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Jerónimo Jiménez de Urrea

Biografía

Jiménez de Urrea, Jerónimo. ¿Épila (Zaragoza)?, c. 1510 – ¿Zaragoza?, X.1574 ant. Militar y escritor.

El capitán, poeta, prosista y traductor Jerónimo de Urrea, descendiente de los vizcondes de Viota, rama lateral de la ilustre casa aragonesa de Urrea, alternó la “espada” y la “pluma” al igual que Garcilaso de la Vega y otros literatos españoles de su tiempo, cuya juventud transcurrió entre las campañas militares de Carlos V y el contacto con la cultura renacentista irradiada de Italia. A esta doble matriz se remonta la peculiar conjunción de rasgos que se yuxtaponen en la personalidad del militar aragonés, caracterizada por un encendido espíritu patriótico teñido de heroísmo caballeresco, y por la inclinación humanista a la tolerancia y la mesura.

Muchos son aún hoy los puntos oscuros de la biografía de Urrea, incluidos el año y lugar de nacimiento, que se han fijado por conjetura a falta de documentos fehacientes. Épila, localidad aragonesa bañada por el Jalón, donde la familia poseía un palacio, fue sin duda el lugar en el que transcurrieron sus primeros años, y aquel al que rindió tributo especial en la novela perdida La famosa Épila, compuesta a imitación de la Arcadia de Sannazaro. La falta de documentos que atestigüen los orígenes de Jerónimo tal vez se deba al nacimiento ilegítimo de éste y de su hermana Isabel, fruto de la relación que su padre Jimeno, último vizconde de Viota, mantuvo con una joven aragonesa perteneciente a la pequeña nobleza rural, mientras que otros dos vástagos legítimos —Roger, nacido del matrimonio con una noble valenciana (tal vez Elvira Ladrón), hija única del vizconde de Vilanova, señor de la baronía de Chelva, y Diego, fruto de un segundo matrimonio con Ana de Armendáriz, hija de los señores navarros de Caldreita—, murieron prematuramente.

Así, tras el fallecimiento del padre sin descendencia legítima (c. 1514), el feudo y el título pasaron a la rama central de la familia, representada por Miguel Jiménez de Urrea, II conde de Aranda y hermano del poeta Pedro Manuel. Sin embargo, las relaciones de Jerónimo con este tronco —directo heredero de Lope Jiménez de Urrea, lugarteniente de Alfonso el Magnánimo, virrey de las Dos Sicilias, y padre de Lope II, a quien a su vez Fernando el Católico otorgó el título de conde de Aranda— parecen haber sido buenas. De ello dan prueba los versos insertados en su traducción del Orlando furioso para celebrar aquella casa (Canto XLI, 99 y 103), mientras que una octava completa dedicará a las proezas guerreras de su propio padre, hijo del homónimo Ximeno Jiménez de Urrea, I vizconde de Viota por nombramiento de Juan Rey de Navarra (XXV, 61).

Los hechos mejor acreditados de la vida de Jerónimo se refieren a su ingreso en la Orden de Santiago (del que da constancia el dossier formado en noviembre de 1539 por Juan Pérez de Almazán), su participación en algunas campañas militares de Carlos V entre 1536 y 1547, y los cargos ostentados en Italia, el más importante de los cuales fue el de virrey de Apulia.

Otros datos menos ciertos se recaban de sus propias obras y de las de algunos contemporáneos. Así, el prólogo añadido en 1569 a la traducción italiana de su Diálogo de la verdadera honra militar (1566), realizada por Alfonso de Ulloa, dice que abandonó España a los diecinueve años para ir a la guerra. Se ignora si combatió en la toma de la Goleta o de Túnez, pero se sabe con certeza que lo hizo en la campaña de Provenza, en la toma de la ciudad renana de Duren, en el sitio de Saint-Dizier y en la célebre batalla de Mühlberg.

