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Jean Orry

Biografía

Orry, Jean. Conde de Vignory, Señor de Fulvy y de la Chapelle de Godefroy. Ruán (Normandía, Francia), 4.XI.1652 – Château de La Chapelle, Nogent-sur-Seine (Aube, Francia), 30.IX.1719. Financiero al servicio de Luis XIV de Francia y Felipe V de España, veedor general de Hacienda.

Nacido en Ruán en 1652, Jean Orry pertenecía a una familia de hombres de negocios vinculada al comercio, las finanzas y el servicio al rey de Francia en la administración de Hacienda. Su padre, Charles Orry, ejerció desde 1678 el cargo de veedor general del patrimonio real en Flandes. En cuanto a su madre, Madeleine Le Cosquino, era hija de Louis Le Cosquino, recaudador de impuestos reales y secretario de finanzas del duque de Orleáns, que culminó su carrera ennoblecido como señor de Fulvy.

Después de formarse en Derecho Civil y Canónico en París, Jean Orry casó el 23 de octubre de 1678 con Jeanne Esmonin, hija de Philibert Esmonin, comisario de artillería y capitán ordinario de los transportes militares del rey de Francia. Con ella tuvo varios hijos, entre ellos Philibert Orry, que acompañó a su padre a España en 1701 y llegaría a ser veedor general de Hacienda durante el reinado de Luis XV. Tras enviudar, contrajo segundas nupcias, el 7 de marzo de 1700, con Catherine Louise Corcessin. Entre los descendientes de este matrimonio, se encontraría Jean Henri Louis Orry de Fulvy, futuro consejero del Parlamento de París.

El parentesco de Jean Orry con la familia Esmonin le permitió establecer sus primeros contactos directos con la administración francesa. Asociado con su cuñado, participó desde 1685 en la provisión de caballos y materiales para la construcción del acueducto de Maintenon. Dos años después, tomó parte en el contrato destinado a la restauración del puerto de Brouage. Finalmente, en 1690-1691, se convirtió en proveedor de las tropas francesas destinadas en Italia durante la Guerra de la Liga de Augsburgo (1688-1697). Al finalizar el conflicto, Orry no sólo había adquirido una sólida experiencia en el campo de las finanzas y el abastecimiento de los ejércitos sino también un cierto prestigio como asentista.

Ambas circunstancias, añadidas a la protección de Michel de Chamillart, entonces veedor general de Hacienda y secretario de Estado de Guerra francés, influyeron en su elección en el verano de 1701 como financiero al servicio de Felipe V, quien acababa de suceder a Carlos II en el trono de España. Sometido a la tutela de los sucesivos embajadores franceses en Madrid, Orry debía examinar el estado de la Hacienda española y formular posibles soluciones que contribuyeran a racionalizar e incrementar sus ingresos. Todo ello con el fin de favorecer que los territorios peninsulares estuvieran en disposición de sufragar su defensa durante la Guerra de Sucesión, que enfrentó a Francia y la Monarquía española con las potencias de la Liga de La Haya (Austria, Prusia, Inglaterra, Provincias Unidas y, desde 1703, Portugal y Saboya).

A este efecto, valiéndose de un equipo de colaboradores francoespañol, entre 1701 y 1702 Orry elaboró un conjunto de Memoriales que remitió a Luis XIV y sus ministros. En ellos describía de manera pormenorizada la situación de la Hacienda española y proponía la ejecución de distintas reformas, de carácter político y económico, susceptibles de reforzar el control real sobre los gastos y los ingresos fiscales, mejorar la recaudación de impuestos y limitar la autoridad de los Consejos de la Monarquía. Según advierte Anne Dubet, lejos de innovar, Orry optó por “recuperar y sistematizar prácticas de gobierno y figuras administrativas introducidas en España en los últimos lustros del siglo XVII”. Los planteamientos del financiero pasaban, entre otros aspectos, por la reunión de las rentas reales en un único encabezamiento, la liquidación de la deuda consolidada y la potenciación de las atribuciones del Secretario del Despacho Universal, el “despacho a boca” con el monarca y la vía reservada, en la toma de decisiones. En otro orden de cosas, desde el verano de 1702, Orry intervino asimismo en la reforma de las Guardias reales, la creación de tres nuevos regimientos del ejército y la introducción de mejoras en el abastecimiento y el reclutamiento de tropas.

Artífice del primer reformismo borbónico, el financiero comenzó a dar curso a sus propuestas a lo largo de 1703 con el apoyo de la influyente princesa de los Ursinos, camarera mayor de la reina María Luisa Gabriela de Saboya. En septiembre de ese mismo año, se produjo la división de la Secretaría del Despacho Universal. El marqués de Canales, nombrado a instancias de Orry, se ocuparía de los asuntos relacionados con la guerra, en tanto Antonio Ubilla y Medina continuaría como secretario de “todo lo demás”. Un mes después, con objeto de gestionar los recursos destinados al mantenimiento de las tropas desplegadas en la Península, se estableció la Tesorería Mayor de Guerra, cuyo titular, el conde de Moriana, también fue designado según parece a iniciativa de Orry. Por último, el financiero impulsó la firma de un asiento con Manuel López de Castro para el abastecimiento de los ejércitos borbónicos en la campaña contra Portugal.

