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José Millán Astray y Terreros

Biografía

Millán Astray y Terreros, José. La Coruña, 5.VII.1879 – Madrid, 1.I.1954. Militar, fundador del Tercio de Extranjeros.

Nacido en La Coruña dentro del seno de una familia de clase media acomodada y culta. Su padre, aunque quiso ser militar, fue abogado, articulista, autor de libretos de zarzuela y, como funcionario del Estado, ejerció distintos cargos en varios ministerios.

Siendo director de la Cárcel Modelo de Madrid, fue imputado por corrupción, aunque fue nombrado jefe superior de Policía de Barcelona poco después. Su hermana Pilar fue escritora de teatro, novelas y cuentos (cuarenta y cuatro títulos editados) llegando a ser empresaria y directora del Teatro Muñoz Seca de Madrid en la temporada 1932-1933.

A los quince años ingresó de cadete en la Academia de Infantería de Toledo. La necesidad urgente de oficiales subalternos en las colonias, hizo abreviar los estudios y con sólo año y medio, en febrero de 1896, salió de 2.º teniente. Destinado en el Regimiento del Rey n.º 1 en Madrid, ingresó en la Escuela Superior de Guerra para hacerse de Estado Mayor, pero ante la sublevación tagala pidió la baja y con un batallón expedicionario partió para la isla de Luzón.

Por su participación en los combates recibió dos Cruces de 1.ª Clase de María Cristina, máxima condecoración al valor en aquellos tiempos, y otras dos del Mérito Militar. En julio, fue destinado de nuevo a la Escuela Superior. Durante el largo viaje de regreso, según cuenta, empezó a germinar en él la idea de constituir unidades encuadradas por soldados profesionales.

Promovido al empleo de teniente, cesó como alumno.

La reorganización del Ejército, después del desastre colonial, supuso para Millán Astray el paso en los años siguientes por varios destinos de guarnición. En 1905 ascendió a capitán en Madrid, donde conoció y se casó con Elvira Gutiérrez de la Torre, hija del general Gutiérrez Cámara; no tuvieron hijos. Al año siguiente, obsesionado con el Estado Mayor, pidió reingresar de nuevo.

Por tercera vez volvió a la Escuela, terminó los estudios, hizo dos años de prácticas, entre las que cabe destacar su trabajo en la comisión topográfica hispanofrancesa para trazar la frontera y obtuvo el diploma de Estado Mayor. En 1911 adoptó una decisión que marcó su carrera, nombrado profesor de la Academia de Infantería, renunció a pertenecer al Cuerpo de Estado Mayor para continuar en su Arma de procedencia.

Un año después estaba en Melilla destinado.

En 1913, ante el ataque general de los hombres del Raisuni en la Yebala, le trasladaron al Tabor de Regulares de Arcila, en la Comandancia de Larache mandada, entonces, por el coronel Fernández Silvestre. En la campaña destacó a plena satisfacción ascendiendo por méritos de guerra a comandante. Tenía treinta y cinco años.

Terminadas las operaciones, volvió a Madrid, en 1917, al Regimiento de Saboya n.º 6. Allí desarrolló una incansable actividad profesional e intelectual. La experiencia de mandar en combate a soldados conscriptos y sin apenas instrucción hacía que elevado número de profesionales desearan que España siguiera el ejemplo francés con la Legión Extranjera y unidades de indígenas. El Ejército ya tenía Policía indígena y Regulares, pero hacía faltaba una fuerza de choque. Los políticos, ante la presión social, estaban predispuestos a admitir las iniciativas, que ahorrasen enviar soldados de quinta a África. Millán Astray, viendo la oportunidad, se convirtió en activo propagador mediante cartas, charlas y artículos, de la necesidad una fuerza mercenaria.

La Legión Extranjera Francesa era su modelo.

En el año 1918 fue modelando el proyecto, que difundió no sólo entre compañeros sino a superiores como Berenguer y Fernández Silvestre, entonces ayudante de campo de Su Majestad. Había acuerdo general con matices. Silvestre, por ejemplo, quería voluntarios pero sólo españoles. En el curso de tiro para jefes, realizado en la Escuela Central de Tiro de Valdemoro, divulgó sus ideas. El comandante Francisco Franco, también concurrente, se comprometió con él para el futuro cuerpo de voluntarios.