En el primer caso, las crónicas del tiempo lo sitúan en la escaramuza de Muy (19 de septiembre de 1536), cerca de Fréjus, junto con el poeta Garcilaso de la Vega, maestre de campo en aquella jornada en la que perdió la vida tras ser derribado de la torre donde se habían hecho fuertes algunos franceses. Así consta en las memorias del soldado imperial Juan Martín García Cereceda, inéditas hasta el siglo xix (Tratado de las campañas y otros acontecimientos de los ejércitos del Emperador Carlos V en Italia, Francia, Austria, Berbería y Grecia desde 1521 hasta 1545) (J. M. García Cereceda, 1873-1876, II: 195-196), mientras que Luis Zapata destaca también en su Carlo famoso (1566) el protagonismo del soldado aragonés en la posterior rendición de los franceses (Canto XLI, 103, 3-4). En 1543 la presencia de Urrea queda nuevamente acreditada entre las tropas imperiales que para castigar al duque de Clèves por su alianza con los franceses, invadieron su enclave, llegaron hasta la ciudad de Duren (22 de agosto), y la pusieron a saco tras una sangrienta batalla. En el curso de ella Jerónimo se señaló varias veces, lo cual le valió el nombramiento como capitán. No se sabe si tras esta empresa acompañó a las tropas de Carlos V a los Países Bajos, aunque una referencia a Bolduque (Bois-le-Duc) en el Diálogo de la verdadera honra militar parece revestir cierto cariz autobiográfico. Plenamente atestiguadas quedan, en cambio, por un despacho de 20 de julio de 1544 las heridas recibidas en el sitio de Saint-Dizier (15 de julio), como combatiente del tercio mandado por Luis Pérez de Vargas. Urrea mismo relatará el suceso en su poema inédito El Vitorioso Carlos Quinto, y en el Diálogo de la verdadera honra militar, donde también recordará la toma de Duren (fol. 27). Tres años después, participó en la campaña de Alemania (1546-1547), que el 24 de abril de 1547 culminó con la victoria de Mühlberg sobre la Liga protestante de Smalkalda encabezada por el duque de Saxe y el landgrave de Hesse. Lo confirman Pedro de Salazar en su Historia y primera parte de la guerra que don Carlos Quinto Emperador [...] movió contra los Principes y ciudades rebeldes del reyno de Alemania (1548), y el propio Urrea en una “Epístola” en verso dirigida a Gonzalo Fernández de Córdoba, duque de Sessa, y publicada como apéndice a la edición zaragozana de 1551 del Comentario de la guerra de Alemania de Luis de Ávila. Ningún dato cierto ilumina sobre la actividad militar de Urrea en los años inmediatamente sucesivos, ya que una posible participación en la batalla de Argel (1541) resulta sólo vagamente mencionada por Gutierre de Cetina en un soneto dirigido al amigo, mientras que su presencia en el sitio de Parma durante el conflicto que enfrentó a Octavio Farnesio con el papa Julio II, apoyado por el Emperador (1551), aparece aún más vagamente sugerida en la parte 2.ª del Diálogo de la verdadera honra militar como ejemplo de mentís.

Prescindiendo de los trabajos literarios, la primera noticia sobre la actividad de Urrea posterior a 1547 lo sitúa en 1554 como gobernador de Taranto y “Capitán de guerra” al mando de ciento cincuenta hombres.

El 17 de julio de 1556 reaparece en Roma como emisario del virrey de Nápoles ante el conde Montorio para mediar en el conflicto con el nuevo pontífice Pablo IV, un intento fallido al que siguió la guerra, y en cuya paz, firmada el 14 de septiembre de 1557, intervino también Urrea como miembro del Estado Mayor del duque de Alba, Fernando Álvarez de Toledo. Otros documentos oficiales lo mencionan como beneficiario de una asignación real de 220 ducados entre 1560 y 1564, y finalmente como virrey de Apulia, cargo para el que había sido nombrado el 18 de diciembre de 1563 a instancias de Per Afán de Ribera, representante de Felipe II en Nápoles desde 1559. Extinguido el mandato bienal en abril de 1566, la más completa oscuridad se cierne sobre la vida de Urrea, excepción hecha del ya citado prólogo a la traducción italiana del Diálogo, donde se declara no “demasiado viejo aún” (“non ancora troppo vecchio”) y deseoso de “fama, & gloria”. No contribuye a disipar el misterio un documento fechado en Madrid el 16 de junio de 1569, descubierto por Pierre Geneste en el Archivo Histórico Nacional (Órdenes Militares, exped. 61879), donde se ordena, en nombre de Felipe II, apurar si había incurrido en “el pecado nefando” de sodomía. La ausencia de noticias posteriores parece indicar que la investigación no dio frutos.

Es probable que los últimos años de su vida transcurriesen en Zaragoza, aunque no hay constancia de ello ni del año de su fallecimiento, que debió de producirse poco antes de octubre de 1574, momento en el que su sobrino Martín de Bolea y Castro solicitó licencia para reeditar el Diálogo de la verdadera honra militar, en cumplimiento del deseo del autor, a quien, “atajándole la muerte”, no le había sido posible llevarlo a efecto.