La vigencia de estas primeras medidas fue corta. En abril de 1704, a instancias de Luis XIV, se produjo la destitución de la princesa de los Ursinos, seguida, en agosto, de la del marqués de Canales y, en octubre, de la del Tesorero Mayor de Guerra. Respecto a Orry, fue llamado a Francia en septiembre de ese mismo año. Tradicionalmente se achacó la primera caída en desgracia del financiero y sus colaboradores tanto a los supuestos engaños de Orry en torno a los resultados del asiento firmado con López de Castro como a la desfavorable evolución para las armas borbónicas de la campaña de 1704 en la Península. Sin embargo, los recientes estudios de Anne Dubet y Guillaume Hanotin han aportado una visión más matizada de la situación. De acuerdo con la documentación consultada por ambos autores, la salida de España del financiero tuvo más que ver con los medios de los que se sirvió para desarrollar sus reformas que con la incapacidad de López de Castro para cumplir con los compromisos adquiridos en su asiento. En efecto, Orry se habría valido de la protección de la princesa de los Ursinos para soslayar la tutela de los sucesivos embajadores franceses en Madrid (el cardenal y el abad d’Estrées), consolidar su propia influencia sobre Felipe V e imponer a los Consejos la ejecución de sus proyectos. Desde estas perspectivas, Orry habría terminado por desempeñar un papel que no se le había adjudicado en el verano de 1701.

En enero de 1705, la princesa de los Ursinos recuperó el favor de Luis XIV, quien autorizó su regreso a Madrid. Orry, también reconciliado con la corte francesa, se adelantó a la dama unos meses y llegó a la capital española en mayo de ese mismo año, en compañía del nuevo embajador de Francia, Michel-Jean Amelot de Gournay. Ambos hombres otorgaron un nuevo impulso al proceso reformista. En junio de 1705 fue restablecida la Tesorería Mayor de Guerra, que volvió a recaer en el conde de Moriana. Un mes después, un Real Decreto aprobó la definitiva división de la Secretaría del Despacho Universal en dos departamentos: uno dedicado a “todo lo que tocare y perteneciere a Guerra y Hacienda”, cuya titularidad recayó en José Grimaldo, y el otro encargado de “todo lo demás de cualquier materia que sea”, con el marqués de Mejorada como secretario. Paralelamente, se restableció la figura del comisario de guerra, creada por Orry en noviembre de 1703, fueron publicadas las Reales Ordenanzas de 28 de julio de 1705, destinadas a imponer un mayor control sobre la contabilidad y el aprovisionamiento de las tropas, y comenzaron a perfilarse el papel y las funciones de los posteriores intendentes del ejército. Jean Orry abandonó España en el verano de 1706 con el fin de solicitar el apoyo económico de Luis XIV tras la toma de Madrid por los aliados. Si bien su ausencia había de ser en un principio temporal, Amelot y la princesa de los Ursinos recomendaron su permanencia en Francia. Aunque ambos mantenían una relación fluida con el financiero, el embajador francés consideró que sus formas autoritarias podían perjudicar la evolución del proceso reformista.

Orry se mantuvo en el país vecino hasta 1713, cuando fue llamado de nuevo a Madrid a instancias de la princesa de los Ursinos. Durante la que sería su última etapa en España, esta vez al servicio exclusivo de Felipe V, el financiero se valió de la colaboración de José Grimaldo y Melchor de Macanaz, entre otros, para dar cauce a un conjunto de reformas institucionales que entrañaron no sólo una mayor racionalización administrativa sino también la definitiva consolidación de la vía reservada en detrimento del sistema polisinodial. El 10 de noviembre de 1713 un Real Decreto transformó el funcionamiento y la planta de los Consejos de Castilla, Hacienda, Indias, Órdenes y Guerra. Un mes después, se aprobó la división de España en veintiuna provincias a efectos administrativos y tributarios. Finalmente, otro Real Decreto, con fecha de 30 de noviembre de 1714, anunció la creación de cuatro Secretarías del Despacho encargadas de los negociados de Estado, Guerra, Marina e Indias y Asuntos Eclesiásticos y Justicia, cuyos titulares habían de integrarse en un Consejo de Gabinete. Esta última disposición estipuló así mismo que los asuntos hacendísticos serían gestionados por un veedor general, cargo que recayó en el propio Orry, con el auxilio de un intendente universal.

La trayectoria de Jean Orry al servicio de Felipe V se vio afectada por el segundo matrimonio del monarca con Isabel de Farnesio y la caída en desgracia de la que hasta entonces había sido su principal valedora en la corte de Madrid, la princesa de los Ursinos, a finales de diciembre de 1714. El destierro de la dama entrañó el cese del veedor general el 7 de febrero de 1715. Instalado de nuevo en Francia, Jean Orry falleció el 30 de septiembre de 1719. Por lo que respecta a su labor en el seno de la Administración española, si bien la reforma de las Secretarías sobrevivió a su destitución, a lo largo del verano de 1715 distintos Reales Decretos devolvieron su antigua planta a los Consejos de la Monarquía y abolieron el cargo de veedor general.  

 

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José Antonio López Anguita