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Agustín María de Negrete y Adorno

Biografía

Negrete y Adorno, Agustín María de. Palma de Mallorca (Islas Baleares), 3.X.1770 – Madrid, 16.X.1809. Monseñor, arcediano de Moya, protonotario apostólico Participantium, prelado doméstico de Su Santidad, gobernador general de Civita-Vecchia (Italia), caballero de la Orden de Malta.

Nació en Palma de Mallorca, donde su padre, Manuel de Negrete y de la Torre, I marqués de Torre-Manzanal y II conde del Campo de Alange, estaba destinado como coronel del Regimiento de Infantería de Voluntarios Extranjeros, que éste había levantado a su costa en 1767, en ofrecimiento a Carlos III. Su madre, Agustina de Adorno y Sotomayor, natural de Trujillo (Cáceres), era hija de Diego de Adorno y Dávila, quien fuera consejero de Castilla y presidente de la Real Chancillería de Valladolid. En 1778, en plena infancia, figurando ya nominalmente como cadete de las Reales Guardias de Infantería Española, recibió la gracia de “caballero de justicia de la religión de Malta”, ingresando, pues, como religioso de esta Orden y encaminándose a profesar los tres votos. Así se inició su carrera eclesiástica, siguiendo los pasos de su tío-abuelo Mateo José de Negrete y Ampuero, recién fallecido en 1777, quien fue arcediano de Illescas, capellán de la Iglesia de San Juan de los Reyes (Toledo) y capellán de honor de S. M. desde Felipe V.

Aunque creemos que inició sus estudios en Madrid, fue después enviado interno al “Collegio Nazareno” de Roma, entonces en su esplendor académico. Siendo aún colegial, compuso una oración en latín (De Christi Domini...) que fue leída por él mismo en la Capilla Pontificia del Vaticano el día de Pascua de 1789, y que se imprimió ese mismo año. Entre 1790 y 1792 fue alumno en la Pontificia Accademia dei Nobili Eclesiastici (hoy Pontificia Accademia Ecclesiastica), en una promoción con sólo siete alumnos, de los que dos llegaron a ser cardenales (Nicola Grimaldi y Carlo Pedicini).

Vivió en Roma desahogadamente, disfrutando de la rentas de la capellanía que fundó su bisabuela, la talaverana Lorenza de Ampuero y Navas, cuyo principal activo era una casa en la calle Juanelo de Madrid (casa que tuvo como inquilino a Melchor de Jovellanos, amigo de la familia). Gran aficionado a la música, asistió a conciertos de relevancia social. El maestro de capilla Tomás Sonyer le dedicó en Roma en 1792 Tre sonate per cembalo o piano forte con violino. En mayo de 1794 recibió el “beneficio simple o préstamo de la parroquia de la Villa de Ves, Obispado de Cartagena” y en junio de 1795 fue nombrado arcediano de Moya (dignidad de la Catedral de Cuenca). Inició su carrera prelaticia como referendario (oficial relator que prepara los expedientes) en el Supremo Tribunale della Segnatura Apostolica, siendo nombrado por Pio VI en 1795 protonotario apostólico participante (esto es, numerario: en número de doce eran los notarios mayores de la Cancillería papal), que conllevaba el tratamiento de monseñor. Viajó a España en 1798, visitando en el camino el Real Colegio de España en Bolonia, donde fue agasajado el 13 de julio por el colegial, en funciones de rector, Juan Francisco Marco (el futuro cardenal de Bello). Según su partida de defunción, Negrete habría sido, además, prelado doméstico de Su Santidad.