No paró hasta conseguir entrevistarse con el ministro de la Guerra, general Tovar, al que convenció. Durante el mes de octubre de 1919 estuvo en Tremecen y Sidi-Bel-Abbes (Argelia) conviviendo como un oficial más entre los legionarios franceses. El 28 de enero de 1920 el Rey firmó la Real Decreto que creaba el Tercio de Extranjeros, pero por una crisis el Gobierno cesó, y el nuevo ministro, general Villalba, lo archivó; hubo otra crisis y el sustituto, vizconde de Eza, tras escuchar en el Casino Militar una vibrante conferencia sobre el Tercio del recién ascendido Millán Astray, decidió poner en marcha el proyecto que, con algunas variantes, hoy perdura con el nombre de Legión Española.

El código de la nueva unidad fue el Credo legionario, basado según su propio creador, en el Bushido, el código moral de los samuráis.

Millán Astray quería crear una unidad bien preparada para el combate. El Tercio no entró en combate hasta después de más de seis meses de instrucción.

Las Banderas del Tercio con esa magnífica preparación, fueron la baza fundamental de Berenguer que evitaron (1921) la caída de Melilla en manos de Abd el Krim y luego la punta de lanza con que hizo retroceder a los rifeños.

La fama de su jefe, que recibió la Medalla Militar individual, se propaló dentro y fuera de España.

En septiembre, el 17, recibió una bala en el pecho, el Rey le felicitó y nombró gentilhombre de Cámara en enero, el día 10, la segunda, esta vez en una pierna.

Las juntas de defensa determinaron su destitución como jefe del Tercio dejándole disponible en Madrid.

Reaccionó con un manifiesto publicado en El Liberal contra las juntas y amenazó con pedir la baja del Ejército. No pasó nada gracias a la mediación del Rey.

A finales de enero le destinaron a un Regimiento de Infantería y meses más tarde marchó, por un año, a Francia para realizar unos cursos en las academias de Saint-Cyr y Saint-Maixent.

Indudablemente, la destitución tuvo más trascendencia que un simple cambio de mando. El nombramiento del teniente coronel Valenzuela, provocó la inmediata petición de destino y marcha del comandante Franco, jefe de la 1.ª Bandera del Tercio, defraudado por considerarse como el lógico sucesor al estar propuesto para el ascenso. Valenzuela murió a los pocos meses en los durísimos combates del Tercio en Tizzi Azza y le sustituyó Franco recién ascendido. La historia seguramente hubiera sido distinta si hubiera estado en su lugar o si Millán hubiera seguido mandando el Tercio.

Primo de Rivera, al llegar al poder le rehabilitó colocándolo a sus órdenes directas en África, ascendiéndolo a coronel por méritos de guerra. En la primera operación en que participó, el 26 de octubre de 1924, cayó herido. Dos días después, ante la presencia de síntomas de gangrena hubo que amputarle el brazo izquierdo.

El 1 de febrero de 1926 (Diario Oficial, n.º 32) se le concedió la vuelta al servicio activo concediéndosele el mando del Tercio que, ironías del destino, se lo entregó su antiguo subordinado, el recién ascendido a general de brigada Francisco Franco Bahamonde.

Todavía no llevaba un mes en África, cuando el 4 de marzo le dieron mando de una de las columnas organizadas en la operación sobre Bu-Zeitung, monte cercano a Tetuán, desde donde persistentemente un cañón disparaba sobre la ciudad. Nada más iniciarse el combate recibió un balazo en pleno rostro que le destrozó el ojo derecho. Un año después le ascendieron a general por méritos, nombrándole coronel honorífico del Tercio.

Su vida militar tenía ya pocos horizontes, mutilado y lacerado por tantas heridas, aun así, le nombraron jefe de la Circunscripción de Ceuta-Tetuán, después de un transitorio paso por el ministerio como jefe de la 2.ª sección de Reclutamiento y Doctrina. En estos años se prodigó como conferenciante no sólo en España, sino también en Francia, Italia y América.

Con la llegada de la República, por Decreto de 10 de agosto de 1932 (Diario Oficial, n.º 189), pasó forzoso a la situación de segunda reserva (con arreglo a la Ley de 9 de marzo). La presencia entre los asesores del ministro de la Guerra, Manuel Azaña, de antiguos miembros de las extinguidas Juntas de Defensa es una de las causas, la otra parece ser que conocía la conspiración de Sanjurjo del 10 de agosto.

En 1934 el primer ministro, Alejandro Lerroux, que había sido amigo del padre de Millán, le nombró secretario del Consejo Supremo del Ministerio de la Guerra, cargo burocrático y poco importante, pero prestigioso.