La primera obra publicada por Urrea, y también la más influyente (con al menos doce ediciones a lo largo del siglo XVI), fue la traducción en octavas del Orlando furioso de Ariosto, impresa en Amberes por Martín Nucio en agosto de 1549, con una dedicatoria al entonces príncipe Felipe. Las supresiones y adiciones de estrofas llevadas a cabo por él, así como otros retoques menores, contribuyeron a incrementar su empaque épico y sobre todo la celebración de la España imperial. El mismo intento celebrativo y nacionalista inspiró los añadidos a la traducción posterior del poema alegórico-caballeresco de Olivier de La Marche: Le chevalier Determiné, publicada por el mismo Nucio en 1555, y revisada por Juan Martín Cordero: Discurso de la vida humana y aventuras del cavallero determinado. Una versión en endecasílabos sueltos realizada sobre la que Hernando de Acuña había publicado en coplas dos años antes (El Cavallero determinado, Amberes, por Juan Steelsio, 1553). En el intervalo (1551), había visto la luz la ya citada “Epístola” en tercetos sobre la batalla de Mühlberg (Carta embiada de Don Hieronymo de Urrea al duque de Sessa sobre la presa del duque de Saxonia), fechada en julio de 1547.

Otras composiciones poéticas originales en metros castellanos (motes, villancicos, romances, glosas) o italianos (una epístola en tercetos a Gutierre de Cetina: Vandalio a quien virtud siempre acompaña, y dos octavas en respuesta a sendas cuestiones de amor planteadas por el mismo Cetina), son de incierta datación y han llegado hasta nosotros insertadas en cancioneros —Cancionero general de obras nuevas (Zaragoza, 1554) y Flores de baria poesía (México, 1577)— o en el libro de caballerías inédito del propio Urrea: Don Clarisel de las flores, conocido de forma incompleta hasta fecha reciente, y publicado sólo en parte. Esta novela de aventuras escrita a imitación del Amadís de Gaula de Garci Rodríguez (u Ordóñez) de Montalvo, del Don Lisuarte de Grecia de Feliciano de Silva, y de otros best sellers caballerescos, no carece de cierta originalidad gracias a sus eficaces descripciones, a una fantasía exuberante teñida de sensualidad, y a cierta distancia irónica aprendida del Orlando furioso.

Totalmente inédito permanece, en cambio, El Vitorioso Carlos Quinto, poema en cinco cantos compuesto en endecasílabos sueltos, concluido antes de noviembre de 1570, ya que no menciona la victoria de Lepanto aunque sí hechos inmediatamente anteriores, y del que se conservan dos manuscritos, uno incompleto con correcciones tal vez autógrafas, hoy en la Hispanic Society of America; otro completo, en la Biblioteca Nacional de España, pero no autógrafo, visiblemente preparado para su impresión a juzgar por las censuras eclesiásticas de 1579 que figuran al margen, y por la aprobación autógrafa de Alonso de Ercilla. A este texto le sigue en el mismo códice la traducción de la Arcadia, o mejor dicho de sus doce églogas, ya que la prosa se atiene ad pedem litterae a la que realizó Diego López de Ayala, y circulaba impresa desde 1547 junto con la versión en coplas de las églogas debida a Diego de Salazar. Un plagio igualmente achacable a Juan Sedeño y a Pedro Sánchez de Viana, que por la misma época prepararon sendas Arcadias manuscritas con el solo intento de mejorar el traslado de las poesías, lo que ofrece un válido elemento de comparación para constatar la mayor fidelidad de Urrea al metro original.

Perdido está, en fin, el manuscrito de la novela pastoril La famosa Épila inspirada en la obra de Sannazaro, cuyo último dueño conocido fue Francisco Jiménez de Urrea. De ella ha quedado sólo la sumaria descripción ofrecida por Uztarroz en la noticia biográfica del autor que figura en los preliminares de la edición zaragozana del Dialogo de la verdadera honra militar (1642), donde el erudito incluyó la cita de un fragmento sobre la “Alameda del Conde” en que se sitúa la acción.