Pio VII le nombró el 4 de mayo de 1802 gobernador general de Civita-Vecchia, importante ciudad portuaria perteneciente a los Estados Pontificios. Una de sus primeras actuaciones públicas en diciembre de ese mismo año fue recibir solemnemente la urna funeraria con parte de los restos de Pío VI, que era llevada desde Roma hacia el lugar, Valence-sur-Rhône, donde había fallecido en 1799 siendo prisionero de Napoleón. Este mismo año recibió Agustín de Negrete la visita de sus padres. Su padre, que había cesado como embajador en Viena (porque el emperador de Austria se negaba a reconocer el nuevo Reino de Etruria) y se encontraba viajando por el norte de Italia (Génova, Pisa, Padua, Bolonia, visitando también en esta última el Colegio de España), fue nombrado por Carlos IV ministro plenipotenciario para el Congreso de Amiens. Pero este nombramiento, fue vetado por Napoleón (en favor de Azara), y se dirigió junto con su mujer a Roma a visitar a su hijo. Allí tuvieron una intensa actividad, en la que Agustín hubo de participar. Así, mantuvieron relaciones intensas con los paccanaristas (la orden fundada por Paccanari pretendía ser una refundación de la Compañía de Jesús), de los que los Campo de Alange, especialmente Agustina de Adorno, junto con la archiduquesa Mariana de Austria, eran los grandes benefactores desde los tiempos de su embajada en Viena. Campo de Alange apadrinó a un adolescente musulmán que fue bautizado en Roma el 4 de junio de 1802 por Paccanari, y obtuvo de Pio VII, en documento firmado por el cardenal de la Somaglia el 23 de mayo del mismo año, reliquias de Santa Festiva y de otros santos, que donaría al Real Convento de las Capuchinas de Castellón, del que era síndico y benefactor (otras reliquias quedaron depositadas en el convento de San Pascual, en Madrid). Sus padres partieron de Roma por ser nombrado su padre embajador en Portugal.

En 1803 murió su madre en Lisboa, y Agustín fue mejorado en el testamento, para procurarle ingresos. Sus gastos eran ahora muy grandes y parte de sus rentas en España estaban embargadas. El jesuita Padre Luengo, que no le conoció, habla de él sin simpatía (por animadversión hacia los afrancesados, aunque Agustín no lo fuera, y por su inquina con Paccanari), refiriéndose a su “prodigalidad, haciendo, aunque tenía buenas rentas de España y de su casa, deudas tan grandes, que su riquísimo padre mostró disgusto y dificultad en pagarlas...” En las cuentas que lleva con su padre alega que incurrió en grandes gastos en 1804, año en que como el Papa acudió “quatro veces a mi casa a ver algunas funciones fue menester obsequiarle como correspondía”.

Las tropas francesas, comandadas por el general Duhesme ocuparon por sorpresa Civita-Vecchia en junio de 1806, en violación del pacto de neutralidad de Napoleón con el Papa (resultante del Concordato de 1801), y conminaron a monseñor Negrete a ponerse a sus órdenes. Éste comunicó a Roma la situación y recibió la instrucción de no someterse. El general francés le amenazó el 7 de agosto con expulsarle y considerar a la ciudad en estado de sitio. Nueva consulta a Roma, y de nuevo la orden de persistir en la independencia de las funciones civiles, manteniéndose en su puesto. El general francés firmó el 18 de ese mes de agosto la orden de expulsión, y como monseñor Negrete no evacuó, fue arrestado el día 23 en el palacio de su residencia, y conducido en dirección a Roma, escoltado durante unos kilómetros. El mismo día, Negrete manifestó su protesta ante el escribano de su Cancillería, para que “exista a perpetuidad” memoria de que su puesto le fue arrebatado a la fuerza.