Tras la elección del Frente Popular, a petición propia por Decreto de 11 de mayo de 1936 (Diario Oficial, n.º 67), se le concedió el ingreso en el Cuerpo de Inválidos Militares. Al producirse el levantamiento militar del 18 de julio, Millán Astray se encontraba dando conferencias en Buenos Aires, Argentina.

Al estallar la Guerra Civil, Millán Astray, en cuanto pudo, se trasladó a España poniéndose incondicionalmente a disposición de Franco. Con su cuerpo destrozado físicamente, ya no valía para mandar fuerzas militares en el campo, pero realizó una activa labor de propaganda, tanto del régimen como para elevar la moral de las tropas en los frentes. Con su personalidad e impronta realizó perfectamente estos cometidos.

Por deseo expreso de Franco formó el Cuerpo de Mutilados por la Patria; cumplió el encargo dando pruebas de su sentido práctico y capacidad organizativa.

Terminada la guerra, Franco premió su lealtad nombrándolo procurador en Cortes (1943) pero paulatinamente sus actividades fueron languideciendo.

De Millán Astray se cuentan múltiples anécdotas, unas favorables y otras no.

En el famoso enfrentamiento que tuvo con Unamuno en la Universidad de Salamanca, la frase de “¡muera la inteligencia!”, es criticada por muchos historiadores, pero matizada por otros. Antes del incidente, ambos mantenían relaciones amistosas y eran ateneístas. Por ejemplo, el historiador Gárate Córdoba sostiene que Millán Astray atacó el término “inteligencia”, porque era muy consciente de lo que decía en aquel momento, ya que, para él había adquirido un carácter restrictivo y sectario con Unamuno, que lo hipotecaba en uso exclusivo suyo y los de su línea. Pemán, presente aquel día en el incidente, intentó aclararlo diciendo que fue: “¡Mueran los intelectuales!, ¡los falsos intelectuales, traidores!”.

El popular fundador de la Legión falleció el 1 de enero de 1954 en Madrid y fue enterrado en el Cementerio de la Almudena. Por Decreto de 2 de enero (Diario Oficial, n.º 2), es promovido al empleo de general de división.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General Militar (Segovia), Hoja de Servicios.

V. Maturana, La trágica realidad. Marruecos-1921, Barcelona, Ediciones Cervantes, 1921; F. Hernández Mir, Del desastre Al fracaso. Un mando funesto, Madrid, Hispano, 1922; R. López Rienda, Frente al Fracaso: Raisuni-D de Silvestre a Burguete, Madrid, Editorial Sociedad General Española de Librería, 1923; F. Hernández Mir, Del Desastre a la Victoria, 1921-1926, Madrid, Hispano, 1927; C. Hernández de Herrera y T. García Figueras, Acción de España en Marruecos, Madrid, Imprenta Municipal, 1929-1930, 2 vols.; T. García Figueras, Marruecos (La acción de España en el Norte de África), Madrid, Ediciones FE, 1939; D. Berenguer, Campañas del Rif y Yebala, ts. I y II, Madrid, Ares, 1948; Servicio Histórico Militar, Historia de las Campañas de Marruecos, ts. II, III y IV, Madrid, 1951 y 1981; VV. AA., La Legión española. Madrid, Subinspección de la Legión, 1970-1973, 2 vols.; R. de la Cierva, Francisco Franco. Un siglo de España, Madrid, Editora Nacional, 1973; J. M.ª Gárate Córdoba, La guerra de las españas, Barcelona, Caralt, 1976; F. Franco Bahamonde, Diario de una Bandera, Madrid, Fundación Nacional Francisco Franco, 1986; Escuela de Estado Mayor, Desastre de Annual, Madrid, Grupo Estrategia Escuela de Estado Mayor, 1988; Silva C. de Rivera, General Millán Astray, Madrid, Hermandad Nacional Antiguos Caballeros Legionarios, 1992; J. L. Mesa, 1919-1927, casi una década de sangre, Madrid, Almena, 2001; R. Muñoz, Las campañas de Marruecos, Madrid, Almena, 2001; L. E. Togores, Millán Astray-Legionario, Madrid, La Esfera de los Libros, 2003; A. Calama y Rosellón, “El Diputado soriano Vizconde de Eza, Don Luis Marichalar y Monreal (1873-1945), Ministro de la Guerra”, en Celtiberia (Soria, Centro de Estudios Sorianos), 97 (2003), págs. 246-363.

 

Manuel del Barrio Jala

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