La obra más lograda del capitán aragonés es en cualquier caso el Diálogo de la verdadera honra militar, que trata cómo se ha de conformar la honra con la conciencia (Venecia, Joan Grifo, 1566), cuyas ideas parafrasean a menudo las de tratadistas italianos del duelo —Girolamo Muzio, Andrea Alciati, Giovan Battista Possevino o Antonio Massa, entre otros—, pero buscando un equilibrio entre la condena inapelable de la usanza sangrienta, y la regulación de su práctica en favor de acuerdos pacíficos sin menoscabo del honor. La originalidad de esta prosa reside sobre todo en su ágil estructura dialógica, que dramatiza el debate entre los interlocutores Altamirano y Franco, salpicándolo de sabrosas anécdotas y de variadas digresiones (una de ellas, el relato del desafío entre Carlos V y Francisco I, confundida a veces con una obra autónoma).

En el Siglo de Oro Urrea gozó de contrastante fortuna: contemporáneos como Alfonso de Ulloa, Gregorio Hernández de Velasco, Hernando de Hoces, Juan de Mal Lara, Luis Zapata, y en Italia Ortensio Lando, lo citan elogiosamente; pero sobre su traducción del Orlando furioso pesa el reproche que Cervantes puso en boca del cura en el Quijote (I, 6): “Aquí le perdonáramos al señor capitán que no le hubiera traído a España y hecho castellano, que le quitó mucho de su natural valor”, si bien añadiendo acto seguido una suerte de disculpa: “Lo mesmo harán todos aquellos que los libros de verso quisieren volver en otra lengua, que, por mucho cuidado que pongan, y habilidad que muestren, jamás llegarán al punto que ellos tienen en su primer nacimiento”.

 

Obras de ~: Glosa a un mote de Garcisánchez: “Puso amor mi pensamiento...” y Villancico a una partida: “Yo me parto y no me aparto...”, en Cancionero general de obras nuevas nunca hasta ahora impressas assi por el arte española como por la toscana, Zaragoza, Esteban de Nájera, 1554 (ed. de A. Morel Fatio, L’Espagne au XVe et XVIe siècle, Paris, 1878, págs. 489-602); Octavas de Urrea a Cetina: “Quien de aquel monte la más alta punta...”, Mote con glosa: “Sobre qual más me ofenda...”; Epístola a Gutierre de Cetina: “Vandalio a quien virtud siempre acompaña”, en Flores de baria poesía recoxida de barios poetas españoles, México, 1577 (Biblioteca Nacional de España [BNE], ms. 2973, fols. 110, 113 y 208-214; La Epístola a “Vandalio” con la respuesta de Cetina, ed. post. en Obras de Gutierre de Cetina, con intr. y notas de J. Hazañas y la Rúa, t. II, Sevilla, Tomás Sanz, 1895, pág. 36); Orlando fvrioso dirigido al principe don Philipe nuestro Señor, traduzido en Romance Castellano por don Ieronymo de Vrrea, Amberes, Martin Nucio, 25 de agosto de 1549 (Lyon, 1550; Venecia, 1553; Amberes, 1554; Lyon, 1556; Amberes, 1554; Barcelona 1564; Medina del Campo 1572; Venecia, 1575; Salamanca, 1578; Toledo, 1583; Bilbao, 1583; ed. de F. Alcántara, Barcelona, Planeta, 1988 [reproduce con alteraciones la ed. Lyon 1556]; ed. bilingüe de C. Segre y M. de las N. Muñiz Muñiz, Madrid, Cátedra, 2002, 2 vols. [reproduce la princeps de 1549]); Carta embiada de Don Hieronymo de Urrea al duque de Sessa sobre la presa del duque de Saxonia, en Comentario dela guerra de Alemaña hecha de Carlo V [...] en el año de M.D. xlvj y xlvij, añadida la presa del duque de Saxonia en rima española por don Jeronymo d’Urrea, Zaragoza, Miguel de Zapila, 1551, fols. 99-104 (luego en Segunda Parte del Cancionero general agora nuevamente copilado de los más gracioso y discreto de muchos afamados trobadores, Zaragoza por Esteban Nájera 1552; reed. por A. Rodríguez Moñino, Valencia, Castalia, 1956, págs. 295 y ss.); Discurso de la vida humana y aventuras del cavallero determinado, traduzido de frances por don Ieronymo de Urrea, Amberes, Martin Nucio, 1555 (Medina del Campo, 1555); Dialogo de la verdadera honrra militar, que tracta como se ha de conformar la honrra con la conscientia. Compuesto por Don Geronymo de Vrrea, Venecia, en casa de Ioan Grifo, 1566 (Madrid, 1575; Zaragoza, 1642; Madrid, Ministerio de Defensa, 1992 [reproduce la ed. de 1642]); Dialogo del vero honore militare, nel quale si diffiniscono tutte le querele, che possono occorrere fra l’uno e l’altr’huomo. Con molti notabili esempij d’antichi, & moderni. Composto dall’illustre sig. Don Geronimo di Vrrea [...] Et nuouamente tradotto di lingua spagnuola da Alfonso Vlloa, Venecia, Heredi di Marchio Sessa, 1569; Dialogues du vray honneur militaire de Jerosme d’Urrea, traduit de l’espagnol par Gabriel Chappuys, Paris, Thomas Perier, 1585); El Vitorioso Carlos Quinto, compuesto por don Geronimo de Urrea, dirigido a la S.C.R. del Rey don Felipe N.S. (BNE, ms. 1469, 171 f.; Hispanic Society of America [HSA], ms. B 2431, 197 f., faltan preliminares y 40 primeros versos); Arcadia de Sanazaro traducida por don Hieronymo de Urrea en Lengua Castellana (BNE, ms. 1469, encuadernado a continuación del poema El Vitorioso Carlos Quinto); Libro del invencible caballero Don Clarisel de las Flores y de Austrasia (HSA, ms. H.C 397/715 [Primer Libro]; Biblioteca Vaticana, Ms. Barb. 3610 [Primer Libro]; Biblioteca de la Universidad de Zaragoza, ms. 162 y 163 [Libros Segundo y Tercero]; ed. de los primeros 25 caps. a cargo de la Sociedad de Bibliófilos Andaluces, Sevilla, Francisco Álvarez, 1879; resumen de los libros II y III y de algunas poesías intercaladas en J. Borao, Noticia de D. Gerónimo Jimenez de Urrea y de su novela caballeresca inédita D. Clarisel de las Flores, Zaragoza [s. n.], Imprenta Calisto Ariño, 1866, pág. 57-117, y ed. completa de las poesías intercaladas en P. Geneste, “Les poésies dans le ‘Clarisel de las Flores’ de Jerónimo de Urrea”, en Mélanges à la mémoire de Jean Sarrailh, Paris, 1966, págs. 367-378).