Aunque no parece que pudiera volver a ocupar su puesto, siguió figurando, nominalmente al menos, como gobernador de Civita-Vecchia en los anuarios oficiales de 1807 y 1808, con su tratamiento de monseñor (si seguimos a Calisse, así sería hasta el 2 de marzo de 1808, cuando dice que fue expulsado a Génova por los militares franceses). Extrañamente, no se encuentra ningún indicio de intervención suya, como parecería natural, en la fundación en Roma, en 1807, de la Orden de las Adoratrices Perpetuas del Santísimo Sacramento, cuyo principal benefactor fue su padre, entonces embajador en Lisboa (en esto sí muy alabado Campo Alange por el P. Luengo). Según el propio Agustín, en carta dirigida el 11 de noviembre de 1808 al duque de Frías, embajador en París, “desde el mes de mayo pasado dejé de servir al Papa y pasé a Florencia”. No se conoce la razón de dirigirse a Florencia (quizá para colaborar en la legación diplomática española), porque si bien el nuevo reino de Etruria gobernado por los Borbón-Parma, había sido refugio de algunos anti-bonapartistas, Napoleón les había destronado en diciembre de 1807, nombrando (precisamente en mayo de 2008) gobernador de la Toscana al general Menou. Según Ortiz Armengol, Negrete, en escrito dirigido a Fouché, afirmó que se encontraba en Florencia “por azar”.

Entretanto, España había sido invadida por las tropas francesas y, tras los sucesos de Bayona de mayo de 1808, había sido proclamado rey José Bonaparte. En agosto, el conde del Campo de Alange (padre de Agustín) sería nombrado por el nuevo rey ministro de Negocios Extranjeros; y a partir de octubre se iría comunicando a todas las embajadas y legaciones el Decreto que obligaba a que “los empleados en cualquier ramo que sea y todos los que gocen sueldo o pensión” presten el debido juramento al nuevo rey. El ministro plenipotenciario josefino en Génova, Leonardo Gómez de Terán y Negrete, primo hermano de Agustín, se vio en la situación de escribir al ministro Campo Alange diciéndole que el “hijo de V.E.” ha sido arrestado y conducido a Dijon (Francia).

En efecto, según el propio Negrete, el 12 de octubre de 1808 “todos los españoles que estábamos en Florencia fuimos arrestados y puestos en el Castillo”, por orden del general Menou (Negrete y otros seis españoles, entre los que estaba el después célebre Gómez Labrador). Según el P. Luengo, el arresto se produjo “con indecencia, despojado de todo”. No fueron detenidos por negarse a prestar el juramento a José Bonaparte, como en versión heroica pretende Olmet, porque el propio Negrete afirmó al tiempo de su arresto que “nadie me ha pedido juramento de fidelidad”. Les obligaron a salir de Florencia en 24 horas y a dirigirse a Dijon (Francia), bajo su palabra de honor. Allí llegaría Negrete el 31 del mismo mes, desde donde escribió a París al duque de Frías pidiéndole dinero, y suplicándole le ayudase a recuperar la libertad. El embajador le contestó que no le podía ayudar económicamente porque “no tiene arbitrio” y que para hacer alguna gestión con el gobierno francés tiene que enviarle (ahora sí, en cumplimiento del Decreto firmado en Vitoria el 1 de octubre por José Bonaparte) el juramento de fidelidad. Le envió inmediatamente el juramento, reiterando su doble petición de ayuda. Frías escribió entonces al célebre ministro del Interior Fouché, e informándole de la filiación y situación del detenido y que éste había sido prestado juramento, le solicitó que autorizase que Negrete pudiera salir de Dijon y que le fuese retirada la vigilancia. Según Ortiz Armengol, éste escribió a Fouché el 26 de diciembre, por indicación de Frías, y le pidió pasaporte para salir de Dijon e ir a Paris, pues no conocía la capital. Fouché, aunque mantuvo esa vigilancia, le autorizó a ir a Paris. Al parecer, el ministro de la guerra francés, conde de Hunebourg, tuvo un roce con Fouché por no haber sido consultado en este caso. Éste le respondió que, en realidad, Negrete había sido indebidamente detenido, por ser hijo de un ministro de José Bonaparte. El duque de Frías le socorrió, enviándole finalmente algo de dinero de su propio bolsillo.

