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Francisco Maura y Montaner

Biografía

Maura y Montaner, Francisco. Palma de Mallorca (Islas Baleares), 14.VIII.1857 – Fuenterrabía (Guipúzcoa), 5.X.1931. Pintor.

Noveno hermano de una familia de diez hijos, quedó huérfano de padre con ocho años. Su juventud estuvo tutelada por su hermano mayor, Gabriel, poeta mallorquín. Su obra pictórica fue poco prolífica al dedicarse parte de su vida a la enseñanza. Se distinguen nítidamente tres etapas: formación hasta 1890, plenitud hasta 1910 y la última, hasta su muerte, con poca obra por su dedicación pedagógica.

Discípulo de Francisco Ankerman, director de la Escuela de Bellas Artes de Palma, fundada en 1849, heredera de la Escuela de Dibujo de la Sociedad Económica Mallorquina de Amigos del País, donde estudió.

Allí conoció a Antonio Ribas, Fausto Morell, Juan Bauzá, Francisco Roca, quien influirá en su obra.

Ingresó en la Escuela Especial de Pintura, Escultura y Grabado de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, de la que dependía la Escuela de Bellas Artes de Palma.

En 1876, en Madrid, por mediación de su hermano grabador Bartolomé, alumno de Federico de Madrazo, comenzó a frecuentar asiduamente su estudio.

Se instaló en Roma gracias a una beca de la Diputación Provincial de Baleares, en la Real Academia de Arte Romana. Trabajó con Cristóbal Pizá y Lorenzo Cerdá, entre 1884 y 1890, siendo su director Palmaroli.

Destaca Agar e Ismael, de 1885, óleo sobre tela, que representa una maldición bíblica, y que destila academicismo, con una visión fantástica próxima al simbolismo, hoy expuesto en el Conseill Insular de Mallorca.

Obtuvo segunda plaza de pensionado en Roma por la pintura de historia, siendo primero Ulpiano Checa. Allí coincidió con artistas como Mariano Benlliure o Fortuny, lo que le hizo formarse en el academicismo clásico de la Escuela Italiana, más que en el rupturismo de los pintores instalados en Francia. Se afincó en Venecia, viajó por Europa y pasó un tiempo en Ámsterdam.

Su realismo es ochocentista, como reacción al historicismo romántico, y su temática galdosiana: incorpora argumentos de carácter social (mujeres de cualquier extracto desarrollando su vida cotidiana, etc.).

Formó parte del iluminismo levantino y trabajó el paisaje, que muestra un fino cromatismo, con paleta más cálida que su maestro Carlos de Haes, que cubre de verdes ubérrimos, ocres oniristas y, en las pinturas del norte de España, caseríos.

El tratamiento y la distribución de la luz fueron unos de sus constantes aciertos, así como el moldeado y cuidado de las figuras, principalmente femeninas.

Dio protagonismo a la pincelada de toque seguro y brillante; y delicadeza a los medios tonos. En la mayoría de sus composiciones utilizó poca pintura en el trazo. Transmite emoción al modo impresionista.

Quedó influenciado por la renovación modernista: el entusiasmo y la libertad hacia la belleza que llevan a Mallorca Degouve de Nuncques, Santiago Rusiñol y Joaquín Mir. Como toda su generación, trabajó interiores, tanto en viviendas como en instituciones y otros organismos, aunque se centró en la figura, el paisaje y el retrato.

Participó en las Exposiciones Nacionales desde 1878. En 1884 expuso La casta Susana, que pasó al Prado, tras estar en el Museo de Arte Moderno.

Fue 2.ª Medalla en la Exposición de 1890 con Sin Labor, obra del Prado, ahora depositada en el Ministerio de Trabajo. También ese año presentó Venganza de Fulvia, que fue mención honorífica en 1889, propiedad del Prado, depositada en el Museo Municipal de Bellas Artes de Santa Cruz de Tenerife.

En 1892 fue 2.ª Medalla con un cuadro de costumbres Cómo acaban (la calle de Alcalá tras una corrida de toros), que destaca por el minucioso detalle con el que están tratadas las muchas figuras que en él aparecen.

Con El pescador, ese mismo año, presentó una imponente figura que reflejaba su interés por cuestiones sociales.

