Historia de España, Madrid, Alianza Editorial, 1981.

 

Diccionario Biográfico Español

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