En mayo de 1809, Napoleón ocupó Roma y en julio hizo cautivo y deportó al Papa Pio VII. Creemos que pudo ser entonces cuando Agustín, viendo todo perdido, enfermo y sin dinero, decidió volver a España desde Francia. Pidió un préstamo en Bayona (que reintegró en septiembre) para proseguir el viaje y falleció ab intestato en Madrid (y no en Roma, como afirma el P. Luengo) en la casa de su padre de la calle Alcalá, el 16 de octubre de 1809.

 

Obras de ~: De Christi Domini Resurgentis gloria oratio habita postrid. Id. April anno 1789, in sacello Pontificio Vaticano. Ab Augustino Negrete y Adorno ex comitibus campi alanjensis patricio matritensi Collegii Nazareni convictore. Romae, ex typographia Ioannis Zempel.

 

Fuentes y bibl.: Archivo Histórico Nacional, Estado, legs. 6760 y 6764; Archivo de los Condes del Campo de Alange, Cajas 3, 26 y 66; Archivo Histórico de Protocolos de Madrid, leg. 17919, fol. 753; Archivo Parroquial de la Iglesia de los Santos Justo y Pastor (Madrid), Libro de bautismos, lib. 41, fols. 105r.-v.; Archivo Parroquial de la Iglesia de San Sebastián (Madrid), Libro de difuntos, n.º 40, fols. 100-v. y 101; Archivo del Santuario de Loyola, Diario de la expulsión de los jesuitas de España (1767- 1815), escrito por el P. Manuel Luengo S.J., t. XLIV, año 1810, fols. 36-39.