 

Bibl.: P. de Salazar, Historia y primera parte de la guerra que don Carlos Quinto Emperador [...] movio contra los Principes y ciudades rebeldes del reyno de Alemania, Nápoles, Pablo Suganappo, 1548, fols. 68v.-69r.; L. Zapata, Carlo famoso, Valencia, Joan Mey, 1566, XXXVIII, 2, LXI, 103; J. F. Andrés de Uztarroz, “Elogio a la memoria ilustre de D. Geronimo Ximenez de Urrea”, en Dialogo de la verdadera honra militar, que trata como se ha de conformar la honra con la conciencia, compuesto por don Geronimo Ximenez de Urrea [...] Añadido i enmendado en esta quarta impression, Zaragoza, Diego Dormer, 1642 (preliminares); F. de Latassa y orín, “Jerónimo de Urrea”, en Biblioteca Nueva de los escritores aragoneses que florecieron desde el año de 1500 hasta 1802, Pamplona, oficina de Joaquín de Domingo, 1799, págs. 75 y ss.; J. Borao, Noticia de D. Gerónimo Jimenez de Urrea y de su novela caballeresca inédita D. Clarisel de las Flores, Zaragoza, Imprenta Calisto Ariño, 1866; J. Martín García Cereceda, Tratado de las campañas y otros acontecimientos de los ejércitos del Emperador Carlos V en Italia, Francia, Austria, Berbería y Grecia desde 1521 hasta 1545, t. II, Madrid, Sociedad de Bibliófilos Españoles, 1873-1876, págs. 195-196; P. Geneste, “Gabriel Chappuys traducteur de Jerónimo de Urrea”, en Mélanges offerts à Marcel Bataillon, Bordeaux, Péret & Fils, 1962, págs. 448- 466; Le capitaine-poète aragonais Jerónimo de Urrea: sa vie et son oeuvre: ou, Chevalerie et Renaissance dans l’Espagne du XVIe siècle, Paris, Ediciones Hispanoamericanas, 1978; J. M. Lucía Mejías, “Noticias sobre un nuevo manuscrito de ‘Clarisel de las Flores’ (libro I) de Jerónimo de Urrea”, en Archivo de Filología Aragonesa, LI (1995), págs. 283-296; M. N. Muñiz Muñiz, “Por qué editar la traducción de Urrea” e “Historia editorial y tradición del texto”, en L. Ariosto, Orlando furioso, t. I, Madrid, Cátedra, 2002, págs. 35-55.

 

María de las Nieves Muñiz Muñiz

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