Firmó cuatro retratos de su hermano Antonio Maura. El Prado compró uno en 1894, actualmente en el Museo de La Rioja; el Ayuntamiento de Palma tiene otro fechado en 1890; la Fundación Antonio Maura de Madrid conserva uno en el que aparece en su despacho (de 1895) y el Consell de Mallorca custodia el último.

Otros retratos son el de Cristóbal Martínez de Herrera, del Prado, y los que hace a petición del Banco de España de Antonio García Alix y, en 1913, de Eduardo Cobián, auténticamente fotográfico. El Museo Municipal de Santander tiene el de Germán Gamazo, depósito del Prado. En el Ayuntamiento de Palma se custodian el del Obispo Pedro J Campins y el de Miguel Mir. Obtuvo una condecoración en la Exposición de 1895 con el retrato del Marqués de Ibarra. Recibió otra mención especial en la Exposición de 1901.

Con la llegada del siglo xx, sus composiciones son más reducidas en número y en tamaño. Abarcó temas más domésticos, con abundancia de paisajes, como Campesina vasca, del Museo del Prado, en depósito en el Museo de Málaga.

Ilustró, con Antonio Fuster, Poemas y Harmonías de Joan Alcover, que editó J. Tous en 1894. El álbum Limosna, de 1896, lo ilustró a beneficio de los damnificados por un polvorín; así como la publicación de Mariano Fuster, presidente del Círculo Artístico de Barcelona: La técnica de la acuarela.

Su temática religiosa se plasmó en dos grandes piezas que simbolizan La Última Cena y que están en la Congregación de las Hermanas Celadoras del Culto Eucarístico en Madrid y Palma. Esbozó semblanzas de vírgenes e inmaculadas inspiradas en Murillo.

Catedrático de Dibujo desde 1900 en el instituto de San Isidro, en Madrid, publicó libros de texto con Francisco Fernández, Amador de los Ríos y Manuel García Romero. Desde 1907 lo fue también en el instituto Cardenal Cisneros.

Promovió a Eliseo Meifrén como director de Bellas Artes en 1907. Pintó con Gonzalo Bilbao. Formó parte de la relación de pintores que conjugaron el paisajismo turbio de Haes con las influencias impresionistas y las trasparencias de Regoyos.

Casó en 1891 con Juana Salas Sureda, con importantes intereses económicos en la Salinera Salas de Ibiza, lo que condicionó su evolución como pintor.

Se organizó una exposición póstuma en 1931 en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Fue caballero de Carlos III y de Isabel la Católica.

 

Obras de ~: Limosna, 1878; La Última Cena, 1878; Unos bueyes, 1878; Marina, 1880; Un compás de espera, 1881; Estudio de niño al natural, 1882; Abisino, 1883; Despullat, 1883; José explica los sueños a los presos, 1884; El copero y el panadero, 1884; Sansón y Dalila, 1884; La casta Susana, 1884; Venganza de Fulvia, 1884; Agar e Ismael, 1885; Cómo acaban, 1892; El pescador, 1892; Retrato de Antonio Maura, 1890; Pastora con cabras, 1891; Vista de Palma de Mallorca, 1892; Bodegones, 1892; La noche y el día, 1893; Retrato de marqués de Ibarra, 1895; Minerva, 1895; La azotea, 1897; Un ratón, 1897; El astillero, 1899; Fresco en la cosa del Regatillo, Riaño (Cantabria), 1912; Retrato de Eduardo Cobián, 1913; Vista de Palma de Mallorca, 1913; La Última Cena, 1921; Retrato de Germán Gamazo, s. f.; Retrato del obispo Pedro J. Campins, s. f.; Retrato de Miguel Mir, s. f.; Retrato de Cristóbal Martínez de Herrera, s. f.; Retrato de Antonio García Alix, s. f.; Campesina vasca, s. f.

 

Bibl.: B. Pantorba, Historia y crítica de las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes celebradas en España, Madrid, Alcor, 1948; J. F. Rafols, Diccionario de artistas de Cataluña, Baleares y Valencia, Barcelona, Edicions Catalanes, 1980; L. Ripio y R. Perelló, Las Baleares en sus pintores (1836-1936), Palma, 1981; C. González y M. Martí, Pintores Españoles en Roma (1850-1900), Barcelona, Tusquets, 1987; P. Fullana, A. Marimón, C. Cantarellas, N. Gil y M. Carbonell, El Consell de Mallorca, História i Patrimoni, Barcelona, 2001.

 

Alfonso Pérez-Maura y de la Peña