B. Cucagni, Indice generale o sia prospetto di tutte le materie, e di tutti i libri compresi, e annunziati nei primi sette Tomi del Giornale Ecclesiastico di Roma, Roma, Stamperia di Giovanni Zempei, 1793, pág. 156; G. Zúñiga Bracamonte (viuda de), Guía de la Grandeza para el cumplimiento de los días y años de los Excmos. Sres. Grandes de España, Madrid, J. Herrera, 1794, pág. 97; Mercurio de España. Mayo de 1794, Madrid, Imprenta Real, t. II, 1794, pág. 339; Mercurio de España. Mayo de 1795, Madrid, Imprenta Real, 1795, t. II, pág. 176; Notizie per l’anno bisestile MDCCXCVI, Roma, Stamperia Cracas, 1796, pág.161; G. Zúñiga Bracamonte (viuda de), Guía de la Grandeza para el cumplimiento de los días y años de los Excmos. Sres. Grandes de España, Madrid, J. Herrera, 1797, págs. 107 y 165; Guía del estado eclesiástico seglar y regular de España en particular, y de toda la Iglesia Católica en general para el año de 1797, Madrid, Imprenta Real, 1797, pág. 55; Anónimo, Elenco degli Emi.Signori Cardinali delle Congregazioni e Tribunali, e della Famiglia Pontificia dell’anno MDCCCII, Roma, Stamperia Cracas, 1802, pág. 65 y 68; Notizie per l’anno 1806, Roma, Stamperia Cracas, 1806, pág. 97; Notizie per l’anno 1807, Roma, Stamperia Cracas, 1807, pág. 102; Notizie per l’anno 1808, Roma, Stamperia Cracas, 1808, pág. 102; Anónimo, Raccolta di documenti autentici sulle vertenze insorte fra la S. Sede ed il governo francese nell’usurpazione degli Stati della Chiesa dall’anno 1805 all’epoca felice del ritorno del S. Padre Pio Papa Settimo alla sua Sede, 1814, págs. 22-31; F. Schoell, Archives historiques et politiques, ou recueil de pièces officielles, mémoires et morceaux historiques, t. II, Paris, N. Maze, 1819, págs. 232-241; E. Pistolesi, Vita del Sommo Pontefice Pio VII, t. II, Roma, Francesco Burliè, 1824, págs. 32-40 y 57-59; Haussonville (comte d’), L’Eglise Romaine et le Premier Empire, t. II, Paris, M. Lévy Frères, 1869, págs. 287-288; F. Procaccini di Montescaglioso, La Pontificia Accademia dei nobili eclesiastici: memoria storica, Roma, Tipografia A. Befani, 1889, pág. 81; C. Calisse, Storia di Civitavecchia, Florencia, G. Barbèra Editore, 1898, págs. 622-632 (reimpr. por la British Library, Historical Print Collections); J. Gendry, Pie VI. Sa vie- son pontificat (1717-1799), t. II, Paris, Picard et fils, 1907, págs.460-462; F. de Antón del Olmet, El Cuerpo Diplomático español en la Guerra de la Independencia, Libro III, Las Embajadas y Ministerios, Madrid, Imprenta Artística Española, c. 1914, págs. 227-229; J. Junquera Huergo, “Carta del Sr. Junquera al Sr. D. A. F. Vallín, Gijón 28 de abril de 1860”, en Boletín de la Biblioteca Menéndez y Pelayo (Santander), año III, n.º 1 (1921), pág. 152; E. D’Hauterive, La police secrète du Premier Empire. Bulletins quotidiens adressés par Fouché a l’Empereur. Nouvelle série 1808-1809, Paris, Librairie Historique Clavreuil, 1963, págs. 427, 446 y 514; I. O. (Pedro Ortiz Armengol), “Cinco cartas stendhalianas. II. Campo Alange: el oficial romántico”, en La estafeta Literaria (Madrid), n.º 364 (febrero de 1967), págs. 10-12; M. García Miralles, “El Cardenal de Bello”, en Teruel (Instituto de Estudios Turolenses), n.º 41 (enero-junio de 1969), págs.121 y 133-134; R. Olaechea Albistur, El Cardenal Lorenzana en Italia (1797-1804), León, Institución Fray Bernardino de Sahagún, 1980, págs. 265-270 y 339-341; W. Rudt de Collenberg, “Le baptême des musulmans esclaves à Rome aux XVIIe et XVIIIe siècles. Le XVIIIe siècle”, en Mélanges de l’École française de Rome. Italie et Méditerranée, Roma, École française de Rome, 1989, t. 101, n.º 2, págs. 570 y 630; C. Weber, Legati e governatori dello Stato Pontificio (1550-1809), Roma, Ministero per i Beni Culturali e Ambientali, 1994, págs. 221 y 798; M. Hernández, A la sombra de la Corona. Poder local y oligarquía urbana (Madrid, 1606-1808), Madrid, Siglo Veintiuno de España Editores, 1995, págs. 262-270; D. Ozanam, Les diplomates espagnols du XVIIIe siècle. Introduction et répertoire biographique (1700-1808), Madrid-Bordeaux, Casa de Velázquez - Maison des Pays Ibèriques, 1998, págs. 281-282 y 367-368; F. J. Aranda Pérez, Sociedad y élites eclesiásticas en la España Moderna, Cuenca, Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha, 2000, págs. 306, 309 y 312-31; J. M. Francés Camús, “Reliquias y relicarios en el Real Convento de Monjas Capuchinas de Castellón” en Imatges de la Mística. Patrimoni del Reial Convent de Monges Caputxines de Castelló, Valencia, Generalitat Valenciana, 2004, págs. 154-189; M. Luengo (S.J.), Diario de 1808. El año de la conspiración, ed. de E. Giménez López e I. Fernández Arrillaga, Alicante, Publicaciones de la Universidad de Alicante, 2010, págs. 300, 424-425, y 482-484; Academia Pontificia Eclesiástica, La Curia Romana, lista de alumnos http://www.vatican.va/roman_curia/pontifical_academies/acdeccles/index_sp.htm.

 

Pedro Rodríguez-Ponga y Salamanca

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